Análisis
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- El cierre de la página web 1Dmx.org por la empresa
GoDaddy.com a petición de los gobiernos de Barack Obama y Enrique Peña
Nieto constituyó un grave ataque a la libertad de expresión y a la
libre circulación de ideas. Fue un acto similar al golpe al periódico
Excélsior, orquestado por Luis Echeverría, el 8 de julio de 1976. La
restitución de la página después de la difusión internacional del caso
no enmienda el agravio. Todos los ciudadanos comprometidos con la
democracia tendríamos la obligación de denunciar tal abuso de poder
fruto de las “buenas relaciones” entre los gobiernos de México y
Estados Unidos.
Esta cobarde acción
fue aún más grave tomando en cuenta la violación sistemática a los
derechos humanos, los ataques a los periodistas y activistas, las
estrategias de infiltración de las redes y movimientos sociales, así
como la consolidación del control mediático, que han caracterizado al
gobierno de Peña Nieto desde el 1 de diciembre de 2012. Al parecer, el
paso de casi 38 años nos ha dejado parados exactamente en el mismo
lugar que antaño. Durante el régimen del “viejo PRI” se utilizaba a la
Productora e Importadora de Papel, S.A. de C.V. (PIPSA) para controlar
a la prensa escrita con la amenaza del retiro del papel que se
utilizaba para imprimir periódicos. Hoy el “nuevo PRI” ha “modernizado”
sus técnicas al cerrar las páginas donde se publica información
sensible sobre su actuar.
La página 1Dmx.org había funcionado
como una plataforma esencial para documentar y denunciar la represión
policiaca a los movimientos sociales ordenada desde las oficinas de
Miguel Ángel Mancera, Marcelo Ebrard, Manuel Mondragón y Kalb, y Peña
Nieto. Allí se daban a conocer videos, testimonios y fotografías que la
mayor parte de la prensa escrita, y desde luego también los medios
electrónicos, no se atrevían a difundir por temor a represalias de la
autoridad o de sus patrocinadores. Por ejemplo, el trabajo de los
colegas de 1Dmx.org fue esencial para documentar el artero ataque
contra Juan Francisco Kuykendall –quien a raíz del mismo falleció– por
policías federales el 1 de diciembre de 2012, y para alimentar el
informe que emitió la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal
(CDHDF) sobre el abuso policiaco generalizado aquel día.
La
información completa sobre la censura de esta importante página web,
junto con un formidable video que expone los pormenores del caso, se
encuentra hoy en un sitio alterno (http://op1d.mx/). “Me parece
lamentable que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, junto
con las del gobierno federal, en coordinación con las de Estados
Unidos, limiten el derecho de documentar y comunicar de las personas, y
también de criticar a los gobernantes. Me parece un ejemplo de las más
férreas dictaduras de cualquier país del mundo”, señaló Jesús Robles
Maloof en la conferencia de prensa sobre el tema la semana pasada en
las oficinas de la organización Artículo 19. (véase: http://ow.ly/ugTit)
Maloof
tiene toda la razón. Si bien estrictamente hablando el cierre de una
página web no es equivalente al cierre de un periódico o un canal de
televisión, el mensaje de intimidación e intolerancia es exactamente el
mismo. El gobierno y los poderes fácticos están aterrados por la fuerza
que van cobrando las redes sociales y las noticias en internet, y están
buscando desesperadamente nuevas vías para restringir el flujo de
información.
En momentos aciagos como el actual vale la pena
aprender de la historia. En 1976 le salió el tiro por la culata a
Echeverría con la expulsión de Julio Scherer de Excélsior. En
respuesta, Scherer y un grupo de distinguidos periodistas e
intelectuales, incluyendo a Rafael Rodríguez Castañeda, Vicente Leñero,
Enrique Maza y Miguel Ángel Granados Chapa, fundaron Proceso, una
revista que hasta la fecha nos acompaña a los ciudadanos como uno de
los pocos bastiones de crítica informada que pone todos los días
límites al poder corrupto de la oligarquía empresarial y sus empleados
gubernamentales.
El editorial del primer número de Proceso,
publicado el 6 de noviembre de 1976, deja un legado muy valioso. Ahí
los editores denunciaron “la inquina política en términos que causaron
asombro dentro y fuera de México”, al igual que “la impudicia de la
agresión” hacia el periodismo libre, y expresaron su decisión de no
permitir que “el silencio cubra por completo a esta nación”. Desde
entonces la consigna “Así somos y aquí estamos” ha inspirado la
actuación de quienes forman parte de esta digna empresa editorial.
Hoy
la lucha es simultáneamente más difícil y más fácil que hace 37 años.
Por un lado, el poder económico y político acumulado por las fuerzas de
la reacción es mucho mayor que antes. La velocidad con la cual se
aprobó la contrarreforma energética en diciembre pasado, y la íntima
alianza entre Washington y Los Pinos, evidenciadas durante la captura
de El Chapo Guzmán, lo confirman. Pero, por otro lado, el enorme
potencial de las redes facilita la difusión de información “prohibida”
y de opiniones incómodas. El reto principal será organizarnos de manera
adecuada para aprovechar al máximo las nuevas oportunidades que ofrece
el internet tanto al periodismo de investigación como a la disidencia y
a la crítica social.
www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- El cierre de la página web 1Dmx.org por la empresa
GoDaddy.com a petición de los gobiernos de Barack Obama y Enrique Peña
Nieto constituyó un grave ataque a la libertad de expresión y a la
libre circulación de ideas. Fue un acto similar al golpe al periódico
Excélsior, orquestado por Luis Echeverría, el 8 de julio de 1976. La
restitución de la página después de la difusión internacional del caso
no enmienda el agravio. Todos los ciudadanos comprometidos con la
democracia tendríamos la obligación de denunciar tal abuso de poder
fruto de las “buenas relaciones” entre los gobiernos de México y
Estados Unidos.
