Carlos Bonfil
En el país de las almas errantes. En 1975, cuando tenía apenas 11 años, el hoy documentalista camboyano Rithy Panh (documentales S-21, la máquina de muerte de los jemeres rojos, 2003; Gente de Angkor, 2004, y la película de ficción Un dique contra el Pacífico,
2008, según la novela homónima de Marguerite Duras), padeció una
reclusión de cuatro años en los campos de concentración del régimen
totalitario de Pol Pot en la Camboya comunista. A los 15 años emigró a
Tailandia y más tarde se exilió en París donde realizó estudios
cinematográficos.
Su notable labor de documentalista se ha centrado en exponer las
atrocidades cometidas por los jemeres rojos y, sobre todo, desmontar
las falacias que pretendieron disimular el horror impuesto a la
población civil y justificar los crímenes colectivos en nombre de una
pretendida pureza ideológica.
En La imagen ausente (L’image manquante;
en rigor, la imagen que falta), el cineasta denuncia esa ingrata tarea
oficial de escamoteo histórico. La imagen faltante es, entre tantas
otras, la del proceso sistemático de deshumanización mediante el cual
el régimen de Pol Pot despojó a cientos de miles de personas de su
identidad y de sus valores esenciales, cambiando incluso el nombre del
país por el de Kampuchea Democrática.
A través del confinamiento, el hambre, la negación de servicios
médicos, los trabajos forzados, la humillación individual y colectiva,
y el miedo, el sistema totalitario buscó aniquilar una supuesta cultura
burguesa e implantar por la fuerza su propia concepción de un hombre
nuevo, sometido por completo a la ideología dominante.
Rithy
Panh acude a sus recuerdos de adolescencia, recupera un valioso
material de archivo y, como formidable apuesta estética, utiliza
figuras de barro para escenificar los episodios que relata. El
procedimiento, lejos de ser un recurso artificial o fácil, es muy
eficaz, pues con él se manejan con sobriedad situaciones de suyo
dramáticas y lacerantes, y que a cargo de actores podrían mostrar una
sobrecarga emocional o un tratamiento maniqueo. Se evita de paso y
novedosamente la sucesión de testimonios y entrevistas.
El relato autobiográfico se vuelve el rescate de una experiencia colectiva y también la de cineastas ejecutados por haber filmado la realidad totalitaria.
Las imágenes faltantes persisten en la memoria de los sobrevivientes
aún agobiados por el peso de la impunidad de sus verdugos y el temor de
una siempre posible redición del horror vivido. Con mucho, la mejor
película de este foro.
La imagen ausente se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 12 y 18.30 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
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