Gustavo Gordillo
Interrumpo la serie que venía comentando sobre el campo mexicano debido a la gravedad del momento actual.
Creo que la mejor medicina contra los determinismos es la política.
La política democrática debe seguir guiando los pasos del país. Pero me
parece inevitable el choque contra el gobierno de Estados Unidos, debido
al truhan que lo dirige.
El patán de la Casa Blanca tiene un propósito en la vida: ganar a
como dé lugar. Cree que lo ha logrado, pero si analizamos con rigor su
trayectoria lo que resalta son derrotas sistemáticas a pesar del uso
contumaz de la mentira, los pactos turbios y el apoyo decisivo que
recibió de su papá.
Como presidente se ha dedicado a socavar la democracia norteamericana, a romper el frágil orden mundial, a aliarse con la peor calaña de dictadores y a rodearse de sicofantes y rufianes.
Lo único que lo guía es ganar su relección, no sólo porque siempre
quiere ganar, sino, sobre todo, porque si pierde va derecho a enfrentar
miles de litigios penales y civiles que lo terminarán llevando adonde
merece estar: la cárcel.
Espero que nadie en nuestro país, particularmente en las elites, se
esté haciendo pendejo y no quiera asumir un diagnóstico equilibrado y
matizado como el que presento líneas arriba. Espero que nadie suponga
que con ideas geniales vamos a convencer a la Fuerza Siniestra que se
apoderó de la Casa Blanca.
Entonces, ¿qué hacer?, como diría el clásico.
En primer lugar, hay que reconocer el lema central de la narrativa de
la 4T: la mejor política exterior es la política doméstica –que fue
clave para México en los 60 del siglo pasado–, quedó hecho añicos con el
desplante del energúmeno, además de ser francamente disfuncional en el
contexto actual.
Quizás la explosión de rencor y racismo logró poner de cabeza el
mentado lema: la mejor política doméstica es la política exterior.
Entonces, la pregunta es: ¿para qué ganar 45 días?
Como creo que AMLO es un patriota y que el canciller Ebrard es uno de
los políticos mejor preparados para encarar una crisis de las
dimensiones que enfrentamos, pienso que en esos 45 días buscan obtener
dos cosas: una propuesta alternativa al de
tercer país seguroo
primer país de asiloque requerirá el apoyo y aval del Acnur y otros organismos internacionales. ¿Algo así convencerá al patán de la Casa Blanca? Desde luego que no, pero encarecería la medida de recurrir inmediatamente a los aranceles.
Al mismo tiempo, el gobierno mexicano esperaría una reducción
importante de los migrantes arrestados en Estados Unidos. ¿Satisfará
esto al energúmeno mayor? Absolutamente no, pero tendrá cifras para
presumir a su cofradía electoral.
Mientras tanto, el gobierno estaría buscando articular una coalición
dispuesta a enfrentar al patán en un esquema que acepte el escenario
arancelario como el ámbito del conflicto principal, siempre y cuando el
patán siga con su amenaza
nuclearpara asegurarle que no estamos como en la primera negociación en el
dilema del prisionero–no sabiendo qué tan ciertas eran sus amenazas–, sino en una estrategia de
mutua destrucción asegurada(Mad, por sus siglas en inglés) –dispuestos a pagar por ver si cumple sus amenazas. Así lo hicieron los demócratas cuando el cierre del gobierno federal el año pasado, y perdió el energúmeno –aunque como narcisista maligno siempre encuentra como proclamarse victorioso.
¿Se puede lograr esa coalición? Creo que sí, ampliándola y
profundizándola en los dos sectores que no están bien representados: los
grandes empresarios y los expertos-técnicos.
Mientras tanto, la batalla estratégica se libra en otro espacio donde
comunidades, migrantes y organizaciones no gubernamentales son
decisivos. Recuperar el territorio que incluye de manera subrayada
nuestras dos fronteras externas: norte y sur, y nuestras tres fronteras
internas: eje transístmico, eje del río Balsas y CDMX. ¿Alguien lo logró
exitosamente antes? Sí, Lázaro Cárdenas.
Twitter: gusto47
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