Miguel Concha
La incertidumbre
por la que atravesamos hace imprescindible reflexionar sobre el futuro
del sistema económico y social con el que la humanidad ha venido
caminando desde hace décadas. La reflexión sobre el futuro da diversos
resultados debido a las diferentes ideologías, intereses y valoresde las
personas y los grupos sociales. Nunca en la historia el resultado ha
sido totalmente el de una sola posición. La que avanza lo hace a
condición de dialogar y acordar con otras. No puede oírse una sola voz.
Es la pluralidad del diálogo lo que logrará que la salida acordada
tenga mayores probabilidades de éxito, y que sus resultados se alcancen
con el menor tiempo y sufrimiento posibles. Diversas voces se han
manifestado para proponer acuerdos nacionales. Entre ellas las de los
sindicatos, académicos y organizaciones empresariales.
Desafortunadamente una parte fundamental del necesario diálogo, el
gobierno, no ha manifestado interés, hasta ahora, poroír las propuestas.
Digo
hasta ahoraporque la experiencia dice que tarde o temprano el diálogo tendrá lugar, pero para ello faltan voces. Una que se echa de menos es la de la izquierda social. De esa multiplicidad de organizaciones que, sin estar en un partido político, han luchado por los derechos humanos, la democracia, la distribución del ingreso.
Hay algunos espacios que han tomado la iniciativa, pero urge que
aceleren el paso, porque su entrada en la escena contribuirá a superar
la polarización actual. Los planteamientos que hoy ocupan el espacio
público son principalmente del gobierno y de los empresarios. El primero
no podrá solo ylos segundos pueden hablar por sus intereses, pero no
por toda la sociedad.
Por ejemplo, el gobierno federal afirma que sus programas benefician a
muchas personas en situación de pobreza, lo que es cierto y necesario.
Pero será insuficiente si se queda sólo en eso. ¿Qué pasará con los
cientos de miles de empleos que calculan organismos internacionales,
como la Cepal, que se perderán e irán a engrosar las ya abultadas cifras
de la pobreza? Como ha dicho sobre las transferencias la secretaria
ejecutiva de ese organismo:
son medidas importantes, pero debemos hacer un esfuerzo adicional.
Lo adicional será evitar la pérdida de empleos e incluso aumentarlos
para quienes antes de la crisis no gozaban del derecho al trabajo. Se
requiere también mejorar el sistema de salud, llevarlo a los muchos que
no lo tienen, mejorar la calidad de la educación, etcétera. Pero, ¿con
qué recursos se hará todo eso? Por más que el gobierno se
apriete el cinturón, se necesita mucho más, y ello sin descontar que con cada apretón se ha llevado en medio a muchos ciudadanos con salarios muy bajos.
Se ha propuesto el endeudamiento externo. Ciertamente en el pasado
eso ha servido para favorecer a los poderosos, pero esto no niega que
ahora pueda utilizarse para favorecer al pueblo. Datos de la Cepal dicen
que aún hay margen de maniobra, pues la situación de deuda de México es
mejor que la de la mayoría de los países latinoamericanos. La deuda
total del gobierno como proporción del PIB está en una media para la
región de 41 por ciento, y México se ubica en 35 por ciento. Para
pagarla hay alternativas.
En un documento firmado por organismos empresariales se presentaron
los acuerdos del encuentro convocado por el Consejo Coordinador
Empresarial. Proponen que el gobierno se endeude para dar facilidades
crediticias para que las empresas pequeñas y medianas mantengan los
empleos. Esto es necesario, pero lo que no dicen es cómo se pagará esa
deuda. Se podría decir que se puede hacer con el aporte proporcional al
ingreso de cada ciudadano.
Que haya una verdadera reforma fiscal que grave más a quien tenga
más. Una reforma progresiva, redistributiva de la riqueza, que empiece
por revertir la profunda desigualdad económica y social, que entre sus
consecuencias trae consigo la penuria económica de la seguridad social
de los trabajadores, dado que para pagar menos contribuciones es común
que los empresarios declaren un salario menor de sus empleados. Sin
modificar el porcentaje de las cuotas, pagando lo que es legal, en
función de los ingresos reales, se podría hacer mucho por mejorar la
seguridad social. No es previsible que tales propuestas las hagan los
grupos empresariales. Pero abrirían un campo de negociación en donde el
necesario apoyo financiero se puede dar a cambio de aceptar la aún más
necesaria reforma fiscal. Hace falta quién lo diga.
De aquí la importancia de la voz de la sociedad civil. No se trata de
contraponerse con las posiciones que hasta ahora se han manifestado,
sino de llegar a acuerdos que respondan al interés de todos. No es
posible que México salga adelante sólo con las acciones del gobierno, ni
sólo con las propuestas empresariales. México no tiene futuro sin su
sociedad. Ya es tiempo de oír la voz y también las propuestas de la
sociedad civil.
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