Estos días andamos celebrando el 80 aniversario de la creación del POUM.
El año que viene la misma efeméride pasa por el inicio de todo aquello,
de una guerra que cada día conocemos mejor. Es el momento de trabajar
más algunas de sus páginas y sí es posible, páginas que permitan
espacios comunes en la pluralidad inherente a los amigos del pueblo. Uno
de esos espacios tiene un nombre. El de Lázaro Cárdenas. Esto resulta
tan evidente que el documental que más minuciosamente describe su
biografía, Lázaro Cárdenas El Hombre y el mito/Lázaro Cárdenas, Entre el pueblo y el poder está
contado por Enrique Krauze, uno de los intelectuales domésticos más vil
del los medios adictos. Sin embargo, Krauze se ve obligado a decir lo
contrario de lo que habría dicho sobre Hugo Chaves, otro cardenista que
tal. Ciertamente, en el documental se cuelan algunas intervenciones que
son como peajes reaccionarios obligados. Así por ejemplo, los
comentarios sobre las iniciativas obreras son efectuados por un magnate
que asegura que con la gestión obrera los obreros no hicieron más que
perder y no se presentan otras opiniones. Aún y así, creo que contienen
la suficiente verdad como para ser recomiendo vivamente.
A
Lázaro Cárdenas (Jiquilpan, Michoacán, en 1895-México, DF, 1970) le
tocaron vivir tiempos de revuelta de los de abajo, una revolución que lo
alcanzó cuando era muy joven. La zona en la que habitaba era
fundamentalmente agraria. Sus trabajos estuvieron relacionados con la
administración de rentas y que, con unos amigos, había fundado una
imprenta. Compartía las ideas de los que querían que México cambiara,
así que cuando la revuelta llegó a su zona, colaboró para imprimir un Manifiesto de la revolución .
Comenzó a ser perseguido, y no tardó mucho en incorporarse a las filas
constitucionalistas, en concreto en las lideraba por Carranza. Por
entonces todavía no había grietas entre los revolucionarios, y Carranza
compartía la misma lucha que unía a Zapata y Pancho Villa contra el
general Victoriano Huerta, que en 1913 se rebeló contra Madero. Huerta
fusiló a Madero, lo que sirvió para reforzar a sus rivales. La
revolución, que empezó en 1910, siguió adelante durante al menos una
década.
El 1 de diciembre de 1934 fue electo presidente de
México y tuvo que enfrentarse con el ambicioso y conservador Plutarco
Elias a quien finalmente obligó a abandonar el país en 1936, desterrado a
los Estados Unidos. El conflicto entre ambos se había acentuado por la
actitud “cómplice” de cárdenas frente a la ola de huelgas que se desató
tras su toma de posesión y que Plutarco Elias exigía que se reprimieran.
También dicha complicidad, surgiría una corriente anticardenista dentro
del ejército, pero la actitud enérgica del presidente hizo que la
institución armada permanecería hasta el final obediente a sus órdenes
del presidente. Durante su mandato, Cárdenas aceleró el proceso de
unificación del movimiento obrero hasta llegar a la creación de la
Confederación de Trabajadores de México (CTM). La CTM, organizada a
principios de 1936, junto con la CNC, se convirtió en un pilar del
cardenismo,, si bien tuvo serios problemas con su líder, Lombardo
Toledano, sobre desde que este se hizo portavoz de las exigencias
estalinistas ante el asilo a Trotsky, una medida que la derecha
internacional veía como una prueba del “comunismo!” de Cárdenas.
Cárdenas presidió el gobierno que fue -sin la menor duda- el mejor
amigo de la República, por no decir el único, por lo menos consecuente.
Ayudó incluso con exportación de armas para lo que tuvo que enfrentarse
con Rooselvelt. Al tiempo, abrió las puertas del país a los refugiados,
“malditos” (gente sospechosa de “subversivos” como se diría ahora) de
España y del mundo, algo que visto el panorama actual, impresiona. Hasta
los anarquistas más intransigentes han de reconocer que hubo un
gobierno que los acogió y les ayudó. Cárdenas se enfrentó a la URSS y a
sus propios estalinistas por lo de Trotsky, al que acogió con todos lo
honores y con el dispuso de pasadizos de comunicación a través del
general Múgica. El propio Trotsky no se contuvo en elogiar su coherencia
Ni tan siquiera los más sórdidos neoliberales se atreven a atacarlo de
frente…
Cito este documental por temas de trabajo. Antes había
podido echar la vista a otro sobre “Los niños de Morelia”, que resulta
una tentativa de reconstrucción del destino de los niños españoles que
llegaron a la capital del Estado de Michoacán en 1937, cuando la
aviación “del Eje” (franquista-alemana-italiana) desangraba las ciudades
y los pueblos de las Españas. Llegaron en barco a Veracruz y, desde
allí, fueron directamente al Distrito Federal, donde los recibió el
general. El documental entrevista a los que vivieron aquella odisea,
evocan sus dificultades, sus problemas de adaptación en una ciudad
conservadora cuando ellos habían aprendido en casa a levantar el puño y a
cantar canciones revolucionarias. El exilio fue tremendo, pero para
ellos fue más fácil, pudieron adaptarse mejor. La mayoría se sienten
mexicano-españoles, algunos España ya no les mueve. Todos tienen claro
que aquella fue una lucha terrible y necesaria contra el horror
fascista, contra lo peor de lo peor.
