México
D.F., 16 sep. 14. AmecoPress.- Hace exactamente dos años, el lunes 17
Septiembre de 2012 escribí un texto que ahora reproduzco más abajo.
Hoy, igual que entonces, tuve tiempo para revisar y reflexionar. Casi
nada de lo que escribí entonces ha cambiado, excepto que los institutos
de las mujeres en lugar de talleres superficiales han iniciado
seminarios, diplomados y capacitación con profundidad. Horas sumadas
que buscan realmente incidir en el conocimiento, lo que convive con la
superficialidad y prácticas lamentables, a las que aquí, cuando
Calderón todavía era presidente, evalué. ¿Preguntándome por qué no
avanza la cultura feminista y se encalla la tecnocracia de género?
Es importante
siempre revisar el pasado. Invito a leer lo que entonces dije y se
parece al hoy, sin duda: “En los días de asueto me puse a revisar y
ordenar papeles y libros. De pronto me di cuenta que en los últimos
años se multiplicaron por docenas los diagnósticos, estudios, guías de
lenguaje, de liderazgo, de derechos humanos, sobre la condición de las
mujeres y muchos más.
“También
surgieron toda clase de iniciativas e instituciones nacionales,
estatales y municipales. Se diría que el país está cruzado por lo que
se llaman políticas de género y acciones de, por y para abordar la
discriminación y la opresión de las mexicanas.
“Esta enorme
producción, que en algunas ocasiones se liga al anuncio y puesta en
práctica de políticas públicas, programas, campañas y modificaciones de
ley, paradójicamente, no han conseguido una mejoría real en la vida de
las mujeres y conlleva una reacción de resistencia constante en el
mundo del patriarcado que nos acosa.
“Las
estadísticas, los estudios de caso que hacen las investigadoras, de
todas las universidades e instituciones del saber, muestran que no
hemos logrado más que un avance lento en la construcción de la
igualdad, ahora signada por la ley.
“Arrastramos
toda clase de calamidades. Como la inamovible cifra de la muerte
materna, entre otras causas, porque en 31 entidades del país el aborto
sigue prohibido. Sólo en el Distrito Federal es posible una
interrupción voluntaria durante las primeras doce semanas de gestación,
lo que seguramente ha salvado muchas vidas. No es poco, pero es
insuficiente del todo.
“La violencia
contra las mujeres, más bien ha crecido, se puede probar. Y los actos
de discriminación cotidiana son inenarrables. Los cuellos de botella en
los partidos políticos, la indescriptible banalización de la condición
femenina en los medios de comunicación, así los textos de las
maravillosas y democráticas redes sociales rebasan a la inteligencia y
vemos cómo día a día se reafirma la idea de que las mujeres valen menos
que los hombres. A menos que el espejismo no nos deje saber.
“Esta
parafernalia de palabras, discursos, leyes y propuestas, curiosamente
se ha dado en forma exponencial durante los 12 años en que nos gobernó
–bueno aún nos gobierna 2012- el Partido Acción Nacional (PAN), el que
ostenta a la derecha reconocida, la otra derecha está en todas partes.
Y es curioso porque con los conservadores una pensaría que hay
retrocesos nada más. Y los hay.
“De todo esto,
dos cosas me preocupan, cuando estamos en el dintel de un cambio de
administración: uno, que la política pública es pobre, que no se
profundizó ni el interés ni la eficacia. Que la llamada cultura
feminista no existe para las masas y es escasa en las élites. Que
cientos de publicaciones son repetición inopinada de la construcción de
directrices internacionales. Algunas leyes son copia fiel de lo
elaborado por Naciones Unidas, lo que en sí mismo no es malo, pero se
carece de los claroscuros de nuestras realidades.
“Dos, se han
invertido millones de pesos en difundir y catequizar sobre lo que se
conoce como “perspectiva de género”, en todas las instituciones
gubernamentales, cada secretaría, institución, órgano de derechos
humanos o contra la discriminación, han expandido un discurso de lo que
podríamos considerar como la difusión de una cultura de género y
feminista.
“¡Fantástico!
La pregunta es ¿por qué no hay mejores resultados? Y entonces me puse a
leer y leer. Y me asaltó un enorme desencanto. Además de que las ideas
o palabras se repiten, como oraciones o tablas de multiplicar, pero muy
pocos conceptos, no encontré elaboración teórica y prácticas de campo
que me acercarán a la realidad de las mexicanas y, por otro lado, la
avalancha de “talleres”, “pláticas” y “seminarios” que se hacen con el
dinero de la nación, tienen como característica general la
superficialidad y lo que he llamado “tecnocracia de género”.
“No sé con
exactitud cuántas instituciones surgieron, pero muchos institutos
estatales y municipales de las mujeres están ahora en todas ciudades
del país, casi siempre con pocos recursos y muchas responsabilidades.
Desde el centro, el Instituto Nacional -cuyo nacimiento aplaudimos y
queríamos- impone temas, campañas, como si los problemas fueran
idénticos; se han puesto en marcha mecanismos entre clientelares y
obscenos.
“Sólo apuntan
a cumplir abultados informes: miles de personas han pasado por talleres
y reuniones, de tiempos mínimos, sin altura de miras, sin formación en
lo que las feministas conceptuales definen como pedagogía feminista. Se
trata de llenar formularios y acumular números. Hay quien los define
como “tortibonos”. Pero nada más.
