6/17/2020

Dignidad y vileza


Gerardo Fernández Casanovagerdez777@gmail.com
Cuánta vileza hace falta para pisotear la dignidad de un pueblo. Cuánta ruindad se requiere para engañar y tergiversar la realidad para imponer intereses mezquinos sobre los afanes de bienestar y justicia. Seguramente Donald Trump sepa  dar esas medidas; antepone su insufrible soberbia antes que atender con eficacia la pandemia de covid-19 que en su país alcanza niveles de catástrofe; o que reprime a su pueblo que se manifiesta en reclamo de justicia por el vil asesinato de un negro (dicho con toda la dignidad de su raza) a rodilla de un troglodita asesino con uniforme policial. Son superlativas la ruindad  y la vileza del también troglodita que se ostenta como presidente de Estados Unidos.
          Ahora sí es cercano el derrumbe por implosión del imperio estadunidens, con un proceso electoral marcado por la aglomeración de las crisis: la sanitaria, la económica y la política. Las dos primeras son bien conocidas por su inocultable y suprema magnitud. Pero es más grave la crisis política porque implica la incapacidad para procesar alguna solución a las otras dos. El 3 de noviembre los gringos tendrán que votar y elegir a un presidente entre dos pésimos candidatos; Trump busca la reelección denodadamente, cometiendo error tras error; agraviando al pueblo a más no poder, sólo la estulticia supremacista blanca lo pudiera votar; por su parte, Biden se refugia en las medidas de seguridad sanitaria y espera que su contrincante pierda por sí mismo, amparado en la burbuja del stablishment y la burocracia demócrata, la que nuevamente truncó la capacidad de convocatoria de Sanders. La sociedad estadunidense carece del liderazgo que pueda convocar a la salvación. En la orfandad su destino es la autodestrucción.
          Las mismas preguntas hago a la oligarquía conservadora mexicana, Cuánta vileza y cuánta ruindad se necesita para pretender destruir la esperanza de millones de mexicanos que optaron por otra alternativa de proyecto de nación; para mentir hasta la náusea y obstaculizar la labor de un gobierno legítimamente electo sin sombra de duda, cuyas ofertas de campaña están siendo instrumentadas con absoluta veracidad y pertinencia; que hace gala de una dignidad, una integridad y una honradez insuperables, junto con una voluntad inquebrantable para conducir la transformación del país. Un presidente que honra el compromiso democrático hasta el extremo es acusado de tirano, cuando además ejerce el poder sin el menor asomo de autoritarismo o represión; que combate en serio la corrupción y los privilegios, particularmente de quienes gobiernan.
          Reconozco que se han cometido errores, pero también reconozco que han sido aceptados y subsanados con oportunidad. Uno grave fue el de intentar desaparecer las delegaciones estatales de la dependencias federales y nombrar a un poderoso representante único del gobierno federal y que dicho cargo recayera en contrincantes políticos de los gobernadores. Fue casi una declaración de guerra que mereció el reclamo de los ejecutivos estatales y la oportuna corrección. Aprendida la lección la Presidencia ha mantenido una muy aseada y respetuosa relación con  los gobiernos de los estados, aún con los que son verdaderos casos de aberración política. No resulta fácil intentar un proyecto transformador cuando se convive necesariamente con una rémora de representantes del viejo régimen caduco. Aún con tal carga, el proyecto avanza.
          Es claro que en la medida en que el presidente López Obrador va sumando aceleradamente resultados exitosos de su gestión, se recrudecen los afanes de frenarlo y hasta de derrocarlo; temen que culmine el año de 2024 a tambor batiente, y que garantice para muchos años la continuidad del proyecto transformador, sin reelección y sin maximatos. No es verdad que en política todo se valga; la vileza y la ruindad son la negación de la política, son la antítesis de la razón de ser del poder que, en un medio civilizado y democrático, sólo se sustenta en el servicio a la comunidad, el bien común tan falseado por la hipocresía conservadora.
          Ruindad y vileza que manipula sobre la crisis sanitaria para crear el terror y pretender el fracaso del presidente en su excelente procesamiento del siniestro. Igual comportamiento respecto de los programas sociales destinados al bienestar de la población de menores ingresos, así como de la obra pública progresista.

          Entérate pueblo. No te dejes engañar. Recuerda lo que te hicieron.

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