La indigna subordinación
de Enrique Peña Nieto a Donald Trump nos pone en grave peligro a todos.
Trump es un agresivo fascista que acaba de amenazar con invadir
simultáneamente a Venezuela y a Corea del Norte. Es también un violento
racista cuyas bases de apoyo asesinaron un manifestante en
Charlottesville, Virginia, este fin de semana. Para el ocupante de la
Casa Blanca, México y los mexicanos no somos más que carne de cañón en
su lucha por expandir el poderío mundial de Washington y defender los
privilegios de la
raza blancaen Estados Unidos.
Trump cumple hoy la misma función que Adolfo Hitler durante la
Segunda Guerra Mundial. Ambos líderes responden a la decadencia del
poder económico y político de sus respectivas naciones con ataques
desesperados simultáneamente dentro y fuera de sus territorios. Hitler
atacaba a Polonia, Francia y Rusia mientras se lanzaba contra los judíos
y los comunistas en su país. Trump interviene militarmente en Asia,
América Latina y Medio Oriente, mientras agrede a los musulmanes y los
mexicanos al norte del río Bravo.
Peña Nieto hoy jugaría entonces el mismo papel que el general Philippe Pétain, quien
gobernóel sur de Francia desde la ciudad de Vichy por dos años después de la derrota de ese país por Alemania el 22 de junio de 1940. Hitler permitió a Pétain mantenerse como el líder de la
zona librepara dar la impresión de que una parte del país todavía mantenía su independencia y soberanía. Pero en realidad Pétain compartía la ideología fascista de Hitler y su gobierno siguió estrictamente las órdenes de Berlín.
Los franceses hoy recuerdan con una sensación de profunda vergüenza y aflicción la experiencia de la
Francia Vichy. Durante dos años un pueblo noble con una gran historia toleraba la ocupación nazi con el pretexto de que por lo menos una parte del país todavía mantenía una independencia nominal. Aunque muchos resistían activamente tanto la ocupación alemana como el gobierno de Pétain, la gran mayoría prefirió el confort de la ignorancia y los beneficios de la pasividad.
Muchos mexicanos hoy juegan el mismo papel que los colaboracionistas
franceses. Prefieren negociar en lugar de confrontar al nuevo líder del
fascismo y se conforman con la mera apariencia de la soberanía
nacional.Así colocan la soga a sus propios cuellos y facilitan la
destrucción de los principios internacionales de democracia, justicia y
respeto mutuo que surgieron precisamente en respuesta a la tragedia de
la Segunda Guerra Mundial.
No podemos cerrar los ojos frente a la cruda realidad. Trump no sólo
prepara una posible invasión a Venezuela, sino también a México. El
ocupante de la Casa Blanca lanzó la amenaza correspondiente en su
conversación con Peña Nieto el pasado 27 de enero. Tal y como reveló la
transcripción del intercambio (véase: http://ow.ly/tjll30en6lC), Trump dijo que, frente a la inefectividad de las fuerzas de seguridad mexicanas, él prepara un operativo de
grandes ligasen que los militares estadunidenses apoyarían
cien por cientocon la eliminación de los “ tough hombres” en México. En otras palabras, las tropas estadunidenses pronto estarían realizando operativos dentro del territorio mexicano como si fuera su propia casa.
Mientras, en respuesta a las cobardes amenazas de intervención
militar contra Venezuela, el canciller Luis Videgaray se limitó a
emitir un escueto comunicado que no menciona a Trump ni a Estados
Unidos, sino que simplemente señala, de manera hipócrita y engañosa, que
México continuará trabajando por una solución pacífica a la crisis en Venezuela(véase: http://ow.ly/Hwxm30en7jh).
Pero aún más grave es el congelamiento unilateral de las cuentas y
los activos de Rafael Márquez y Julión Álvarez en México por órdenes de
Washington. La lista de sospechosos de la Oficina de Control de Bienes
de Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del
Tesoro de Estados Unidos no está respaldada por juicio alguno y
solamente aplica a los extranjeros. Más allá de la culpabilidad o la
inocencia de estos dos personajes cercanos a Felipe Calderón y Peña
Nieto, como mexicanos en su país cuentan con el derecho constitucional a
la presunción de inocencia.
Al tratar a estos dos personajes como si fueran extranjeros en su
propio país, el gobierno mexicano viola flagrantemente el estado de
derecho y comete un acto de deleznable servilismo que no tiene parangón
en la historia reciente de la nación.
Por obra y gracia del Pétain mexicano, Trump ahora tiene el poder
despótico e imperial de congelar las cuentas, y eventualmente también
confiscar los bienes, de cualquier mexicano dentro o fuera del
territorio nacional, sin ofrecer prueba alguna de que el indiciado
hubiera cometido alguna irregularidad. Si bien este poder ahora se
utiliza para supuestos narcotraficantes, mañana podría aplicarse a
cualquier persona
incómodapara el régimen.
Bajo la mirada impávida de los colaboracionistas y los negociadores, México se nos va.
Twitter: @JohnMAckerman
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