Entrevista a Rosa Cobo socióloga feminista
TribunaFeminista
“No se puede considerar un trabajo una penetración múltiple, una mamada o un bukake”
“La maquila y la prostitución son los dos grandes paradigmas del capitalismo neoliberal” “La gente está comenzando a comprender que la prostitución es quizá la forma más brutal de violencia contra las mujeres” “Desde el abuso infantil hay un itinerario que conduce a la prostitución” |
Entrevista a Rosa Cobo, autora de libro “La prostitución en el corazón del capitalismo”
“Es una gran noticia, una alegría”. Los mensajes se
agolpan con la sentencia que declara nulos los estatutos del auto
denominado “sindicato de trabajadoras sexuales”. Un día una sonrisa,
otro un jarro de agua fría. Así parece ser la cotidianidad de las
protagonistas del movimiento por la liberación de las mujeres,
embarcadas en una larga lucha que hoy vive un momento de gran actividad.
En la agenda feminista se suceden debates,
jornadas, asambleas, manifestaciones, en una efervescencia que se ha
dado en llamar la Cuarta Ola. Una de sus voces más destacadas en España
es la de la socióloga Rosa Cobo, investigadora, docente y activista.
Cobo está esperanzada esta mañana gris de otoño por una buena noticia y
por intuir la primavera de muchas jóvenes cabezas y corazones feministas
incorporados al movimiento al que ha dedicado, y dedica, buena parte de
sus afanes. Como la cosecha de una fruta madura, conseguir la abolición
de la prostitución es la batalla feminista del presente.
– La Sala de lo Social de la Audiencia Nacional ha declarado
la nulidad de los estatutos del sindicato Organización de Trabajadoras
Sexuales (Otras). ¿Cree que este sindicato no es lo que afirma ser, un
defensor de las prostitutas, sino más bien una herramienta para
legalizar el proxenetismo en España?
– Yo creo que este sindicato es sobre todo una
estrategia que tiene la industria del sexo para meter, por la puerta de
atrás, la legalización de la prostitución. A pesar de muchas cosas que
ya tienen, los proxenetas –auto denominados “empresarios del sexo”–,
quieren mucha más legitimidad social y mucha más seguridad jurídica para
ellos. Y este sindicato es un paso más en esa estrategia. Lo que
quieren es esa regulación de la prostitución: si hay un sindicato, se
reconoce que existe el trabajo, entonces se está mucho más cerca de
lograrla
– Entonces, ¿hay un lobby proxeneta detrás de esto?
– Sin ninguna duda. Yo pondría las manos en el fuego, no una, sino las dos.
– Mientras tanto ¿se están rearmando las feministas abolicionistas?
– Sí. Esto merece la pena contarlo. Estamos
viviendo un momento histórico en el que ha dado comienzo lo que
conceptualizamos las feministas como la Cuarta Ola, cuyo corazón es la
lucha contra la violencia sexual, esta es la vindicación feminista
fundamental que la articula. Las abolicionistas hace ya muchos años que
están trabajando en ello, pero este es el momento en el que se ha creado
un clima ideológico en el que la gente está comenzando a comprender que
la prostitución es quizá la forma más brutal de violencia contra las
mujeres. Se empieza a entender que es una economía criminal, que
funciona de una manera muy parecida a una multinacional, y que mueve
muchos millones de euros al día. Que tiene un significado no solo como
violencia sino también en términos del capitalismo neoliberal y de las
economías ilícitas. Aunque a la gente le llega todo esto de una forma un
tanto difusa, se está consolidando la idea.
– Si la gente puede empezar a entender que es violencia y hay
daños, que hay que hacer algo, entonces se preguntará cuál es el mejor
abordaje legal a esto. Unas voces dicen que la regulación protegerá a
las mujeres, otras que la abolición es el mejor camino. Incluso un
sector ultra religioso hablará de prohibición. ¿Por qué ser
abolicionista, cómo explicar que es lo correcto?
