125 millones de niñas y mujeres vivas en África, víctimas de la mutilación genital femenina
Renenaba.com
Traducido del francés para Rebelión por Caty R. |
Bamako.- En el marco de su asociación con la radio maliense KafoKan, de Bougouni, y el periódico Le Relais de Bougouni,
renenaba.com publica aquí un dosier sobre la mutilación genital
femenina en Malí, una práctica todavía muy extendida, Este trabajo es
el fruto de una investigación sobre el terreno llevada a cabo en las
regiones de Fégoun, en el noreste de Bamako, y Bougouni, y del análisis
de los principales estudios publicados al respecto por las
organizaciones internacionales.
En la lengua bambara, Bougouni significa «cabañita».
Según
UNICEF, casi 125 millones de niñas y mujeres vivas en África han sido
víctimas de la mutilación genital femenina. Vinculada a la pertenencia
étnica, la mutilación genital femenina se justifica a menudo por
razones de aceptación social. Los datos epidemiológicos muestran una
bajada continua de esta práctica, pero con tendencias diferentes según
los países. El acceso a datos cada vez más precisos que facilitan la
evaluación y la puesta en práctica de estrategias más eficaces, explica
en parte este retroceso.
Siempre según UNICEF, esta práctica
comienza a retroceder en numerosos países africanos desde hace 40 o 50
años. Otros experimentaron su primera bajada hace solo una veintena de
años. Los retrocesos significativos se registran en Togo, Burkina Faso,
Etiopía, Kenia, Tanzania, Benín, Liberia y Nigeria. En cambio parece
que son poco significativos en Yibuti, Gambia, Guinea Bissau, Malí,
Senegal, Somalia, Sudán, Chad y Yemen.
Los daños para la salud:
En África todos los años casi 3 millones de niñas son expuestas a los
riesgos, a veces mortales, de la mutilación genital femenina. Esta
primera entrega se ocupa de la situación de los lugares de la
mutilación genital femenina en el territorio maliense y de sus
alarmantes consecuencias para la salud. También presenta el éxito de 30
localidades que han optado por abandonar la práctica. De sus
investigaciones sobre la salud pública en Malí, Le Relais de Bougouni pone
el punto sobre la ablación del clítoris, la forma más frecuente de
mutilación genital femenina (MGF) en Malí. Todavía muy habitual en ese
país, como en toda el África subsahariana, esta práctica tiene impactos
alarmantes en la salud de las mujeres y las niñas. Sin embargo las
mentalidades van progresando. Lentamente, pero con firmeza.
En
primer lugar hacemos aquí un balance general de la práctica de la
mutilación genital femenina en Malí. Las consecuencias para la salud
son catastróficas. Según nuestras estimaciones, causaría la muerte de
entre 7.000 y 11.000 recién nacidas al año en el país. Las
consecuencias en la salud de las niñas y las madres también son muy
graves. La mutilación genital femenina sigue siendo en la actualidad un
problema de salud pública grave del que las autoridades deben ocuparse
enseguida. En el país, algunas asociaciones de primera fila, entre
ellas la ONG estadounidense «Tostan», auténtica referencia en la
materia, ya han tomado cartas en el asunto e intentan acabar con esta
práctica favoreciendo un enfoque inclusivo y voluntario que ya ha
dejado sus pruebas en casi 600 localidades malienses. Así En Fégoun,
una localidad situada al noreste de Bamako, en junio de 2013 se hizo
una declaración colectiva de abandono de la mutilación genital femenina
que ha puesto fin a la práctica en varias localidades de los
alrededores. Un éxito que debería arrastrar a otras en su estela.
Esperamos que nuestra aclaración permita también despertar algunas
conciencias.
A. Un impacto alarmante sobre la salud
Según la nomenclatura de la OMS, las mutilaciones genitales femeninas observadas en Malí se clasifican en tres categorías:
La mutilación de tipo I hace referencia a la ablación de los labios menores con o sin ablación parcial o total del clítoris.
