El neoliberalismo como
práctica económica, política e ideológica se puede definir como una
abierta complicidad entre el Estado y el capital, que conduce a la
sujeción del primero por el segundo. Sus mayores efectos son un
incremento brutal de la desigualdad social y un deterioro inmisericorde
de la naturaleza. Se está de acuerdo que esta fase se inicia con los
regímenes de Margaret Thatcher (1979-90), en Inglaterra, y de Ronald
Reagan (1981-89), en EU, y que esta modalidad se fue extendiendo por el
resto del mundo no sólo con los gobiernos conservadores, sino con las
llamadas socialdemocracias. Curiosamente, lo anterior casi coincidió con
la aparición y el despliegue del ambientalismo, lo cual generó una
tensión permanente. Al final, el ambientalismo fue cooptado, edulcorado y
neutralizado por el despliegue del neoliberalismo. La consagración del
discurso ambiental que tomó unas cuatro décadas se fue gradualmente
desvaneciendo. Hoy, casi sin excepción, las posiciones de gobiernos,
empresas, academias y organismos internacionales giran en torno a que la
solución a la crisis ecológica mundial, sólo es posible mediante el
mercado, las tecnologías y los arreglos institucionales. Para ello
fueron introducidos conceptos aparentemente científicos como
desarrollo sustentable,
crecimiento y economía verdes, y
capital natural, pero que en el fondo buscan ocultar la mercantilización de la naturaleza.
En México esta tensión comienza formalmente con la aparición de la
Semarnap (1994), nuevo ministerio que inició con gran vigor y calidad
científica, una legislación poderosa y dio lugar a instrumentos
administrativos para la regulación ambiental. Sin embargo, al igual que
en el resto del mundo, la eficacia de la Semarnap(t) se debilitó por las
políticas neoliberales de los siguientes sexenios. Alcanzo a distinguir
12 procesos que en conjunto forman un verdadero
Ecocidio en México: La llegada de funcionarios inexpertos y sin escrúpulos a los puestos claves; la entrega de casi la mitad del país a mineras para la extracción de oro, plata, hierro, zinc, cobre, incluyendo mil 900 concesiones en ¡68 por ciento de las áreas naturales protegidas!; la imparable contaminación industrial de los principales ríos del centro y norte del país que han dado lugar a
infiernos ambientalespor el alto número de enfermos de cáncer y otros males; la total inacción ante el uso de más de 80 plaguicidas tóxicos encabezados por el glifosato; la toma de posición jurídica de la Semarnat del lado de las grandes corporaciones biotecnológicas y agroindustriales (Monsanto, Syngenta, Bayer, Dow, Dupont) en el caso del maíz y la soya transgénicos; la sobrexplotación o el uso ilegal y fraudulento de los mantos acuíferos por grandes productores agropecuarios, las mineras, las cerveceras y las refresqueras; la entrega obscena de playas y costas a los megaproyectos turísticos; la indolencia de la política conservacionista que protegió flora y fauna en 30 millones de hectáreas, pero se olvidó de las 3 mil 697 comunidades que lo hicieron posible, 84 por ciento de las cuales hoy sufren ¡altos grados de marginación!; el sospechoso rezago de trámites y pérdida de documentos en la Profepa; el desdén por solucionar los conflictos ambientales (560 develados por mil 30 registros periodísticos); en fin, la total ausencia de solidaridad con los 157 mexicanos asesinados por defender el ambiente, quienes han sido completamente ignorados.
Coincidiendo con el posicionamiento de ocho gobernadores en contra de
la 4T, los exabruptos de los dos mayores intelectuales neoliberales,
los llamados a dar un golpe de Estado y la integración de un Bloque
Opositor Amplio (BOA), la pasada semana se hizo pública una carta
enviada al Presidente firmada por 24 ex funcionarios ambientales,
acusando al actual gobierno de
minar,
provocar el desmantelamiento,
la erosión, y
el desmoronamientode las instituciones ambientales. La conjunción de los
abajo firmanteses más que extraña: logró unir a cinco ex titulares de la Semarnat, que son políticos de PAN, PRI, PVEM y Nueva Alianza, además de miembros de Ceiba, ONG ambientalista dedicada a desacreditar al actual gobierno. Los firmantes, sin excepción, fueron en algún momento autores principales o secundarios, cómplices o testigos silenciosos del ecocidio que el país ha sufrido. La gran mayoría hoy son encubridores, socios, asesores o lavadores de imagen de empresas y corporaciones como Cemex, Grupo México, Coca-Cola, Bimbo, Monex, Volkswagen, Telmex, Walmart, Holcim, Ford, Banamex, etcétera, o bien dirigiendo
organizaciones empresariales verdescomo el Consejo Consultivo del Agua. Su contubernio con los poderes económicos puede corroborarse examinando sus biografías. Finalmente, juntos y revueltos, salieron del clóset.
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