11/01/2014

“El amor romántico corporiza discursos de dominación masculina”


 

Oscar Montiel es un antropólogo mexicano que focaliza su investigación en la investigación de la prostitución y, en particular, de los “padrotes mexicanos”, varones entrenados cultural y socialmente para transformarse en proxenetas. De ellos habla en esta entrevista realizada semanas atrás en Argentina, cuando participó del 5ª Congreso Nacional y 3ª Congreso del Mercosur contra la Trata y el Tráfico de Personas.

Por Hugo Huberman

COMUNICAR IGUALDAD- Oscar Montiel es antropólogo y actualmente cursa un postdoctorado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de México con un proyecto llamado “El ciclo vital de las mujeres en situación de prostitución y su relación con el proxenetismo” con base en Ciudad de México, Buenos Aires y Nueva York.

Justamente sobre estos temas radican sus intereses de investigación: sistema proxeneta, prostitución y formas de violencia de género contra las mujeres.

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-America Latina hoy esta atravesada por redes transnacionales de trata y explotación sexual de mujeres, jóvenes y nin@s. ¿Cuál es tu visión desde México de esta situación?

-La explotación sexual de mujeres es resultado de relaciones de género contemporáneas e históricas que han configurado el “derecho” de los hombres a acceder sexualmente a mujeres; es un sentido de propiedad que divide a las mujeres en buenas”, “malas” y “putas”: la primera es elegida para la transmisión de la semilla, de guardiana del honor familiar; la segunda es aquella mujer transgresora que no respeta el honor de su esposo y le es infiel; y están todas aquellas mujeres que no son ni buenas ni malas y que no tienen la función de la reproducción y perpetuación del honor masculino sino que más bien son mujeres construidas para el uso de varones que no tienen la intención de “depositar” en ellas su semilla sino, al contrario, su esperma de desecho, el que está construido como un símbolo de poder que además es sólo para su placer

La visión que desarrollo tiene dos ejes principales, uno tiene que ver con el desarrollo teórico para comprender cómo funciona el sistema proxeneta y otro se relaciona con el primero, y que está dirigido a desarrollar una visión “erradicacionalista. Del primer eje he desarrollado el concepto de estructura básica de la explotación sexual que defino como un acto primario de poder que ejerce el proxeneta para anular la autonomía de las mujeres y someterlas a la explotación sexual con base en poderes de dominio, físico o psicológico; con la amenaza de muerte, real o simbólica, o con la falsa promesa de un futuro mejor. Está sustentada en conocimientos y alianzas pactadas por ellos en colectivo en un proceso dinámico y adaptativo. 

Desarrollando elementos teóricos y metodológicos tengo la certeza que se puede desarticular el poder que concentran de manera colectiva los varones y que ejercen ciertos actores del campo de comercio sexual con fines de explotación. El segundo eje está nutrido por el primero y me da elementos para construir, individual y colectivamente, acciones de prevención para que mujeres no sean obligadas a entrar al mundo de la prostitución o para que jóvenes y adolescentes no decidan convertirse en clientes, o proxenetas. Tengo la seguridad que sólo las acciones de prevención con investigación social de alto nivel pueden darnos los elementos para comprender los poderes de dominio del sistema proxeneta y con la difusión y compartición de estos conocimientos con el gobierno, academia, sociedad civil y ciudadanía se puede generar la energía y las sinergias para la transformación social y apostar por la erradicación de formas de explotación sexual que vulneran la integridad y dignidad de miles de mujeres en el mundo.

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-El trabajo que hace años empezaste en Tlaxcala de investigación. ¿Cómo comenzó y porqué?

-Desde 1995, cuando comencé mi Licenciatura en Antropología Social en la ciudad de Puebla, me interesé por realizar investigaciones en la región sur del estado de Tlaxcala, México, de donde soy originario. Desde 1998 realicé estudios de masculinidad; mi tesis de licenciatura se llamó “La poliginia, una forma de masculinidad” (2005); y en el transcurso de mi investigación de campo, además de los varones polígamos, estaban los padrotes como un grupo de varones importantes en la región. Al iniciar mi maestría en antropología social en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) en la ciudad de México decidí investigar esa forma de masculinidad: el ser padrote. En el 2007, concluí con la tesis “Trata de personas. Padrotes, iniciación y modus operandi” y luego realicé un doctorado en antropología con la intención de profundizar el mismo tema de padrotes. Desde el principio, he tenido el objetivo de comprender cómo opera el sistema proxeneta para encontrar claves para su erradicación.

¿Cómo se fue construyendo socialmente la validación a la cultura de padrotes en tu región?

