Quinto Poder
Por: Argentina Casanova*
Mucho
se habla de las maternidades como elección. Es uno de los paradigmas
del feminismo en México, dados los escenarios restrictivos al aborto que
predominan en todas las entidades federativas, pero pocas veces se
habla de las condiciones de elección para aquellas que no tienen hijos
no como una decisión sino como una consecuencia de las condiciones
laborales, económicas y sociales que limitan la posibilidad de ser
madre.
La decisión contemporánea, la no elección de los hijos, la
postergación de la maternidad, es decir el no tener hijos, es algo que
cada vez más es visible que más mujeres optan por esta condición, pero
poco se analiza lo que hay detrás de esta aparente “elección”, y qué
tanto realmente constituye una decisión.
Y cuestiono que sea una decisión porque creo necesario que así como
se habla de la libertad de la decisión por la maternidad elegida, así se
habla de una aparente decisión de no maternidad, de no tener hijos,
cuando en realidad podría tratarse de una condición en la que no hay
decisión sino consecuencia de los contextos de vida.
Siempre hablo desde la experiencia propia porque no hay experiencia
que conozca mejor que la mía, y ella me conduce a la reflexión, en esta
práctica de que sea mi vida la primera atravesada, reflexionada y
analizada desde mi propio feminismo, mirar mis decisiones desde el lente
crítico del feminismo aprendido en los últimos años.
Hablando acerca de las maternidades en un ejercicio de reflexión
acerca de la no maternidad, llegué a la conclusión que la mía no era una
decisión sino una consecuencia de múltiples factores que van desde
experiencias traumáticas relacionadas con la maternidad, hasta el
rechazo a la figura materna en soledad por el predominio de una sociedad
en la que las mujeres ven precarizadas sus vidas a partir de la
maternidad.
Se escucha egoísta pero es lo cierto, no es que haya elegido no tener
hijos, sino que elegí no vivir precarizada por una maternidad que
habría terminado viviéndola sola como espejo de la vida de amigas y
mujeres que conozco y que independientemente de los perfiles
profesionales siempre llevan su vida al extremo del estrés entre sus
trabajos, sus actividades personales y las responsabilidades del cuidado
y la manutención de sus hijos, tengan o no una buena relación con el
padre de sus hijos, aporten o no aporten, porque al final la sociedad
sigue funcionando en un sentido de otorgarles a ellas la mayor parte de
la responsabilidad.
Por eso hablo de contextos laborales, económicos y sociales.
No me atrevo a generalizar, más bien esta reflexión va en el sentido
de encontrar eco en otras mujeres que, como yo, miremos de frente que
más que una decisión el no tener hijos fue resultado de la postergación
por tener compromisos laborales en los que sabíamos que una maternidad
vendría a ubicarnos como a la mayoría de las mujeres aún en la
actualidad en una posición de desventaja en la competencia laboral por
ascensos, por aumentos salariales y por posiciones directivas.
Por supuesto que hay mujeres en esos cargos, pero si vamos a ver a
las profesionistas que no tienen redes de apoyo familiares para el
cuidado de las y los hijos, esta decisión se vuelve fundamental en la
continuación de la vida profesional si es que no se quiere adquirir una
doble jornada.
La maternidad es una decisión que inconscientemente lleva a las
mujeres a tener que compartir o distribuir sus ingresos sí o sí hacia
las y los hijos, con pareja o sin pareja, los salarios de las mujeres se
destinan prioritariamente a las necesidades inmediatas, a los bienes de
consumo que no generan riqueza.
Esto hace que las mujeres que tienen hijos y pareja, al pasar de los
años no tienen ahorros ni bienes que puedan vender, sus salarios
prácticamente se los “comieron” sus hijos, y aun con la participación de
una pareja de paternidad responsable esta es la característica general.
En los casos de paternidades ausentes la precarización en la vida de
las mujeres se triplica.
El tema es de muy amplias aristas y podrá haber muchas opiniones que
estimen que no, que no son razones suficientes para elegir no tener
hijos, que es egoísta siquiera pensarlas, pero justo esa es la realidad
que afrontamos aún las mujeres, y en lo particular creo que también como
las restricciones a la decisión de abortar son contextos que limitan la
libre decisión de la maternidad.
*Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche, Cam.-
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