A 18 años del evento, considera que el
proceso de la guerra contra insurgente fue inventado en el Pentágono y
que es una creación de la inteligencia norteamericana a partir del
fracaso de Vietnam
El
Obispo de Saltillo, Raúl Vera López, quien estuvo de cerca durante la
masacre de Acteal, en Chiapas, revivió los momentos en que se llevó a
cabo “La Guerra de Baja Intensidad”, como él la nombra, organizada por
el Ejército Mexicano bajo las órdenes del Gobierno y que, asegura, no
era necesariamente contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN), sino contra el pueblo, para amedrentarlo.
Señaló que “La
Guerra de Baja Intensidad” es una estrategia desarrollada por el
Pentágono de Estados Unidos y que, finalmente, aplicada en varios
municipios de Chiapas, se convirtió en un “crimen de Estado”.
“La
matanza de Acteal no solamente fueron los 45 indígenas tzotziles –nueve
hombres, 21 mujeres y 15 niños– fueron más de 150, porque esa ‘guerra de
baja intensidad’ comenzó desde 1995 y hubo ataques en otros municipios.
Y todavía falta contar a los desaparecidos”, puntualizó Vera López.
Confirmó
que el caso de Ayotzinapa también es un “Crimen de Estado” y que la
“Guerra Contra el Narco”, que inició Felipe Calderón y que continúa con
el gobierno de Enrique Peña Nieto, tiene la misma finalidad que la
matanza de Acteal, “no es para combatir al crimen organizado, es para
amedrentar a la gente, para que la gente tenga miedo”.
La finalidad de esos ataques era controlar a la población, los ataques paramilitares iban dirigidos contra la población civil”. Obispo Raúl Vera
EL INICIO DE LA GUERRA EN ACTEAL
Antes
de que surgieran los grupos de paramilitares en Chiapas, el Gobierno
había firmado un diálogo por la paz –1994– con los indígenas miembros
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Aunque para
entonces, los zapatistas todavía mantenían ese diálogo de paz, aseguró
Vera López, el Gobierno lo interrumpió a través de los indígenas que
“reclutaron” para los grupos paramilitares.
Fue para el año de
1995, comentó Vera, cuando el Gobierno empezó lo que se llamaba una
“guerra de baja intensidad”, una “guerra simulada”.
“Yo sé esto
porque yo fui parte desde el 10 de enero de 1994 de la Comisión de los
obispos para coadyuvar a la paz en Chiapas. Yo todavía no era obispo y
le iba dando seguimiento y estaba dentro del proceso para la paz y la
reconciliación en Chiapas, a través de una comisión de la que yo formaba
parte y que presidía el mismo presidente de la Conferencia Episcopal”,
comentó.
Para el 14 de agosto de 1995, Vera fue nombrado como
Obispo coadjutor y el 4 de octubre del mismo año llegó a San Cristóbal
de las Casas. Él ya estaba en contexto de la situación que se vivía en
ese momento, pues la Diócesis de San Cristóbal, a través de su obispo
Samuel Ruiz García.
Acteal
no se entiende, dijo, sin un contexto de una prevaricación del Gobierno
a lo que ofreció. Para la paz tenía que llegar a haber una Ley Indígena
y unas condiciones de justicia y democracia en México, que permitieran
el ingreso de los habitantes de los pueblos originarios de México a la
vida del País con un reconocimiento a su cultura, sus usos y costumbres,
y así garantizarles en los distritos la distinta división distrital
para las representaciones ante el Congreso y garantizar su presencia en
éste.
LOS PARAMILITARES
La historia de los
paramilitares en Chiapas empezó con un proceso de expulsión de los
sacerdotes. A los extranjeros los expulsaron del País para que no
hubiera testigos, mientras que a los mexicanos les pusieron órdenes de
aprehensión con falsas acusaciones.
