Black Magazine
Las campañas
electorales son momentos para observar la decadencia política en México.
De las elecciones de este 2017, sin duda, la más importante es la del
Estado de México. Tierra del grupo Atlacomulco, territorio priista, es
también espacio de desigualdad, violencia y corrupción. Alfredo del Mazo
Maza, candidato de “unidad” del PRI, es una muestra del decadente
sistema político mexicano, un sistema de elites, dónde la cuna y el
linaje son factores primordiales para gobernar.
Alfredo del Mazo
Maza es hijo del exgobernador Alfredo del Mazo González, y nieto del
también exgobernador Alfredo del Mazo Vélez. Una dinastía política, ya
de tres generaciones. La visión del poder político como herencia
familiar, es una constante del sistema político mexicano. Hijos,
hermano, y nietos de poderosos político, aparecen en los puestos
políticos más importantes.
Siete entidades federativas hoy son
gobernadas por hijos, nietos o hermanos de prominentes políticos. En el
gobierno federal y en las cámaras de representación sobresalen
igualmente los sobrinos, cuñados e hijos de políticos. Estas dinastías
políticas que controlan la política mexicana, son también grupos de
poder económico, que han consagrado su derecho de “cuna” a mandar y a
robar.
El nuevo PRI es a lo más un cambio generacional con los
mismos apellidos y mismas prácticas. Si bien desde hace más de 30 años
los tecnócratas se hicieron del timón del país, fue en forma de
herencia. El joven Carlos Salinas de Gortari quien comandó a la nueva
generación que tomó el poder, fue hijo del senador y poderosos
secretario de industrias y comercio en tiempos de López Mateos, Carlos
Salinas Lozano.
Los juniors tomaron el poder, con otra
ideología, otros proyecto, pero con el mismo interés, el enriquecimiento
familiar y de camarilla. Este derecho de linaje es una de las maneras
de hacer que los peores lleguen a encumbrarse en los puestos más
importantes. El poder como herencia, como patrimonio familiar, es causa
de la actual decadencia. Es corrupción vil.
Claro está que los
nuevos herederos no tienen el oficio y arrojo de sus antepasados que
podían contar haberse formado solos, o haber enfrentado adversidades.
Los nuevos herederos han vivido en el lujo y en el bienestar, en sus
escuelas de elite y sus posgrados en el extranjero, en el club,
nacieron poderosos. Son en su mayoría ignorantes de la realidad de
millones de mexicanos, incultos, frívolos y acomplejados, como los
describió Armando Bartra… “hablan en español, pero sueñan en inglés.”
La clase política dominante neoliberal se escoge de las elites
económicas y políticas, que son la misma cosa generalmente, entre
linajes corruptos. Hijo y nieto de corruptos, Alfredo del Mazo Maza
peleará su batalla por continuar su dinastía en el empobrecido Estado de
México. Buscará remarcar, una característica del actual sistema
político, que sólo los ricos y poderosos, de “buena familia,” tienen
derecho a gobernar.
Este fenómeno de las dinastías y de los juniors
es parte de la corrupción política imperante, demuestra el muy mal
estado de nuestra “democracia”. Es imperioso decirle adiós a esta
corrupción, a estos derechos de cuna, entre otras cosas de esto se trata
la elección del 2017 en el Estado de México.
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