9/20/2014

La mutilación genital femenina en Malí, una herida abierta

125 millones de niñas y mujeres vivas en África, víctimas de la mutilación genital femenina

Renenaba.com
Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

Bamako.- En el marco de su asociación con la radio maliense KafoKan, de Bougouni, y el periódico Le Relais de Bougouni, renenaba.com publica aquí un dosier sobre la mutilación genital femenina en Malí, una práctica todavía muy extendida, Este trabajo es el fruto de una investigación sobre el terreno llevada a cabo en las regiones de Fégoun, en el noreste de Bamako, y Bougouni, y del análisis de los principales estudios publicados al respecto por las organizaciones internacionales.
En la lengua bambara, Bougouni significa «cabañita».
Según UNICEF, casi 125 millones de niñas y mujeres vivas en África han sido víctimas de la mutilación genital femenina. Vinculada a la pertenencia étnica, la mutilación genital femenina se justifica a menudo por razones de aceptación social. Los datos epidemiológicos muestran una bajada continua de esta práctica, pero con tendencias diferentes según los países. El acceso a datos cada vez más precisos que facilitan la evaluación y la puesta en práctica de estrategias más eficaces, explica en parte este retroceso.
Siempre según UNICEF, esta práctica comienza a retroceder en numerosos países africanos desde hace 40 o 50 años. Otros experimentaron su primera bajada hace solo una veintena de años. Los retrocesos significativos se registran en Togo, Burkina Faso, Etiopía, Kenia, Tanzania, Benín, Liberia y Nigeria. En cambio parece que son poco significativos en Yibuti, Gambia, Guinea Bissau, Malí, Senegal, Somalia, Sudán, Chad y Yemen.
Los daños para la salud: En África todos los años casi 3 millones de niñas son expuestas a los riesgos, a veces mortales, de la mutilación genital femenina. Esta primera entrega se ocupa de la situación de los lugares de la mutilación genital femenina en el territorio maliense y de sus alarmantes consecuencias para la salud. También presenta el éxito de 30 localidades que han optado por abandonar la práctica. De sus investigaciones sobre la salud pública en Malí, Le Relais de Bougouni pone el punto sobre la ablación del clítoris, la forma más frecuente de mutilación genital femenina (MGF) en Malí. Todavía muy habitual en ese país, como en toda el África subsahariana, esta práctica tiene impactos alarmantes en la salud de las mujeres y las niñas. Sin embargo las mentalidades van progresando. Lentamente, pero con firmeza.
En primer lugar hacemos aquí un balance general de la práctica de la mutilación genital femenina en Malí. Las consecuencias para la salud son catastróficas. Según nuestras estimaciones, causaría la muerte de entre 7.000 y 11.000 recién nacidas al año en el país. Las consecuencias en la salud de las niñas y las madres también son muy graves. La mutilación genital femenina sigue siendo en la actualidad un problema de salud pública grave del que las autoridades deben ocuparse enseguida. En el país, algunas asociaciones de primera fila, entre ellas la ONG estadounidense «Tostan», auténtica referencia en la materia, ya han tomado cartas en el asunto e intentan acabar con esta práctica favoreciendo un enfoque inclusivo y voluntario que ya ha dejado sus pruebas en casi 600 localidades malienses. Así En Fégoun, una localidad situada al noreste de Bamako, en junio de 2013 se hizo una declaración colectiva de abandono de la mutilación genital femenina que ha puesto fin a la práctica en varias localidades de los alrededores. Un éxito que debería arrastrar a otras en su estela. Esperamos que nuestra aclaración permita también despertar algunas conciencias.
A. Un impacto alarmante sobre la salud
Según la nomenclatura de la OMS, las mutilaciones genitales femeninas observadas en Malí se clasifican en tres categorías:
La mutilación de tipo I hace referencia a la ablación de los labios menores con o sin ablación parcial o total del clítoris.
La mutilación de tipo II es la escisión del clítoris con ablación parcial o total de los labios menores.
La mutilación de tipo III, finalmente, corresponde a la escisión total o parcial de los órganos genitales externos y una sutura de estrechamiento del orificio vaginal (infibulación).
Sea cual sea el tipo de mutilación practicada, esta tiene numerosas consecuencia nefastas sobre la salud pública. Especialmente podemos citar:
La hemorragia grave consecutiva a la propia intervención, que en algunos casos desemboca en la muerte de la víctima.
Infecciones urinarias, cicatrices hipertróficas, coito doloroso, fístulas vaginales, frigidez.
