Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
El punto de vista de Fu
Ying –ex vicecanciller y hoy presidenta de la Comisión de Asuntos
Exteriores del Congreso Nacional del Pueblo de China– es de
trascendencia geoestratégica cuando se avizora una imperativa cuan
inevitable tripolaridad global entre Estados Unidos (EU), Rusia y China.
La notable diplomática juzga que
cuando las relaciones de Rusia con EU y los países de Europa occidental (sic) se han vuelto frías, los lazos relativamente cálidos entre China y Rusia han atraído renovado interés, ya que pueden “evolucionar en una alianza (http://goo.gl/zNN7pH)”, lo cual ha sido enfatizado por académicos y periodistas de Occidente.
Desde el fin de la guerra fría existen dos principales puntos de vista que definen la
evaluación occidental de las relaciones de China y Rusia: 1) son “vulnerables, contingentes y marcados por incertidumbres: un
matrimonio de convenienciaque puede llevar a la
separación; y 2) los
factores estratégicos y aún ideológicosde China y Rusia
formarán eventualmente una alianza antiestadunidense, antioccidentalya que Rusia y China
ven a EU como un posible obstáculo a sus objetivos.
A su juicio, ninguna de las dos
captura con precisión la verdadera naturaleza de la relación de China y Rusia: una
asociación (sic) estratégica estable (sic)que es
compleja, robusta y enraizada profundamente, cuando los “cambios en las relaciones internacionales desde el fin de la guerra fría los han acercado más”.
Señala que
algunos funcionarios y analistas occidentales han especulado (y quizá aún anhelado) que los conflictos en Siria y Ucrania, en que los que Rusia se ha involucrado profundamente, llevarían a tensiones entre Pekín y Moscú y aún a una ruptura, lo cual no ha sucedido.
Existe una tercera vía china que se acerca a Rusia sin alejarse demasiado de EU, ya que
China no tiene interés en una alianza (¡supersic!) con Rusia, ni en formar un bloque anti-EU o anti-occidental de ningún genero.
Es fascinante la sinopsis histórica de Fu Ying sobre la relación de
China con la ex URSS y ahora con Rusia desde el fin del siglo XIX,
salpicada
frecuentemente por rivalidad y desconfianza.
No lo dice, pero no se puede soslayar la labor de socavamiento de las visitas de Kissinger y Nixon al Gran Timonel, Mao
Tse-Tung, a inicios de la década de los setenta que trastocaron la
correlación geoestratégica en el planeta al confrontar a China con la ex
URSS.
En forma muy elegante critica el extravío
atlantistade Rusia que nació de la sepultura de la ex URSS y que con el objetivo de
ganar la confianza y ayuda de Occidente, Rusia siguió las prescripciones occidentales para sus reformas económicas, e hizo también concesiones (¡supersic!) en temas de suprema seguridad, incluyendo la reducción de su arsenal estratégico de armas nucleares, lo cual resultó en un soberano fracaso, ya que desde 1992 la OTAN aceleró su expansión a las fronteras de Rusia, hasta cuando los
rusos empezaron a tener mayor atención en Asia. ¡Qué ingenuidad!
A partir de entonces, tanto por default como por necesidad de supervivencia, las
relaciones de China y Rusia han mejorado y se han profundizado en forma gradualcuando en los
pasados 20 años las inversiones y el comercio bilaterales se han expandido a escala masiva.
Los lazos económicos son estratégicamente estructurales, ya que
a inicio de los noventa, el comercio bilateral anual entre ambos era de 5 mil millones de dólares, mientras en 2014 era cercano a 100 mil millones de dólares: ¡20 veces más en un cuarto de siglo!
No podía pasar desapercibido el acuerdo mayúsculo de la construcción
del megagasoducto ruso que abastecerá a China con 38 mil millones de
metros cúbicos cada año a partir de 2018, sin contar su
complementariedad geoeconómica desde la manufactura aeroespacial pasando
por el banco chino de infraestructura e inversiones (el AIIB) hasta el
nuevo banco de desarrollo del BRICS, con su canasta de reserva de
divisas.
Fu Ying se preocupa de las
intenciones de las alianzas militares de EU en la región Asia-Pacíficodesde que
Washington anunció su política de pivotepara contener a China, lo cual establece un “camino peligroso (sic), reminiscente de la política de bloques de la guerra fría”. Sustenta que
algunos académicos en Chinainsisten en que
China y Rusia deberían considerar formar un bloque para contrarrestarla hostilidad unilateral de EU, cuando
China no prosigue alianzas o bloquesni Rusia
intenta formar un tal bloque.
A mi juicio, no es que Rusia y China favorezcan crear un
bloque, pero, lamentablemente, la política confrontativa de EU –que no acepta haber perdido su hegemonía global–, los orilla a ello.
Fu Ying no lo expresa abiertamente, pero se pronuncia por el imperativo nuevo orden tripolar entre EU, Rusia y China:
existen tres lados (¡supersic!) para cada narrativa, cuando su relación
se parece a un triángulo escaleno, en que la mayor distancia de los tres puntos se encuentra entre Moscú y Washington, y en el que
las relaciones de China y Rusia son las más positivas y estables.
Aduce que
las relaciones de EU y China han tenido frecuentes alzas y bajas, mientras las relaciones de EU y Rusia se han vuelto muy tensas, debido a que Rusia ahora tiene que contender con significativas sanciones de EU”.
Enuncia que
tanto Pekín como Moscú objetan el uso de la fuerza de Washington, así como la imposición de sanciones a otros países y la doble moral de EU.
Atempera que
desde la perspectiva china, la relación tripartita (¡supersic!) no debe ser considerada un juego en que dos jugadores se alían contra un tercero, ya que
EU y sus aliados pueden interpretar los lazos mas íntimos entre China y Rusia como evidencia de una protoalianza que intenta interrumpir o desafiar el orden mundial encabezado por EU. ¡La inevitable tripolaridad y la
teoría de juegosde Von Neumann!
Fu Ying comenta racionalmente que
el sano desarrollo de las relaciones de China y Rusia no busca dañar a EU, por lo que
Washington no debe buscar influenciarlas, así como tampoco
la cooperación de China con EU (¡supersic!) no será afectada por Rusia ni por las tensiones entre Moscú y Washington.
Asienta su axioma tripolar: se debe consolidar el
orden globalentre las tres superpotencias que
aminore el riesgo de que el mundo descienda a un conflicto de superpotencias y a la guerra.
Fu Ying no concedió relevancia a la Unión Europea en plena delicuescencia.
Los máximos geoestrategas vivientes de EU, el nonagenario Kissinger y
el octogenario Brzezinski sueñan con un G-2 de EU y China –que Pekín
desdeña– con el fin de alejarla de Rusia.
Para Kissinger, las civilizaciones de China y Rusia son incompatibles (http://goo.gl/4qsyl9),
mientras Brzezinski se refocila de que China y Rusia difieran en
Ucrania, cuando la expansión de China a Asia Central, en la periferia
rusa, incomoda a Putin (http://goo.gl/M2nlSJ).
Kissinger y Brzezinski no asimilan aún la imperativa cuan inevitable
tripolaridad global a la que se han adelantado Rusia y China, al borde
del precipicio nuclear al que los ha conducido la inviable unipolaridad
de EU.
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