La crisis política e institucional es consecuencia de una camarilla
gubernamental a la que le ha quedado grande el país y el problema
empieza con un modelo de comunicación política que privilegia la
espotización, los enjuagues y los moches electorales en algunos medios
de comunicación.
lasillarota.com
El país vive una convulsión política, hay millones de mexicanos que están pidiendo la renuncia del titular del Ejecutivo, Enrique Peña
Nieto; esto es una realidad inocultable que no se puede soslayar, están
inconformes con la polarización social, con la inseguridad pública, con
la crisis económica y con la crisis moral que hoy envuelve a la
República.
Frente a
las movilizaciones ciudadanas el Ejecutivo ha respondido con enojo
enarbolando un discurso maniqueo que habla de desestabilizadores frente
a las críticas a su gestión y a su corrupción, y ha echado a andar a su
guardia pretoriana, los legisladores priístas del Estado de México,
para actuar como auténticos porros saboteando el trabajo parlamentario
de la Cámara de Diputados para que no se hable de la corrupción de su
gobierno. Lo cual además de golpista ha resultado contraproducente
porque el tema de la Casa Blanca y la corrupción presidencial ha
dominado públicamente las noticias sobre San Lázaro.
Quien
hoy, como Peña Nieto, acusa de desestabilización, quisiera una sociedad
muda, castrada e inmovilizada frente a los abusos del poder frente a la
narcopolítica o frente a la corrupción.
¿Qué quieren callar? La corrupción que no se ha esclarecido
ni con la declaración de la esposa del presidente ni con la declaración
patrimonial que dio a conocer el propio Peña Nieto hace unos días.
Quisiéramos
que aclarara la relación personal y de negocios con Juan Armando
Hinojosa, a quien se le conoce como el prestanombres de Enrique Peña
Nieto y quien hizo negocios por más de 15 mil millones de pesos en la
administración de Enrique Peña
Nieto y que en este gobierno le asignaron el contrato del proyecto
hidráulico Monterrey VI por 47 mil millones de pesos, más la
remodelación del hangar presidencial por 945 millones de pesos, y
pretendían darle –y todavía se lo pueden dar– la obra del tren de alta
velocidad México-Querétaro por 50 mil 800 millones. En total 98 mil 745
millones para Juan Armando Hinojosa.
Si
no se aclara esta relación, este vínculo estrecho, personal, de
negocios e inmobiliario entre el presidente Enrique Peña Nieto y Juan
Armando Hinojosa no será suficiente toda la telenovela que se ha dado
en estos días.
Se
han aprobado a como dé lugar todas las reformas estructurales,
sesionando incluso en centros bancarios para la Educativa. Cuando la Reforma Laboral, el hoy procurador Murillo Karam dirigió la sesión
desde el balcón ante la toma de la tribuna; para la Reforma Energética
se amurralló el Congreso con todo el Ejército y los policías federales
para que pudieran sesionar en el Auditorio del edificio "E" de San
Lázaro y cuando se toca el tema de la corrupción presidencial y en una
manta se dice lo que está en las calles sobre la renuncia de Enrique
Peña Nieto, es cuando de manera golpista y porril el pasado jueves en
la sesión el presidente de la Cámara, Tomás Torres, del partido Verde,
que es un personero del PRI, suspende la sesión de manera unilateral.
¿Qué
se estaba discutiendo? Entre otras cosas, que es insuficiente la
aclaración que hace el presidente mediante su declaración patrimonial,
cuando lo que se acusa es que Juan Armando Hinojosa es el prestanombres
de Enrique Peña Nieto.
Ha
recibido contratos por 47,000,000,000 de pesos por el Acueducto
Monterrey VI, y por casi mil millones de pesos por la remodelación del
hangar presidencial, y estaba por recibir un contrato por casi 51 mil
millones por el tren México-Querétaro.
Cuando
se tratan estos temas de corrupción que involucran al presidente y a su
esposa Angélica Rivera y a sus prestanombres, es cuando interrumpen la
sesión.
