Tanto la Cámara Baja como
el Senado del Parlamento de Canadá aprobaron ayer el proyecto de ley
presentado por el gobierno del primer ministro Justin Trudeau para la
ratificación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Con el
posterior consentimiento otorgado por la gobernadora general, Julie
Payette, la iniciativa cobró fuerza legal el último día de actividades
parlamentarias en ese país antes de un receso legislativo con el cual se
busca evitar la propagación del Covid-19.
México ratificó el acuerdo que sustituye al Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) el pasado 10 de diciembre, y Estados
Unidos hizo lo propio el 29 de febrero, con lo que ahora sólo falta
definir las regulaciones de los mecanismos del tratado, procedimiento
para el cual se prevé un periodo máximo de tres meses.
La conclusión exitosa de los procesos nacionales con el fin de
ratificar el acuerdo trilateral, es buena noticia en tanto supone el
regreso de la certidumbre en los intercambios regionales, perdida cuando
Donald Trump llegó a la Casa Blanca y usó el TLCAN (documento sin duda
lleno de aspectos criticables) como chivo expiatorio de los retrocesos
en materia industrial que trajo consigo la financierización de la
economía estadunidense, emprendida décadas antes de que dicho acuerdo
entrara en vigor. Cabe esperar que en México restará presión a la
economía en momentos en que la pandemia del coronavirus somete al país a
previsiones sombrías acerca del desempeño económico en los próximos
meses mediante fuertes descalabros en los precios petroleros, la paridad
monetaria y los indicadores bursátiles.
Con todo, no debe perderse de vista que los efectos del T-MEC
tardarán todavía algunos meses en filtrarse en el conjunto de la
economía, conforme sus diversas disposiciones entren en vigor y las
empresas de los tres países adapten sus procesos al nuevo marco
normativo. En este sentido, es necesario tener presente que las
modificaciones introducidas al texto original, aprobado en diciembre de
2018, contienen nuevas reglas en materia laboral y ambiental (impulsadas
por el Partido Demócrata de Estados Unidos), muchas de cuyas
implicaciones en la organización económica sólo podrán conocerse sobre
la marcha.
Por último, si bien México debe aprovechar el regreso a la normalidad
en el principal bloque económico del que forma parte, es importante que
la estabilidad temporal no lleve a descuidar la impostergable
diversificación de los intercambios comerciales del país, única vía para
reducir su dependencia hacia el mercado estadunidense y la consiguiente
vulnerabilidad ante los vaivenes políticos de nuestro vecino del norte.
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