Leonardo García Tsao
Cannes.
En esta ocasión hablaré primero de lo visto en la sección Una Cierta
Mirada, y después de la competencia. Porque fue allí donde se exhibió Las elegidas, segundo
largometraje de David Pablos y primero de los títulos mexicanos en la
selección oficial. Como mucho del cine nacional reciente, la película
hace referencia a una forma del crimen organizado en la zona
fronteriza, en este caso, la trata de blancas –algunas menores de edad–
en Tijuana.
Con un guión del propio Pablos, inspirado en una idea del escritor
Jorge Volpi, la narrativa sigue la desventura de la adolescente Sofía
(Nancy Talamantes), cuyo novio, Ulises (Óscar Torres), la engaña para
reclutarla en el negocio familiar, un burdel compuesto por prostitutas
jóvenes. Aunque el tema es sórdido y violento, la hábil realización
apuesta por sugerir y no mostrar los actos más viles. Quizás el único
momento veleidoso sea el empleo innecesario de la pantalla dividida,
pero fuera de esas escenas, Las elegidas es un ejercicio en rigor formal.
Desde luego, no habrá salida fácil para la protagonista. Por
desgracia, nuestra realidad impone un pesimismo natural a su recreación
cinematográfica y Pablos ha contribuido con otra lúcida estampa a esa
iconografía del horror. La película recibió una larga ovación al
terminar su primera proyección vespertina.
También en Una Cierta Mirada se estrenó Rak ti khon kaen (Cementerio de esplendor),
realización más reciente del tailandés Apichatpong Weerasethakul, uno
de los cineastas más idiosincráticos del mundo. En esta ocasión, trata
sobre un hospital donde varios soldados sufren un misterioso mal del
sueño, que despierta el interés de una señora que indaga con una médium
sobre la vida onírica de los pacientes. La película es tan intrigante
como letárgica. Lo interesante es que se trata de una coproducción
entre varias instancias, incluida la productora mexicana Detalle Films.
Y el cinefotógrafo es Diego García, egresado del Centro de Capacitación
Cinematográfica al igual que David Pablos. El trabajo de García es
especialmente llamativo en las escenas nocturnas y las que transcurren
a media luz.
De vuelta a la competencia, esta tuvo una importante aportación del danés Joachim Trier, cuyo tercer largometraje, Louder Than Bombs (Más fuerte que las bombas),
es una coproducción entre Noruega, Dinamarca y Francia, situada en los
Estados Unidos. Así, se examina el efecto que una fotógrafa de guerra
(Isabelle Huppert) ha tenido en el desarrollo de su familia, sobre todo
después de su muerte en un aparente accidente de automóvil. Con el
talento literario que Trier había demostrado en sus anteriores Reprise (2008) y Oslo, agosto
31 (2011), la narrativa y sus personajes se desenvuelven con la
naturalidad de la vida misma. No hay artificios ni juicios morales en
una visión particularmente compleja del hijo menor (Devin Druid), un
adolescente preparatoriano. Ojalá haya oportunidad de hablar más sobre
esta película, si llega a exhibirse en México.
También naturalista, pero con mucha conciencia social, fue la francesa La loi du marché (La ley del mercado),
de Stéphane Brizé, centrada en los avatares laborales que sufre el
obrero Thierry (un sobrio Vincent Lindon), cuando busca trabajo y
termina como agente de seguridad en un supermercado. El director filma
casi todas las escenas desde un solo emplazamiento para acentuar el
realismo, aunque algunas podrían reducirse, pues se extienden mucho más
allá de su comprensión. Aunque la situación del protagonista es
humillante, uno aprecia las evidentes ventajas del obrero francés sobre
el mexicano: goza de seguro de desempleo, es propietario de su hogar,
posee un auto…y hasta le alcanza el tiempo para tomar clases de
rocanrol.
Twitter: @walyder
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