Pedro Echeverría V.
1. Según programación el Papa Francisco arribará a México en 12 de
febrero y regresará a Roma el 17, cinco días después. Estará en Palacio
Nacional, en la Catedral, en la Basílica, en Ecatepec, en el Auditorio
Nacional, en Chiapas, en Michoacán, Chihuahua y algún lugar más. En cada
espacio le han venido preparando recibimientos tumultuarios por dos
motivos esenciales: a) profundizar la fe católica en México y la región,
así como b) reafirmar el poder de la iglesia como institución mundial.
Sin embargo a su alrededor se registrarán otras cosas: balancear las
relaciones política/económicas en la región conciliando intereses en
pugna y arreglar pendientes dentro de la misma iglesia. Los negocios que
se harán o surgirán con la visita podrían ser otra cosa.
2. Ningún Papa, ni gobernante alguno –mucho menos si son de altísima
jerarquía- puede actuar con libertad de acuerdo a sus deseos. No debe
jamás olvidarse el poder que representan porque siempre él (no el
personaje) es el que determina los programas. El Papa se hizo llamar
Francisco por aquello de la iglesia de los pobres que recuperaría la
presencia del Vaticano (hoy muy desprestigiado por sus eternas alianzas
con el imperio, por sucesos como “la pederastia” que no ha combatido,
por la persecución a homosexuales, por castigar el aborto, así como
otras muchas acusaciones que ha recibido dentro y fuera de la iglesia.
¿O es que los Papas seguirán escuchando solamente a los poderosos y
negando que no son instrumentos de ellos?
3. Se espera que este Papa latinoamericano obtenga la fuerza para
cumplir lo que dice en su discurso a favor a de las grandes mayoría del
continente. Sin embargo lo más seguro es que sea más de lo mismo: que
cumpla –como lo hicieron otras papas, en especial Juan Pablo II- con la
obligación de estar subordinado al Estado Vaticano que es una potencia
mundial y demás poderes imperialistas. Por lo menos el 50 por ciento de
la población mexicana nació bajo esta religión y les tengo un enorme
respeto; no soy religioso, pero como ser humano estoy obligado a decir
que si los católicos y sus representantes quieren contribuir a que en el
mundo no haya explotación, opresión y pobreza hay que batallar aquí y
ahora en la tierra. (3/II/16)
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