Las complicaciones en el momento de los partos, con los desgarros perineales, partos difíciles que en algunos casos causan la muerte del niño o de la madre y en el peor de los casos de ambos. Finalmente, las hemorragias que aparecen en los meses posteriores al parto.
En 2006, la revista médica The Lancet publicó un estudio de la OMS, realizado entre 2001 y 2003 en seis países africanos. La situación del grupo estudiado se hizo sobre 28.393 mujeres observadas en 28 centros ginecológicos de países en los que la mutilación genital femenina es habitual: Burkina Faso, Ghana, Kenia, Senegal y Sudán. Entre las mujeres que sufrieron la forma más extrema de mutilación (MGF III), el riesgo de cesárea es de media un 30% superior con respecto a las mujeres que no sufrieron ninguna mutilación.
Además, el riesgo de hemorragias posnatales es un 70% superior entre las mujeres mutiladas más gravemente. Esa mutilación amenaza seriamente a los bebés durante el parto. Los niños cuyas madres sufrieron mutilaciones a menudo tienen necesidad de reanimación (la tasa es un 66% más alta entre los niños de las mujeres que sufrieron una mutilación tipo III).
También la tasa de mortalidad de esos recién nacidos, durante el parto e inmediatamente después, es mucho más elevada cuando la madre ha sufrido una mutilación genital femenina: la sobremortalidad es del 15% en el caso de mutilaciones de tipo I, del 32% en el caso de las mutilaciones de tipo II y del 55% en el caso de las mutilaciones de tipo III. Sobre 1.000 alumbramientos, entre 10 y 20 niños mueren debido a esta práctica.
En Malí se estima en 728.000 el número anual de nacimientos. Sobre la base de las cifras citadas, Le Relais de Bougouni estima que las muertes de niños provocadas por la práctica de la MGF pueden cifrarse en una horquilla de 7.000 a 11.000 fallecimientos. Comparemos esta cifra espantosa con el número de fallecimientos debidos al VIH/sida, 6.000 según la ONU, solo en Malí. Combatiendo en solitario en ese desierto de sobreentendidos, Le Relais de Bougouni no tiene capacidad para efectuar estimaciones en los demás impactos. Muerte de niñas tras la mutilación, muerte de madres en el parto. Pero la situación maliense no puede separarse del estudio realizado en 2010 por un grupo de expertos de la OMS en los mismos seis países.
Su resumen es el siguiente: «Los costes anuales de las complicaciones ginecológicas vinculadas a la mutilación genital femenina ascienden a 3,7 millones de dólares y representan entre el 01 y el 1% de los gastos públicos para la salud de las mujeres de 15 a 45 años. Se prevé que los 2.800.000 jóvenes que han llegado a los 15 años en esos países africanos pierdan en conjunto 130.000 años de vida debido a las hemorragias asociadas a la mutilación genital femenina».
Por otra parte, la mutilación también puede acarrear infecciones terribles como el VIH, enfermedades debidas a virus muy resistentes con gran expansión en el África subsahariana. Alrededor del 85% de los malienses están afectados.
Según una investigación estadística nacional de 2006, la tasa de prevalencia de las MGF es muy elevada en Malí: afectaría al 85% de las mujeres entre 15 y 49 años. La tasa de prevalencia es del 34% en las regiones del norte maliense (Tombuctú, Gao y Kidal), de más del 92% en la región de Sikasso y de más del 97% en las regiones de Koulikoro y Kayes. Por lo tanto se observan grandes variaciones según las comunidades. UNICEF por su parte estima una prevalencia del 89% en Malí.
Por lo tanto, la mutilación genital femenina es una práctica que perdura en los países a pesar de la lucha para su abandono emprendida hace más de medio siglo. Esta lucha tiene su origen en el Congreso Constitutivo de la Unión de las Mujeres del Oeste de África (UFAO), que incluyó por primera vez entre sus prioridades la lucha contra la mutilación genital femenina. En los años posteriores a la independencia de los países del oeste de África, la presidenta de la comisión social de la Asamblea Nacional de Malí, Aoua Keita, llevó a cabo, de 1962 a 1968, actividades ciertamente tímidas pero muy reales contra esa práctica. En 1978, la Unión Nacional de las Mujeres de Malí (UNFM) elaboró un proyecto que abordaba el problema de la mutilación genital femenina y organizó conferencias regionales al respecto.
