Gerardo Fernández Casanovagerdez777@gmail.com
Cuánta
vileza hace falta para pisotear la dignidad de un pueblo. Cuánta
ruindad se requiere para engañar y tergiversar la realidad para imponer
intereses mezquinos sobre los afanes de bienestar y justicia.
Seguramente Donald Trump sepa dar
esas medidas; antepone su insufrible soberbia antes que atender con
eficacia la pandemia de covid-19 que en su país alcanza niveles de
catástrofe; o que reprime a su pueblo que se manifiesta en reclamo de
justicia por el vil asesinato de un negro (dicho con toda la dignidad de
su raza) a rodilla de un troglodita asesino con uniforme policial. Son
superlativas la ruindad y la vileza del también troglodita que se ostenta como presidente de Estados Unidos.
Ahora sí es cercano el derrumbe por implosión del imperio estadunidens,
con un proceso electoral marcado por la aglomeración de las crisis: la
sanitaria, la económica y la política. Las dos primeras son bien
conocidas por su inocultable y suprema magnitud. Pero es más grave la
crisis política porque implica la incapacidad para procesar alguna
solución a las otras dos. El 3 de noviembre los gringos tendrán que
votar y elegir a un presidente entre dos pésimos candidatos; Trump busca
la reelección denodadamente, cometiendo error tras error; agraviando al
pueblo a más no poder, sólo la estulticia supremacista blanca lo
pudiera votar; por su parte, Biden se refugia en las medidas de
seguridad sanitaria y espera que su contrincante pierda por sí mismo,
amparado en la burbuja del stablishment y la burocracia demócrata, la
que nuevamente truncó la capacidad de convocatoria de Sanders. La
sociedad estadunidense carece del liderazgo que pueda convocar a la
salvación. En la orfandad su destino es la autodestrucción.
Las mismas preguntas hago a la oligarquía conservadora mexicana, Cuánta
vileza y cuánta ruindad se necesita para pretender destruir la
esperanza de millones de mexicanos que optaron por otra alternativa de
proyecto de nación; para mentir hasta la náusea y obstaculizar la labor
de un gobierno legítimamente electo sin sombra de duda, cuyas ofertas de
campaña están siendo instrumentadas con absoluta veracidad y
pertinencia; que hace gala de una dignidad, una integridad y una
honradez insuperables, junto con una voluntad inquebrantable para
conducir la transformación del país. Un presidente que honra el
compromiso democrático hasta el extremo es acusado de tirano, cuando
además ejerce el poder sin el menor asomo de autoritarismo o represión;
que combate en serio la corrupción y los privilegios, particularmente de
quienes gobiernan.
Reconozco que se han cometido errores, pero también reconozco que han
sido aceptados y subsanados con oportunidad. Uno grave fue el de
intentar desaparecer las delegaciones estatales de la dependencias
federales y nombrar a un poderoso representante único del gobierno
federal y que dicho cargo recayera en contrincantes políticos de los
gobernadores. Fue casi una declaración de guerra que mereció el reclamo
de los ejecutivos estatales y la oportuna corrección. Aprendida la
lección la Presidencia ha mantenido una muy aseada y respetuosa relación
con los gobiernos de los
estados, aún con los que son verdaderos casos de aberración política. No
resulta fácil intentar un proyecto transformador cuando se convive
necesariamente con una rémora de representantes del viejo régimen
caduco. Aún con tal carga, el proyecto avanza.
Es claro que en la medida en que el presidente López Obrador va sumando
aceleradamente resultados exitosos de su gestión, se recrudecen los
afanes de frenarlo y hasta de derrocarlo; temen que culmine el año de
2024 a tambor batiente, y que garantice para muchos años la continuidad
del proyecto transformador, sin reelección y sin maximatos. No es verdad
que en política todo se valga; la vileza y la ruindad son la negación
de la política, son la antítesis de la razón de ser del poder que, en un
medio civilizado y democrático, sólo se sustenta en el servicio a la
comunidad, el bien común tan falseado por la hipocresía conservadora.
Ruindad y vileza que manipula sobre la crisis sanitaria para crear el
terror y pretender el fracaso del presidente en su excelente
procesamiento del siniestro. Igual comportamiento respecto de los
programas sociales destinados al bienestar de la población de menores
ingresos, así como de la obra pública progresista.
Entérate pueblo. No te dejes engañar. Recuerda lo que te hicieron.
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