La mutilación de tipo II es la escisión del clítoris con ablación parcial o total de los labios menores.
La
mutilación de tipo III, finalmente, corresponde a la escisión total o
parcial de los órganos genitales externos y una sutura de
estrechamiento del orificio vaginal (infibulación).
Sea cual
sea el tipo de mutilación practicada, esta tiene numerosas consecuencia
nefastas sobre la salud pública. Especialmente podemos citar:
La hemorragia grave consecutiva a la propia intervención, que en algunos casos desemboca en la muerte de la víctima.
Infecciones urinarias, cicatrices hipertróficas, coito doloroso, fístulas vaginales, frigidez.
Las
complicaciones en el momento de los partos, con los desgarros
perineales, partos difíciles que en algunos casos causan la muerte del
niño o de la madre y en el peor de los casos de ambos. Finalmente, las
hemorragias que aparecen en los meses posteriores al parto.
En 2006, la revista médica The Lancet publicó
un estudio de la OMS, realizado entre 2001 y 2003 en seis países
africanos. La situación del grupo estudiado se hizo sobre 28.393
mujeres observadas en 28 centros ginecológicos de países en los que la
mutilación genital femenina es habitual: Burkina Faso, Ghana, Kenia,
Senegal y Sudán. Entre las mujeres que sufrieron la forma más extrema
de mutilación (MGF III), el riesgo de cesárea es de media un 30%
superior con respecto a las mujeres que no sufrieron ninguna
mutilación.
Además, el riesgo de hemorragias posnatales es un
70% superior entre las mujeres mutiladas más gravemente. Esa mutilación
amenaza seriamente a los bebés durante el parto. Los niños cuyas madres
sufrieron mutilaciones a menudo tienen necesidad de reanimación (la
tasa es un 66% más alta entre los niños de las mujeres que sufrieron
una mutilación tipo III).
También la tasa de mortalidad de esos
recién nacidos, durante el parto e inmediatamente después, es mucho más
elevada cuando la madre ha sufrido una mutilación genital femenina: la
sobremortalidad es del 15% en el caso de mutilaciones de tipo I, del
32% en el caso de las mutilaciones de tipo II y del 55% en el caso de
las mutilaciones de tipo III. Sobre 1.000 alumbramientos, entre 10 y 20
niños mueren debido a esta práctica.
En Malí se estima en 728.000 el número anual de nacimientos. Sobre la base de las cifras citadas, Le Relais de Bougouni estima
que las muertes de niños provocadas por la práctica de la MGF pueden
cifrarse en una horquilla de 7.000 a 11.000 fallecimientos. Comparemos
esta cifra espantosa con el número de fallecimientos debidos al
VIH/sida, 6.000 según la ONU, solo en Malí. Combatiendo en solitario en
ese desierto de sobreentendidos, Le Relais de Bougouni no tiene
capacidad para efectuar estimaciones en los demás impactos. Muerte de
niñas tras la mutilación, muerte de madres en el parto. Pero la
situación maliense no puede separarse del estudio realizado en 2010 por
un grupo de expertos de la OMS en los mismos seis países.
Su
resumen es el siguiente: «Los costes anuales de las complicaciones
ginecológicas vinculadas a la mutilación genital femenina ascienden a
3,7 millones de dólares y representan entre el 01 y el 1% de los gastos
públicos para la salud de las mujeres de 15 a 45 años. Se prevé que los
2.800.000 jóvenes que han llegado a los 15 años en esos países
africanos pierdan en conjunto 130.000 años de vida debido a las
hemorragias asociadas a la mutilación genital femenina».
Por
otra parte, la mutilación también puede acarrear infecciones terribles
como el VIH, enfermedades debidas a virus muy resistentes con gran
expansión en el África subsahariana. Alrededor del 85% de los malienses
están afectados.