Esta cobarde acción
fue aún más grave tomando en cuenta la violación sistemática a los
derechos humanos, los ataques a los periodistas y activistas, las
estrategias de infiltración de las redes y movimientos sociales, así
como la consolidación del control mediático, que han caracterizado al
gobierno de Peña Nieto desde el 1 de diciembre de 2012. Al parecer, el
paso de casi 38 años nos ha dejado parados exactamente en el mismo
lugar que antaño. Durante el régimen del “viejo PRI” se utilizaba a la
Productora e Importadora de Papel, S.A. de C.V. (PIPSA) para controlar
a la prensa escrita con la amenaza del retiro del papel que se
utilizaba para imprimir periódicos. Hoy el “nuevo PRI” ha “modernizado”
sus técnicas al cerrar las páginas donde se publica información
sensible sobre su actuar.
La página 1Dmx.org había funcionado
como una plataforma esencial para documentar y denunciar la represión
policiaca a los movimientos sociales ordenada desde las oficinas de
Miguel Ángel Mancera, Marcelo Ebrard, Manuel Mondragón y Kalb, y Peña
Nieto. Allí se daban a conocer videos, testimonios y fotografías que la
mayor parte de la prensa escrita, y desde luego también los medios
electrónicos, no se atrevían a difundir por temor a represalias de la
autoridad o de sus patrocinadores. Por ejemplo, el trabajo de los
colegas de 1Dmx.org fue esencial para documentar el artero ataque
contra Juan Francisco Kuykendall –quien a raíz del mismo falleció– por
policías federales el 1 de diciembre de 2012, y para alimentar el
informe que emitió la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal
(CDHDF) sobre el abuso policiaco generalizado aquel día.
La
información completa sobre la censura de esta importante página web,
junto con un formidable video que expone los pormenores del caso, se
encuentra hoy en un sitio alterno (http://op1d.mx/). “Me parece
lamentable que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, junto
con las del gobierno federal, en coordinación con las de Estados
Unidos, limiten el derecho de documentar y comunicar de las personas, y
también de criticar a los gobernantes. Me parece un ejemplo de las más
férreas dictaduras de cualquier país del mundo”, señaló Jesús Robles
Maloof en la conferencia de prensa sobre el tema la semana pasada en
las oficinas de la organización Artículo 19. (véase: http://ow.ly/ugTit)
Maloof
tiene toda la razón. Si bien estrictamente hablando el cierre de una
página web no es equivalente al cierre de un periódico o un canal de
televisión, el mensaje de intimidación e intolerancia es exactamente el
mismo. El gobierno y los poderes fácticos están aterrados por la fuerza
que van cobrando las redes sociales y las noticias en internet, y están
buscando desesperadamente nuevas vías para restringir el flujo de
información.
En momentos aciagos como el actual vale la pena
aprender de la historia. En 1976 le salió el tiro por la culata a
Echeverría con la expulsión de Julio Scherer de Excélsior. En
respuesta, Scherer y un grupo de distinguidos periodistas e
intelectuales, incluyendo a Rafael Rodríguez Castañeda, Vicente Leñero,
Enrique Maza y Miguel Ángel Granados Chapa, fundaron Proceso, una
revista que hasta la fecha nos acompaña a los ciudadanos como uno de
los pocos bastiones de crítica informada que pone todos los días
límites al poder corrupto de la oligarquía empresarial y sus empleados
gubernamentales.
El editorial del primer número de Proceso,
publicado el 6 de noviembre de 1976, deja un legado muy valioso. Ahí
los editores denunciaron “la inquina política en términos que causaron
asombro dentro y fuera de México”, al igual que “la impudicia de la
agresión” hacia el periodismo libre, y expresaron su decisión de no
permitir que “el silencio cubra por completo a esta nación”. Desde
entonces la consigna “Así somos y aquí estamos” ha inspirado la
actuación de quienes forman parte de esta digna empresa editorial.
Hoy
la lucha es simultáneamente más difícil y más fácil que hace 37 años.
Por un lado, el poder económico y político acumulado por las fuerzas de
la reacción es mucho mayor que antes. La velocidad con la cual se
aprobó la contrarreforma energética en diciembre pasado, y la íntima
alianza entre Washington y Los Pinos, evidenciadas durante la captura
de El Chapo Guzmán, lo confirman. Pero, por otro lado, el enorme
potencial de las redes facilita la difusión de información “prohibida”
y de opiniones incómodas. El reto principal será organizarnos de manera
adecuada para aprovechar al máximo las nuevas oportunidades que ofrece
el internet tanto al periodismo de investigación como a la disidencia y
a la crítica social.
www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
No hay comentarios.:
Publicar un comentario