-La trata de personas con fines de explotación de la prostitución ajena dirigida y controlada por proxenetas tlaxcaltecas tiene un modus operandi particular que utiliza mecanismos afectivos para reclutar, someter y explotar a mujeres jóvenes de comunidades rurales e indígenas. Existe violencia física pero se privilegia mayoritariamente a los mecanismos de dominación verbal, psicológica y simbólica como respuesta a los cambios que los afectan: avances de los derechos de las mujeres, organización de las mujeres en situación de prostitución y mayores sanciones y persecución por parte de autoridades judiciales en México y E.E.U.U. La estructura básica de la explotación sexual y el proceso de proxenetización se han adaptado a las lógicas de reproducción social, comunitaria y familiar que ha generado que varios municipios de la zona sur del estado de Tlaxcala se caractericen por la producción de padrotes. Se ha transformado la cultura para permitir que se convierta en una forma de vida y que sea transmitida de generación en generación como una manifestación del lado obscuro del México profundo. En la tesis de doctorado presento cómo las comunidades indígenas de la región Puebla-Tlaxcala experimentaron un proceso de transformaciones económicas, sociales y culturales y en este marco llega el oficio de padrote y cambia las relaciones sociales y las concepciones sobre las mujeres y la exclusividad sexual de los varones sobre ellas. 

Se instalan lógicas de explotación sexual que se adaptaron a las normas sociales de la comunidad y se establecieron pactos sobre las mujeres –prostituidas y esposas- para poder ejercer su oficio y al mismo tiempo reproducirse culturalmente y como grupo social. Ese es el lado oscuro del México profundo: la combinación de lógicas de reproducción social mesoamericana y la estructura básica de la explotación sexual que se mezclan en un proceso de proxenetización que implica la transformación de una región. Se pasa de una sociedad campesina a campesina-obrera y con la llegada de lógicas de explotación sexual a una sociedad productora de padrotes. Las prácticas de explotación sexual se adaptan a los sistemas de reciprocidad, parentesco y compadrazgo y eso posibilita la reproducción social de los proxenetas rurales y cataliza la producción de nuevos padrotes. 

También se muestra cómo se erige una sociedad de tipo esclavista con fines de explotación de la prostitución ajena. Dos principales papeles cumplen las mujeres para la reproducción de las lógicas de explotación y de la reproducción social de los proxenetas: como parientas juegan un rol fundamental para asegurar la reproducción social del victimario. Ellas cumplen con obligaciones familiares, sociales y comunitarias, que le dan pertenencia identitaria y comunal al grupo familiar y dotan de prestigio social al padrote. 

Y algunas madres y esposas prostituidas sirven al proxeneta como auxiliares en el reclutamiento, sometimiento y explotación de otras mujeres. Mientras que como no-parientas se convierten en la base de los poderes de dominio del sistema proxeneta. Estas mujeres nunca entran al sistema de parentesco, familiar ni comunitario: cuando los padrotes las llevan a sus comunidades de origen es sólo para realizar el reclutamiento y el traslado e iniciar el proceso de mercantilización para explotarlas. Ellas son las principales víctimas de la construcción de una sociedad productora de proxenetas. A ellas se les quita pertenencia social, comunitaria, familiar y hasta la identidad (incluso la jurídica). El elemento más importante para ejercer el oficio de padrote es matar el sentimiento, que les sirve para canalizar sus afectos y emociones hacia sus familias y comunidad mientras que a las mujeres a las que se prostituye se las mira como mercancía sexual.
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¿Como fuiste pasando tu percepción de hombre de esa comunidad, frente a la situación de violencia y restricción de derechos de las mujeres que investigaste?  

-Primero fue trabajar teórica y metodológicamente mi acercamiento al fenómeno y entender que era una de las formas más extremas de violencia contra las mujeres y comencé a relacionarme con organizaciones de la sociedad civil para compartir mis conocimientos y comenzar a trabajar con algunas de ellas para hacer proyectos que incidieran en el ámbito de prevención y atención; con el gobierno también he realizado trabajos de consultoría de investigación. 

Pero en el transcurso de mi investigación fui notando cómo los poderes de dominio del sistema proxeneta se iban metiendo a mi forma de ser, con mi familia, mis amigos, mi pareja. Comprendí de forma corporal y racional cómo opera la seducción del poder. Decidí entrar a terapia individual y de manera simultanea entré en Puebla al grupo de hombres trabajándose, bajo la guía de Cirilo Rivera y Gabriel Licea, con quienes trabajé mi forma de ejercer violencia y también experimentar nuevas formas de relacionarme con las mujeres de una forma no violenta, porque mi violencia como varón había ido sofisticándose, era la búsqueda de mi yo real y a partir de eso tener muy presente, el poder que tenía a partir de mis investigaciones. Decidí no sólo compartir sino construir formas de transmitir el conocimiento a partir de talleres vivenciales. Es así que no sólo es realizar investigaciones comprometidas y éticamente responsables sino idear y construir lenguajes no teóricos sino sencillos para que el conocimiento pueda llegar de forma clara y sencilla a más población.

