2/03/2016

¿Habrá que esperar que el Papa llegue y se vaya de México para saber?


Pedro Echeverría V.

1. Según programación el Papa Francisco arribará a México en 12 de febrero y regresará a Roma el 17, cinco días después. Estará en Palacio Nacional, en la Catedral, en la Basílica, en Ecatepec, en el Auditorio Nacional, en Chiapas, en Michoacán, Chihuahua y algún lugar más. En cada espacio le han venido preparando recibimientos tumultuarios por dos motivos esenciales: a) profundizar la fe católica en México y la región, así como b) reafirmar el poder de la iglesia como institución mundial. Sin embargo a su alrededor se registrarán otras cosas: balancear las relaciones política/económicas en la región conciliando intereses en pugna y arreglar pendientes dentro de la misma iglesia. Los negocios que se harán o surgirán con la visita podrían ser otra cosa.

2. Ningún Papa, ni gobernante alguno –mucho menos si son de altísima jerarquía- puede actuar con libertad de acuerdo a sus deseos. No debe jamás olvidarse el poder que representan porque siempre él (no el personaje) es el que determina los programas. El Papa se hizo llamar Francisco por aquello de la iglesia de los pobres que recuperaría la presencia del Vaticano (hoy muy desprestigiado por sus eternas alianzas con el imperio, por sucesos como “la pederastia” que no ha combatido, por la persecución a homosexuales, por castigar el aborto, así como otras muchas acusaciones que ha recibido dentro y fuera de la iglesia. ¿O es que los Papas seguirán escuchando solamente a los poderosos y negando que no son instrumentos de ellos?

3. Se espera que este Papa latinoamericano obtenga la fuerza para cumplir lo que dice en su discurso a favor a de las grandes mayoría del continente. Sin embargo lo más seguro es que sea más de lo mismo: que cumpla –como lo hicieron otras papas, en especial Juan Pablo II- con la obligación de estar subordinado al Estado Vaticano que es una potencia mundial y demás poderes imperialistas. Por lo menos el 50 por ciento de la población mexicana nació bajo esta religión y les tengo un enorme respeto; no soy religioso, pero como ser humano estoy obligado a decir que si los católicos y sus representantes quieren contribuir a que en el mundo no haya explotación, opresión y pobreza hay que batallar aquí y ahora en la tierra. (3/II/16)

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