Después estructuras como el Centro Djoliba (1993) y el Comité Maliense para el Abandono de Prácticas Tradicionales Nefastas, COMAPRAT (1984), emprenden actividades de sensibilización contra la mutilación genital femenina y hay que reconocer que la democratización de Malí, en 1991, favoreció la eclosión de asociaciones que se interesan por la mutilación genital femenina. Una gran movilización pero con pocos resultado. Es cierto que, al mismo tiempo, los poderes públicos siempre cierran los ojos ante esta tragedia. Fue necesario esperar a 1996 para que el Gobierno maliense creara el Comité Nacional para el Abandono de las Prácticas Nefastas (CNAPN). Un marco de «concertación» entre los diferentes intervinientes, sin otro medio de acción. Finalmente, el 4 de junio de 2002, el Gobierno maliense creó el Programa Nacional de Lucha contra la práctica de la mutilación genital femenina (PNLE). Ese programa tenía la misión, en un país sin recursos, de coordinar, impulsar y evaluar las acciones de lucha, un primer paso, muy tímido, sobre la información a las familias.
Las principales dificultades en el proceso de abandono de la práctica de la mutilación genital femenina son especialmente la debilidad de los compromisos políticos, aquellos que habrían permitido adoptar una ley específica al respecto. La falta de respeto a los compromisos internacionales, en particular al Protocolo de Maputo, es un factor agravante. Hay que contar, por supuesto, con la hostilidad de algunos líderes religiosos musulmanes que para convencer mantienen la confusión y presentan la mutilación genital femenina como una obligación del islam.
B – El milagro de Fégoun
En junio de 2013, Le Relais de Bougouni asistió a las ceremonias de la «declaración de Fégoun», en el curso de la cual 30 comunidades se comprometieron a abandonar la práctica de la mutilación genital femenina así como el matrimonio forzoso y precoz. Fégoun es una localidad situada al noreste de Bamako, en la orilla derecha del Níger.
El compromiso del abandono de la práctica fue tomado libremente por 30 localidades de las comunidades rurales de Méguétan y Dinandougou. Este enfoque es fruto de las acciones llevadas a cabo por la asociación «Tostan», una referencia en el ámbito del abandono de la mutilación genital femenina. Esta ONG internacional estadounidense tiene su sede en Dakar y lleva a cabo un «Programa de Refuerzo de Capacidades Comunitarias» (PRCC) que tiene como base los derechos humanos. Dicho programa está dirigido a ayudar a las comunidades a alcanzar sus propios objetivos de desarrollo.
Malí ha aprovechado esta política en las comunidades de Méguétan y Dinandougou, después en Yimadio en la comunidad VI del distrito de Bamako. De 2010 a 2013, «Tostan» ha desarrollado una dinámica comunitaria centrada en «el desarrollo en la base»: la educación y la sensibilización en los derechos humanos y en la salud que están en el origen de la decisión de abandonar la mutilación genital femenina. Este proceso de largo aliento ha engendrado un cambio de comportamiento de las comunidades.
Y el sábado 8 de junio de 2013, más de 600 personas se reunieron en Fégoun con el fin de adquirir el compromiso solemne de abandonar la mutilación genital femenina ante las autoridades estatales. Durante la ceremonia, la directora del Programa Nacional de Lucha contra la Mutilación Femenina afirmó que más allá de las 30 comunidades de Méguétan y Dinandougou, la decisión de renunciar a esta práctica llevaría a alrededor de 600, el número total de localidades que, sobre el conjunto del país, se comprometen a abandonar esta práctica cotidiana.
Debemos añadir que según la declaración de Fégoun está ha comprobado que la lucha contra la mutilación genital femenina no puede disociarse de la lucha contra la pobreza. Lo confirman los resultados obtenidos por «Tostan» desde su llegada a Malí, entre los que podemos citar:
  • La creación de 38 comités de gestión comunitaria (CGC) que permiten a las mujeres mayor acceso a las tomas de decisiones en su comunidad.
  • El establecimiento de ocho equipos encargados de la sensibilización de las comunidades para que abandonen la mutilación genital femenina y los matrimonios forzados y precoces.
  • La obtención de más de 600 partidas de nacimiento gracias a la colaboración de los CGC con los colectivos locales socios de la puesta en marcha.
  • La inyección de 6 millones de francos en las actividades generadoras de rentas (AGR) en beneficio de 24 localidades en la región de Koulikoro y 3.500.000 francos para las 14 comunidades de Yirimadio.
  • La creación de 38 comités de higiene en las 38 comunidades y la escolarización de más de 130 niños.
  • La realización de los proyectos de desarrollo comunitario también ha contribuido al cambio de mentalidad y de comportamiento en las comunidades cubiertas por «Tostan» en Malí. Las emisoras de radio próximas, los periódicos, la televisión, sketch es , juegos y otros canales se utilizan para difundir el mensaje.
C. La ignorancia en el centro del problema

