Magdalena Gómez
El proyecto llamado
Tren Maya es un vivo retrato de la injusticiabilidad de los derechos de
los pueblos indígenas. A la simulación de consulta ni previa, ni libre,
ni informada, ni culturalmente adecuada, ajena a los estándares
internacionales como señaló la oficina en México de representación de
Naciones Unidas; ahora el Poder Ejecutivo ha decretado una fase de
seguimientocon las autoridades ejidales y municipales que suplantaron a las indígenas. El objeto de esa llamada fase es revisar los acuerdos tomados cuando
libremente aprobaronel Tren Maya, es decir, las peticiones planteadas que consisten en apoyos oficiales diversos.
Pero no queda ahí la auténtica operación de Estado. Ante el amparo
que presentó el Consejo Regional Indígena y Popular de Xpujil (Cripx),
en Campeche, en el cual obtuvo primero una suspensión provisional
respecto del proyecto de tren que ya hemos insistido es más que un tren,
Fonatur presentó una queja cuyo documento es toda una pieza digna de
denunciarse. Argumentó que la suspensión afecta a quienes participaron
en la consulta y aprobaron el proyecto. Es decir, se abroga la
representación de dichas autoridades ejidales y municipales, habla en su
nombre, son su estandarte para tender un manto de
legalidada su consulta.
No sólo eso, reproduce el discurso oficial respecto a los indígenas,
no a los pueblos, lo sabemos, a los indígenas que reciben apoyos
individualizados y miente ante el Poder Judicial señalando que son
entidades de derecho público cuando la contrarreforma indígena de 2001
los ubicó como entidades de interés público y a la fecha la Constitución
no se ha reformado. Si recordamos que el Poder Legislativo en la
creación del Instituto de Pueblos Indígenas mencionó que lo son de
derecho público. ¿Pretendió reformar la Constitución a través de una
ley? Todo se vale. Reiteró que se trata de un reordenamiento territorial
sin abordar la implicación en términos del mercado de tierras
sustentando el proyecto en que las vías del tren ya existen. Pero este
galimatías fue recibido por el tribunal colegiado de circuito, que al
resolver el discurso de queja, perdón, el recurso de queja, transcribió
ampliamente el sustento de la suspensión, las jurisprudencias que se han
emitido por la Corte en materia indígena, el texto del artículo 2º
constitucional y ello le sirvió para rechazar el cuestionamiento de
Fonatur sobre la representatividad de los promoventes del amparo, lo
cual es positivo, validó su interés legítimo, pero introdujo la
limitante de que la suspensión se circunscribe al ámbito geográfico
donde se ubican los promotores. Ello a partir de la facultad de
modificar la suspensión que la jueza primera de distrito con sede en
Campeche había otorgado respecto al proyecto en cuestión. Es decir que
el área de influencia del proyecto o el impacto no atañe a la integridad
territorial de los pueblos indígenas, sino que aplicó el criterio
jurídico tradicional de amparar sólo a quien promueve . Las autoridades
de Fonatur se dieron por satisfechas, ya que en virtud de tal
determinación la jueza asumió ese criterio en la audiencia incidental
del pasado 4 de marzo y si bien concedió suspensión definitiva lo hizo
sólo para el área de influencia acotada a Calakmul.
Falta avanzar en el juicio de amparo, presentar pruebas y obtener una
resolución definitiva. Mientras, continuarán con el proyecto. El asunto
no queda sólo entre funcionarios que simulan y jueces que no ven y
comunidades indígenas apelando al respeto a sus derechos mediante un
juicio de amparo. El panorama está cargado de señales que configuran el
patrón de despojo que viene de tiempo atrás. En los días previos afloró
un escándalo en el Registro Agrario Nacional, dependiente de la
Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, a través de un
informe sobre mercado de tierras y prácticas corruptas que derivó en la
remoción de su delegado en Yucatán. Se aplicó control de daños y sólo
los medios locales filtraron datos del informe. Justamente es un telón
de fondo no casual, no de ahora, en la trayectoria de tratamiento
oficial en la península, frente a los ejidos a partir de la
contrarreforma salinista al 27 constitucional. Hay juicios en curso
derivados de esas prácticas que involucran a otras dependencias.
¿Cómo y de dónde saldrán las tierras que requieren los polos de
desarrollo previstos para el llamado Tren Maya? Fonatur en días
recientes aplicó un blindaje al reservar información respecto del
proyecto llamado Tren Maya reservándola por cinco años, en un contexto
en que un día se habla de recursos sólo del gobierno y otro de inversión
privada. Lo contrario de transparencia es oscuridad y esa es la apuesta
oficial hoy, mientras otras comunidades buscarán el amparo de la
justicia federal, como un pie en la resistencia.
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