Alonso Lujambio, titular de la SEP
Miguel Sabido
MÉXICO, D.F., 27 de abril.- El secretario Lujambio abrió la caja de Pandora, una de las muchas que deberían abrirse en México cada sexenio, con una pregunta aparentemente sencilla: ¿podría la telenovela ayudar a la labor de la Secretaría de Educación Pública? ¿Inocencia de político inexperto panista o jugada maestra de sagaz precandidato? Como sea, la respuesta señor ministro es: Sí.
Desde el año de 1974, en el Instituto Mexicano de Estudios de la Comunicación fundado por mí, desarrollé una metodología llamada “Entretenimiento Educativo” que se define como: toda telenovela que logre un bien social comprobado sin bajar el rating ni el share ni las ventas.
Lo fundamental de esta metodología y lo que le ha dado un prestigio mundial es el hecho de haberla podido comprobar plenamente y, con ello, liberarla del desorientador opinionismo sin fundamento, que, por desgracia, es tomado como una verdad contundente en nuestro país.
En 1974 con la telenovela Ven conmigo, diseñada conforme a mi metodología y escrita por Celia Alcántara y Miguel Sabido, logró que se inscribieran en el Plan Nacional de Educación para Adultos 536 mil personas. El dato fue plenamente certificado por la propia SEP y por el entonces subsecretario, don Roger Díaz de Cosío que, por fortuna, es un testigo vivo de ese logro.
A Ven conmigo le siguieron las telenovelas Acompáñame, Caminemos y Vamos juntos diseñadas para promover el valor Planeación de vida familiar, transmitidas en horarios comerciales por el canal 2 de Televisa, y que, según el experto en comunicación David Poindexter y la organización filial de la ONU, Population Communication-International PCI, fueron el factor determinante para la espectacular baja de la tasa de explosión demográfica en México de 3.7 al 2.4 en un periodo de cinco años.
Este esfuerzo conocido como el milagro demográfico mexicano, llevó a que la primer ministro de la India, Indira Gandhi, me pidiera asesorar la producción de dos telenovelas dedicadas a la planeación de vida, llamadas Hum Log (Acompáñame) y Hum raavi (Vamos juntos). El éxito de esas dos telenovelas fue tal que se convirtieron en una noticia mundial, acreedoras de primeras planas en el NY Times y la revista Time. Todo esto puede ser comprobado de una manera facilísima: en su buscador de internet simplemente con poner Miguel Sabido Entertainment-Education encontrará usted cien mil conexiones sobre el tema.
Mi metodología en la actualidad es tema de posgrado en maestrías y doctorados en varios universidades del mundo, entre ellas la más prestigiada en comunicación, Annenberg de la Universidad del Sur de California. Ha sido aplicada además de México y la India, en Tanzania, Filipinas, Etiopía, China entre otras naciones.
Por más de 20 años diferentes instituciones, tanto privadas como gubernamentales, en 22 países me han invitado a dar cursos y talleres, donde invariablemente siempre surgen en forma inmediata dos preguntas que son: 1) ¿Por qué el canal 2 comercial produjo y pagó la investigación de estas telenovelas? 2) ¿Por qué se dejaron de hacer y de investigar en el tema? ¿Por qué se hicieron? Lo describo prolijamente en el libro El tono, publicado por la UNAM en 2002, y la compleja historia incluye personajes tan importantes como el presidente Echeverría, Porfirio Muñoz Ledo, Emilio Azcárraga Milmo y Miguel Alemán Velasco, lo que será objeto de otro artículo en esta serie para Proceso.
¿Por qué dejaron de hacerse conforme a mi metodología? Me resulta a mí tan sorprendente y misterioso como a aquellos estudiosos que en Berlín, Nueva York, Los Ángeles, Ámsterdam, Beijing y Manila me lo preguntan. Yo me pregunto: ¿por qué si estas telenovelas no bajaron ni el rating ni el share ni las ventas, y si produjeron un beneficio social comprobado dejaron de producirse?
¿Por qué México, siendo el país pionero que probó que la telenovela puede ser un excepcional instrumento para combatir la pobreza extrema, la explosión demográfica, alentar la educación de adultos, etcétera, ya no sigue ejerciendo esta metodología?
¿Por qué si se tiene el procedimiento comprobado a los más altos niveles académicos, no se emplea para ayudar a resolver los grandes problemas de México?
¿Por qué si en nuestro país está comprobado que el tejido social se ha debilitado debido a la exaltación de la figura de los narcos promovida por la cultura del narcocorrido y los narcogrupos en grandes bailes masivos, por la payola en las estaciones de radio, en las televisoras y las revistas del género, no se fortifica con esta metodología comprobada?
Es urgente trazar un plan de comunicación en el que intervinieran la SEP, el Conaculta, el Consejo de la Comunicación y por supuesto los concesionarios de los medios electrónicos, en especial de televisión, y más en especial aquellos que producen telenovelas, para fortalecer nuestro tejido social.
Lo único que puedo contestar es que en el año 2000 yo, estando aún en Televisa, le presenté al señor Emilio Azcárraga Jean tres proyectos:
1) Una nueva versión de Ven conmigo para apoyar la educación de adultos. 2) Una nueva telenovela para combatir la pobreza. 3) Una serie de 52 capítulos de una hora que relatara la generación de esta metodología, que se inicia con el Primer Encuentro Mundial de Comunicación en 1974 hasta Los hijos de nadie en 1996.
