Autor:
Miguel Badillo * / @badillo_contra
Por
primera vez desde su fundación, una luchadora social víctima de la
violencia y del abuso de poder del Estado fue elegida por el Senado de
la República para presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH), María del Rosario Piedra Ibarra, hija de la histórica defensora
de derechos humanos doña Rosario Ibarra de Piedra, madre del
desaparecido Jesús Piedra Ibarra.
Sin embargo, grupos de derecha representados por el Partido Acción
Nacional (PAN) en el Congreso de la Unión intentaron impedir que tomara
posesión por una cuestión de racismo e intolerancia, características de
integrantes de ese partido político.
Con su designación, Piedra Ibarra podrá continuar su lucha al frente
de esa importante responsabilidad que, en gobiernos anteriores, desde la
creación de la CNDH en el sexenio del priísta Carlos Salinas de
Gortari, había servido para simular la protección de los derechos
humanos de la sociedad y, al mismo tiempo, avalar y justificar el abuso
del poder político.
Si se revisa la lista de aquellos que ocuparon la titularidad de la
CNDH en las últimas 3 décadas, queda al descubierto que se trató de sólo
policías disfrazados de defensores de derechos humanos. Es decir, de
siete titulares que tuvo la CNDH desde su fundación, cinco fueron
policías al servicio del régimen, pues ocuparon responsabilidades en la
antigua Procuraduría General de la República (PGR, ahora Fiscalía
General), precisamente en los años en que el crimen organizado se
fortaleció y penetró con mayor fuerza al Ministerio Público Federal, lo
que generó una mayor violencia y un incremento considerable de
asesinatos y desapariciones en todo el país, cifra que ha llegado hasta
las 300 mil muertes y decenas de miles de desaparecidos y desplazados.
Para esos supuestos defensores de derechos humanos era lo mismo
presidir la CNDH que tener un puesto policiaco en la PGR, porque en su
interior y en su ideología son en realidad policías del régimen y sólo
buscaban lavar su propia imagen presidiendo esa Comisión. Pero
todos ellos no actuaron solos: para lograr su cometido, esos burócratas
que vivieron del presupuesto público contaron con el apoyo incondicional
de presidentes priístas y panistas corruptos, así como de un Congreso
cómplice que avaló sus nombramientos y traicionó de esa manera al pueblo
de México.
Por eso tampoco extraña que en este momento que es designada una
destacada luchadora social, como Rosario Piedra Ibarra, de inmediato
voceros y oficiosos de la ultraderecha, representada por el PAN y el
PRI, salen a descalificarla y a pedir la remoción de esta honorable
mujer que sin duda le cambiará el sentido y la visión a la defensa de
los derechos humanos en México.
Si revisamos quienes fueron los titulares de la CNDH desde su
fundación, aquel 6 de junio de 1990, encontramos que todo empezó en el
sexenio corrupto y abusivo del expresidente priísta Carlos Salinas de
Gortari, quien designó a su amigo y cómplice Jorge Carpizo McGregor,
aquel que se reunió personalmente con los narcotraficantes Arellano
Félix, jefes del violento cártel asentado en Tijuana, Baja California,
en donde después de negociar con ellos los dejó escapar. Fue ese doctor
Carpizo, funcionario consentido de Salinas, quien presidió por primera
vez la CNDH hasta el 3 de enero de 1993, para de allí brincar, el 4 de
enero de ese mismo año, a la titularidad de la PGR. Es decir, de su
disfraz de defensor de derechos humanos mostró su verdadera piel para ser nombrado procurador general de la República.
A la salida del policía Carpizo de la CNDH, éste recomendó a su
“amigo” Jorge Madrazo Cuéllar, quien se mantuvo en ese puesto hasta el
26 de noviembre de 1996, más por su servilismo al gobierno que por
intentar defender los derechos humanos de los mexicanos.
Pero fue en ese mismo año de 1996, cuando a Madrazo Cuéllar le salió
el policía que llevaba adentro y, siguiendo los pasos de su mentor
Carpizo, fue designado procurador general de la República por el
presidente priísta Ernesto Zedillo, precisamente en el momento en que
los cárteles de Tamaulipas, Baja California, Sinaloa y Jalisco, entre
otros, florecieron como nunca.
A la salida de Madrazo Cuéllar de la CNDH, el primer visitador José
Luis Ramos Rivera quedó como encargado de la presidencia y meses después
se convirtió en subprocurador de Coordinación General y Desarrollo de
la PGR; es decir otro policía que cambiaba la defensoría de derechos
humanos por un puesto en la PGR.
El 8 de enero de 1997, la primera mujer en ocupar la presidencia de
la CNDH, Mireille Roccatti, dejó la Fiscalía Especial para los
Feminicidios de Ciudad Juárez, Chihuahua, posición en donde fue
criticada por no resolver un solo caso de agresiones a mujeres, y brincó
también de ese puesto policiaco a ser la “principal defensora” de los
derechos humanos del país.
Después hubo dos periodos en donde abogados egresados de la UNAM, que
no provenían de la PGR ni aspiraban a ser policías como sus
antecesores, ocuparon la titularidad de la CNDH: José Luis Soberanes y
Raúl Plasencia Villanueva. Sin embargo, sus grises gestiones también
fueron muy cuestionadas, sobre todo la de Plascencia, quien dejó el
cargo por omisiones graves en violaciones a derechos humanos.
Del 16 de noviembre de 2014 hasta la fecha, otro policía asumiría el
cargo de residente de la CNDH, Luis Raúl González Pérez, quien se había
desempeñado en la PGR como subprocurador especial para la investigación
del homicidio de Luis Donaldo Colosio y también como encargado del
Centro de Control de Confianza. Otro policía como defensor de derechos
humanos.
Por lo anterior, la sociedad puede tener ahora alguna esperanza de
que una verdadera luchadora social y defensora de los derechos humanos
vigilará por primera vez la seguridad y los derechos de los 120 millones
de mexicanos.
Miguel Badillo
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