Según una investigación estadística nacional
de 2006, la tasa de prevalencia de las MGF es muy elevada en Malí:
afectaría al 85% de las mujeres entre 15 y 49 años. La tasa de
prevalencia es del 34% en las regiones del norte maliense (Tombuctú,
Gao y Kidal), de más del 92% en la región de Sikasso y de más del 97%
en las regiones de Koulikoro y Kayes. Por lo tanto se observan grandes
variaciones según las comunidades. UNICEF por su parte estima una
prevalencia del 89% en Malí.
Por lo tanto, la mutilación
genital femenina es una práctica que perdura en los países a pesar de
la lucha para su abandono emprendida hace más de medio siglo. Esta
lucha tiene su origen en el Congreso Constitutivo de la Unión de las
Mujeres del Oeste de África (UFAO), que incluyó por primera vez entre
sus prioridades la lucha contra la mutilación genital femenina. En los
años posteriores a la independencia de los países del oeste de África,
la presidenta de la comisión social de la Asamblea Nacional de Malí,
Aoua Keita, llevó a cabo, de 1962 a 1968, actividades ciertamente
tímidas pero muy reales contra esa práctica. En 1978, la Unión Nacional
de las Mujeres de Malí (UNFM) elaboró un proyecto que abordaba el
problema de la mutilación genital femenina y organizó conferencias
regionales al respecto.
Después estructuras como el Centro
Djoliba (1993) y el Comité Maliense para el Abandono de Prácticas
Tradicionales Nefastas, COMAPRAT (1984), emprenden actividades de
sensibilización contra la mutilación genital femenina y hay que
reconocer que la democratización de Malí, en 1991, favoreció la
eclosión de asociaciones que se interesan por la mutilación genital
femenina. Una gran movilización pero con pocos resultado. Es cierto
que, al mismo tiempo, los poderes públicos siempre cierran los ojos
ante esta tragedia. Fue necesario esperar a 1996 para que el Gobierno
maliense creara el Comité Nacional para el Abandono de las Prácticas
Nefastas (CNAPN). Un marco de «concertación» entre los diferentes
intervinientes, sin otro medio de acción. Finalmente, el 4 de junio de
2002, el Gobierno maliense creó el Programa Nacional de Lucha contra la
práctica de la mutilación genital femenina (PNLE). Ese programa tenía
la misión, en un país sin recursos, de coordinar, impulsar y evaluar
las acciones de lucha, un primer paso, muy tímido, sobre la información
a las familias.
Las principales dificultades en el proceso de
abandono de la práctica de la mutilación genital femenina son
especialmente la debilidad de los compromisos políticos, aquellos que
habrían permitido adoptar una ley específica al respecto. La falta de
respeto a los compromisos internacionales, en particular al Protocolo
de Maputo, es un factor agravante. Hay que contar, por supuesto, con la
hostilidad de algunos líderes religiosos musulmanes que para convencer
mantienen la confusión y presentan la mutilación genital femenina como
una obligación del islam.
B – El milagro de Fégoun
En junio de 2013, Le Relais de Bougouni asistió
a las ceremonias de la «declaración de Fégoun», en el curso de la cual
30 comunidades se comprometieron a abandonar la práctica de la
mutilación genital femenina así como el matrimonio forzoso y precoz.
Fégoun es una localidad situada al noreste de Bamako, en la orilla
derecha del Níger.
El compromiso del abandono de la práctica
fue tomado libremente por 30 localidades de las comunidades rurales de
Méguétan y Dinandougou. Este enfoque es fruto de las acciones llevadas
a cabo por la asociación «Tostan», una referencia en el ámbito del
abandono de la mutilación genital femenina. Esta ONG internacional
estadounidense tiene su sede en Dakar y lleva a cabo un «Programa de
Refuerzo de Capacidades Comunitarias» (PRCC) que tiene como base los
derechos humanos. Dicho programa está dirigido a ayudar a las
comunidades a alcanzar sus propios objetivos de desarrollo.
