Quinto Poder
Por: Argentina Casanova*
Debe haber otro modo que no se llame Safo
Ni Mesalina ni María Egipciaca
Ni Magdalena ni Clementecia Isaura
Rosario Castellanos
Dicho hasta el cansancio, uno de los aspectos más complejos de
entender de la violencia para jueces, magistrados, abogados, ministerios
públicos, funcionarios de instituciones de atención a la mujer, mujeres
y sociedad en general es comprender que una mujer dilate en denunciar
violencia y cuando le preguntan la causa, ésta sea una respuesta
relacionada con el amor.
No es solo la idea del amor romántico la que puede facilitarnos a
entender esa “aura” de opresión que hay tras la violencia de pareja, ese
sentimiento denominado “explotación amorosa” que maliciosamente puede
ejercer una persona sobre otra sin importar si se trata de una relación
de pareja o de madre-hijo, basada en la incondicionalidad y la confianza
de quien ama.
No es necesario decirlo pero aquí lo abordaré: las feministas no
odiamos a los hombres, hemos transitado entre las relaciones amorosas de
la hija-padre amorosa a la de identificarlos como opresor violento al
que se le teme, pero hemos construido una actitud contestataria frente a
la violencia de responder con valentía y decirles que buscamos que el
miedo cambie de bando.
Aun así, lo difícil es reconocer que las mujeres que viven violencia a
veces terminan reconociendo que postergaron acciones contra sus parejas
porque los aman. No puedo sino pensar en el título de aquella novela
“Los hombres que no amaban a las mujeres”, o aquella de “Mujeres que
amaban demasiado”, dos títulos que claramente hablan de dos posturas
frente al amor y que sí, tiene que ver en cómo somos educadas para el
amor y el cuidado, en tanto los varones socialmente construidos son
educados para recibir amor y para recibir cuidados.
Pero esto ya lo sabemos y comentamos cotidianamente, lo afrontamos en
espacios institucionales cuando defendemos derechos de las mujeres, en
juicios, en diligencias ministeriales por violencia. Lo complejo desde
la noción feminista es interiorizar esto en la relación de pareja con un
hombre heterosexual heteronormado.
Por principio de cuentas no existen los deconstruidos en su
totalidad, lo sabemos, partimos de que es falso incluso en aquellos que
se presumen deconstruidos o “aliados feministas” bandera bajo la cual
suelen obtener una confianza adicional que normalmente vienen a explotar
en su provecho.
El tema llega a ser tan importante que entre feministas radicales o
separatistas se promueven notas o comentarios como “date cuenta amiga”, o
“la heterosexualidad es un riesgo para la vida de las mujeres”, y cosas
por el estilo. Sin embargo, si todo fuera tan sencillo como solo
establecer relaciones afectivas con otras mujeres, pues el mundo ya
viviría en paz, y bien sabemos que esa no es ni será la solución.
En contraparte, observo parejas lesbianas y homosexuales que viven la
misma violencia y la misma explotación amorosa que las relaciones
heterosexuales, en las que prevalecen las mismas características del
sometimiento, el control, la violencia simbólica y otras formas de
opresión.
Y es entonces que volteo y veo a mi pareja heterosexual y
heteronormada, sí, un hombre, el “enemigo” pero que es la persona que he
elegido para compartir mi tiempo y mi vida, y que por vivir en este
mundo y dependiendo de sus contextos sociales tendrá en mayor o menor
medida, una escala de expresiones de ese sistema patriarcal en el que
ambos transitamos.
Lo más sencillo a estas alturas, comentado entre feministas, después
de decepciones de “aliados feministas” que violentaron de formas más
sutiles -pero no menos agresivas-, pues es aprender a convivir con un
compañero patriarcal pero no violento, bajo la consigna de “más vale
patriarcal sincero que machista disfrazado de aliado feminista” a quien
por cierto, más allá de toda teoría sobre el poder y la presión, me
gustaría compartirle el mundo que habito para que empiece a mirar con
mis ojos y mi lugar en el mundo.
Querido amor patriarcal, tengo algo que decirte, el mundo es hostil
con nosotras las mujeres de formas tan graves y sutiles que aun cuando
tú hayas aprendido a ser un hombre que procura el cuidado, afuera, lejos
de ti, vivo cotidianamente graves riesgos que me hacen tener miedo y
pensar muy bien antes de dar un paso fuera de casa, cuando no voy tomada
de tu mano y tu brazo no pasa por mi hombro para decirles que tú estás a
mi lado.
Como muchos hombres patriarcales que aprendieron que una mujer sola
es vulnerable, pero una mujer que va de la mano de un hombre “tiene
propietario”, está “ocupada” y en consecuencia estará menos expuesta a
las violencias cotidianas... pero querido amor patriarcal... tengo algo
que decirte... cuando tú no estás a mi lado, el mundo es bien distinto
para mí...
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche
CIMACFoto: Priscila Hernández
Cimacnoticias | Campeche, Cam.-
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