Leonardo García Tsao
Contra viento, marea y
coronavirus se había estado llevando a cabo hasta hoy el 60 aniversario
del festival de Cartagena, el latinoamericano de mayor antigüedad (Mar
del Plata es más viejito –se inauguró en 1954–, pero estuvo suspendido
varios años). Sin embargo, la alcaldía decretó hoy que estaban
prohibidas las reuniones de más de 40 personas y el festival no tuvo
otra que cancelar labores.
Estaban previstos dos tributos a grandes veteranos del cine. Uno de
ellos dedicado al nonagenario Roger Corman, reinventor del cine B
hollywoodense, que hubo de cancelarse, pues el cineasta ya no pudo
viajar a causa de la pandemia. El otro fue para Werner Herzog, quien no
necesita presentaciones. Si un volcán a punto de hacer erupción no lo
intimidó (según demostró en el documental La Soufrière), mucho menos un pinche virus.
El excéntrico realizador, uno de los pocos visionarios que quedan, ofreció una conversación
al aire libreen el patio del claustro de Santo Domingo. Y éste fue el último acto de importancia del festival.
La conducción corrió a cargo de la actriz colombiana Natalia Reyes,
quien hizo preguntas sensatas, y el productor Salvatore Basile, que
estuvo allí sólo para interrumpir y contar chistes no muy buenos. De
primera instancia se preguntó a Herzog sobre el rodaje de Cobra verde, que se hizo parcialmente en Colombia, y su colaboración con Klaus Kinski.
Era un loco, un demonio, señaló en español (Herzog lo habla bastante bien, con fuerte acento teutón).
Pero él sabía que yo era más peligroso, porque yo no gritaba ni vociferaba, sino que me quedaba calladoañadió en inglés.
Sobre su tensa relación con Kinski, el cineasta relató que la hija
mayor del actor, Paula, escribió un libro en el que acusaba a su padre
de haberla violado y mantener una relación incestuosa con ella. Herzog
abundó:
Caravaggio fue uno de los grandes pintores del renacimiento italiano, pero era un asesino. ¿Qué vamos a hacer ahora? Retirar todos sus cuadros de los museos y las iglesias?.
Interrogado sobre la fina línea que separa la realidad de la ficción
en su cine, Herzog dijo que es algo que le sale naturalmente. “Fitzcarraldo es
mi mejor documental, porque en realidad sí transportamos un barco de
vapor por encima de una montaña”. Sin embargo, se negó a afirmar si
tenía una musa o una especial fuente de inspiración.
No lo puedo explicar, dijo.
Hablando de su relación con la música, Herzog incurrió algo en la inmodestia. Dijo haber dirigido óperas fuera de su voluntad (
me arrastraron a hacerlo), aunque hizo un mejor trabajo que quienes se dedican a eso, dijo. Y en cuanto a la música en sus películas afirmó:
No hay un cineasta que sea mejor que yo en musicalizar su cine. Pausa.
Sé que suena horrible, que estoy presumiendo, pero es la verdad.
El cineasta se puso vehemente en un tema: no hay excusa para no hacer cine.
Ahora es más fácil que nunca gracias a la tecnología, y añadió: “No esperen a que los productores o las televisoras los inviten a dirigir… produzcan sus propias películas. Hoy se puede hacer una ficción por menos de 30 mil dólares, y un documental por menos de 5 mil.” Puso como ejemplo su largometraje estrenado más reciente, Family Romance, que fue filmado en menos de dos semanas y tuvo un costo bajísimo.
No filmé más de 350 minutos de pietaje. Y yo mismo operé la cámara. Lo más costoso fueron los boletos de avión a Tokio y los hoteles.
Cuando un miembro del público le comentó que no conocía todas sus
películas, Herzog comentó que hoy, gracias al Internet, se puede conocer
la mayoría. Eso sí, aclaró que no tiene un teléfono celular, ni ha
sentido la necesidad de usar uno.
En mi infancia vivía en un pequeño pueblo bávaro en la montaña. Vi mi primera película a los 11 años. Hice mi primera llamada telefónica a los 16. Y a los 19 hice mi primera película.
Sobre sus clases de cine señaló que en la primera sesión enseña a los alumnos lo más importante:
Cómo abrir una cerradura o un candado. Y luego cómo falsificar un documento. Explicó que ambos recursos eran útiles para burlarse de la burocracia que impide hacer películas.
Si antes en la charla Herzog se había definido como
el único cineasta clínicamente cuerdo, al final declaró no ser un genio.
Sólo soy un soldado del cine, que hace lo que sabe hacer.
Twitter: @walyder
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