Por
Jorge Carrasco Araizaga (apro).- Los ministros de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación están en aprietos. El gobierno de Enrique Peña
Nieto quiere que los jueces constitucionales reviertan el fallo del
Tribunal Colegiado que echó abajo, de tres plumazos, las investigaciones
de la Procuraduría General de la República (PGR) sobre la desaparición
de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Ayotzinapa. Justicia pendiente. Foto: Miguel Dimayuga |
La técnica jurídica, según expertos constitucionales, ni siquiera da
margen para la intervención de la Corte y mucho menos revertir la
polémica sentencia firmada por los tres magistrados del Primer Tribunal
Colegiado del Décimo Noveno de Circuito, con sede en Reynosa,
Tamaulipas.
En su controversial fallo, que para las autoridades es excesivo, los
magistrados ordenaron la creación de una Comisión de la Verdad y
prácticamente desecharon las actuaciones de la PGR en más de tres años
de investigación, el más grande en la historia de la Procuraduría.
El caso se salió del control del gobierno de Enrique Peña. Su
escenario era que en los próximos meses se tuvieran las primeras
consignaciones por secuestro y homicidio, evitando toda referencia a
crímenes de lesa humanidad como la desaparición forzada y, en
consecuencia, la responsabilidad del Estado mexicano.
La única manera en que la administración de Peña Nieto recupere
espacio ante las organizaciones sociales nacionales que patrocinan a los
familiares de las víctimas, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y la Organización de Naciones Unidas, es a través de una
intervención de la Corte que limite los alcances de la resolución de los
magistrados.
No sería el primer servicio de la Corte al Ejecutivo en momentos de
apremio. En 1998, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, una mayoría de
ministros apoyó el anatocismo, el cobro de intereses sobre intereses en
momentos en que para ese gobierno era crucial obtener recursos fuera de
los impuestos.
A pesar de las violaciones constitucionales argumentadas, la Cote
aprobó esa medida que sigue atentando contra los bolsillos de los
mexicanos.
En 2005, cuando Vicente Fox necesitaba argumentos jurídicos para el
desafuero de Andrés Manuel López Obrador, citó a los ministros a Los
Pinos. Solícito, el entonces presidente de la Corte, Mariano Azuela se
convirtió en asesor informal del Ejecutivo, lo que provocó una crisis
entre los ministros.
El gobierno de Felipe Calderón también requirió a la Corte en
momentos de apremio y logró que el máximo tribunal diluyera las
responsabilidades por el incendio de la guardería ABC en Hermosillo
Sonora, en el que murieron 49 niños. Estaban implicados funcionarios de
ese gobierno y de su antecesor.
Las presiones contra los ministros fueron intensas. “No te pusimos
ahí para esto”, fue el mensaje desde la Secretaría de Gobernación para
uno de los ministros que buscaba escalar las responsabilidades.
Las presiones siguieron con el caso de Florence Cassez. Se resolvió
hasta que se fueron Calderón y su secretario de Seguridad Pública,
Genaro García Luna.
Ahora Peña Nieto requiere a los ministros. El Poder Judicial también
es un poder político y hace política. Vamos a ver de qué está hecho cada
uno de los ministros.
@jorgecarrascoa
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