Jazz
Antonio Malacara
En
una bella y portentosa edición que acaricia los umbrales del prodigio
se ha publicado un enorme libro sobre el maestro Jazzamoart (Irapuato,
1951), pintor y escultor de prestigio universal, de estilo
inconfundible, y esquivo baterista de jazz que ilumina y percute y
marca rutas de un solo trazo. O dos.
Un libro enorme en todas las acepciones posibles pero, ante todo,
porque es un volumen que nunca terminas de ver y degustar y agradecer;
porque igual te puedes estacionar dos días frente a una de las 200
piezas que aquí se reproducen, o pulsar frenéticamente todo el libro en
cuestión de horas. En cualquier forma, lo volverás a abrir más temprano
que tarde y reiniciarás el ritual del obseso agradecido.
Aunque sabemos que una obra de arte hablará siempre por sí misma,
sabemos también que nunca estará de más la palabra de un especialista.
Porque cuando uno, neófito como es, se enfrenta a las pinceladas y los
brochazos de Jazzamoart, puede pensar en el rollo neofigurativo o el
expresionismo abstracto (La Jornada, 25/10/04), y ya después del tercer vino tinto hablar de ritmo, riesgo, irreverencia, luz, desafío.
Pero nunca está de más que alguien llegue y te hable de abstracción
lírica, geometría compositiva, esquema figurativo o semifiguración. Y
en este libro aparecen notas de celebridades de la crítica, como Raquel
Tibol, Jorge Alberto Manrique, Teresa del Conde, Miguel Ángel Muñoz y
una veintena más, incluidos los comentarios de dos no menos célebres
jazzófilos de cepa: Luis Rius y Alain Derbez. Aunque aquí lo realmente
interesante (cáeme) es que uno se sumerja en la tan mentada enormidad
del libro y arme su propia versión de los hechos.
Esta edición de lujo es responsabilidad directa de Nora Smith,
esposa de Jazzamoart, y de Jazzamoart Vázquez, saxofonista irredento y
uno de sus tres hijos. El libro, que por cierto lleva el título de A fuerza de pintar, lo
puedes encontrar en cualquiera de esos establecimientos que se obstinan
en sostenerse con el aroma del papel en su tinta, vendiendo libros
físicos que no necesitan Wi-Fi o pilas recargables.
Y como prometimos, aquí va la tercera y última parte de la lista de músicos e investigadores que están haciendo posible el Atlas del Jazz en México:
Quintana Roo: Hiram Gómez (hiramgb1@gmail.com). Contrabajista, profesor de contrabajo y armonía. Fundador y director artístico del Festival de Jazz de Cancún.
San Luis Potosí: Samuel Martínez (samuelmartinezherrera@gmail.com).
Pianista, investigador y escritor. Profesor de piano y armonía
contemporánea en el Centro de las Artes de San Luis Potosí. Organizador
del Festival de Jazz Martínez Zapata.
Sinaloa: Julio Recinos (recinos72@yahoo.com.mx). Percusionista y vocalista. Videasta y documentalista. Organizador del Festival Internacional de Jazz de Mazatlán.
Sonora: Óscar Joel Mayoral (oscarjoelmayoral@gmail.com). Flautista de jazz y compositor de música contemporánea; director general del Instituto de Arte y Cultura de Hermosillo.
Tabasco: Germán Ortiz Palomeque (georpa36@hotmail.com).
Profesor de sustentabilidad y medio ambiente en la Universidad Juárez
Autónoma de Tabasco; coorganizador del Festival Trópico-Jazz.
Tamaulipas: Evaristo Aguilar (eeaguilar@hotmail.com). Percusionista, investigador y profesor de percusiones en la Universidad Autónoma de Tamaulipas; escritor.
Tlaxcala: Efrén Minero (arqlemz@hotmail.com). Periodista, investigador y escritor de novelas y libros de crónicas musicales.
Veracruz: Jordi Albert (jordialbert@jordialbert.com). Trompetista y director de orquesta; director de la Escuela Superior de Jazz de la Universidad Veracruzana.
Yucatán: Alberto Palomo (palomostudios@gmail.com). Guitarrista; investigador y profesor de composición e improvisación en jazz en la Escuela Superior de Artes de Yucatán.
Zacatecas: Ignacio Rosales (aire1357@gmail.com). Guitarrista; productor y conductor del programa Jazz en órbita, de Radio Universidad de Zacatecas. Profesor de armonía y curador del Festival Universitario de Jazz.
Hay 13 colaboradores más, pero el espacio sólo nos da para mencionar a quienes se encargarán de distribuir el Atlas en sus respectivas localidades. Sólo en la ciudad de México, el contubernio se forma por cinco conspiradores. A’i vamos. Salud.
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