El Salón Rojo
Por I Febrero 6, 2015 I 1:21 am
Las Horas Contigo (Dir. Catalina Aguilar)
“Nadie quiere morirse, y no por esperada la muerte nos violenta y atenaza menos. Vamos a ella como lo más inusitado”
La Emoción de las Cosas, Ángeles Mastretta.
La pasión por la nostalgia, los recuerdos y la estirpe familiar son los elementos que definen a Las Horas Contigo,
ópera prima de la joven Catalina Aguilar Mastretta cuya historia se
detona a partir del triste, doloroso, prolongado adiós de un ser
querido; haciendo de la muerte no sólo inevitable fuente de tristeza
sino también una oportunidad para la reconciliación.
Ema (Casandra Ciangherotti) es una joven profesionista que viaja del
D.F. a Puebla (¿dónde más?) para ver a su “Abu” (Isela Vega) quien
luego de una larga enfermedad ha pedido que no la lleven más al
hospital: si ha de morir, quiere hacerlo en esa linda casita rodeada
por un gran jardín y en la cual -por alguna extraña razón- casi todos
entran por la ventana que da a su recámara.
La prolongada agonía no provoca drama pero si desconcierto. Ema
junto con su madre (María Rojo), la enfermera (Arcelia Ramírez) y la
sirvienta-cocinera-nana de toda la vida (Evangelina Martínez) se reúnen
alrededor de la cama de la abuela rompiendo el silencio con las
preguntas más complicadas que se pueden hacer en una situación de ese
tipo: ¿qué hacemos?, ¿la llevamos al hospital?, ¿vamos viendo lo de la
funeraria?, ¿cementerio o cremación?… ¿qué hacer?
La triste ocasión sirve para que las cabezas de este férreo
matriarcado discutan y se recriminen la una a la otra sobre el
distanciamiento que han sufrido por años. La mamá de Ema, Julieta, es
una famosa cantante que ha tenido que pagar el costo del éxito con
ausencias. Aquel vacío fue llenado justamente por la hoy convaleciente
abuela por lo que, como bien dice Emma, “es como si muriera mi madre”.
El guión de la propia Catalina Aguilar es sumamente limpio en la
presentación y definición de sus personajes: la hija en tensa calma, la
madre siempre dicharachera y ese esgrima verbal entre ambas que va
construyendo los mejores momentos de la cinta gracias a esos diálogos
que en voz de María Rojo encuentran el timing perfecto, entregando así
una de sus mejores actuaciones en años.
La nostalgia desplaza al drama, pero tampoco hay espacio para llevar
el escenario hasta sus últimas consecuencias. En alguna escena inicial
se muestra cómo es que la enfermera y la hija cargan a la abuela para
que pueda ir al baño; con esto, Catalina Aguilar pareciera no negar el
tamiz más cruel de la muerte, aquel que nos reduce a ser un costal de
memorias imposibilitado siquiera para hacer lo más básico. Pero el
atrevimiento llega hasta ahí. Es notoria una convicción más clara hacia
la tersura y la candidez que rumbo a la provocación. Bienaventurados
aquellos que pueden morir de esa forma, con el mínimo dolor y alrededor
de su familia.
Pero tampoco podemos alegar engaño, es claro que Catalina Aguilar no
quiere ser ruda con su público, lo suyo es la calidez que evoca al
linaje de las grandes familias (¿qué tanto abreva ese guión a su propia
historia familiar?) en una cinta convencional pero bien hecha, mejor
escrita y con diálogos que se prestan incluso a momentos de buen humor;
siempre con el fino trazo de un cálido universo femenino, retrato que
al final resulta el aspecto más logrado de esta cinta.
Las Horas Contigo (Dir. Catalina Aguilar)
3 de 5 estrellas.
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