3/16/2020

Funcionario invisible



Es el funcionario invisible de la administración pública federal. Se desconocen sus opiniones sobre los trabajos de la secretaría que preside: la de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu). Como cuando se discuten proyectos como el Tren Maya, el Corredor Transístmico. O la ocupación de la franja costera y el crecimiento armónico de los centros de población. Mucho menos para anunciar medidas que ayuden a elevar la calidad de vida del medio rural.
Esa ausencia explica por qué el responsable del Fondo Nacional de Turismo, Rogelio Jiménez Pons, solicitó al ayuntamiento de Benito Juárez, no autorizar más construcciones en Cancún pues, entre otras cosas, complican el abasto de servicios públicos. Además, reveló que Víctor Toledo, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, revisará la densidad de construcciones en la zona turística de esa ciudad donde se proyectan dos enormes complejos hoteleros: Grand Island y Riviera Cancún.
Al fin, los funcionarios se preocupan por la saturación de hoteles y servicios conexos en esa ciudad. Es de esperarse que también lo hagan por quienes viven en las zonas marginales. Y por la conservación del acuífero, cada día más sobrexplotado. Es lo que piden desde hace lustros los grupos ecologistas locales y científicos renombrados, como el doctor Arturo Gómez Pompa. Todos ellos exigen, sin éxito, mejorar y consolidar el equipamiento urbano a fin de evitar el colapso como centro turístico y poblacional. También piden detener el crecimiento anárquico en la Riviera Maya, los 120 kilómetros que van de dicha ciudad a Tulum y cuyo corazón es Playa del Carmen. Hoy, ambos cuentan con la mayor oferta hotelera del litoral marino de América Latina: más de 170 mil cuartos y servicios de apoyo muy diversos; con una población que supera el promedio nacional y con pobreza al lado de magnos complejos hoteleros.
Del crecimiento desorbitado se ha salvado Tulum, con 8 mil cuartos en hoteles de baja densidad. Mas los grandes intereses económicos quieren repetir lo mal hecho en Cancún y la Riviera Maya. Recientemente la Semarnat concedió los permisos para construir el hotel International Tulum, de más de mil habitaciones en 11 hectáreas hoy forestales, ubicadas en Tankah III. La inversión: 129 millones de dólares.
Existe sobrada preocupacion de que ese enorme hotel, el de Chemuyil (más de 800 cuartos), y el lujoso complejo residencial Amaná con 125 departamentos, abran la puerta a otros megaproyectos que afecten el cuerpo de agua subterránea más importante de Mesoamérica: el Gran Acuífero Maya, el cual por milenios ha guardado gran parte de la historia de la península de Yucatán. Un documental del arqueólogo subacuático Guillermo de Anda y de Víctor Mariña muestra ese tesoro natural y científico. Y que en Tulum se ubica Sac Actún, la cueva inundada más grande del mundo. (Se puede disfrutar en TvUnam.)
Y por si no bastara lo anterior, esos nuevos desarrollos se ubican hacia la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, con más de medio millón de hectáreas y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y Reserva de la Biosfera. Hogar del jaguar, el tapir, el manatí y el pecarí, Sian Ka’an tiene un sistema de ríos subterráneos de agua dulce que interconectan los cenotes y los Petenes. Creada en 1987, alberga incalculable biodiversidad y belleza del paisaje, atractivos para el turismo sostenible.
Al sur de Quintana Roo igualmente se intenta promover el turismo en lugares de extraordinaria belleza, como Mahahual y Bacalar. Pero no existe ninguna directriz oficial para evitar que se repitan las nocivas experiencias vividas en Cancún y la Riviera Maya. Sigue así ausente un ordenamiento territorial que conserve los recursos naturales y eleve la calidad de vida de las poblaciones locales y de los migrantes. Y, además, evite la presencia del crimen organizado, plaga que azota a Quintana Roo.
La Cuarta Transformación prometió un crecimiento sin deterioro. En esa entidad ocurre lo contrario. Con el agravante de que la severa crisis económica mundial y, por ende, la del país, incidirán gravemente en la vida de los 2 millones de habitantes que residen en principal polo turístico de México. ¿A quién echar la culpa de lo que se avecina?

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