Enrique Peña Nieto y su equipo de transición.
Foto: Miguel Dimayuga
Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F., (apro).- Si Enrique Peña Nieto es para Carlos Salinas de Gortari “la esperanza”, para la nomenklatura financiera será el cuerno de la abundancia, la garantía de la impunidad y el abuso que podrían convertirse en coraje y reclamo ciudadano.
Se
ha sostenido que el grupo compacto de Peña Nieto, encabezado por
Luis Videgaray, Luis Miranda y Luis Vega, lo llevaron al lugar en que
hoy esta, –avalado como presidente de México por un tribunal electoral
que la población no avala, pero eso es otro asunto–.
No
fue la política ni los políticos los que lo llevaron al poder, de ahí
que hoy Carlos Salinas de Gortari se le rinda hoy a sus pies. Fue el
dinero, fueron los operadores que se allegaron recursos económicos de
varias fuentes para comprar una elección.
Salinas jugó
en dos vías: la política, –con Manlio Fabio Beltrones como favorito–, y
la económica, con Peña Nieto a la cabeza. El grupo compacto fue ganando
espacios, desde 2009, cuando Luis Videgaray se impuso en la comisión de
Presupuesto de la Cámara de Diputados para entregar carretonadas de
dinero a los estados, vía obras, sobre todo de agua y carreteras;
además de sumar políticos a la causa que tiene a Peña Nieto a la cabeza.
Las
versiones sobre la maleta que cargaba Videgaray en cada elección local
para, a nombre del Peña Nieto darle su apoyo, son muchas. Fuera de los
rumores, lo cierto es que Videgaray a lo largo de su carrera, que por
supuesto no inició con el hoy reconocido por el Trife, tendió puentes,
fijó rutas y lo más importante: hizo amarres con la nomenklatura financiera.
El
dinero fluyó al PRI como no sucedió con Roberto Madrazo, político que
se enfrentó al gobierno federal en 1994, y recursos que tampoco
fluyeron con Francisco Labastida cuando creyó que le bastaría el dinero
de la caja chica, Pemex, para ganarle al entonces carismático, –antes
de ser negado más de tres veces por quienes propalaron y ejercieron el
voto útil–, Vicente Fox.
El encargado de distribuir lo
que el otro par de luises obtenía, fue Luis Vega. Era quien tenía el
billete en mano para pasarlo a otras.
Para la operación de los ríos de dinero hacía falta que Videgaray pusiera en marcha sus pactos con la nomenklatura financiera.
Sin ellos Videgaray y Vega no hubieran podido alcanza la meta: la
Presidencia de la República que podrá atascarse de los beneficios por
sus servicios.
Me refiero por supuesto a los bancos. A
los dueños de los bancos que son los mismos propietarios de los
supermercados (Soriana), que son los mismos dueños de las televisoras
(Televisa y TV Azteca), que son los dueños de los hospitales, de las
constructoras, en suma, los que se creen y ejercen como dueños de
México.
Esa es la parte visible de esta nomenklatura, los que forman parte de los consejos de administración de los bancos.
Estos
prestaron sus servicios, como Monex, Banamex-Soriana, HSBC, etcétera,
haciendo transferencias (transa…cciones le llaman otros) bancarias
electrónicas vía SPEI. El ejemplo más claro está en aquel que denunció
el diputado Ricardo Monreal y que consistió en la transferencia de una
cuenta del estado de México a un particular por 50 millones de pesos. Y
que lo “particular” de éste joven, Marco Antonio González Pak, es que
su liga llegó hasta la Fundación priista Isidro Favela.
La
operación se realizó a través de Scotiabank, –seguramente el banco del
sexenio como lo será Soriana–; el gobierno del Edomex la negó de manera
insistente, hasta amenazó con denunciar a Monreal. Para enterrar el
error se borró el nombre del joven y se puso Edomex. El hecho lo
denunció Monreal y advirtió que por alterar el documento denunciaría al
gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, una de las cabezas de
esta nomenklatura financiera.
Scotiabank tuvo
que asumir el error y decir que se había equivocado. ¡Vaya equivocación
de 50 millones de pesos! ¡Poco más de la décima parte del tope de
campaña!
Hasta aquí podemos hablar de simple cinismo,
por qué quién va a creer un error de esa millonada. Pero el regalo
mayor para los reporteros fue el desliz del secretario de finanzas
del Edomex, Raúl Murrieta, quien apenas el jueves pasado “aceptó” que
hubo esa transacción, pero que por un error de “algoritmo” se mandó
casualmente a un muchacho que llevaba hasta la fundación priista Isidro
Favela.
Pero no solo eso, reveló que hubo otras dos
transacciones que tuvieron errores. No dio montos ni nombres. Ante tal
revelación a uno le vienen a la mente otras transferencias, vía SPEI,
que sumaron 8 mil millones de pesos, operadas por Videgaray, como
documentó el Movimiento Progresista.
Mismo
banco, Scotiabank, misma vía SPEI. ¿Habrán sido otro error los 8 mil
millones de pesos que también negó tres veces el Edomex?
Esa otra parte de la nomenklatura financiera
de la cual el propio Videgaray forma parte, salió a la luz cuando
Agustín Carstens decidió que no se le tocara por denuncia alguna. A
esta pertenecen también Alfredo Gutiérrez Ortíz Mena, titular del
Sistema de Administración Tributaria; el presidente de la Comisión
Nacional Bancaria y de Valores, Guillemo Babatz Torres; Francisco Gil
Díaz; los Murrieta Cummings (unos están en Edomex otros en Pemex); José
Suárez Coppel (casi hermano de Gil Díaz); Enrique de la Madrid (ex
funcionario de HSBC); Pedro Aspe; los hermanos Werner.
Esta nomenklatura financiera se fue entrelazando con la nomenklatura política, aquella a la que tanto culpó de las desgracias familiares el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
El
claro ejemplo de esa simbiosis es Luis Videgaray, de ahí que haya sido
él la pieza clave para llevar a Peña Nieto a la silla presidencial.
Los
otros grupos de apoyo, sólo fueron eso; pero que sin duda alguna
también cobrarán a un precio alto el favor; igual lo hará esta
fortalecida nomenklatura financiera… para reclamo y coraje de los otros, la ciudadanía.
Comentarios mjcervantes@proceso.com.mx
Twt @jesusaproceso y @rompevientotv
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