El
Gobiernos de México cumplió con sus compromisos internacionales. Se
limitó a apoyar a un Gobierno amigo cuya legalidad estaba siendo
cuestionada hasta por el gobierno frentepopulista francés y ofreció toda
la ayuda que pudo dar, sin condiciones, a todos los que defendían la
República, sin mayores matices. No sólo ayudó a la República española.
Protestó en los foros internacionales cuando la Italia fascista invadió
Etiopía y denunció al régimen nazi cuando incorporó a Austria y cuando
agredió a Checoslovaquia en 1938. Eso no significa que no hubiese una
derecha profranquista, que la había. Malcom Lowry habla de ella en Bajo el volcán.
Pero la izquierda siempre siguió lo que sucedía en España. Hubo un
corrido de 1931 que celebra el triunfo de la República. Cuenta de la
reina que sale huyendo, habla de un tren que se estropea y bromea por
que su alteza llegara finalmente a París en un vagón de tercera.
Después de los niños de Morelia, al terminar la guerra fueron muchos más. El primer barco cargado de exiliados fue el Sinaia, que llegó a Veracruz el 13 de junio de 1939. Luego llegaron los buques Ipanema, Mexique, Nyasa y Champlain, y se calcula que fueron entre 20.000 y 24.000 los españoles que se instalaron a lo largo y ancho de México.
Cárdenas ofreció otra oportunidad a los perdedores de la guerra que
fueron recibidos como apestados en la Francia ocupada. El que permitió
que la cultura republicana en sentido amplio -la apertura de las ideas
más avanzadas en todos los terrenos, el pluralismo ideológico que contó
con medios y plataformas, la posibilidad de los debates abiertos, el
triunfo de la razón frente al oscurantismo, todo lo que el franquismo
aplastaría- siguiera viva, se reconstruyera en otro lugar, tuviera
descendencia y desde la lejanía, contribuyera a la lucha contra la
tiranía, por ejemplo a través de las editoriales. No fueron solamente
intelectuales que enriquecieron sensiblemente la cultura mexicana. ,
también llegó gente de todas las clases sociales y de las profesiones
más diversas, militancias múltiples de manera que las diferentes
escuelas pudieron crear sus plataformas. No solamente fueron españoles,
también llegaron otros como Victor Serge, el alemán Gustav Regler, el
francés Marceau Pivert, nombres claves en la historia socialista de
entonces. Se cuenta que cárdenas hizo mucha amistad con un español
porque sabía de olivos, y ése era un cultivo que él estaba empeñado en
introducir en México.
Cárdenas fue un presidente que viajó de
un lado a otro de México para conocer las necesidades de sus
compatriotas. Repartió casi dieciocho millones de hectáreas en ejidos
para mejorar las condiciones de vida del campesinado. La nacionalización
de los ferrocarriles y la expropiación de las grandes compañías
petroleras fueron otras de las medidas de su gobierno, que se empeñó en
la modernización del país y lo tuvo que hacer contra los mercados y
contra las grandes potencias, en especial el Reino Unido y el poderosos
vecino del Norte, siempre preocupado por defender la democracia (o sea
los “intereses norteamericanos”). Igualmente se recuerda su política
educativa. Aumentaron las escuelas, impulsó la educación mixta, se afanó
por que las campañas de alfabetización llegaran hasta los más remotos
confines e hizo que los maestros ocuparon el lugar que antaño ocupaban
los curas 1/. En cuanto a cuestiones internas, permitió la formación de
nuevos partidos políticos, como el Partido de Acción Nacional (PAN).
El cardenismo fue el canto de cisne de la revolución mexicana. Se
distinguió por sus hechos, por su afán a favor de los más necesitados,
defender la legalidad, profundizar en la democracia, mantener la
herencia liberal, reforzar la educación; todos esos valores vienen de
antes, y es entonces cuando resuena la revolución mexicana.
