Como se ha documentado
profusamente en las semanas recientes, el Covid-19 y las medidas
adoptadas para frenar su propagación tienen un impacto innegable a nivel
macroeconómico, algunos de cuyos efectos permanecerán tiempo después de
que la pandemia haya remitido. A este respecto, el presidente Andrés
Manuel López Obrador afirmó el miércoles que el país cuenta con las
reservas y los fundamentos económicos para resistir el impacto de la
crisis.
Sin embargo, como también señaló el mandatario, a nivel
microeconómico las personas de a pie viven en muchos casos al día y no
disponen de los recursos necesarios para renunciar a las actividades con
las que obtienen su sustento durante las semanas o meses que haya de
durar esta coyuntura. Por ello, es necesario apelar a que los
ciudadanos, sin descuidar las precauciones elementales, sigan
consumiendo en los pequeños comercios que permanezcan abiertos, los
cuales además están libres de las aglomeraciones características de los
grandes centros comerciales.
Más allá de lo económico, el aislamiento al que ya se enfrentan
muchos ciudadanos (y al que habrán de sumarse más conforme se avance en
las fases de respuesta ante la emergencia) plantea un desafío inédito en
materia de convivencia y salud mental. Entre las principales
afectaciones que pueden padecer las personas al verse recluidas en sus
hogares durante periodos prolongados se encuentran: cansancio, fatiga,
aumento de peso, cambios en el ciclo de sueño, aburrimiento, hastío,
desánimo, cambios emocionales, irritabilidad, así como preocupación que
puede llevar a un estado de pánico y a obsesionarse con la búsqueda de
síntomas de la enfermedad. Para quienes comparten su hogar con otras
personas, lo anterior puede derivar en una disminución de los niveles de
tolerancia y un consiguiente incremento en los conflictos
interpersonales, hasta el punto de generar eventos de violencia. Por
último, el abatimiento ante la situación puede llevar a percibirla como
una injusticia cometida contra nosotros, generando un impulso a
transgredir las recomendaciones de las autoridades de salud.
A fin de reducir al mínimo posible el malestar emocional durante
estas jornadas de aislamiento resulta pertinente atender a las
recomendaciones emitidas por Lorena Rodríguez Bores, secretaria técnica
del Consejo Nacional de Salud Mental: recordar que se trata de una
situación temporal que habrá de superarse en el corto plazo; reconocer
que mantenernos en casa es un bien para nosotros, así como una
contribución que realizamos para el bienestar de nuestros seres queridos
y del resto de nuestros conciudadanos, mantener una rutina que genere
sensaciones de normalidad y control, incluida la regularidad de los
horarios de comida y sueño; recordar a los niños que no se trata de una
situación vacacional, durante la cual subsisten lo deberes escolares, y
aprovechar el momento para reforzar los lazos familiares. También
redundará en nuestro beneficio mantenernos informados acerca de la
evolución de la pandemia y del eventual relajamiento de las medidas de
distancia social sin caer en actitudes obsesivas y angustiantes.
En conclusión, la posibilidad de que el aislamiento dé paso a un
incremento de las conductas hostiles hace necesario permanecer alertas
para evitar o denunciar cualquier forma de violencia, así como tener
claro que la peor respuesta posible ante una crisis es la opción del
sálvese quien pueda, ya que la solidaridad con quienes nos rodean será siempre la mayor fuente de fortaleza y el principal factor de éxito para salir airosos de las coyunturas adversas.
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