No me lo esperaba, habiendo
sido invitado a la Asamblea de Representantes del Sindicato Nacional de
Telefonistas, después de intervenir sobre la importancia de la reforma
laboral en un auditorio lleno, un asambleísta me hizo una pregunta
directa:
Para lograr una reforma laboral democrática, usted ¿por quién recomienda votar en la próxima elección presidencial?Ante pregunta tan puntual señalé:
por ya saben quién, en ese momento se escuchó en el auditorio un fuerte aplauso que me sorprendió por su espontaneidad.
Días después, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, convocado por el
Sindicato de Trabajadores Administrativos de la Universidad Autónoma de
dicho estado, luego de concluir mi exposición ante más de 600
asistentes, me formularon una pregunta similar:
En su opinión, ¿por quién conviene a los trabajadores votar?Yo respondí claramente:
Por Morenay de inmediato estalló también un largo aplauso. Sin afán de repetir situaciones similares, que hemos presenciado y escuchado de otros colectivos laborales que se expresan con libertad y en entornos profesionales muy diversos, se exhibe la creciente simpatía en las bases de los gremios no vista en el pasado, por Morena y sus candidatos.
Esta conciencia colectiva representa un verdadero blindaje frente a
las estrategias de la llamada guerra sucia, que recién se ha
intensificado y que seguro será aún peor en las próximas cinco semanas.
El ejemplo más reciente de esta embestida es de una bajeza sin límite:
se trata de un comunicado en forma de volante, que ha aparecido también
en redes sociales, atacando la imagen de la Virgen de Guadalupe y
llamando a la formación de una Iglesia al servicio del Estado; aparecen
firmando este pasquín los partidos de la coalición encabezada por Morena
y diversas formaciones religiosas no católicas (para incrementar el
enojo).
Este material se distribuyó en forma masiva, en un mismo día, en
distintas regiones del país, en una acción concertada. No se necesita
mucha lucidez para darse cuenta de la falsedad de dicha información; sin
embargo, sorprendió y causó extrañeza en algunos espacios, lo cual
obligó a que el propio AMLO lo desmintiera.
Aclarado el hecho, como en el caso de otras infamias, falsedades y
verdades a medias, producto de la angustia de sus oponentes, el tiro les
salió por la culata a los promotores. La interrogante es hasta dónde
están dispuestos a llegar empujados por la desesperación de sentirse
perdidos. La maquinaria oficial trabaja día y noche para inventar algún
escándalo.
El actual proceso electoral ha generado un acelerado aprendizaje
colectivo, no sólo en relación con la importancia del cambio y la
confianza en que se logrará en pocos días, sino también sobre los temas
que involucra: pacificar al país, suprimir la corrupción, mejorar la
educación, gozar de salarios dignos, evitar gastos superfluos, apoyar a
los auténticos empresarios, proteger el medio ambiente. Como dijera un
viejo trabajador textil:
Necesitamos que triunfe la decencia.
Los partidos contrarios a Morena, en sus distintos rostros,
confiaron demasiado en el segundo debate, creyendo que por arte de magia
podrían recuperar la pérdida de confianza popular. Apostaron a que AMLO
cometiera muchos errores y al no confirmarse sus pretensiones
aparecieron sus caras largas
No cayó, dijo un seguidor de Anaya.
Nuestro candidato iba bien cuando abordó físicamente a AMLO, para imponerse sobre él y romper su imagen, como lo hizo Trump con Hillary Clinton, pero el candidato de Morena, con el recurso de la cartera, lo descontroló y la verdad, resultó nalgueado.
Por su parte, Meade, candidato del PRI apostó a una difamación en
contra de Nestora Salgado, excepcional defensora comunitaria en las
montañas de Guerrero, acusándola de un delito del que salió absuelta en
distintas instancias, situación que se aclaró por la ONG
Verificado.
En su desesperación, intenta montarse en este caso para recuperar la
credibilidad que por otras vías no ha obtenido. Toda la maquinaria será
puesta en operación haciéndose aparecer como defensores de las supuestas
víctimas. Es previsible que en estos días, con lenguaje de contenido
incluso racista intentarán lo necesario para asirse de este falso
salvavidas esperando obtener los votos de algunos despistados.
Otras voces anónimas, con cabeza más fría, advierten que no es tiempo
de celebrar triunfos. Subrayan la necesidad de organizarse mejor para
cuidar los votos en todas las casillas, de coordinarse con familiares,
amigos y simpatizantes para el día de la elección; de registrarse al
menos como observadores; de vigilar que no se presione o compre a los
funcionarios o representantes de casilla, como recién se hizo en el
estado de México. Asimismo, brindan toda clase de información sobre la
compra del voto, presiones patronales y tácticas de manipulación.
Imagínense cómo estarán los malosos de preocupados porque se les va a acabar su negocito, decía un expendedor de gasolina.
En una reunión, una profesora normalista, con mucha inspiración, nos
confiaba que nunca había esperado que la vida le diera la oportunidad de
ver un cambio en nuestro país:
sé que será imperfecto y lleno de dificultades, pero dependerá mucho de nosotros. Decía que había que participar en la organización del voto y celebrar una gran fiesta nacional el día del triunfo, después organizarse con el fin de reconstruir el país, añadiendo:
hablen con los jóvenes zapatistas, con los católicos que se toman en serio el mensaje de Cristo, con los empresarios de buena fe a los que interesa el presente y el futuro, con los campesinos y obreros que han sido utilizados como carne de cañón, con los ciudadanos que quieren transitar tranquilos por las calles, con los jóvenes que han perdido la fe en la política... hablen, hablen y convenzan. Urgía
No podemos dejar pasar esta oportunidad histórica...La verdad, al escucharla, se le ponía a uno la piel chinita.
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