Silvia Ribeiro*
El maíz
sembrado para comer es sagrado sustento del hombre que fue hecho de
maíz. Sembrado por negocio es hambre del hombre que fue hecho de maíz. Sencilla y profunda frase de Miguel
Ángel Asturias que cada día adquiere más significados. Ahora el negocio
de sembrar hambre es de cuatro trasnacionales que quieren monopolizar y
contaminar transgénicamente el maíz, hasta que las manos que lo criaron
y cuidaron para alimento de toda la humanidad tengan que comprarles a
ellos la semilla y pagarles incluso por
uso indebido de patentesi sus maíces ancestrales se contaminan con transgénicos.
Vasto es el ataque, pero más lo es la defensa. Tan importante es el
maíz en Mesoamérica, que las trasnacionales no pueden creer que
encuentren tantas dificultades para imponer sus voluntad, cuando en
tantos otros temas lo han hecho con impunidad. Tan hondas son las raíces
y razones de las mujeres y los hombres de maíz, que como el sol,
vuelven sin falta, disipando nubarrones, tejiendo amaneceres, germinando
nuevas semillas y creciendo mazorcas de muchos colores, formas y
sabores.
La siembra de maíz transgénico en México, su centro de origen, está
suspendida legalmente desde hace 21 meses, hecho inédito y encomiable,
que entra ahora en una nueva etapa. Colectivas AC, representante legal
de una demanda colectiva presentada por 53 individuos y 20
organizaciones, anunció que luego de superado un largo proceso para
impedir que ésta ni siquiera se discutiera, comenzará finalmente el
juicio para considerar la acusación contra el maíz transgénico, por los
daños que conlleva a la biodiversidad y a la salud, entre otros. Al
presentar esta acción colectiva en 2013, el juzgado autorizó una medida
precautoria que suspendió las siembras de maíz transgénico, a nivel
experimental, piloto o comercial, al tiempo que ordenó a las autoridades
abstenerse de realizar cualquier trámite tendiente a su aprobación,
hasta haber decidido sobre las acusaciones presentadas.
En estos 21 meses pasados, tuvieron que afrontar 91 impugnaciones de
Monsanto, Syngenta, Dow, Pioneer (DuPont) y de las secretarías de
Agricultura y de Ambiente, éstas últimas en actos vergonzosos de desvío
de los poderes del Estado para favorecer las ganancias de las
trasnacionales contra los intereses de los pueblos que crearon el maíz y
contra la voluntad de la inmensa mayoría de los habitantes de México.
Así lo constató también el internacional Tribunal Permanente de los
Pueblos en su sentencia final en noviembre de 2014.
Empresas y gobierno en conjunto han presentado 11 juicios de amparo
(nueve de las trasnacionales y dos del gobierno federal) para revertir
la medida precautoria de suspensión y otros 11 (nuevamente nueve de las
empresas y dos más del gobierno federal) contra el fondo de la demanda.
La colectividad tuvo que responder a cada una de las impugnaciones y
además presentó otras 26. Han intervenido hasta ahora 17 tribunales: un
juzgado federal, un tribunal de apelación, tres tribunales de amparo,
una comisión administrativa, 10 tribunales colegiados y la primera sala
de la Suprema Corte. Al haberse desechado finalmente todos los amparos
contra la demanda, comenzará el juicio. En el camino, varias instancias
judiciales se pronunciaron también reafirmando la suspensión como medida
precautoria, por lo que ésta se mantendrá también durante el juicio.
La siembra de maíz transgénico está suspendida no sólo por
este importante trabajo legal y la acción de jueces honestos que
afirmaron la defensa del patrimonio genético más importante del país.
Está suspendida también gracias a la defensa territorial, de semillas,
tierra, agua y bosques, en comunidades y ejidos de todos los puntos
cardinales del país, gracias a cada barrio y organización que decide
comer tortillas sin transgénicos, a cada escuela, foro, comedor, charla
de feria, donde se denuncian sus atrocidades y se busca construir o
reafirmar redes que garanticen que sean manos campesinas y libres de
transgénicos las que alimenten los mercados y ferias locales. Gracias a
la fuerte opinión pública nacional e internacional contra la liberación
de maíz transgénico en su centro de origen, porque es condenar a la
contaminación inevitable a México, reservorio genético global del maíz,
uno de los tres granos pilares de la alimentación mundial.
Eduardo Galeano, presencia querida que siempre sintió y acompañó las luchas de los pueblos del maíz, citando al Popol Vuh
nos decía que cuando los dioses formaron los seres humanos, antes de
hacerlos de su esencia verdadera, el maíz, probaron hacerlos de madera.
Esos, aunque parecían seres humanos, eran insensibles, ambiciosos, no
respetaban la tierra ni a los otros seres vivos. Los dioses pensaron
haberlos eliminado, pero algunos se escaparon y hoy, nos decía Galeano,
gobiernan el mundo.
Pero pese a sus asaltos, también se rompen y al fin mueren. La
defensa del maíz y su cuidado colectivo seguirán siempre vivos, son de
plazo perpetuo. En los caminos del maíz, Eduardo sigue caminando. Sus
sentires y palabras, que como semillas vuelven a crecer y casarse con
muchas otras que nacen de las comunidades, seguirán germinando.
*Investigadora del Grupo ETC
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