11/24/2014

La amenaza autoritaria de EPN para ocultar corrupción

La crisis política e institucional es consecuencia de una camarilla gubernamental a la que le ha quedado grande el país y el problema empieza con un modelo de comunicación política que privilegia la espotización, los enjuagues y los moches electorales en algunos medios de comunicación.

lasillarota.com

El país vive una convulsión política, hay millones de mexicanos que están pidiendo la renuncia del titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto; esto es una realidad inocultable que no se puede soslayar, están inconformes con la polarización social, con la inseguridad pública, con la crisis económica y con la crisis moral que hoy envuelve a la República.
Frente a las movilizaciones ciudadanas el Ejecutivo ha respondido con enojo enarbolando un discurso maniqueo que habla de desestabilizadores frente a las críticas a su gestión y a su corrupción, y ha echado a andar a su guardia pretoriana, los legisladores priístas del Estado de México, para actuar como auténticos porros saboteando el trabajo parlamentario de la Cámara de Diputados para que no se hable de la corrupción de su gobierno. Lo cual además de golpista ha resultado contraproducente porque el tema de la Casa Blanca y la corrupción presidencial ha dominado públicamente las noticias sobre San Lázaro.
Quien hoy, como Peña Nieto, acusa de desestabilización, quisiera una sociedad muda, castrada e inmovilizada frente a los abusos del poder frente a la narcopolítica o frente a la corrupción.
¿Qué quieren callar? La corrupción que no se ha esclarecido ni con la declaración de la esposa del presidente ni con la declaración patrimonial que dio a conocer el propio Peña Nieto hace unos días.
Quisiéramos que aclarara la relación personal y de negocios con Juan Armando Hinojosa, a quien se le conoce como el prestanombres de Enrique Peña Nieto y quien hizo negocios por más de 15 mil millones de pesos en la administración de Enrique Peña Nieto y que en este gobierno le asignaron el contrato del proyecto hidráulico Monterrey VI por 47 mil millones de pesos, más la remodelación del hangar presidencial por 945 millones de pesos, y pretendían darle –y todavía se lo pueden dar– la obra del tren de alta velocidad México-Querétaro por 50 mil 800 millones. En total 98 mil 745 millones para Juan Armando Hinojosa.
Si no se aclara esta relación, este vínculo estrecho, personal, de negocios e inmobiliario entre el presidente Enrique Peña Nieto y Juan Armando Hinojosa no será suficiente toda la telenovela que se ha dado en estos días.
Se han aprobado a como dé lugar todas las reformas estructurales, sesionando incluso en centros bancarios para la Educativa. Cuando la Reforma Laboral, el hoy procurador Murillo Karam dirigió la sesión desde el balcón ante la toma de la tribuna; para la Reforma Energética se amurralló el Congreso con todo el Ejército y los policías federales para que pudieran sesionar en el Auditorio del edificio "E" de San Lázaro y cuando se toca el tema de la corrupción presidencial y en una manta se dice lo que está en las calles sobre la renuncia de Enrique Peña Nieto, es cuando de manera golpista y porril el pasado jueves en la sesión el presidente de la Cámara, Tomás Torres, del partido Verde, que es un personero del PRI, suspende la sesión de manera unilateral.
¿Qué se estaba discutiendo? Entre otras cosas, que es insuficiente la aclaración que hace el presidente mediante su declaración patrimonial, cuando lo que se acusa es que Juan Armando Hinojosa es el prestanombres de Enrique Peña Nieto.
Ha recibido contratos por 47,000,000,000 de pesos por el Acueducto Monterrey VI, y por casi mil millones de pesos por la remodelación del hangar presidencial, y estaba por recibir un contrato por casi 51 mil millones por el tren México-Querétaro.
Cuando se tratan estos temas de corrupción que involucran al presidente y a su esposa Angélica Rivera y a sus prestanombres, es cuando interrumpen la sesión.
Este escándalo internacional no lo van a poder parar. Le salió el tiro por la culata.
En un país democrático y con rendición de cuentas, por el escándalo de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto de 86 millones de pesos, ya hubiera renunciado el presidente de esa nación, nos parece que toda esta telenovela que han presentado, no es sino un retrato de la decrepitud política del régimen.
La amenaza autoritaria se expresa en la actitud fascista del presidente que se envuelve en la bandera y dice que el Proyecto Nacional es él, cuando la realidad es que se le critica por corrupto, por darle contratos a sus amigos y beneficiarios, como el que se dice que es su prestanombres Juan Armando Hinojosa, al que le dieron obras por más de 15 mil millones de pesos en el Estado de México, cuando fue gobernador el propio Enrique Peña Nieto, que además tiene un contrato en Monterrey que le está generando repudio en los regiomontanos, el Acueducto Monterrey VI. Entre los grandes favoritos del régimen están, además, OHL y las empresas de Roberto Alcántara.
Es la cleptocracia lo que vivimos hoy en día, el  gobierno de los corruptos, pero esta cleptocracia se alimenta por la telecracia, es decir todo un entramado de medios que privilegian a una sola voz, que privilegian un solo discurso y una sola manera de ver la vida pública del país.
Los mensajes del presidente de la República son un amago autoritario y represivo y no puede él creerse que es la República, aquí hay una sociedad critica, a la gente no le gusta su corrupción, la economía no está funcionando, tanto el Banco de México como Hacienda a regañadientes ajustaron la meta de crecimiento, y la delincuencia y la violación a los derechos humanos esta desatada, por eso la salida es la democracia institucional, no la telecracia ni la represión como ya amaga Peña Nieto.
Por eso aunque se duelan y digan con falsedades que se está generando desestabilización, y que se están generando críticas infundadas la verdad sale a flote y no tienen como defender lo indefendible. ¿En qué país del mundo se puede justificar que grupo HIGA se le haya asignado un contrato de 47 mil millones de pesos para el acueducto 6 de Monterrey hace unos meses y luego aparezca quien le "vendió" la casa de Angélica Rivera? ¿Cómo pueden indignarse los voceros oficiales y oficiosos porque uno en su carácter de opositor dentro del sistema y dentro de las instituciones denuncie esas corruptelas? No ha habido un presidente incluso en la historia del PRI con ese nivel de desfachatez. La Colina del perro sería un asunto menor frente a este escándalo ya internacional, incluso López Portillo no terminó en la opulencia que digamos, quizá por cuestiones de carácter personal también, pero lo que estamos viviendo hoy es una desfachatez, es Alibaba y los 40 ladrones.
Que hayan sido pillados en sus negocios ahora les genera incomodidad, y ahora las buenas conciencias se rasgan las vestiduras y dicen que se está generando desestabilización.
¿Qué quisieran? ¿Que no se dijera nada, que se le aplaudiera, que se reconociera la capacidad ahorrativa de la primera dama?
La crisis política e institucional es consecuencia de una camarilla gubernamental a la que le ha quedado grande el país y el problema empieza con un modelo de comunicación política que privilegia la espotización, los enjuagues y los moches electorales en algunos medios de comunicación.
Hay una casa de 86 millones  de pesos, donde intervino Televisa, donde intervino el principal contratista del gobierno y donde repentinamente aparece que es producto de 25 años de trabajo de la esposa del presidente de la República. Eso nadie lo cree. Según la encuesta de Reforma sólo el 13 por ciento aceptó la explicación de Angélica Rivera.
Nosotros vamos a seguir cuestionando este tipo de atrocidades pero insistimos: esto arranca con un modelo de comunicación que genera este tipo de distorsiones democráticas.

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