Este escándalo internacional no lo van a poder parar. Le salió el tiro por la culata.
En un país democrático y con rendición de cuentas, por el escándalo de la Casa Blanca de Enrique Peña
Nieto de 86 millones de pesos, ya hubiera renunciado el presidente de
esa nación, nos parece que toda esta telenovela que han presentado, no
es sino un retrato de la decrepitud política del régimen.
La amenaza autoritaria se expresa en la actitud fascista del presidente que se envuelve en la bandera y dice que el Proyecto Nacional es él, cuando la realidad es que se le critica por corrupto,
por darle contratos a sus amigos y beneficiarios, como el que se dice
que es su prestanombres Juan Armando Hinojosa, al que le dieron obras
por más de 15 mil millones de pesos en el Estado de México, cuando fue
gobernador el propio Enrique Peña Nieto, que además tiene un contrato
en Monterrey que le está generando repudio en los regiomontanos, el
Acueducto Monterrey VI. Entre los grandes favoritos del régimen están,
además, OHL y las empresas de Roberto Alcántara.
Es
la cleptocracia lo que vivimos hoy en día, el gobierno de los
corruptos, pero esta cleptocracia se alimenta por la telecracia,
es decir todo un entramado de medios que privilegian a una sola voz,
que privilegian un solo discurso y una sola manera de ver la vida
pública del país.
Los
mensajes del presidente de la República son un amago autoritario y
represivo y no puede él creerse que es la República, aquí hay una
sociedad critica, a la gente no le gusta su corrupción, la economía no está
funcionando, tanto el Banco de México como Hacienda a regañadientes
ajustaron la meta de crecimiento, y la delincuencia y la violación a
los derechos humanos esta desatada, por eso la salida es la democracia
institucional, no la telecracia ni la represión como ya amaga Peña
Nieto.
Por eso aunque se duelan y digan con falsedades que se está generando desestabilización, y que se están generando críticas infundadas
la verdad sale a flote y no tienen como defender lo indefendible. ¿En
qué país del mundo se puede justificar que grupo HIGA se le haya
asignado un contrato de 47 mil millones de pesos para el acueducto 6 de
Monterrey hace unos meses y luego aparezca quien le "vendió" la casa de
Angélica Rivera? ¿Cómo pueden indignarse los voceros oficiales y
oficiosos porque uno en su carácter de opositor dentro del sistema y
dentro de las instituciones denuncie esas corruptelas? No ha habido un
presidente incluso en la historia del PRI con ese nivel de desfachatez.
La Colina del perro sería un asunto menor frente a este escándalo ya
internacional, incluso López Portillo no terminó en la opulencia que
digamos, quizá por cuestiones de carácter personal también, pero lo que
estamos viviendo hoy es una desfachatez, es Alibaba y los 40 ladrones.
Que
hayan sido pillados en sus negocios ahora les genera incomodidad, y
ahora las buenas conciencias se rasgan las vestiduras y dicen que se
está generando desestabilización.
¿Qué quisieran? ¿Que no se dijera nada, que se le aplaudiera, que se reconociera la capacidad ahorrativa de la primera dama?
La
crisis política e institucional es consecuencia de una camarilla
gubernamental a la que le ha quedado grande el país y el problema
empieza con un modelo de comunicación política que privilegia la
espotización, los enjuagues y los moches electorales en algunos medios
de comunicación.
Hay
una casa de 86 millones de pesos, donde intervino Televisa, donde
intervino el principal contratista del gobierno y donde repentinamente
aparece que es producto de 25 años de trabajo de la esposa del
presidente de la República. Eso nadie lo cree. Según la encuesta de
Reforma sólo el 13 por ciento aceptó la explicación de Angélica Rivera.
Nosotros
vamos a seguir cuestionando este tipo de atrocidades pero insistimos:
esto arranca con un modelo de comunicación que genera este tipo de
distorsiones democráticas.
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