Entonces comenzó a aparecer la
paramilitarización en 1995, cuando el Gobierno empezó a reclutar
indígenas jóvenes y les ofrecieron un buen salario, les dieron una
identidad, les pusieron una vestimenta negra y les dieron armas que sólo
el ejército usaba. Les enseñaban a utilizarlas.
Los grupos
paramilitares comenzaron a actuar, especialmente, en la zona norte de
Chiapas. El grupo Paz y Justicia era el grupo más conocido en la región;
en Bachajón estaba otro grupo paramilitar llamado “Los Chinchulines”.
“A
éste me enfrenté yo –los Chinchulines– me quisieron quemar la camioneta
una vez con cinco personas a bordo”, rememoró el obispo de Saltillo.
Atacaron en el Municipio de Tila, Palenque, Tonalá y el municipio de Salto de Agua, después en el municipio de Chilón.
La
estrategia de reclutar a los indígenas jóvenes, indicó Vera, era con la
finalidad de “justificar” que el caso Acteal era para ir contra
insurgentes.
En 1997, desde la Comisión de los obispos a la que
Vera pertenecía, identificaron un acrecentamiento de las acciones de los
paramilitares que denotaban que tomarían lo que los sacerdotes
identificaron como “mayor crueldad”.
“El Ejército llegaba y
comenzaba a hacer disparos al aire, la gente empezó a entender que al
día siguiente, después de que el Ejército iba a amedrentarlos
disparando, era que los paramilitares iban a atacar”, señaló.
ATAQUE A VERA Y OBISPO SAMUEL
El
4 de noviembre de 1997 el Obispo Samuel y Raúl Vera fueron atacados
cuando iban con una caravana de catequistas fuimos agredidos.
“Eran
las 7 de la noche, terminamos unas confirmaciones, cenamos y ya estaba
oscureciendo, pasamos don Samuel y yo, íbamos en camionetas Van, él en
una y yo en otra, pasamos rapidísimo porque el párroco nos dijo que los
paramilitares se estaban preparando y teníamos que salir de ahí. Pero
había una camioneta pick up y una camioneta de tres toneladas y media
que iban más despacio a las que sí atacaron”, detalló.
“Hirieron a
tres catequistas, ninguno de los tres fue asesinado, gracias a Dios,
porque una bisagra de la redila de acero de la camioneta fue la que paró
la bala, que se deshizo, pero en el pecho del lado del corazón, el
catequista tenía las esquirlas de la bala metidas. El otro catequista le
perforaron un costado de la cintura, pero no dañó ningún órgano vital y
otro fue un rozón en un brazo”, expresó.
Al día siguiente, el 4
de noviembre, la señora María de la Luz Ruiz, hermana de don Samuel
Ruiz, fue agredida por una persona que llegó a la Curia cuando ya
estaban cerrado y le dio tres martillazos en la cabeza.
Doña “Lucha” sobrevivió porque la canciller, que era un a religiosa médico, la vio tirada en el piso y la atendió de inmediato.
ESTRATEGIA DE GUERRA PROVIENE DEL PENTÁGONO
A
partir del mes de octubre, hasta que se dio la masacre de Acteal, en
esa zona hubo alrededor de 24 acciones de paramilitares en distintas
partes de los municipios de la zona de los Altos. Acteal fue el número
24.
“La finalidad de esos ataques era controlar a la población,
los ataques paramilitares iban dirigidos contra la población civil”,
manifestó el obispo de Saltillo.
También consideró que el proceso
de la guerra contra insurgente o “Guerra de Baja Intensidad” fue
inventado en el Pentágono, pues es una creación de la inteligencia
norteamericana a partir del fracaso de Vietnam.
Después lo
utilizaron en Afganistán, para buscar a Bin Laden, pues utilizaron a
unos sublevados, a un grupo opositor al régimen Afganistán. Así lo
hicieron en esa ocasión, a los que metieron por delante fue a los
indígenas reclutados.