Sintéticamente se puede decir que representó: a) El ejército apoya el
cardenismo y es leal a él, ya que le ha dado voz y voto y el poder
presidencial que Lázaro Cárdenas llega a tener, no amenaza el poder
militar, sino lo consolida, aunque a partir de Cárdenas el poder lo
ostente la presidencia más que los generales; b)Con los trabajadores
impulsó el tema de los derechos mediante una gran confederación de
trabajadores en donde todos estuvieron unidos al Estado y el Estado se
comprometió a velar por los intereses de ellos, sus medidas serían
actualmente consideradas como “socialistas” (y Lázaro se sentía como
tal); c) El sector campesino y el indígena apoyan a Lázaro Cárdenas
porque se les ofrece y entrega la Reforma agraria; d) A los empresarios
les ofreció un proyecto económico viable (aunque muchos de ellos echaron
pestes); e) Trató de incluir a la iglesia en su proyecto; f) Situó
México en un plano de referente democrático internacional.
En
torno al desarrollo económico del país, Cárdenas llegó a considerar que
estaba en la posibilidad de optar entre dos alternativas para ese
desarrollo, imitar la estrategia del modelo capitalista seguido por las
sociedades industrializadas o intentar un camino diferente que combinara
el crecimiento de la producción con el desarrollo de una comunidad más
integrada y más equitativa. La utopía propiamente cardenista,
consistiría en tratar de ir más allá del keynesianismo o del fascismo,
sin desembocar en un modelo “soviético” que sería idealizado a lo largo
de los años cuarenta. La actividad agropecuaria y la exportación de
minerales y petróleo, se vieron sometidos a una dura prueba. El país
asistió a un principio de sustitución de importaciones a la vez que al
uso intensivo de la capacidad instalada. La política gubernamental
favoreció el aumento de su uso a cerca del 100%. El estado asumió nuevas
funciones: “Estado activo”, involucrado directamente en la producción y
creación de infraestructura.
Las regiones norte y centro del
país, experimentaron los mayores crecimientos de la producción agrícola
por habitante y la menor participación del ejido en el total de la
superficie cultivada. La zona norte de la costa del Pacífico, tuvo el
menor índice de crecimiento productivo. El ejidatario siempre contó con
un financiamiento menor que el propietario privado. La baja en el valor
de la producción no necesariamente significó un empeoramiento de la
situación del campesino. Por el contrario, el consumo de alimentos
aumentó en las zonas rurales sin que lo registrara la economía
monetaria. Todo ello hizo que al cabo de los años, el cardenismo
permaneciera como un referente de “buenos tiempos” para los pobres, de
orgullo nacional en un mundo de terrible, repleto de gobiernos canallas.
Consta que Lázaro Cárdenas fue el único presidente asociado al
PNR que no se sirvió de su cargo para enriquecerse. Se retiró a una
modesta vivienda cerca del Lago Pátzcuaro y trabajó el resto de su vida
supervisando proyectos de riego y promoviendo clínicas gratuitas y
educación para los más desposeídos. Siguió comentando asuntos de
política internacional y abogando por los derechos humanos y el
fortalecimiento de la democracia en Latinoamérica. Fue uno de los
miembros más destacados del Tribunal Russell que se atrevió a juzgar los
crímenes del imperio en el Vietnam, un desafío que resultó una
pesadilla para los poderosos. De ahí que con ocasión de la restauración
neoconservadora, el imperio se cuidara de situar a los intelectuales
domesticados en los espacios mediáticos.
Cárdenas fue uno de
los mejores amigos de la revolución cubana, denunció la matanza de
estudiantes en el mayo mexicano. Resulta lamentable que por aquí todavía
no se le hayan dedicado avenidas o plazas, que no se hable de un
ejemplo sobre el cual podemos discutir en base a unos principios
positivos de acuerdos.
1/ Conviene recordar que en México, la
separación entre Iglesia y Estado viene del siglo XIX, de una ley de
1857, y ya en 1856 estaba permitido el divorcio. Aun así, hubo roces
entre los católicos y la revolución, por ejemplo los problemas con los
cristeros. En este caso –novelado por Gram. Greene en El poder y la gloria-
la actitud de Cárdenas fue transparente. Evitó todo conflicto con ellos
cuando era gobernador de Michoacán, se adelantó a sus reivindicaciones y
les tendió la mano para negociar. Su fórmula era la palabra, no el
derramamiento de sangre. En Michoacán no hubo víctimas en la revuelta de
los cristeros.
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