Las medidas dadas a conocer y
recomendadas ayer por el subsecretario de Prevención y Promoción de la
Salud, Hugo López-Gatell, con la finalidad de prevenir el avance del
Covid-19 en México, indican que el gobierno federal no subestima los
potenciales efectos nocivos que el nuevo mal puede tener sobre el
conjunto de la población. Dichas medidas corresponden a una variación en
el escenario creado por el coronavirus en nuestra nación, aun cuando
oficialmente no hemos alcanzado la denominada
fase de contagio comunitario, activada en otros países. Y es que se advierten diferencias geográficas en el desarrollo de la pandemia, en la medida en que el número de personas contagiadas aumenta la cifra de víctimas mortales y la cantidad de portadores asintomáticos varían en las distintas naciones.
En el mismo sentido que esas medidas, operan las disposiciones que
horas antes habían sido anunciadas por el mismo funcionario
–conjuntamente con el titular de la Secretaría de Educación Pública,
Esteban Moctezuma– para evitar el contagio en la población estudiantil
de todos los niveles educativos. El adelanto y ampliación del periodo
vacacional de Semana Santa, el establecimiento de filtros para el
ingreso del alumnado a los planteles, y en general los lineamientos
fijados para contener la extensión de la pandemia en las escuelas
públicas y privadas de la República, tienen el propósito de impedir que
la enfermedad afecte masivamente a los niños, niñas, jóvenes y
adolescentes que acuden a los establecimientos escolares.
La serie de recomendaciones y acciones gubernamentales sobre el
Covid-19 no puede sino ser bien recibida por el conjunto de la sociedad,
habida cuenta de que en algunos sectores –y no necesariamente de
oposición– se opinaba que las autoridades mexicanas no habían mostrado
una adecuada capacidad de reacción frente a la pandemia, y estarían
perdiendo un tiempo que podría ser precioso para proteger a la
ciudadanía del virus.
Las disposiciones ayer anunciadas se apegan, en esencia, a los
esquemas de protección utilizados en otras naciones que en diverso grado
están sufriendo los efectos del nuevo mal: medidas básicas de
prevención (lavado de manos, precauciones al toser o estornudar,
distanciamiento físico); suspensión temporal de actividades no
esenciales en los sectores público, social y privado; reprogramación de
eventos de concentración masiva (entendida por tal la que reúna a
cantidades superiores a 5 mil personas) y protección y cuidado de las
personas adultas mayores, por ser esta franja poblacional la que hasta
ahora ha resultado más perjudicada por el nuevo coronavirus.
Ya antes de las conferencias de prensa donde se informó lo anterior,
Sanidad Internacional del Aeropuerto de la Ciudad de México había
instruido al personal de esa terminal para que realizara distintas
revisiones a pasajeros provenientes de países especialmente afectados
por la pandemia, cumpliendo de ese modo con los protocolos de seguridad
derivados de lo estipulado por la Secretaría de Salud.
Es difícil predecir, en México y en el mundo, cuáles serán los
alcances en materia de salud, economía y vida cotidiana que tendrá el
Covid-19. Cabe esperar, en cambio, que las providencias tomadas por las
autoridades para minimizar sus daños resulten atinadas y eficaces, y que
la población haga su parte con el propósito de evitar el contagio y la
expansión de la enfermedad.
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