– No pongo en duda que para algunas feministas
la regulación sea una estrategia que reduzca los daños sobre las
mujeres prostituidas, que lo hagan de buena fe. El asunto es otro
completamente distinto. No se puede considerar un trabajo una
penetración múltiple, una mamada o un bukake. No se puede articular un
trabajo sobre la base de un deseo sexual y de poder que tiene el 40 por
ciento de la población masculina española. Un trabajo no se puede
articular alrededor de lo que desee un grupo de varones.
Foto: Rosa Cobo feminista y profesora sociología del género en la Universidad de A Coruña
– Los regulacionistas nos dicen que hay otras explotaciones muy duras en el capitalismo…
– Por supuesto, y el feminismo abolicionista
tiene una vena fuertemente anticapitalista. El feminismo de los años
setenta ya hizo una crítica brutal a la familia patriarcal y también a
la prostitución. Las feministas abolicionistas sabemos lo que
significan, en términos de explotación económica, las maquilas, esas
grandes zonas francas como resultado de la deslocalización de la
producción de grandes empresas, con la mano de obra menos cualificada,
con salarios ínfimos. La precariedad del mercado laboral, en el que las
mujeres somos la mayoría en el trabajo a tiempo parcial, en el
sumergido, en los salarios de pobreza, en los trabajos que están
desnormados. Todo eso lo sabemos y tenemos una posición muy crítica. El
asunto es que la tenemos también hacia la prostitución, porque la
prostitución es explotación económica y además explotación sexual. Si la
prostitución se llega a considerar como un trabajo, eso tiene efectos
sobre el imaginario simbólico que tiene la sociedad acerca de las
mujeres. Es enviar el mensaje de que, de una forma u otra, todas somos
prostituibles. Potencialmente todas seríamos putas. Yo creo que la
maquila y la prostitución son, quizá, los dos grandes paradigmas del
capitalismo neoliberal.
La agenda de la profesora Cobo no para, a
juzgar por las lucecitas que salen de su teléfono, aunque se la ve
decidida a investigar y sobre todo, a vivir este momento con su propia
hija adolescente, a quien parece tener siempre en algún lugar de su
mente: una responsabilidad que no puede compararse a ninguna otra.
Luchar por un mundo mejor para las jóvenes se convierte así en una gran
motivación altamente afectiva. Rosa Cobo es la autora del ensayo “La
prostitución en el corazón del capitalismo” (Catarata, 2017), en el que
analiza cómo esta industria global, en el siglo XXI, es la fusión entre
los intereses patriarcales y los intereses capitalistas, y además es
clave para ambos. Su resultado es un proceso creciente de
mercantilización de los cuerpos y de la sexualidad de millones de
mujeres en todo el mundo, traídas de la periferia a los países
centrales.
Entre la investigación, el activismo y la
docencia, Rosa Cobo Bedia (Cantabria, 1956), es titular de Sociología
del Género en la Universidad de A Coruña y directora del Centro de
Estudios de Género y Feministas de la misma. Para la próxima semana se
ha embarcado en unas Jornadas Internacionales sobre Prostitución en la
ciudad gallega en la que participarán algunas de las ponentes más
reconocidas del movimiento por la abolición: la periodista sueca Kajsa
Ekis Ekman, la abogada Charo Carracedo (portavoz de la Plataforma por la
Abolición de la Prostitución, PAP) o la activista y superviviente de la
prostitución, Amelia Tiganus. Ninguna de ellas tiene duda alguna sobre
la gravedad de la violencia que supone esta esclavitud del siglo XXI.
