6/04/2014

No es lo mismo el “amor” al fútbol que fanatismo del mercado futbolero


Las farándulas de la FIFA

Rebelión/Universidad de la Filosofía

A las patadas con la realidad

Uno de los eventos más suntuosos, e innecesarios, es el “Campeonato Mundial de Fútbol” de la FIFA (Fédération Internationale de Football Association) que no sólo no representa al deporte del balompié mundial sino que es ostentación de mafias, de injusticias y de enajenación desde hace décadas. Cortina de humo anastésica. Además de mercantilismo, ilusionismo, explotación y consumismo desaforados, las autoridades del “Mundial” han hecho lujo de su connivencia política con lo peor de las dictaduras. Dicen algunas fuentes que el “Mundial” costará 14.000 millones de dólares [1] pero otras fuentes duplican (y más) esa cifra hasta sumar 38.000 millones. Veamos.

Junto a las millonadas obscenas que mueve antes, durante y después del torneo “Mundial”, la FIFA agita las peores banderas de los nacionalismos que recorren el planeta, ésta vez al servicio de los negociados más in-imaginados entre suvenires, ropa “deportiva”, boletos de avión y paquetes de hotelería y turismo. No faltan las exclusivas “periodísticas” ni los chismes del espectáculo futbolero. Mientras tanto el mundo arde.

El “Mundial” comenzará en Sao Paulo el 12 de junio de 2014 y terminará en Río de Janeiro el 13 de julio. Para FIFA es un negocio tan redondo como los balones con que comercian. Prevén ingresos en torno a 6 billones de dólares, eso incluye tickets, transmisiones televisivas y publicidad. Y, por eso, ya miran hacia el “mundial” de 2022, en Qatar: “Los mega estadios serán de seis estrellas, y los lujos de la ciudad harán que este evento sea el más caro de la historia con una inversión total de US$65.000 millones, según la consultora Merryll Lynch. Para que usted se haga una idea, en Sudáfrica 2010, se invirtieron 11.400 millones. Qatar 2022 contará con un total de 12 estadios; nueve de ellos nuevos y tres remodelados, todos con un especial aire acondicionado para combatir las altas temperaturas. El gasto total de esta inversión rondará los 4.000 millones de dólares.” [2]

¿Qué exhibe y qué esconde todo ese circo?

Ni todas las cifras, con lo odiosas que resultan, permiten ver los trasfondos del “Mundial” en el escenario del planeta durante el mes crucial en que se eclipsará la realidad para someternos a la hipnosis del balompié reducido a show mediático. Hay personas a las que todo pensamiento crítico sobre el negocio de las patadas le resulta insoportable. Reaccionan con ira y no pocos se sienten traicionados como si la FIFA, y su negocio, fuesen de su propiedad o como si se tratase de defender su integridad física o emocional. “Según se desprende del estudio   Annual Review of Football Finance, elaborado por la firma de servicios profesionales Deloitte, el fútbol se ha posicionado como la 17ª economía del mundo, por encima de naciones como Suiza, Bélgica y Taiwán y tendría un PIB de 500,000 mdd; como es de esperarse un mercado de dichas dimensiones no puede pasar desapercibido por las empresas y éstas se han encargado de convertirlo en uno de los negocios más fructíferos de la historia.” El problema es muy serio, especialmente cuando afloran los chovinismos, los nacionalismos irracionales, los racismos y las intolerancias de todo orden. Perecería que la ilusión de ser “campeones” es intocable. Pero la protesta ha comenzado en las entrañas mismas de uno de los países más “futboleros” del orbe y donde el “mundial” resulta ser absolutamente antipático cuando se mira la realidad económica de Brasil y el dispendio del negocio con el balompié.

Palabras especiales se merece la palabrería de los publicistas, y sus clientes jefes, que venden y compran todo tipo de discursos inflamados con exageraciones de mercado y capaces de inventar épicas extraterrestres a los pies de jugadores millonarios que se uniforman para correr tras la pelota y tras la “copa” mundial anhelada por las marcas “deportivas” más onerosas.

No es lo mismo el amor al futbol que fanatismo del mercado futbolero

Quienes disfrutamos del futbol asociación, sin necesidad de alharacas ni prepotencias, sabemos que en las parafernalias del fanatismo se aposentan núcleos mercantiles histéricos que son funcionales a la lógica demencial del capitalismo empeñado en aniquilar el derecho social a la crítica y la más elemental obligación de la autocrítica. “…cerca del 4% de la población mundial, es decir, 270 millones de personas participan activamente en este deporte, dentro de los que destacan 240 millones de jugadores en los 1.5 millones de equipos afiliados a la FIFA”ñ [3] He ahí un asunto de importancia sin exagerar. Hay hambre en el mundo, hay analfabetismo, hay guerras, invasiones y espionajes. Hay injusticias, hay discriminación, machismo y alcoholismo. Tenemos amenazas de barbarie bélica, de irracionalidad politiquera, de corrupción, de fraudes y de esclavitud. El capitalismo lo pudre todo lo que toca, directa e indirectamente. Las máquinas de guerra ideológica que el capitalismo llama “medios de comunicación” usan todo lo que pueden para enajenarnos, domesticarnos en el consumismo y hacernos obedientes y mansos, agradecidos de que nos engañen. Y una de su prendas más queridas es la de su fútbol espectáculo y farándula. Nada de esto implica no ver los partidos, todo esto implica verlos críticamente y con dosis generosas de autocrítica. Que nadie, con sus marcas o sus televisoras, nos usurpe el relato de la realidad aunque compren “mundiales” y periodistas, para esconderla. Ya lo sabemos: Una parte de la burguesía teaparty usará el “Mundial de Fútbol” como cortina de humo anestésica para perpetrar latrocinios económico-políticos. Lo veremos en la tele.

Notas

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