5/19/2014

El oportunismo panista

Sara Sefchovich
En la sesión del pasado 15 de mayo en la Cámara de Diputados, en la que se votó la Ley General de Partidos Políticos, tomaron la palabra en la tribuna varios diputados de distintos partidos para defenderla o para criticarla. Una de ellas fue una diputada por Coahuila y por el PAN de nombre Esther Quintana Salinas.
Con gran énfasis, usando incluso groserías para afirmar sus opiniones, la señora salió a la defensa de esa ley, sin argumento para sustentarla excepto que estaba muy feliz porque en adelante las mujeres tendrían un 50% de cuota para los cargos. Ya sabemos que ponerse del lado de las mujeres es una moda que a más de una le ha rendido frutos. Sobre todo a las que están en la política.
La idea de las cuotas para impulsar las oportunidades de participación de las mujeres es de las feministas. El aumento de la proporción a mitad y mitad es del presidente Peña Nieto. Sin embargo, la señora declaró dos veces a toda voz “no soy feminista” y suponemos que tampoco es priísta. Pero expresó su emoción por los avances que en esa materia han conseguido aquellos a quienes se opone de manera tan vociferante.
Y no solo ella, sino todo su partido, que reiteradamente se ha opuesto a apoyar los derechos de las mujeres.
Desde su creación en 1939, el PAN tuvo una “Sección Femenina” en la que estuvieron las esposas de los fundadores, quienes a pesar de las reticencias (o como decía el diputado Aquiles Elorduy: “De los peligros que para la virtud de nuestras mujeres puede entrañar una participacion activa en la politica militante”) definieron su postura respecto a su participación: “El país es la patria también de las mujeres (y hasta ahora) ha caminado sin el concurso de nosotras, (pero) ya no podemos ver pasar a nuestro lado sin inmutarnos los acontecimientos políticos que a todos y todas nos afectan”. Pero también desde el principio, dejaron muy claro hasta dónde estaban dispuestas a llegar: “No pide el partido a las mujeres de México actitudes fuera de su carácter que lesionaran su feminidad y su natural proceder y situación. Les pide, simplemente, que actúen como madres, como hermanas, como hijas, como novias, como amigas”.
Era pues una participación desde el esquema tradicional de las actividades de la mujer y ello se reflejó en las decisiones: no estuvieron de acuerdo con las propuestas sobre el sufragio femenino (“Yo os puedo asegurar que el derecho de votar o ser votadas nos tiene sin cuidado”) ni con las de igualdad (“Ni hablar de reivindicaciones ni de absurdas igualdades con los hombres”), se opusieron a fijar porcentajes de género (“Las cuotas son pretextos para cubrir algo que realmente no ha provocado un cambio cultural”) y más recientemente incluso a apoyar reformas relativas a la familia, como las del Código civil del DF.
Todavía cuando Vicente Fox ganó la Presidencia dijo que él apoyaba “la causa de las mujeres” pero la entendía como que “todas las mujeres deben acompañar al hombre, hacer sociedad con el hombre” y la señora Margarita Zavala se movió todo lo que pudo para parar las leyes sobre derechos reproductivos, específicamente la de interrupción del embarazo.
¡Y ahora resulta que las panistas están felices con las cuotas! Lo han manifestado también otras, por ejemplo Cecilia Romero actual dirigente del partido y Josefina Vázquez Mota ex candidata presidencial.
Una de dos, o el PAN ya cambió su postura (y eso, si hubiera sucedido, ya se habría reflejado en sus argumentos, documentos, acciones y políticas en el legislativo y en otras instancias) o es simple y llano oportunismo de las militantes para aceptar lo que les conviene a ellas —que son las cuotas para cargos políticos— y no aceptar lo que les conviene a la mayoría de las mujeres —que son las leyes y políticas públicas a favor de sus derechos de género—.

sarasef@prodigy.net.mx   www.sarasefchovich.com

Escritora e investigadora en la UNAM

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