Compartieron su arte con sus letras de resistencia
El
sonido de las cuerdas del bajo estremeció a todas las mujeres. Un dum,
dum, dum se escuchó y rápidamente las notas fueron tomando ritmo, luego
le siguió el acordeón y de fondo se comenzó a escuchar el tono de la
guitarra.
En el escenario tres mujeres de faldas abultadas y blusas bordadas,
todas protegiendo sus rostros tras un pasamontañas, movieron sus manos
dando vida a los instrumentos mientras una más tomó el micrófono y
empezó a cantar.
La vocalista comenzó y al ritmo de la música fue sosteniendo las
sílabas: “Voy a cantar un co-rri-do… el valor de las mu-je-res. Les digo
que sí podemos… hacer también los tra-ba-jos… que necesita nuestro
pue-blo…”.
Desde el público se veía a cuatro jóvenes moviéndose, bailando, dando
ritmo a las cuerdas; y desde el escenario se observaba un gentío de
mujeres entregadas con gritos, alzando los brazos, haciendo sonidos con
los labios.
Durante esos minutos ellas fueron las protagonistas, fueron
fotografiadas y grabadas en video, recibieron aplausos y alaridos; y
después de inundar el aire y los montes de corridos y rancheras las
cuatro mujeres, en realidad niñas, concluyeron su presentación.
La escena se repitió durante los tres días que duró el “Primer
Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de
Mujeres que Luchan” que se realizó en el Carol de Morelia, en el sureste
Chiapaneco, del 8 al 10 de marzo.
TRAS LOS PASAMONTAÑAS
No usan Whatsapp ni tienen Facebook, no se sienten cómodas dando
entrevistas y tampoco les gusta decir sus nombres lo único que dan a
saber es que su grupo musical se llama “Dignidad y la resistencia” y que
mejor nombre, piensan, para una bandita zapatista.
Aunque bajo el escenario son tímidas reciben contentas a todas las que se acercan a tomarse fotos con ellas.
--“Me dan ganas de llegar a la casa y poner el disco”, les dijo una
chica que tras la presentación corrió al templete para saludarlas.
--“Ahorita no hay disco”, le respondió la vocalista con la misma voz
cálida que dejó salir en su canto y con la misma amabilidad con la que
se disculpó por no seguir cantando cuando las peticiones de “otra, otra,
otra” fueron incesantes.
La mirada inocente de las niñas deja notar que tal vez bajo el
pasamontañas sonríen, se divierten. En las cámaras de los teléfonos
celulares aparecen abrazando sus instrumentos, una carga su acordeón,
otra cuida su guitarra y la última protege su bajo.
“NO TENEMOS MAESTRO”
La vocalista es mayor de edad, tiene 22 años; las otras son unas
niñas, la de la guitarra tiene 13; la del acordeón tiene 15 y la pequeña
que toca el bajo apenas 14 años; aún así es la más risueña cuando le
dicen que el bajo estimuló a las invitadas de todo el mundo que llegaron
a ese encuentro.
Las integrantes del grupo son originarias del Caracol de Oventik, una
de las cinco regiones autónomas recuperadas por el movimiento del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional después del levantamiento
armado de 1994.
Su participación en el Caracol de Morelia fue particular, quizás
podrían considerarlo uno de sus primeros conciertos masivos porque
estuvieron ante unas cinco mil mujeres de otras nacionalidades y frente a
unas dos mil zapatistas.
El año pasado “Dignidad y la resistencia” se presentó en el “CompArte
por la Humanidad”, un festival cultural que se realizó en Oventik y en
el Centro Indígena de Capacitación Integral (Cideci) para dar espacio a
las expresiones artísticas y compartirlas con las comunidades
zapatistas.
Poco a poco las jóvenes han tomado experiencia. Desde hace dos años
integraron su grupo y aunque no todas viven cerca y no tienen a alguien
que las oriente musicalmente tratan de ensayar una vez a la semana.
Ellas dicen que aún les falta afinar la voz y los sonidos.
“Hace dos años empezamos a practicar, sin maestro, sin nada, tocamos cuando escuchamos las canciones”, explica la vocalista.
“NOS EMOCIONA”
Ninguna de las cuatro vivió el proceso organizativo que preparó el
levantamiento armado de 1994; sin embargo su historia indígena está
marcada por la filosofía zapatista: Obedecer y no mandar; representar y
no suplantar; bajar y no subir; servir y no servirse; convencer y no
vencer; construir y no destruir, y proponer y no imponer.
En el Encuentro de Mujeres que Luchan el grupo presentó gran parte de
su pequeño repertorio, tocaron desde “Las mañanitas” hasta “La del moño
colorado”, pasando por canciones de su propia autoría como “Capacidad
de las mujeres”, dedicada a todas las asistentes, zapatistas y
concejalas del Concejo Indígena de Gobierno (CIG).
Sus interpretaciones revolucionarias se inspiran en la historia de
las indígenas como la de María de Jesús Patricio, Marichuy, vocera del
Congreso Nacional Indígena (CNI) y del CIG que este año buscó una
candidatura independiente a la Presidencia de la República con el único
fin de llevar la voz de las comunidades indígenas al proceso electoral.
Historias como las de Marichuy o los relatos de las mujeres de su
pueblo las inspiran. Ellas bailan, se divierten y enseña por qué la
necesidad de la resistencia.
Hace unos años sus padres no querían que tocaran pero poco a poco los
convencieron. Esta vez no pudieron asistir para verlas, primero porque
el Encuentro estaba reservado para las mujeres y segundo porque su madre
se quedó en casa a cuidar a los hermanos más pequeños.
Si hoy las vieran, vistiendo sus ropas típicas, las mismas que se
usan para hacer las tortillas, si las observaran con su micrófono de
diadema sobre el pasamontañas, moviendo la cabeza al ritmo de la música,
tal vez estarían orgullos de ellas.
“Empezamos jugando”, dice la vocalista. Hace unos años los dedos de
sus manos intentaban arrancar sonidos a un acordeón de juguete y un
pequeño teclado, de esos de plástico con que la niñez se entretiene. Hoy
tratan de combinar a la perfección cada nota musical y quizás en un
futuro acompañarlas de letras en su lengua materna, el tzotzil.
“A veces fallamos por la emoción del público, nos emociona bastante
cuando vemos a la gente bailando, gritando…”, dice una de ellas.
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Por: Anayeli García Martínez, enviada
Cimacnoticias | Altamirano, Chis .-
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