Malí
ha aprovechado esta política en las comunidades de Méguétan y
Dinandougou, después en Yimadio en la comunidad VI del distrito de
Bamako. De 2010 a 2013, «Tostan» ha desarrollado una dinámica
comunitaria centrada en «el desarrollo en la base»: la educación y la
sensibilización en los derechos humanos y en la salud que están en el
origen de la decisión de abandonar la mutilación genital femenina. Este
proceso de largo aliento ha engendrado un cambio de comportamiento de
las comunidades.
Y el sábado 8 de junio de 2013, más de 600
personas se reunieron en Fégoun con el fin de adquirir el compromiso
solemne de abandonar la mutilación genital femenina ante las
autoridades estatales. Durante la ceremonia, la directora del Programa
Nacional de Lucha contra la Mutilación Femenina afirmó que más allá de
las 30 comunidades de Méguétan y Dinandougou, la decisión de renunciar
a esta práctica llevaría a alrededor de 600, el número total de
localidades que, sobre el conjunto del país, se comprometen a abandonar
esta práctica cotidiana.
Debemos añadir que según la
declaración de Fégoun está ha comprobado que la lucha contra la
mutilación genital femenina no puede disociarse de la lucha contra la
pobreza. Lo confirman los resultados obtenidos por «Tostan» desde su
llegada a Malí, entre los que podemos citar:
- La creación de 38 comités de gestión comunitaria (CGC) que permiten a las mujeres mayor acceso a las tomas de decisiones en su comunidad.
- El establecimiento de ocho equipos encargados de la sensibilización de las comunidades para que abandonen la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados y precoces.
- La obtención de más de 600 partidas de nacimiento gracias a la colaboración de los CGC con los colectivos locales socios de la puesta en marcha.
- La inyección de 6 millones de francos en las actividades generadoras de rentas (AGR) en beneficio de 24 localidades en la región de Koulikoro y 3.500.000 francos para las 14 comunidades de Yirimadio.
- La creación de 38 comités de higiene en las 38 comunidades y la escolarización de más de 130 niños.
- La realización de los proyectos de desarrollo comunitario también ha contribuido al cambio de mentalidad y de comportamiento en las comunidades cubiertas por «Tostan» en Malí. Las emisoras de radio próximas, los periódicos, la televisión, sketch es , juegos y otros canales se utilizan para difundir el mensaje.
C. La ignorancia en el centro del problema
Durante
la declaración de Fégoun, todos los implicados en la mutilación genital
femenina comprendieron su responsabilidad frente a esa práctica a
través de un sketch . La puesta en escena mostraba a una suegra
forzando a su nuera a mutilar genitalmente a su hija. Gracias a la
discusión iniciada por un médico que visitaba a su amigo y a sus
explicaciones sobre los peligros de la mutilación genital femenina para
la salud, la suegra renunció a la mutilación de su nieta.
Finalmente,
la representación alerta contra todas las mujeres que defienden la
práctica de la mutilación genital femenina con los pretextos de la
tradición o la religión.
Sobre el terreno interrogamos
sucesivamente a los protagonistas de la mutilación, los jefes de las
localidades y las autoridades políticas y administrativas. Bourama
Diarra, jefe de la localidad de Fégoun testimonió la sincera toma de
conciencia de su localidad y las otras 29 que participaron en la
declaración: «el seguimiento del abandono de la mutilación genital
femenina y del matrimonio precoz o forzado será garantizado por el jefe
de la localidad, la población y las ONG. Cualquier persona que viole
esta declaración será acusada, porque es una convención que se impone a
todos nosotros», afirma Bourama Diarra. Y añade que «Tostan» los ha
sacado de «la oscuridad de la ignorancia». Durante la declaración de
Fégoun, Kamba Ballo, una anciana mutiladora, declaró que heredó la
práctica de la mutilación genital de su madre, la cual la ejerció
mientras fue capaz. Kamba Ballo, que ha abandonado la práctica de la
mutilación genital femenina, lanzó un llamamiento a todas las
mutiladoras para que hagan lo mismo.