El señor Azcárraga Jean muy amablemente los rechazó, motivo por el cual yo le pedí mi separación de la empresa en la que había trabajado 40 años y que me había permitido redactar las telenovelas históricas La tormenta, La Constitución, Los caudillos y Senda de gloria y diseñar El Carruaje; diseñar y producir los Encuentros Mundiales de Comunicación; diseñar y producir el Canal Cultural 9.
Así, salí de Televisa por decisión propia porque la televisión que me interesa hacer es aquella que comprobadamente sirva a la sociedad.
Al salir de Televisa, me entrevisté con el entonces director de la Fundación Azteca. Lo invité a comer para proponerle la producción de una telenovela dedicada a combatir la pobreza en el canal 13. Me escuchó atentamente y me prometió que lo plantearía inmediatamente al señor Raúl Salinas. Nunca volví a saber de él y las múltiples llamadas que hice a su oficina, jamás fueron contestadas.
Pero reitero lo que constantemente he dicho en los últimos años: cualquier casa productora de telenovelas que quiera que yo diseñe, escriba, produzca y evalúe una telenovela dedicada a la educación de adultos, la explosión demográfica, la igualdad de género, el combate a la pobreza, el refuerzo del tejido social, estaré dispuesto a hacerlo, sea en Televisa, en TV Azteca, en Argos o cualquier nuevo concesionario, como lo he hecho en la India y Etiopía.
Por fortuna, el entretenimiento con un beneficio social (conocido mundialmente como Entertainment-Education –EE) ha llamado la atención de las más altas autoridades mundiales, como la ONU y el Banco Mundial. En este momento se está implementando un hermoso proyecto de radio novela en Oaxaca destinado a enfrentar el problema de las “cajas de ahorro” del Estado. Estamos involucrados en él profesionales de la comunicación y el Banco Mundial observa este experimento para llevar adelante un ejercicio global del entretenimiento con un beneficio social.
El actual gobierno de Oaxaca –menos miope que los gobiernos de otros estados– ya ha acogido con serenidad y agudeza política el proyecto. Y no olvidemos que el de Cué es el primer gobierno de Convergencia. Ha dado un paso gigantesco al respecto del PRI, y no digamos del PAN, al advertir que los medios de comunicación masivos, multitudinarios, deben ser el punto de reunión de esfuerzos de gobiernos, iniciativa privada y universidades.
El presidente Calderón me entregó hace unos meses el Premio Nacional de Comunicación. Curiosamente en su improvisado discurso de entrega dijo: “No sabía yo de la trayectoria profesional de Miguel Sabido”. Quizás yo he tenido la culpa por no haber revalidado a mi salida de Televisa los esfuerzos en la búsqueda de un “uso social de la televisión comercial” que me permitió realizar el señor Emilio Azcárraga Milmo y, lo más importante, haber pagado por las investigaciones realizadas por impecables investigadores, como la doctora Ana Cristina Covarrubias y el doctor Rubén Jara. Pero las cien mil entradas de Google, la decisión del Banco Mundial de apoyar globalmente mi metodología, el aval de grandes universidades del mundo entero y el apoyo de Convergencia del Gobierno de Oaxaca me llevan a aclarar posiciones.
Ahora bien, las preguntas que salen atropelladamente de la caja de Pandora abierta por el licenciado Lujambio no paran aquí. Es el fin de los tiempos: el sexenio expira y todos nos preguntamos: ¿por qué si en otros países se hacen juicio acerca del desempeño de los funcionarios públicos, en México sólo nos limitamos a esperar que el siguiente no cometa los mismos errores y abusos. Por ejemplo:
¿Qué, el ex presidente Fox no debería haber sido sometido a un severísimo juicio político por haberle condonado a los canales de aire el impuesto del 12.5%? ¿Nos damos cuenta del brutal costo social que tuvo para México una decisión tan infortunada? Para empezar, ahora el IFE tiene que pagar cientos y cientos de millones por que pasen los anuncios de los partidos políticos. El sin sentido es flagrante. Fox cercenó la voz del gobierno para poder comunicarse fluidamente con su pueblo. ¿Por qué´?
¿Por qué nadie señaló la infinita petulancia del secretario de Comunicaciones del sexenio pasado, arquitecto Pedro Cerisola, quien afirmó al principio del sexenio que iba a sanear el “triángulo vicioso” que existía entre gobierno, concesionarios de televisión y audiencia, y que, por supuesto, no solamente no saneó, sino que lo corrompió más de lo que parecía posible?
Las preguntas de la caja de Pandora
sobre las comunicaciones en México brotan atropelladamente.
La inocente (aparentemente) pregunta de Lujambio ha sido contestada. Sí, licenciado, una magnífica alternativa para el problema de la educación en México es la aplicación del Entretenimiento Educativo con un beneficio social comprobado. Pero no solamente para ese problema, licenciado. Para muchísimos más. Queda pues sin contestar la pregunta ¿Por qué?
Gracias por haber abierto la caja de Pandora.
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