Durante la declaración de Fégoun, todos los implicados en la mutilación genital femenina comprendieron su responsabilidad frente a esa práctica a través de un sketch . La puesta en escena mostraba a una suegra forzando a su nuera a mutilar genitalmente a su hija. Gracias a la discusión iniciada por un médico que visitaba a su amigo y a sus explicaciones sobre los peligros de la mutilación genital femenina para la salud, la suegra renunció a la mutilación de su nieta.
Finalmente, la representación alerta contra todas las mujeres que defienden la práctica de la mutilación genital femenina con los pretextos de la tradición o la religión.
Sobre el terreno interrogamos sucesivamente a los protagonistas de la mutilación, los jefes de las localidades y las autoridades políticas y administrativas. Bourama Diarra, jefe de la localidad de Fégoun testimonió la sincera toma de conciencia de su localidad y las otras 29 que participaron en la declaración: «el seguimiento del abandono de la mutilación genital femenina y del matrimonio precoz o forzado será garantizado por el jefe de la localidad, la población y las ONG. Cualquier persona que viole esta declaración será acusada, porque es una convención que se impone a todos nosotros», afirma Bourama Diarra. Y añade que «Tostan» los ha sacado de «la oscuridad de la ignorancia». Durante la declaración de Fégoun, Kamba Ballo, una anciana mutiladora, declaró que heredó la práctica de la mutilación genital de su madre, la cual la ejerció mientras fue capaz. Kamba Ballo, que ha abandonado la práctica de la mutilación genital femenina, lanzó un llamamiento a todas las mutiladoras para que hagan lo mismo.
Mutiladora durante más de 10 años, Kamba afirma que lamenta su práctica. Según ella, desde el día que las imágenes de las víctimas de la mutilación se mostraron públicamente en la localidad, tomó conciencia del peligro y dejó de ejercer.
A la llegada del programa de «Tostan» se integró valientemente en los equipos de sensibilización con el fin de compartir su experiencia y convencer a las comunidades de que abandonen la mutilación genital femenina. En su declaración Kamba Ballo dijo que «fue el desconocimiento de las consecuencias nefastas de la mutilación genital femenina el que la empujó a esta práctica».
D. La fuerza de las costumbres

