¿Qué sigue después de la histórica marcha del 8 de marzo? Sumar. Sumarnos.
Lo que sucede hoy, lo que ha sucedido antes y tantísimo antes. No somos
sujetas a-históricas. Si nos vivimos así, nos retiramos fuerza. Para mirar hacia adelante, es necesario -también- mirar hacia atrás, reconocer esos hilos de coherencia que han guiado a los feminismos a través de los cambios de siglo. Aprender todas de todas. Las que estamos y las que estuvieron. La suma es la mejor de nuestras estrategias para que la potencia que trae consigo la masificación de los feminismos
y la participación en la marcha de tantas personas no feministas, que
se sumaron a una causa que reconocen como indispensable y más que justa,
no decaiga. Para que la toma de consciencia colectiva se sostenga y se expanda en la reflexión, el estudio, el análisis, el activismo.
Los tendederos de denuncia
continúan y son imparables. Que existan nos llena de una energía
colectiva que no conocíamos, esa energía que va en detrimento de la le
ley mordaza que sostenía al agresor impune, protegido por el mandato de
silencio, por el aislamiento de sus víctimas, por la descalificación y
los castigos que se aplicaban a quienes se atrevían a testimoniar. Por
la naturalización del acoso, el hostigamiento, la violación. "Compañera,
yo sí te creo", ha sido el más estrecho y bello de los abrazos, y que
la humillación y la vergüenza sean colocadas en el lugar que
corresponde: del lado del agresor. Oh, que, si se la van a pensar muchas
veces, cantidad de hombres depredadores, antes de atreverse a violentar
a una mujer que ahora sabe que tiene derecho a la denuncia y a la
palabra y que va a ser escuchada. Ya no es su "presa" del umbral hacia
adentro. Ya no es la alumna sometida a la voluntad de poder de un
profesor. La trabajadora arrinconada por el jefe, por el compañero.
El cambio es extraordinario. Le debemos sin lugar a dudas, a los feminismos
jóvenes y muy jóvenes, a sus estrategias, a sus redes y a su capacidad
de convocatoria, esta transformación que pone a temblar -de tan intensa
manera- los históricos mandatos de las masculinidades y las
femineidades. ¡Fuera la indefensión aprendida! Echan por delante sus
consignas y sus cuerpos. Valientes, amorosas y sororas. ¿Qué sigue? Es
la pregunta que se repite. No permitir la desmovilización de los feminismos que, -además de todo lo que hacen- toman las calles. Sumar cada una de las formas de activismo, investigación, estudio, análisis,
y espacios de incidencia, que hemos ido creando por décadas. Investigar
qué es lo que ya hemos ganado. ¿Cómo exigir que funcione lo que ya
existe? Conocer los logros de los feminismos de las
olas anteriores y reforzarlos. ¿Con qué leyes sí contamos? ¿Cuál ha sido
el avance en términos de políticas públicas? ¿Cuáles más se necesitan?
¿Cuáles son los derechos que nos son reconocidos en la letra y por qué
no se traducen en la realidad cotidiana? Específicamente, ¿qué tenemos
por exigir a quién? ¿con qué argumentos? ¿qué nos urge? ¿a quiénes
tenemos que convertir en nuestros interlocutores, les guste a ellos o
no? Les recomiendo muchísimo escuchar la conversación de Julio Astillero
con dos muy admirables especialistas en violencia contra las
niñas/niños, adolescentes y mujeres: Irma Saucedo y Aimée Vega. Con una
gran claridad hacen un recorrido por una parte del trabajo feminista de
las últimas décadas. (La adjunto al final).
¿Una lección de
estrategia a replicar cuando un movimiento social crece? La colectiva
Invicta nos ofreció uno muy talentoso: que su boomerang lo alcance, don
mujerista de mercado. Cómo transformar los discursos "generosos" de los
mujerismos utilitaristas, en una herramienta a nuestro favor. En
respuesta a las empresas que se hacían publicidad dándoles el día a sus
trabajadoras y declarándose las más preocupadas por las violencias
contra las mujeres, Invicta publicó una lista de propuestas y preguntas
para los directivos. En resumen: ¡Gracias por apoyar! ¿Quieren apoyar en
la realidad? Van las condiciones indispensables para crear una empresa
igualitaria, un espacio laboral libre de violencia misógina. Invicta
movió de lugar un intento publicitario, mostrándoles a los empresarios
cómo, no basta con que monologuen micrófono y calculadora en mano,
adentro de sus empresas están sus interlocutoras. ¿Qué tal si se sientan
a escucharlas y a cumplirles lo que es justo?
Los feminismos han sido un largo proceso histórico que comenzó, como sabemos, con el sufragismo y se ha sostenido sin tregua
y de muy distintas maneras a través del tiempo. Es importante aprender
de las luchas de las mujeres de siglos pasados, de sus aportaciones y
sus alcances. Valorar sus propuestas y los costos tan altos que pagaron
por hacerlas públicas y sacarlas adelante. Leerlas. ¿Quiénes fueron Benita Galeana y Elvia Carrillo Puerto? ¿Qué escribían Rosario Castellanos, Simone de Beauvoir, Virginia Woolf?
Las que abrieron senderos para nosotras. Una primera mujer escribió un
texto incendiario denunciando la desigualdad entre mujeres y hombres.
Una primera mujer -abucheada- se instaló en la banca de una universidad.
Una primera mujer tuvo la necesidad de decirle a su hija: "no quiero
esto, ni para ti, ni para mí". Una primera mujer le dijo a su hijo: "no
agredas, no violentes, no lo hagas". Una primera mujer se puso de pie,
miró a sus represores de frente y dijo: "Yo puedo. Nosotras podemos".
En
palabras de Irma Saucedo: "(la marcha)... deja una sensación de
victoria... mostró que esta sociedad comienza a darse cuenta de algo que
veníamos diciendo las feministas desde los ochentas: el problema de la
violencia contra las mujeres no es un problema de las mujeres, es un
problema de la sociedad mexicana y es un problema de los hombres
mexicanos... muy pocas personas nos dirán ahora que no saben lo que es
el feminicidio... quienes hemos venido marchando desde el 87 en el tema
específico de violencia contra las mujeres, lo que nos ha mostrado cada
etapa del movimiento es que cualquier pequeña ganancia que tenemos
requiere un trabajo inmenso para consolidar y hacer que realmente se escuche lo que estamos diciendo". Sostener, consolidar. Hacia allá vamos y vamos juntas.
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