Rebelión/Universidad de la Filosofía
No
se trata de una “novedad” de ocasión, muertos, heridos y desaparecidos
-a raudales- son una constante del paisaje macabro orquestado por la
terquedad asesina del capitalismo para adueñarse de las riquezas
naturales, del trabajo y de la conciencia de todos los seres humanos.
El Apocalipsis en “cámara lenta”. Son siglos de estulticia y crimen
convertidos en industria bélica además santificados por los bancos y
por un empresariado global cómplice carroñero de asesinatos masivos y a
mansalva. Es el capitalismo y su sed de barbarie. ¿Es eso una noticia
nueva? Sálvense las excepciones que puedan salvarse.
En su
mayoría más abrumadora, las industrias de la noticia han sido también
coparticipes del crimen cometido por el capitalismo porque han cumplido
con su rol como asesinas de la verdad en público. A pesar de su
“prestigio” auto-producido, de que se auto-premien y auto-aplaudan; que
se digan “decanas del periodismo”, “paradigmas de la objetividad” y del
buen juicio informativo… lo cierto es que un resumen en perspectiva
sobre el rol de la prensa en los siglos que el capitalismo lleva
depredando al mundo, es realmente bochornoso. Una vergüenza nutrida por
episodios infinitos de corrupción, connivencia criminal y servidumbre
mercantil al “delito de lesa humanidad” que es saquear, explotar y
enajenar a los pueblos.
Y una de las peores consecuencias de
esa “industria de la noticia” basada en mentir, con formas
sofisticadas, consiste en fabricar “escuelas” (en todos sus sentidos),
en esparcir sus gérmenes ideológicos entre un séquito de “periodistas”
acríticos, mansos y serviles, que reptan por todo el planeta haciendo
metástasis de su estulticia y de su servilismo periodístico. Dan
cátedras, publican libros, enciclopedias y manuales, promueven
talleres, seminarios y coloquios. Todo eso mientras ocurren los
crímenes del capitalismo, sus fraudes políticos, los robos de los
banqueros, los saqueos desde las empresas trasnacionales y el
exterminio lento y largo de la clase trabajadora bajo el peso
descomunal de la “legalidad” burguesa. En la prensa ni una palabra.
Muchos egresados de las escuelas del periodismos burgués exhiben con
orgullo las cicatrices de su cerebro donde han sido obturadas todas las
capacidades críticas. Una monstruosidad con títulos universitarios para
salir en la “tele” de sus amos.
Ejercer el trabajo
periodístico con la razón anestésica como editorial oculta, es traficar
la ideología del amo a costa, incluso, de los intereses laborales del
“periodista”. Se convierten en sirvientes de una máquina de guerra
ideológica que cierra toda posibilidad de entendimiento crítico sobre
las barbaridades que ocurren y sobre las barbaridades con que se
“informa” al “público”, al “consumidor” o a la “audiencia”. Nunca a un
interlocutor igual a quien se habla. Pero se hacen los “objetivos”, los
“neutros”… ponen carita “inocente” y defienden como fieras su “derecho”
a travestirse como seres informativos “autónomos” o “independientes”.
Falacias todas de mercado con que se domestica una masa de
profesionales que no pueden, que no quieren y que no se interesan por
trasformar el mundo que, también a ellos, explota y aplasta.
Incluso en las “mejores intenciones”, hace falta una herramienta
autocrítica muy ágil y muy penetrante. Nadie está a salvo si vive en
las cloacas del periodismo mercantil acariciando la primicia que lo
llevará a la gloria salarial y a la fama entre crápulas. Algunos
codician reportajes sobre un buen muerto (o un grupo de ellos)
jugoso en amarillismo y suculento para el morbo mediático. Otros
anhelan un buen chisme, un episodio escandaloso donde la estrella sea
el que pone el micrófono ente los protagonistas más convenientes a la
lógica de raiting que calienta las pantallas para una tanda de
publicidad postrera. A eso le llaman, orgullosamente, “periodismo”. Y
se aplauden entre ellos y algunos de sus familiares.
A eso
nos han acostumbrado en México, por ejemplo. A eso nos han sometido
inconsulta e inclementemente durante décadas y más décadas. Los
monopolios de la “información” atacan a los pueblos diariamente con sus
metrallas de mentiras y “noticias” tendenciosas en las que nadie se
salva de complicidad estructural y sistémica en la lógica de
mercantilizar el horror. Como si fuese eso un logro profesional. Cada
episodio macabro es presa de jaurías “periodísticas” que sale a
carroñar su pedacito de gloria “informativa” arrancada de las fauces de
la injusticia, la impunidad o el desamparo social. Y lo pasan por la
tele.
No vamos a quedarnos callados ante este crimen de “lesa
humanidad” no tipificado por las “convenciones éticas” ni de los
“derechos humanos” de las oligarquías. No nos silenciarán las jaurías
burguesas por más que nos ignoren o nos criminalicen por ejercer las
capacidades y derechos democráticos de la critica social. No vamos
quedarnos callados ante la barbarie del periodismos mercantil que a
mansalva arrasa con la verdad y siembra su discurso miserable, mezquino
y retrógrada para cobrar unos pesos y ganar palmaditas de sus amos. No
vamos a quedarnos callados por el simple y llano hecho de que el
silencio, en este como en muchos casos, nos hace cómplices.
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