* El pensamiento de Héctor Aguilar Camín no dista mucho del subtexto pejefóbico clasirracista de otros comentócratas
Hernán Gómez Bruera / Fuera de tono
El video que se viralizó este sábado (30-V-20), donde Héctor Aguilar Camín diserta ante sus antiguos compañeros del Instituto Patria sobre el obradorismo y el momento actual (shorturl.at/yBU79), es una auténtica pieza para el análisis antropolítico y antropomórfico.
Joya del Pleistoceno, pinta de cuerpo entero a la reacción política, un sector movido fundamentalmente por el miedo, y a una generación de intelectuales cuyo tiempo pasó, aunque se sepan iluminados e imprescindibles.
Aguilar Camín le habla a un conjunto de hombres blancos de más de 60 años, educados todos ellos, que fantasean con una conspiración a pesar de su irrelevancia existencial y política. Por el tipo de conversación, uno podría imaginarse a los viejos golpistas, si no es porque sus médicos les han prohibido ya fumar puros y beber Scotch.
El personaje estelar, bautizado por una tuitera como Oligarcamín, recuerda por momentos la amargura de Esteban Trueba en La casa de los espíritus, ese hombre cegado por un odio que le nubla la razón, aunque la escena del video remite al asilo de los ancianos ilustres de los acantilados, donde pasaban sus últimos años los dictadores de la región en El otoño del patriarca.
“Este gobierno tiene muy perdido el pleito ante el círculo rojo”, sentencia con aplomo don Héctor ante su auditorio. “Y eso que está en el círculo rojo, tarde o temprano, se vuelve lugar común en el círculo verde y es garantía de que la popularidad del presidente se desfondará, tarde o temprano”.
Impacta la seguridad con la que Héctor Aguilar se sabe parte de la “gente pensante”, la forma en que sobreestima a la pequeña élite político-intelectual y mediática a la que pertenece, cual si se tratara de la auténtica vanguardia de la sociedad, y en última instancia, la manera en que ignora cómo se conforma el discurso público hoy, en tiempos de nuevas tecnologías.
Pero impacta, también, escuchar de viva voz la manera en que alguien inteligente como él se expresa de los pobres, del pueblo llano y de los seguidores de AMLO, a quienes con desprecio califica de un plumazo como “clientelas” a las que –un ser “petulante y pendejo”, como se refiere al presidente– “les suelta dinerito”.
El pensamiento de Aguilar Camín, en el fondo, no dista mucho del subtexto pejefóbico clasirracista de comentócratas como Beatriz Pagés, que le llama “rebaño” a la base social del presidente; de Isabel Turrent, que les dice “feligresía irracional”; de Macario Schettino, que les denomina “zoológico” o de Víctor Trujillo cuando los bautizó como una “masa ignorante”. En el fondo, lo que muestran las palabras de Aguilar Camín y los que piensan como él no es el rechazo a AMLO, sino su miedo a la fuerza del demos.
Al final, ¿con qué Héctor nos quedamos? ¿Con el que matiza sus análisis en televisión para mostrarse ecuánime y creíble o con éste que vemos en el video de la generación 1962 del Instituto Patria, clasista y plagado de aires de superioridad, que, con su lenguaje agresivo e insultante, demuestra un irracional desprecio a las mayorías?
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