Mutiladora durante más de
10 años, Kamba afirma que lamenta su práctica. Según ella, desde el día
que las imágenes de las víctimas de la mutilación se mostraron
públicamente en la localidad, tomó conciencia del peligro y dejó de
ejercer.
A la llegada del programa de «Tostan» se integró
valientemente en los equipos de sensibilización con el fin de compartir
su experiencia y convencer a las comunidades de que abandonen la
mutilación genital femenina. En su declaración Kamba Ballo dijo que
«fue el desconocimiento de las consecuencias nefastas de la mutilación
genital femenina el que la empujó a esta práctica».
D. La fuerza de las costumbres
La
fuerza de la costumbre perpetúa esta práctica. Todos los testimonios
recogidos sobre el terreno dejan entrever algunos cambios de
mentalidad.
Según el doctor Abdrahamane Sylla, ginecólogo del
centro de salud de referencia de Bougouni, entre el 80% y el 90% de las
mujeres en edad de procrear estarían mutiladas genitalmente. Pero «el
dato cambia con la nueva generación», entre las niñas menores de 15
años hay una bajada de alrededor del 5%. Sin embargo queda mucho
trabajo por hacer.
E. Presiones sociales
Las
mujeres que sufren complicaciones debidas a su mutilación genital se
presentan frecuentemente en el servicio del doctor Sylla. El médico
cita el caso de una paciente que cansada de que se burlasen de ella por
no estar mutilada decidió dejarse mutilar. A pesar de las terribles
consecuencias médicas, este tipo de ejemplo prospera en la opinión y da
que pensar. Es cierto que para algunas mujeres el hecho de no estar
mutiladas es una posición social difícil, por ejemplo, en la lengua
local de Bamako son las «blacoromosso», mujeres no iniciadas en el
secreto de las mujeres… Frente al peso de la tradición a menudo es
difícil no plegarse. El doctor Sylla recuerda que es fundamental hacer
hincapié en la formación de las diferentes capas sociales: formación
psicológica, médica y quirúrgica, con el fin de prevenir la práctica de
la mutilación genital femenina y garantizar la asistencia a las
víctimas.
Dentro del propio centro de salud de Bougoumi, Traoré
Kankou Kéita, comadrona desde hace 15 años, afirma que ha visto casos
de complicaciones por el estrechamiento de la vulva. Durante el parto
esas mujeres sufren desgarros vaginales o recto-vaginales. Con el fin
de evitar esta complicación, el personal sanitario se ve obligado a
practicar una episiotomía.
La comadrona afirma que durante las
consultas prenatales y los partos actúan como un grupo de animación de
sesiones de información, educación y comunicación (IEC) con las
mujeres. Esas sesiones les permiten informar a las mujeres de las
consecuencias de la mutilación. Según ella, tras esas comunicaciones
muchas mujeres asumen el compromiso de no mutilar nunca a sus hijas.
«Lo lamentable», según Traoré es cuando se entera de que a pesar del
compromiso adquirido algunas mujeres, a pesar de todo, hacen mutilar a
sus hijas de forma clandestina. Finalmente, la misma fuente revela que
las mutilaciones genitales femeninas de tipo II y III han desaparecido
de las prácticas de las mutilaciones en su región. Las mujeres no
mutiladas que frecuentan el centro médico de Bougouni son mujeres
llegadas del norte de Malí, afirma. Por otra parte, siempre según el
testimonio de Traoré, la poligamia es un factor agravante en la
práctica de la mutilación genital femenina.
En los hogares
polígamos, los hombres informan a las mujeres mutiladas de que algunas
no están mutiladas. Las primeras ridiculizan a las segundas, obligando
a algunas de ellas a hacerse mutilar o a divorciarse. Según Traoré, en
la actualidad esa es la principal razón de la mutilación genital
femenina. De una manera general, se nota que los profesionales de la
salud están bien informados respecto a la mutilación genital femenina y
tienen un juicio negativo sobre esta práctica.
