El Salón Rojo
Por I Octubre 24, 2014 I 1:21 am
The Book of Life (Dir. Jorge R. Gutierrez)
El personaje central en The Book of Life (El Libro de la
vida, 2014), la ópera prima del mexicano Jorge R. Gutiérrez, no es otro
sino México. El país y la promoción de su cultura son los motores que
mueven a esta fábula infantil que se desarrolla bajo una cauda de
colores brillantes, estrafalarios personajes, animación sumamente
detallada y mucha imaginación, teniendo siempre como pretexto la
celebración del Día de Muertos.
Aquí no hay espacio para la sutileza; tanto el cineasta como su
productor (Guillermo del Toro) invitan al respetable a presenciar “la
gloriosa belleza de México” y no dudan en situar a nuestro país como
“el centro del universo”, amén de dibujarlo en el mapa con un tremendo
bigotote zapatista que cruza el territorio nacional desde el pacífico
hasta el golfo.
Hay frenesí por todos lados. El color inunda la pantalla con paletas
de colores vivos, imposibles atardeceres naranja, noches perfectas de
luna llena azul, caprichosos destellos de neón; todo ello bañando a los
protagonistas que -sin mayor explicación- son cual juguetes de madera
con vida en una historia editada mediante cortes rápidos y gags constantes que por momentos nos remiten a los clásicos Looney Tunes
de la Warner pero con personajes cuya estética (ver al Chakal y su
banda) pareciera inspirada por los monos de Magú en el diario La
Jornada.
Con referencias a clásicos del cine nacional como Los Tres García (Rodríguez, 1947) o Dos Tipos de Cuidado (ídem, 1953);
la historia gira alrededor de un triángulo amoroso. En el tradicional
pueblito de San Ángel, Manolo (voz de Diego Luna) es un joven
procedente de una larga estirpe de toreros; cumpliendo los deseos de su
padre y siguiendo la tradición familiar, Manolo se ha entrenado en las
artes taurinas aunque lo suyo, en realidad, es la guitarra. Por su
parte Joaquín (voz de Channing Tatum en la versión original), es un
militar muy seguro de sí mismo, con un largo historial de grandes
hazañas. Ambos lucharán por el amor de Maria (Zoe Saldana, en la
versión original), su antigua amiga de la infancia que ahora es ya toda
una guapa jovencita que ha regresado de estudiar en Europa.
El triángulo se complica cuando la Catrina (aquella que gobierna el
mundo de los “recordados”) y Xibalba (aquel que gobierna el mundo de
los “olvidados”) hacen una apuesta sobre cuál de los dos galanes
-Manolo o Joaquín- podrá conquistar a María.
La solvencia visual no encuentra una contraparte sólida en el
argumento, que rápidamente se deja ganar por el folclore de “lo
nacional” y el cliché de lo políticamente correcto para pasar a algo
que, más que una cinta, pareciera un largo spot de promoción turística
de un México donde se respeta la vida animal (no matamos toros en las
corridas ni puerquitos en las taquerías), y donde las mujeres ya
dejaron de ser sumisas para ahora estudiar, ser independientes y leer
libros, no por deber sino por diversión.
La licuadora de referencias encuentra su punto álgido en la música.
En algún momento de la cinta, un abatido Manolo (Diego Luna en
realidad) canta a María una versión con guitarra acústica de Creep
(Radiohead), misma que, luego del azoro inicial (imposible no pensar:
¿te cae?), reconozco funciona como buen chiste que incluso se repetirá
después con Do You think I’m sexy y otros éxitos pop.
Más valiosa como ejercicio visual y de animación que como película, a El Libro de la Vida
se le podrán reprochar muchas cosas, excepto ese intento por insertar
en el imaginario colectivo de Hollywood (y el mundo) la idea de un
México que, afortunadamente, es mucho más que sus terribles noticias
cotidianas. Es cierto: también somos color, brío y música.
The Book Of Life (Dir. Jorge R. Gutiérrez)
3 de 5 estrellas.
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