“Ahí el Ejército Norteamericano entró
directo a atacar a la población, cuando ellos crean esta estrategia “low
intensity war” es una guerra cuyo principio es ‘quítale el agua al
pez, para que se muera’, el agua es la sociedad civil, el pez son los
insurgentes. Entonces quitarle el agua al pez es atacar a la sociedad
civil”, enunció Vera.
El Ejército llegaba y comenzaba a hacer disparos al aire, la gente
empezó a entender que al día siguiente, después de que el Ejército iba a
amedrentarlos disparando, era que los paramilitares iban a atacar”. Obispo Raúl Vera
Acteal
es un grupo pacifista. En algunos de estos municipios había bases de la
sociedad civil que ayudaban y soportaban al ejército Zapatista y, para
que no tuvieran ningún apoyo de la sociedad, el ejército mexicano
implementó ese proceso.
En Acteal estaban refugiados todas las
personas de los pueblos de alrededor que ya habían sido atacados. Ahí
está también la organización Las Abejas, un grupo pacifista.
Fue
el 22 de diciembre cuando los paramilitares atacaron en Acteal, era la
primera vez que lo hacían en una iglesia, habían destruido otras con
anterioridad, pero nunca habían entrado a una iglesia con gente. No
habían atacado a gente celebrando culto, porque estaban en un ayuno de
tres días por la paz.
“La mayor parte de los asesinados ahí fueron
niños y mujeres, que eran los que estaban en la iglesia, no eran ni
siquiera bases zapatistas, eran pacifistas de Acteal”, detalló.
SIGUE LA IMPUNIDAD EN ACTEAL
Vera
consideró que la indagación que hizo la Procuraduría General de la
República de los casos de paramilitares presos, es que fueron hechos
prisioneros en el momento en que se hicieron presentes, al menos, al
sepelio de los 45 asesinados.
En ese momento la gente los iba a
linchar porque eran todos conocidos. Todos ellos eran indígenas y eran
de los pueblos de alrededor de Acteal.
En el momento en que
hicieron las investigaciones y que armaron las averiguaciones contra
esas personas que aseguraron ahí, no reconocieron nunca que era un grupo
paramilitar organizado, sino los tomaron como individuos aislados, que
iba cada quién por su cuenta, “que porque era un pleito de familias”.
“Ahí
están las personas sobrevivientes, niños que vieron al ejército
rondando, mientras abajo los paramilitares asesinaban. Solamente se pudo
poner en la cárcel a un militar que era jefe y estaba cerca del lugar
porque no hizo nada, pero no hizo nada porque tenía esa orden”, expuso.
“Vivimos
en un País donde la corrupción, la impunidad, ineptitud, el abandono y
los gobernantes no gobiernan para nuestro País, gobiernan para las
grandes empresas multinacionales que vienen a hacer su negocio aquí de
manera gratuita con trabajo esclavo como el que pone la Ley Federal del
Trabajo”.
El Estado Mexicano compareció en el mes de octubre de
este año ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, donde
se deslindó de toda responsabilidad por los hechos ocurridos el 22 de
diciembre de 1997 en Acteal.
Guerra contra la sociedad
>
Raúl Vera aseguró que la Guerra contra el narcotráfico, iniciada por el
expresidente Felipe Calderón es una estrategia como la de Acteal, en la
que la finalidad es “amedrentar al pueblo”.
> “Por eso,
¡abusados! Entre toda la impunidad que vemos con la que actúan los
mismos del crimen organizado, ya estamos identificando que la misma
acción de los militares en las calles persiguiendo a los del grupo
organizado”.
> En todo el régimen de Calderón y la impunidad en la
que dejan actuar a los grupos, incluso control de territorio que tienen
algunos, es exactamente la misma estrategia que usaba en Chiapas el
Ejército”, reveló.
> “Somos nosotros los que somos controlados, por eso no se busca a los desaparecidos”, destacó.
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