El despido de Carmen Aristegui de MVS (y su posterior reinstalación) ha traído una cantidad impresionante de mensajes en las redes sociales. En el momento que estábamos atentos por lo que ocurrió en Túnez y sucede en Egipto, dadas las proporciones, México entró en escena no sólo aquí, sino a nivel internacional, porque los resultados del caso se abonarán para mal, sin duda, en la cuenta de Felipe Calderón.
Además, se dan cuando ocurren dos situaciones: la mayor baja de popularidad de Felipe en los últimos dos años –52 por ciento de aceptación popular– y su aparición en un acto de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos donde aseguró que el crimen organizado era el mayor responsable del ataque contra los periodistas. Sin embargo, no dijo nada respecto de la ausencia de resultados en los casos de 66 reporteros asesinados, no obstante los diferentes organismos nacionales, entre ellos una inútil fiscalía.
De nuevo, las agrupaciones, incluso privadas, son vistas como incompetentes y hasta autoritarias. Ello porque MVS, de la familia Vargas, dijo en un comunicado que sacaba del aire a Carmen por haber propalado rumores, lo cual transgredía el código de ética. Pero numerosos especialistas preguntaron, entre ellos Marco Levario, “¿dónde podemos consultar dicho código?”. La pregunta se quedó sin respuesta. Algo vergonzoso para quien esgrime un argumento. Lo más grave es que la supuesta explicación fue retirada a las pocas horas de la red.
La polémica se desató –la historia no termina, está empezando– ya que Aristegui comentó una manta de unos diputados del Partido del Trabajo, encabezados por Gerardo Fernández Noroña y el antes cuidadoso Jaime Cárdenas, donde se acusa a Felipe Calderón de bebedor empedernido, tema que se había difundido en diversos medios y por columnistas, entre otros Marcela Gómez Zalce y Federico Arreola –el segundo después rectificó–. Pero el asunto cobró mayor significado en donde se reúne la clase política y periodística y, sobre todo, en las redes sociales.
Frente a esto, jamás hubo una explicación o campaña oficial que desmintiera, aclarara o planteara una posición al respecto. Más bien, como es tradicional en el poder, se ignoró y desdeñó el asunto al utilizar la frase, muy tradicional en estos años, “lo que no existe para nosotros es una percepción equivocada”, cuestión que ha sido recurrente en la guerra contra el narcotráfico.
La inquietud no sólo fue de Carmen Aristegui. El 4 de febrero, en el portal Eje Central, la cronista Marta Anaya también señaló que valdría la pena que en Los Pinos hubiera una aclaración respecto de la bola de nieve que existía de este problemático asunto. Y es que, por ejemplo, Julio Hernández, en La Jornada, se refería a la residencia de Felipe Calderón como “Los Vinos”.
Estamos ante un problema nada menor que traerá no sólo repercusiones, por decir lo menos, a diferentes actores –Calderón, MVS, Aristegui, diversos medios–, sino una profunda reflexión y sacudimiento al periodismo, la libertad de expresión y las relaciones entre el poder y los medios.
En este último caso, debido a que a MVS no se le ha refrendado su concesión. Algunos señalan que ése pudo ser uno de los motivos del despido de Carmen. Y no son unos cuantos, sino incluso un analista ligado al Partido Acción Nacional y muy respetado, Francisco Paoli Bolio, en Canal 11, serie Primer Plano, lo señaló como una conjetura posible. Lo que muestra hasta dónde ha llegado este huracán que derribará murallas.
En un llamado público de la Asociación Mexicana del Derecho a la Información (Amedi), se dice: “La salida de Carmen Aristegui de MVS Radio es una pésima noticia para la sociedad mexicana. La voz crítica que Carmen Aristegui ha construido a lo largo de una sólida carrera profesional se ha convertido en una de las más relevantes en la vida pública mexicana. La decisión que cancela ese espacio radiofónico es desafortunada para todos. Pierde la empresa MVS, cuya independencia editorial queda en cuestión debido a la supresión de ese espacio crítico. Pierden la periodista y su amplia audiencia. Pierde la Presidencia de la República, de donde surgieron las exigencias para que Carmen Aristegui se disculpara por un comentario que hizo el viernes 4 de febrero”.
Agrega la Amedi, presidida por Raúl Trejo: “MVS ha manifestado que la periodista transgredió el código ético de dicha empresa. Sin embargo, ese código no es conocido por los radioescuchas”.
Y remata la Asociación: “Si la periodista difundió una información errónea, la persona o la institución afectadas podrían haber solicitado una rectificación. Si se trata de una opinión personal, tiene (ella) derecho a difundirla aunque fuese equivocada”.
Documento muy acertado y preciso el cual abre, por cierto, nuevamente las preguntas que se han hecho muchos: ¿quién y por qué cortaron las transmisiones de Carmen? Más si MVS había dicho hace meses que la conductora resultaba “más libre que nunca” y su matutino era el más escuchado de la radio, incluso seguía creciendo en diferentes estados del país, ya que nuevas emisoras se asociaban al informativo.
Un curioso periódico, Basta, de Miguel Cantón Zetina, le dedicó su portada y trae dos apuntes: “Indignación por su salida” y “No acepta censura a la libertad de expresión”. Además, en su interior plantea 10 asuntos bastante espinosos que difundió Carmen, entre ellos el de Marcial Maciel; la entrevista a Miguel de la Madrid cuando éste dijo que Carlos Salinas de Gortari se había robado la partida secreta de la Presidencia de la República; la detención de Lydia Cacho a manos del Góber Precioso –quien ahora se sabe erogó en su sexenio más de 1 mil millones de pesos en medios– y sus críticas a Televisa. No incluyeron las conversaciones de Luis Téllez contra Purificación Carpinteyro y otras.
El asunto ya se extendió y dará para más (Carmen regresa al aire el 21 de febrero). Sobre todo en las redes sociales, donde no hay posibilidades que las recomendaciones o sugerencias paren esta conmoción.
Claro, no faltarán quienes digan que todo esto son calumnias de algunos resentidos y hasta jodidos. Ni modo, el periodismo basura tiene fuerte asidero en el país.
*Periodista
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