La Muestra
Carlos Bonfil
Fotograma de Historias de caballos y hombres, cinta que marca el debut como realizador del actor Benedikt Erlingsson
En Historias de caballos y hombres, su debut como realizador, el actor islandés Benedikt Erlingsson (protagonista en El jefe de todo esto, de Lars von Trier), ofrece un relato coral sorprendente.
Varias anécdotas conectadas entre sí, con el ojo de un caballo como
elemento de transición narrativa, describen la vida cotidiana de una
comunidad rural islandesa. Lo que pudiera ser una crónica costumbrista,
maliciosamente se transforma en una comedia negra con tintes líricos y
una carga muy aguda de observación social. La premisa es sencilla:
mostrar las equivalencias y contrastes entre la conducta humana y el
instinto animal, tomando como objeto de estudio a los propietarios de
caballos y a los propios cuadrúpedos que en todo tiempo parecen
observarlos.
En una escena, un jinete cabalga a su yegua blanca favorita y se
dirige a cortejar a una viuda, dueña a su vez de un corcel negro en
brama. Sigue una situación jocosa en la que se oponen el deseo aún
insatisfecho de la pareja humana y el instinto sexual desbocado de los
animales. La farsa, sin embargo, concluye en un drama.
Otras escenas se antojan casi surrealistas, como la de un caballo,
cargando a un jinete alcohólico, que literalmente cabalga en un mar
embravecido hacía el navío carguero ruso que habrá de proveer una
bebida mortífera. El montaje de la cinta es eficaz y la banda sonora,
omnipresente, tiene una variedad y fuerza memorables. Las historias se
suceden como parábolas de una grandeza animal y una miseria humana
caprichosamente intercambiables.
Una
de las escenas más bellas ilustra la fragilidad del ser humano en su
contacto con la naturaleza, al tiempo que su inventiva para enfrentar
sus severidades. Juan, un joven colombiano, recurre a un expediente
extremo para no morir de frío, y en su denodado empeño hay la poesía de
algún cuento de Maupassant, aquél del soldado rescatado de la inanición
por la leche materna, con una curiosa variante, aquí en el más
inclemente de todos los inviernos.
En esta reunión de historias locales, casi leyendas de una tradición
oral, la generosidad en la observación ha desplazado por completo a
toda sátira. Caballos y hombres comparten una vulnerabilidad semejante,
con los instintos de los primeros y los sentimientos de los segundos
confundiéndose de modo perturbador, al punto de que pareciéramos
descubrirla por vez primera. Una mirada realista a la tradición
ecuestre, entre el documental y el registro costumbrista, sirve
sorprendentemente de enlace para revelar con brío narrativo aristas
novedosas de la condición humana.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. 12 y 18.30 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
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