1.
Hace 14 años, se publicó el libro: “El almanaque mexicano” de Sergio
Aguayo. Inmediatamente lo compré porque me llaman mucho la atención los
libros que contienen datos y estadísticas políticas que mucho me
ayudan. No está demás comentarles que –aunque no le tengo confianza
alguna a Televisa- poseo muchos tomos de “Almanaque mundial” que
leyéndolos críticamente, me dan un panorama general de la situación de
muchos países. Obviamente deben tomarse “con pinzas” porque las
ideologías deforman la realidad. Sin embargo también año tras año acudo
invitado al Seminario Internacional convocado por el PT a escuchar
ponencias de muchos países.
2. Los datos estadísticos –así como
todas las noticias en los medios de información- siempre deben tomarse
con desconfianza; sin embargo no hay otros que pudieran acercarnos a lo
que es. ¿Cómo carajos saber si en México hoy hay 115 o 120 millones de
habitantes sino a partir del INEGI que monopoliza los datos? ¿Cómo
saber si somos 80 o 100 millones de pobres si el gobierno interviene
siempre en el INEGI para decir lo que se informa y lo que no? Obvio,
alguien diría que esos datos no deben interesarnos porque es evidente
que el pueblo muere de hambre y nadie puede engañarnos. ¿Pero, cómo
saber de los enormes ingresos y miserias en las clases sociales?
3. Aguayo por ejemplo publica un breve artículo sobre el estado de la
educación en México a partir de estadísticas que investigó con su
equipo. Plantea que “la reducción de los presupuestos oficiales ha
provocado la caída en la calidad de la educación pública. Que entre las
consecuencias de dicha caída está la expansión de la educación privada
que ha registrado un crecimiento espectacular pero que también tiene
una calidad desigual”. Con todo y aportaciones de gobiernos estatales y
municipales apenas llega al 5.5 del PIB y éstas varían enormemente
entre Oaxaca y Baja California. ¿Sabías que 5.5 es lo mínimo ante
países que aportan el 8 y el 12 % del PIB?
4. Sin duda este
es el “quid” del asunto. Desde que se creó la UNESCO allí en 1946 se
recomendó a todos los países aplicar en educación el 8 por ciento (cosa
mínima) de su PIB para los problemas educativos de analfabetismo, de
educación primaria, media, media superior y superior. El gobierno de
México de Miguel Alemán y los siguientes –sin ver en perspectiva la
educación del pueblo- aplicó cada sexenio el 4 por ciento, es decir, la
mitad de lo recomendado. ¿Puede olvidarse además que los altos
directivos de la SEP siempre cobraron 10 veces lo que un profesor y que
muchos gastos de la secretaría estuvieron en la categoría de
suntuarios?
5. La izquierda siempre denunció la situación,
pero fue sólo hasta 1984 cuando Reyes Heroles, secretario de educación,
que se denunció que nuestra escolaridad en México era de cuatro años y
que habría que hacer un “revolución educativa”. Obvio ésta no se hizo,
Reyes falleció y el SNTE de los líderes espurios impuso su poder. De
pronto, como si fuera un milagro, a los dos o tres años ya se hablaba
que la escolaridad en México era de siete años y que se haría el nivel
de secundaria como obligatorio. Aquí también las estadísticas se
pusieron al servicio total de poder para demostrar los avances de
México y “lo de Reyes Heroles fue un ex abrupto”.
6. Aguayo
escribió que “entre las consecuencias de dicha caída del presupuesto
púbico, está la expansión de la educación privada que ha registrado un
crecimiento espectacular pero que también tiene una calidad desigual”.
En México no se prohibió la educación privada, pero jamás se dejó
crecer a más de 5 por ciento, reservando como pública, gratuita y laica
el 95 por ciento. Sin embargo, al irresponsabilizarse el Estado en
inversión educativa, impulsó que la enseñanza privada creciera hasta un
40 por ciento. Con ello no sólo se abandonó a los edificios escolares
sino también los salarios del magisterio se deterioraron al mismo ritmo
que los cursos de capacitación de los profesores.
7. Estos
dos puntos que trata Aguayo:
a) el recorte del presupuesto y
b) la
privatización educativa, son sin duda la clave para comprender todo el
proceso educativo en México que significa deteriorar la educación
pública, desprestigiarla, para justificar su privatización. No es
ningún problema de profesores, su preparación o sus exámenes, sino un
asunto de privatización que es una consigna internacional del imperio
yanqui. Por ello los 300 mil profesores de la Coordinadora (CNTE) no
han dejado de luchar contra la privatización educativa que sólo
beneficia a los que tienen dinero, así como defender la escuela
pública, gratuita y laica para todo el pueblo.
8. Sin embargo
tampoco puede soslayarse que también el problema principal de la
educación es la pobreza y la miseria del 70 por ciento de los
estudiantes. ¿Cuántos niños –hijos de padres desempleados o con sueldos
miserables- acuden a la escuela sin haber comido, sin idea del
significado concreto de la educación, sin los códigos y sin comprender
lo que el profesor dice y con los problemas diarios del hogar? ¿Cómo
comparar a estos alumnos con los hijos de la clase rica o los de las
clases medias que tienen para pagar una colegiatura y para alimentar a
sus hijos?
Blog del autor: http://pedroecheverriav. wordpress.com
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