F. Testimonios
Los
testimonios presentados aquí han sido recogidos a través de una emisión
interactiva de la Radio Communautaire KafoKan de Bougouni el 17 de
julio de 2013. Esa emisión, realizada en conjunto con la ONG Helvetas
Swiss Inter-coopération, registró la participación de los auditores de
la emisora. En esta ocasión, Nfa Zoumana Sangaré, exdiputado de
Bougouni, después de explicar la lucha que lleva a cabo en el hemiciclo
para el abandono de la práctica, afirmó que cuando los inconvenientes
de una tradición superan a las ventajas, hay que abandonarla.
En
consecuencia invitó a las poblaciones a abandonar esa práctica que no
presenta ninguna ventaja. Otras personas como Fofana Tata Konaté, una
habitante de Bougouni, Sira, una adolescente domiciliada en la
población de Kankéléna, e Issa Coulibaly, agricultora de la localidad
de Fiana en la comunidad de Dogo, estimaron que la mutilación genital
femenina es una práctica anclada en la cultura desde hace mucho tiempo
y para eliminarla habrá que privilegiar «la sensibilización de las
personas mayores». Todas estas personas han lanzado un llamamiento
vehemente a los padres y abuelos para que abandonen esta práctica que
tiene «muchas consecuencias nefastas».
Desde el punto de vista
de estas ponentes en las ondas de radio, para la sensibilización de las
poblaciones las ONG deben «apoyarse en la presentación de imágenes de
las víctimas y de los casos de complicaciones». Según ellos, las
imágenes son argumentos irrefutables.
Además de esas
intervenciones, algunos líderes religiosos han condenado la práctica.
Mamadou Traoré, presidente de la Asociación Maliense para la Unidad y
el Progreso del Islam (AMUPI) de Bougouni, se declaró «por el abandono
de la práctica de la mutilación genital femenina». Traoré cuenta que ha
participado en muchas reuniones, cursos de formación y foros en los que
las sugerencias y recomendaciones se formulaban como estrategias de
lucha. Entre las numerosas recomendaciones emitidas se incluye la
organización de talleres de formación e intercambio que agrupan a los
ulemas (religiosos) entre ellos con el fin de que aquellos que
defienden la práctica de la mutilación genital femenina avancen los
argumentos que se apoyan en El Corán y otros libros religiosos.
En efecto, en las discusiones es fácil apoyarse en el islam mientras
esos prosélitos no pueden citar ningún párrafo relativo a la mutilación
genital femenina en los textos religiosos.
Mamadou Traoré añade que ni El Corán ni
ningún otro libro sagrado de la religión islámica impide que las
mujeres no mutiladas cumplan los cinco pilares del islam, a saber: el
reconocimiento de la unicidad de Dios, el reconocimiento del profeta
Mahoma como enviado de Dios, la oración, el ayuno y la peregrinación.
Sin
embargo, Issa Sanogo, habitante de la localidad de Wena, comunidad de
Tiémala, planteó una cuestión: «Todos nuestros abuelos practicaban la
mutilación genital femenina, ¿en su época no existían las consecuencias
expuestas?». A través de esta cuestión, imaginamos que una parte de la
población sigue escéptica respecto a las consecuencias nefastas en
materia de salud…
G. Retraso de la edad
En
el primer semestre de 2013, los Centros de Salud Comunitarios (CSCOM)
de las Comunidades de Sido y Kokélé organizaron 52 sesiones de
información y educación para el cambio de comportamiento (IEC) que han
reunido a un total de 529 personas, de ellas 42 hombres. En general, si
una mujer encuentra dificultades durante el parto, el marido es
informado de las causas de dichas complicaciones.