“Hay
diagnósticos millonarios, como uno sobre feminicidio impulsado por la
Secretaría de Gobernación, que todavía no conocemos (que ahora 2014 ya
conocemos). Se hizo un previo, al comienzo del gobierno de Felipe
Calderón, signado por nuestra máxima casa de estudios: la UNAM, que
desechó la “autoridad” y que complementaba el realizado por la Cámara
de Diputados entre 2005 y 2006. Hay un compendio hecho en la
legislatura que acaba de terminar, específicamente estadístico sobre la
tremenda cifra de los asesinatos de mujeres.
“Asusta que en
este tema, el más grave que nos rodea, haya como 300 publicaciones de
todo tipo, programas, guías de atención, cartillas, sin ir realmente al
fondo.
“La doctora
Irma Saucedo, encontré, es la única que aporta nuevos conceptos
prácticos para abordar la violencia contra las mujeres y advierte, esta
estudiosa del Colegio de México, de cómo la superficialidad puede
revictimizar a las mujeres que viven la violencia y sugiere que
mientras se hagan intervenciones irresponsables, no científicas, los
operadores de los programas no ayudan y con frecuencia destruyen
cualquier avance, que podrían hacer las tan llevadas y traídas
instituciones y políticas públicas.
“Entonces
pensé: En lugar de tantos discursos, palabras, publicaciones,
expresiones superficiales, el gobierno debía hacer una tirada
millonaria de los dos tomos del Segundo Sexo de Simón de Beauvoir;
editar el voluminoso libro de Kate Millet sobre Política Sexual o
llevar a las preparatorias los ensayos de John Stuart Mill, y tantas
otras clásicas de la misma manera como se estudia a los clásicos para
entender la Teoría del Estado; entrenar a talleristas, conferencistas,
escritoras u opinantes en la verdadera ciencia feminista.
“Hay muchos
más libros y posibilidades infinitas, elaboraciones históricas
fundamentales que hacen algunas feministas. Ellas si que profundizan y
veo, con horror, cómo libros y ensayos se quedan en los almacenes con
tirajes pírricos o en los estantes de las librerías, mientras los
clásicos escasean, no se reeditan y menudea la no reflexión, que sumada
a la exponencial revolución de las comunicaciones, como dicen los
científicos, vamos a un sendero donde no se reflexiona ni se discute,
cómo sería una cruzada de género para transformar las relaciones entre
los hombres y las mujeres. Sería una tarea del gobierno y si se quiere
del Estado en su conjunto.
“Nada de eso.
Por el contrario, se dan recetarios, que a veces conducen a las mujeres
y también a los hombres, a senderos, por decir lo menos, inapropiados.
Se habla con ligereza en todas las tribunas, da horror el funcionariado
cuando tiene espacios en la televisión.
“Me imagino a
varias historiadoras, que estudian y bien escriben, desesperadas por
tanta ignorancia, entre quienes tienen la obligación de hacer
transversal la cuestión de género y cómo estos personajes ayudan a una
visión confusa y poco ilustrada.
“Dirán que
exagero. Salvo algunas organizaciones civiles que procuran la
ilustración y hacen estudios sustantivos, todo lo que se hace en la
oficialidad es como para llorar, entre otras cosas porque los panistas
y otros gobiernos, echaron a la basura una oportunidad preciosa.
“A eso
agregamos el bajo nivel de políticos y políticas, la inexistencia de
gobernabilidad en buena parte del territorio nacional, la violencia
institucional como la gran maestra de nuestra juventud, así como las
propuestas legislativas, que se multiplican como programas de cine,
para pasar el examen de diputado, diputada, senador o senadora (nota
actual: las reformas de Peña Nieto si fueron eso y serán algo más).
“Las
responsables de los institutos de las mujeres, jefas de programas,
auténticas esforzadas por mitigar la condición de las mujeres, han sido
lanzadas sin instrumentos a la realidad de millones de mujeres.
“Ellas, con
buena voluntad, no atinan y como no se transforman ni cambian su mirada
del mundo, reafirman las peores circunstancias de las mujeres, las
revictimizan, funcionan como soporte de la familia tradicional; huyen,
no por mala onda, sino por ignorancia, de los temas de la diversidad
sexual y se santiguan frente al matrimonio entre personas del mismo
sexo, hablan en voz baja sobre la prostitución, no reconocen la
variedad de las familias, no se conmueven de fondo por prácticas como
la esterilización de las indígenas o la trata de niños y niñas,
reafirman la discriminación y profundizan la desigualdad.
“Habría que
decir una cosa, en el terreno oficial, no hablo de las feministas
civiles y constructoras cotidianas sino de las funcionarias (o de
muchas funcionarias). Decir que ha sido en estos años de panismo algo
asombroso la tarea del Fondo de Cultura Económica que editó a muchas
escritoras, cuyos libros eran inaccesibles, se habían dejado de editar.
Consuelo Saízar hizo una labor estupenda. Pudimos leer, entre muchas, a
Elena Garro y contar por primera vez con dos volúmenes de la Vida
Cotidiana en México.
“Esto todo
significa que el desencanto puede ser mayor. Nada, absolutamente nada,
nos hace pensar que el llamado nuevo PRI, hará por las mexicanas algo
distinto, sino como se dice, todo lo contrario. Qué miedo”.
Dos años
después ya no da miedo. Se constata voluntad, cumplimiento inicial a la
tercera línea del Plan Nacional de Desarrollo, lo que falta es ciencia,
conciencia y paciencia para derribar obstáculos en todo el espectro,
que sea capaz de hacer algo distinto al PAN. Seguimos esperando.
Esperaremos nuevos bríos y nuevas cosas. Que se dé fin a la tecnocracia
de género.
Foto: Archivo AmecoPress.
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