6/06/2014

CNDH ¿protección efectiva de los derechos humanos?


Edgar Cortez 

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) es un órgano creado por el Estado mexicano para proteger los derechos humanos (DH) de las personas y hoy cumple 24 años de existencia.

Luego de este casi cuarto de siglo México no es un país donde florezca el respeto a los DH sino una realidad de violaciones constantes y persistentes.

La tortura fue uno de los primeras problemáticas que abordó la CNDH y de acuerdo con el Relator de Tortura de la ONU, luego de su reciente visita, concluyó que “persiste  una situación generalizada del uso de la tortura y malos tratos en México”. 

(http://hchr.org.mx) En contraposición, el presidente de la CNDH afirmó que la práctica de la tortura ha disminuido en los dos últimos años. Aquí uno de los problemas es la ausencia de un sistema que permita reunir  la información nacional de los casos de tortura, razón por la cual con cifras parciales se hacen lecturas triunfalistas. Ya en el 2001 el entonces presidente de la institución comprometió que la CNDH contaría con una base de datos de alcance nacional. La realidad es que a la fecha no existe un sistema que aporte datos nacionales sobre qué pasa con los DH.

Una tarea esencial de la CNDH es atender las quejas individuales presentadas por presuntas violaciones de derechos humanos y para eso debe desarrollar una investigación, la cual en buen número de casos se circunscribe al envío de oficios y a las respuestas de las autoridades. Al respecto el Proyecto Atalaya del ITAM (http://atalaya.ital.mx) observó durante más de una década el desempeño de la CNDH concluyendo en una de sus últimas investigaciones lo siguiente: “El Programa Atalaya ha constatado, al cabo de las diversas investigaciones sobre quejas, que con frecuencia la Comisión tiene noticia de presuntas violaciones cuya gravedad resulta a la postre imposible de determinar la causa de las deficiencias en la investigación llevada a cabo por el propio Organismo, de modo que el presunto agraviado pierde lo que podría ser su única oportunidad para que los hechos arbitrarios de los que fue objeto sean atendidos y, en su caso, sancionados y reparados”.

Por otro lado esta perspectiva de trabajo en el mejor de los casos da solución a un asunto, pero deja sin respuesta muchos más, pues de acuerdo con el último informe del Presidente de la CNDH, la institución abrió en 2013 más de nueve mil quejas por posibles violaciones a derechos humanos y emitió 86 recomendaciones, es decir menos del uno por ciento de los casos iniciados concluyeron en una recomendación. ¿Qué pasa con ese noventa y nueve por ciento? Es un misterio, pues a quienes han intentado indagar ese universo, la CNDH se los ha impedido.

Cuando existe un número creciente de quejas que tienen que ver con violaciones de derechos de un mismo tipo lo mejor sería atender las causas de tal situación y para eso la CNDH cuenta con la facultad de emitir una recomendación general que le permita plantear el desarrollo de políticas públicas que enfrenten las raíces del problema. Es cierto que la CNDH ha realizado algunas recomendaciones de este tipo, pero sin llegar a ser precisa en cuanto a qué acciones debería emprender la autoridad y sin una estrategia de seguimiento a sus propuestas.

Una de las deficiencias notorias de la institución es la falta de seguimiento sobre la manera de cómo las autoridades cumplen sus recomendaciones, a lo más que se llega es informar cuántas de sus recomendaciones fueron aceptas y supuestamente cumplidas, pero sin que exista manera de verificar.

Recientemente el presidente de la comisión ha estado en medio de un par de polémicas. La primera tiene que ver con la reunión de trabajo que sostuvo Raúl Plascencia con la Comisión de Derechos Humanos del Senado el pasado 21 de mayo, ahí se le cuestionó sobre el deficiente trabajo de investigación en el caso de la masacre de migrantes sucedida en San Fernando, Tamaulipas así como sobre la marcada distancia de él y de la institución para con las víctimas de este caso.

La segunda con la decisión de no hacer uso de su facultad para interponer una acción de inconstitucionalidad en contra de la ley de ordenamiento social que recién entró en vigor en Quintana Roo y violenta los derechos humanos  de expresión y manifestación. Cuándo ejercer esta facultad y cuándo no, es otro verdadero misterio. La práctica seguida por la CNDH ha mostrado que es un ejercicio totalmente arbitrario y en la mayoría de los casos alentado por intereses políticos y no de genuina preocupación por los derechos humanos.

La CNDH es una institución que está facultada para proteger y hacer que los derechos humanos puedan avanzar significativamente, pero prefiere no usarla o hacerlo muy poco, su titular y la institución han preferido ser bien vistos por el poder político.

@edgarcortezm
@imdhyd

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