Alejandro Encinas Rodríguez
El gobernador de Michoacán Fausto Vallejo ha anunciado que nuevamente se ausentará de su encargo derivado de su lamentable estado de salud. No se notará su ausencia, ya que a partir del nombramiento de Alfredo Castillo quien fue designado, a la vieja usanza del comendador virreinal, como Comisionado Especial del Gobierno federal para atender el virtual levantamiento armado de la población civil, ante la inseguridad y la ausencia de autoridad. El gobierno local, en todos sus órdenes, prácticamente ha desaparecido.
En un contexto distinto, Tamaulipas enfrenta una situación similar. La intervención federal a través de la Secretaría de Gobernación, irá gradualmente desplazando a un gobierno que de origen ha sido incapaz de contener la corrupción y la penetración en las diferentes esferas gubernamentales de uno de los grupos más violentos de la delincuencia organizada que, de facto, domina el territorio tamaulipeco.
En el Estado de México, la situación no dista mucho del afán centralista. Tras largos meses de fuego amigo y especulación, alentada por sus propios correligionarios, respecto a la salida del gobernador Eruviel Ávila, que sería convocado a ocupar alguna posición dentro del gobierno federal y así recuperar los rancios fueros de la clase política del Valle de Toluca, todo parece indicar que el exalcalde de Ecatepec, primer gobernante originario de la zona metropolitana no emanado de la casta divina del priismo mexiquense, se mantendrá en la gubernatura.
Desde el inicio de su gestión, el gobierno de Eruviel Ávila se ha caracterizado por una dinámica de cambios recurrentes en su equipo de gobierno, los cuales se explicaban bajo el argumento de la identidad mexiquense de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, los cambios recientes dan cuenta de al menos dos decisiones adoptadas desde la Presidencia de la República: Eruviel Ávila se queda, mas las decisiones, de cara al proceso electoral de 2015, se adoptarán en Los Pinos y sus alrededores.
De ahí los movimientos en la Secretaría General de Gobierno, en la Procuraduría de Justicia, en la Secretaría de Desarrollo Social, en la Secretaría Técnica del Gabinete, en la Presidencia del DIF y anteriormente en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, así como en el Consejo Estatal de Infraestructura y Desarrollo Social, encabezado por un viejo lobo de mar, Heberto Barrera Velázquez, quien será el encargado de acompañar los millonarios negocios de infraestructura como el tren México-Toluca; la construcción de las autopistas Toluca–Naucalpan y Lerma–Tres Marías; el Circuito Sur y la fase III del Viaducto Bicentenario, así como la controvertida construcción del nuevo Aeropuerto en Texcoco.
Lo mismo sucede con el retorno de personajes polémicos, como Isidro Pastor, creador de la “Fuerza Mexiquense”, un ejército electoral profesional que ha operado en elecciones anteriores con los más cuestionables métodos de manipulación y compra del voto y que dio lugar a la llamada “Marea Roja”, que ha hecho de la manipulación de los programas de la Secretaría de Desarrollo Social, que cuenta hoy con el mayor presupuesto de su historia, una pieza clave en la compra del voto a cambio de los beneficios de los programas sociales en los sectores más pobres de la entidad.
Se insiste en que no hay ruptura dentro del grupo político gobernante, que se trata solo de la redistribución de funciones que permitirán mantener un equilibrio de las fuerzas internas. Eruviel Ávila no dejará la gubernatura, sin embargo se someterá a prueba su capacidad para controlar realmente las áreas estratégicas que le permitirían ejercer un gobierno propio o dejarlo en manos de nuevos comendadores.
Senador de la República
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