– Las mujeres en prostitución sufren efectos
muy graves sobre su salud física: lesiones, dolores, infecciones serias…
la llegada a la prostitución no solo está relacionada con las
situaciones de pobreza, lo que es una evidencia. También hay estudios
que indican que en muchos casos han sido abusadas en su infancia y
adolescencia. Estas jóvenes han desarrollado un mecanismo de disociación
mental para resistir. Hay, desde el abuso infantil, un itinerario de la
sexualidad que lleva a la prostitución, y la gente debe saber esto. El
caso de Ámbar –pseudónimo de una superviviente que ha dado testimonio
público de ello– es muy ilustrativo.
– Otra objeción constante es la imposibilidad de abolir la
prostitución sin una acción global, ya que funciona como un mercado
trasnacional de mujeres y niñas. Muchas veces se dice que las acciones
abolicionistas desde administraciones pequeñas, como los ayuntamientos
que se organizan contra la trata o con ordenanzas que prevén multas a
los puteros, solo son parches. Que no hacen sino trasladar el problema
de un sitio a otro.
–Yo eso lo veo como lo que se dice frente a
los paraísos fiscales. También forman parte de la globalización, pero
¿es que vamos a renunciar a hacer políticas por eso? La prostitución al
cien por cien no va a desaparecer, así como así. Lo primero es
ilegalizar la industria del sexo, es decir, los clubes, los hoteles que
son burdeles, los edificios o pisos que funcionan como tales, la
agencias. Con ello se disuade a los proxenetas de que nuestro país es un
buen lugar para invertir y blanquear su dinero. Segundo, mediante las
multas, se penaliza la demanda, otra parte imprescindible. Y tercero, a
la vez, hay que implementar políticas públicas para las mujeres. En
España hay entre 300.000 y 100.000 mujeres en prostitución, por
supuesto, las medidas para ilegalizar deben estar acompañadas de estas
políticas.
–¿Hay caballos de Troya en el feminismo actual? Como una intención deliberada de confundir.
–Sí los hay, sí, y el lobby proxeneta está detrás.
– Otro de los debates actuales importantes en el movimiento es el del feminismo y la transexualidad.
– El tema trans se ha convertido en un tema de
debate para un sector del feminismo. La posición del feminismo hasta
los años ochenta fue que el género era una estructura de poder que era
necesario desactivar, abolir. El horizonte del feminismo eran individuos
que no tuviesen la marca del género. Las personas trans indudablemente
viven una situación de marginación y falta de respeto social y merecen
nuestra solidaridad y las políticas públicas necesarias para poner fin a
esa discriminación. Sin embargo, la idea del sexo intencional no me
parece útil para el feminismo. El feminismo es un movimiento social y
una tradición intelectual que tiene como objetivo la emancipación de las
mujeres. No es bastante con decir que te sientes hombre o mujer para
serlo. Hay muchos otros elementos que intervienen en la conformación de
la masculinidad y la feminidad. En todo caso, el tema trans se está
lanzando contra el feminismo para crear un conflicto que en nada
favorece ni al feminismo ni a las personas trans. Sospecho que favorece
solo a quienes pretenden debilitar al movimiento feminista.
– Hemos visto estos días cómo las activistas de Femen España
han sido golpeadas y pateadas, en el suelo, de forma salvaje, al
protestar en una manifestación fascista. Tras las elecciones en Estados
Unidos, y antes en Austria, Suecia o Brasil, hay analistas que afirman
que el feminismo está actuando como un dique, más o menos sólido, frente
al neofascismo, influyendo sobre todo en el voto de las mujeres. ¿Cree
que es así?
– ¡Ah, las activistas de Femen enfrentándose a
los fascistas, que acción tan valiente! Esas imágenes, esas mujeres,
pasarán a la historia, así lo creo. El movimiento social que más
rápidamente ha respondido a los neofascismos es el feminismo. En esto
tiene una gran lucidez. Nosotras sabemos muy bien qué proyecto tiene
para las mujeres el neofascismo: es la vuelta a los lugares de
subordinación. Ellos nos ven como seres básicamente reproductivos. Todos
los fascismos comparten una idea muy clara de la inferioridad de las
mujeres.
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