La fuerza de la costumbre perpetúa esta práctica. Todos los testimonios recogidos sobre el terreno dejan entrever algunos cambios de mentalidad.
Según el doctor Abdrahamane Sylla, ginecólogo del centro de salud de referencia de Bougouni, entre el 80% y el 90% de las mujeres en edad de procrear estarían mutiladas genitalmente. Pero «el dato cambia con la nueva generación», entre las niñas menores de 15 años hay una bajada de alrededor del 5%. Sin embargo queda mucho trabajo por hacer.
E. Presiones sociales

Las mujeres que sufren complicaciones debidas a su mutilación genital se presentan frecuentemente en el servicio del doctor Sylla. El médico cita el caso de una paciente que cansada de que se burlasen de ella por no estar mutilada decidió dejarse mutilar. A pesar de las terribles consecuencias médicas, este tipo de ejemplo prospera en la opinión y da que pensar. Es cierto que para algunas mujeres el hecho de no estar mutiladas es una posición social difícil, por ejemplo, en la lengua local de Bamako son las «blacoromosso», mujeres no iniciadas en el secreto de las mujeres… Frente al peso de la tradición a menudo es difícil no plegarse. El doctor Sylla recuerda que es fundamental hacer hincapié en la formación de las diferentes capas sociales: formación psicológica, médica y quirúrgica, con el fin de prevenir la práctica de la mutilación genital femenina y garantizar la asistencia a las víctimas.
Dentro del propio centro de salud de Bougoumi, Traoré Kankou Kéita, comadrona desde hace 15 años, afirma que ha visto casos de complicaciones por el estrechamiento de la vulva. Durante el parto esas mujeres sufren desgarros vaginales o recto-vaginales. Con el fin de evitar esta complicación, el personal sanitario se ve obligado a practicar una episiotomía.
La comadrona afirma que durante las consultas prenatales y los partos actúan como un grupo de animación de sesiones de información, educación y comunicación (IEC) con las mujeres. Esas sesiones les permiten informar a las mujeres de las consecuencias de la mutilación. Según ella, tras esas comunicaciones muchas mujeres asumen el compromiso de no mutilar nunca a sus hijas. «Lo lamentable», según Traoré es cuando se entera de que a pesar del compromiso adquirido algunas mujeres, a pesar de todo, hacen mutilar a sus hijas de forma clandestina. Finalmente, la misma fuente revela que las mutilaciones genitales femeninas de tipo II y III han desaparecido de las prácticas de las mutilaciones en su región. Las mujeres no mutiladas que frecuentan el centro médico de Bougouni son mujeres llegadas del norte de Malí, afirma. Por otra parte, siempre según el testimonio de Traoré, la poligamia es un factor agravante en la práctica de la mutilación genital femenina.
En los hogares polígamos, los hombres informan a las mujeres mutiladas de que algunas no están mutiladas. Las primeras ridiculizan a las segundas, obligando a algunas de ellas a hacerse mutilar o a divorciarse. Según Traoré, en la actualidad esa es la principal razón de la mutilación genital femenina. De una manera general, se nota que los profesionales de la salud están bien informados respecto a la mutilación genital femenina y tienen un juicio negativo sobre esta práctica.
F. Testimonios

Los testimonios presentados aquí han sido recogidos a través de una emisión interactiva de la Radio Communautaire KafoKan de Bougouni el 17 de julio de 2013. Esa emisión, realizada en conjunto con la ONG Helvetas Swiss Inter-coopération, registró la participación de los auditores de la emisora. En esta ocasión, Nfa Zoumana Sangaré, exdiputado de Bougouni, después de explicar la lucha que lleva a cabo en el hemiciclo para el abandono de la práctica, afirmó que cuando los inconvenientes de una tradición superan a las ventajas, hay que abandonarla.
En consecuencia invitó a las poblaciones a abandonar esa práctica que no presenta ninguna ventaja. Otras personas como Fofana Tata Konaté, una habitante de Bougouni, Sira, una adolescente domiciliada en la población de Kankéléna, e Issa Coulibaly, agricultora de la localidad de Fiana en la comunidad de Dogo, estimaron que la mutilación genital femenina es una práctica anclada en la cultura desde hace mucho tiempo y para eliminarla habrá que privilegiar «la sensibilización de las personas mayores». Todas estas personas han lanzado un llamamiento vehemente a los padres y abuelos para que abandonen esta práctica que tiene «muchas consecuencias nefastas».
Desde el punto de vista de estas ponentes en las ondas de radio, para la sensibilización de las poblaciones las ONG deben «apoyarse en la presentación de imágenes de las víctimas y de los casos de complicaciones». Según ellos, las imágenes son argumentos irrefutables.
Además de esas intervenciones, algunos líderes religiosos han condenado la práctica. Mamadou Traoré, presidente de la Asociación Maliense para la Unidad y el Progreso del Islam (AMUPI) de Bougouni, se declaró «por el abandono de la práctica de la mutilación genital femenina». Traoré cuenta que ha participado en muchas reuniones, cursos de formación y foros en los que las sugerencias y recomendaciones se formulaban como estrategias de lucha. Entre las numerosas recomendaciones emitidas se incluye la organización de talleres de formación e intercambio que agrupan a los ulemas (religiosos) entre ellos con el fin de que aquellos que defienden la práctica de la mutilación genital femenina avancen los argumentos que se apoyan en El Corán y otros libros religiosos. En efecto, en las discusiones es fácil apoyarse en el islam mientras esos prosélitos no pueden citar ningún párrafo relativo a la mutilación genital femenina en los textos religiosos.
Mamadou Traoré añade que ni El Corán ni ningún otro libro sagrado de la religión islámica impide que las mujeres no mutiladas cumplan los cinco pilares del islam, a saber: el reconocimiento de la unicidad de Dios, el reconocimiento del profeta Mahoma como enviado de Dios, la oración, el ayuno y la peregrinación.
Sin embargo, Issa Sanogo, habitante de la localidad de Wena, comunidad de Tiémala, planteó una cuestión: «Todos nuestros abuelos practicaban la mutilación genital femenina, ¿en su época no existían las consecuencias expuestas?». A través de esta cuestión, imaginamos que una parte de la población sigue escéptica respecto a las consecuencias nefastas en materia de salud…
G. Retraso de la edad