-¿Cómo incide en el modelo de reclutamiento el concepto de amor romántico o enamoramiento?
-En Tlaxcala encontramos comunidades que “producen” padrotes para reclutar, trasladar y explotar mujeres. Tenemos un proceso bien definido: Por un lado, se enseña a varones tlaxcaltecas un sentido práctico de la explotación sexual para reclutar, trasladar y explotar a mujeres. Luego, ellos van a lugares públicos para enganchar, seducir y engañar a mujeres. Esos espacios son centrales camioneras, parques públicos, bailes populares o ferias de pueblos. Generalmente ellos reclutan en otros estados. Tradicionalmente han reclutado mujeres en el Distrito Federal, Puebla y Veracruz pero ahora han extendido su campo de acción o todo el territorio nacional e incluso han llegado a Guatemala; o reclutan mujeres guatemaltecas y hondureñas en la frontera sur del país. 

Después las trasladan para alejarlas de sus grupos de apoyo y lugares conocidos. Primero establecen una relación conyugal con ellas y las llevan a vivir a Tlaxcala, ahí las hacen depender de ellos económica y afectivamente. Después las vuelven a trasladar a otro espacio, puede ser el Distrito Federal, ciudades fronterizas del norte del país e incluso a ciudades de USA. Ahí por medio de engaños vinculados a carencias económicas las convencen de ser explotadas sexualmente con el argumento de ayudarlos y construir un futuro promisorio para los dos. Mercantilizan a la mujer y comienza la explotación sexual. Una vez que someten a las mujeres las explotan en diversos lugares de prostitución. 

El Distrito Federal ha sido el lugar donde más explotan, actualmente sus mayores ganancias las obtienen en ciudades de USA. También en la trata interna destacan, Puebla, San Luis Potosí y ciudades fronterizas como Tijuana, Reynosa, ciudad Juárez entre otras. Dentro de este entramado del sistema proxeneta, uno de los principales mecanismos de control es el amor romántico vinculado a un orden social de género que concibe a las mujeres como seres de, por y para otros. Una vez que los padrotes han logrado seducir, engañar, someter y explotar, aplican una forma de control vinculado al amor y los ideales y aspiraciones de la mujer. Aplican lo que ellos denominan padroterapia” que es una forma especializada de leer las emociones de las mujeres explotadas para después armar una estrategia de sometimiento y combinan con una actuación que los hace parecer como “buenos” hombres que hacen lo que hacen por amor a ella y la idea de un futuro mejor en donde ellos vivan juntos, críen a sus hijos y la mujer “la saquen” del mundo de la prostitución. El amor como mecanismo de control es eficiente porque corporiza y somatiza discursos de dominación masculina. Desestructurar esos mecanismos es una tarea urgente a trabajar con las mujeres en situación de prostitución.

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-He visto en el DF  la hermosa puesta teatral sobre tu investigación en la obra Tiradero a Cielo Abierto ¿Cómo fue el proceso  con que la fueron armando?
-La pieza muestra la vida y el modus operandi de padrotes tlaxcaltecas,  cómo viven las contradicciones de su oficio, el amor, el odio social y destellos de humanidad y esperanza. Tiradero a Cielo Abierto es una apuesta, donde la majestuosa actuación de Mauricio Garmona hace que las emociones fluyan a flor de piel… Seducción primero, enojo después son las emociones que provocan sus palabras y movimientos. Gran trabajo de auto-coacción emocional y de matar el sentimiento son los pasos que siguió Mauricio para interpretar a León, un padrote en crisis existencial y material

Las claves de poder para explotar las expone León en sus diferentes facetas y con relación a las enseñanzas de su tío. Saber moverse y no dejar que la mujer le gane en la forma de pensar son los consejos de su maestro-tío. Entender y comprender el oficio de someter y explotar mujeres es un arduo proceso de enseñanza y aprendizaje, de ensayo y error, de “cacería” y frustración, de anular sus sentimientos y contradictoriamente de enamorarse. El arte de la palabra, ser bien verbo es lo que caracteriza a León, aderezado con su capacidad de “ver“, de sentir las emociones femeninas, de leer las emociones, de beber de ellas para crear escenarios de amor y engaño, de pasión y después de explotación. 

La conexión que logra León con las mujeres con las que interactúa refleja cómo la sociedad ha creado y reproducido formas de violencia que facilitan la producción de padrotes. Además de la creación artística, hay que destacar la valiosa mediación pedagógica realizada por integrantes del Centro Integral tejiendo Saberes (CENIT), que con su experiencia de trabajo con mujeres en situación de prostitución y con proxenetas, acompañan los procesos de reflexión del público una vez terminada la obra. La mediación es importante para sensibilizar y acompañar los procesos de reflexión para que el público a su vez sea replicador de la comprensión social de un delito. Entender y comprender que la mejor forma de erradicar un fenómeno social que atenta con la dignidad humana es desde la prevención, es evitar que mujeres sean prostituidas y que varones sean convertidos en padrotes.

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