Se trata por
lo tanto de sensibilizar al marido para que él no haga mutilar a sus
hijas y que estas no sufran las mismas dificultades que sus madres. En
lo que concierne a las acciones comunitarias, el 30 de mayo pasado
asistimos a una reunión de las 26 localidades de la comunidad de Sido
con el orden del día de la reflexión sobre el avance de la edad de la
mutilación genital femenina.
A esa reunión asistieron los jefes
de las localidades, los líderes religiosos, las mujeres líderes, los
representantes de los jóvenes, los agentes de salud y los cargos
comunitarios. Después de esta reunión de intercambio y sensibilización,
las 26 localidades de la comunidad rural de Sido, el 30 de mayo de
2013, acordaron la elaboración de una convención respecto a la
elevación de la edad de la mutilación a los 15 años, con la idea de
permitir que las adolescentes tengan la edad suficiente para tomar
ellas mismas la decisión. Las localidades de la comunidad de Sido
quieren que esta propuesta se convierta en una decisión de la autoridad
comunitaria…
En asociación con la Radio Rural KafoKan de
Bougouni cubrimos una emisión radiofónica masiva el 17 de mayo de 2013,
en la localidad de Sido, cabeza de partido de la comunidad.
En
la plaza de la localidad todos se movilizaron para la realización de
esta emisión. Eso permitió a los organizadores lanzar un debate público
sobre la mutilación genital femenina. Los lugareños aceptaron que sus
intervenciones, en el sentido del abandono de la práctica, se grabasen
y se difundiesen por las ondas.
H. Decisiones colectivas
La
mutilación genital femenina, práctica muy tenaz, debe seguir siendo
objeto de estudios sin descanso. Se trata de evaluar regularmente sus
consecuencias nefastas sobre la salud pública en Malí. A pesar de todos
los esfuerzos de los actores en favor de su abandono, la mutilación
genital femenina continúa practicándose en el distrito sanitario de
Bougouni. Sin embargo, teniendo en cuenta las opiniones favorables al
abandono de esta práctica, podemos decir que las acciones de lucha han
permitido alcanzar resultados positivos en las regiones de Koulikoro y
Sikasso, donde las comunidades han hecho declaraciones de abandono de
la práctica.
Las declaraciones se han hecho sin poner en
cuestión la cultura o la religión de los participantes, por la simple
comprobación de que la práctica es nefasta para la salud.
Para
los militantes de la ONG «Tostan», el enfoque no es estigmatizar a las
personas que practican la mutilación genital femenina, sino más bien
invitar a los actores a discutir libremente con el fin de tomar
decisiones colectivas sobre la base de opciones positivas para su
propia salud. Finalmente, los líderes religiosos están atentos a los
mensajes sobre la salud y no están cerrados a las discusiones. Incluso
conviene demostrar pedagogía.
Algunas notas de optimismo
aclaran pues este sombrío panorama: abandonos colectivos de comunidades
que empiezan a desarrollarse, tomas de conciencia individuales,
profesionales de la salud que constatan de forma unánime las
consecuencias nefastas e informan a las familias.
El camino
para el abandono total de la práctica todavía es largo, pero al menos
podemos esperar que la práctica disminuya a medida que se difunda la
información. Podemos testimoniar que las dinámicas de abandono
conseguidas se producen cuando se abre el debate y este es respetuoso
con la cultura maliense. Sería interesante para el Relais de Bougouni,
seguir anualmente los cambios de comportamiento que puedan producirse,
lo importante para nosotros es informar bien al gran público y
comprender las evoluciones de nuestra sociedad.
Esperamos
finalmente que en Malí todas las consecuencias de la mutilación genital
femenina sobre la salud de las poblaciones puedan ser medidas por las
autoridades y los investigadores y que todas las informaciones se
pongan a disposición del público.
Sobre la base de nuestras
estimaciones, es evidente que la práctica de la mutilación genital
femenina constituye un freno a las esperanzas de los Objetivos del
Milenio para el Desarrollo (OMD) de Malí.
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