En el primer semestre de 2013, los Centros de Salud Comunitarios (CSCOM) de las Comunidades de Sido y Kokélé organizaron 52 sesiones de información y educación para el cambio de comportamiento (IEC) que han reunido a un total de 529 personas, de ellas 42 hombres. En general, si una mujer encuentra dificultades durante el parto, el marido es informado de las causas de dichas complicaciones.
Se trata por lo tanto de sensibilizar al marido para que él no haga mutilar a sus hijas y que estas no sufran las mismas dificultades que sus madres. En lo que concierne a las acciones comunitarias, el 30 de mayo pasado asistimos a una reunión de las 26 localidades de la comunidad de Sido con el orden del día de la reflexión sobre el avance de la edad de la mutilación genital femenina.
A esa reunión asistieron los jefes de las localidades, los líderes religiosos, las mujeres líderes, los representantes de los jóvenes, los agentes de salud y los cargos comunitarios. Después de esta reunión de intercambio y sensibilización, las 26 localidades de la comunidad rural de Sido, el 30 de mayo de 2013, acordaron la elaboración de una convención respecto a la elevación de la edad de la mutilación a los 15 años, con la idea de permitir que las adolescentes tengan la edad suficiente para tomar ellas mismas la decisión. Las localidades de la comunidad de Sido quieren que esta propuesta se convierta en una decisión de la autoridad comunitaria…
En asociación con la Radio Rural KafoKan de Bougouni cubrimos una emisión radiofónica masiva el 17 de mayo de 2013, en la localidad de Sido, cabeza de partido de la comunidad.
En la plaza de la localidad todos se movilizaron para la realización de esta emisión. Eso permitió a los organizadores lanzar un debate público sobre la mutilación genital femenina. Los lugareños aceptaron que sus intervenciones, en el sentido del abandono de la práctica, se grabasen y se difundiesen por las ondas.
H. Decisiones colectivas

La mutilación genital femenina, práctica muy tenaz, debe seguir siendo objeto de estudios sin descanso. Se trata de evaluar regularmente sus consecuencias nefastas sobre la salud pública en Malí. A pesar de todos los esfuerzos de los actores en favor de su abandono, la mutilación genital femenina continúa practicándose en el distrito sanitario de Bougouni. Sin embargo, teniendo en cuenta las opiniones favorables al abandono de esta práctica, podemos decir que las acciones de lucha han permitido alcanzar resultados positivos en las regiones de Koulikoro y Sikasso, donde las comunidades han hecho declaraciones de abandono de la práctica.
Las declaraciones se han hecho sin poner en cuestión la cultura o la religión de los participantes, por la simple comprobación de que la práctica es nefasta para la salud.
Para los militantes de la ONG «Tostan», el enfoque no es estigmatizar a las personas que practican la mutilación genital femenina, sino más bien invitar a los actores a discutir libremente con el fin de tomar decisiones colectivas sobre la base de opciones positivas para su propia salud. Finalmente, los líderes religiosos están atentos a los mensajes sobre la salud y no están cerrados a las discusiones. Incluso conviene demostrar pedagogía.
Algunas notas de optimismo aclaran pues este sombrío panorama: abandonos colectivos de comunidades que empiezan a desarrollarse, tomas de conciencia individuales, profesionales de la salud que constatan de forma unánime las consecuencias nefastas e informan a las familias.
El camino para el abandono total de la práctica todavía es largo, pero al menos podemos esperar que la práctica disminuya a medida que se difunda la información. Podemos testimoniar que las dinámicas de abandono conseguidas se producen cuando se abre el debate y este es respetuoso con la cultura maliense. Sería interesante para el Relais de Bougouni, seguir anualmente los cambios de comportamiento que puedan producirse, lo importante para nosotros es informar bien al gran público y comprender las evoluciones de nuestra sociedad.
Esperamos finalmente que en Malí todas las consecuencias de la mutilación genital femenina sobre la salud de las poblaciones puedan ser medidas por las autoridades y los investigadores y que todas las informaciones se pongan a disposición del público.
Sobre la base de nuestras estimaciones, es evidente que la práctica de la mutilación genital femenina constituye un freno a las esperanzas de los Objetivos del Milenio para el Desarrollo (OMD) de Malí.

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