Al-Dabi Olvera*
El asesinato del
defensor y comunicador morelense Samir Flores, cometido el 20 de febrero
de 2019, fue un parteaguas para la vida pública de México y, en
particular, para la relación entre la izquierda social autonomista y el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
A un año del crimen, el Estado no ha hecho más que arreciar la
confrontación al dar continuidad a la política extractiva, la cual, en
discurso, tiene como finalidad el desarrollo y la redistribución de la
riqueza, pero en la práctica la reproducción del capital empresarial.
Por el otro lado, la izquierda social, que insiste en el derecho a la
autodeterminación de los pueblos y a un medio ambiente sano, y a la cual
le falta formar un amplio movimiento que apele a los grandes sectores
empobrecidos del país.
Como punto de arranque, la distancia se tensa porque la justicia en
el caso de Samir Flores no ha llegado, así como en el de al menos tres
decenas de personas que se dedicaban a la defensa del medio ambiente y
la comunicación, asesinadas, durante la actual administración.
El caso de Samir sigue sin avances por parte de la fiscalía del
estado de Morelos. Samantha César, compañera de Samir en Radio
Amilcingo, denuncia que la fiscalía local no sigue las líneas de
investigación que apuntarían hacia un crimen en un contexto político,
por lo que exigen que el caso sea atraído por la fiscalía federal.
Samir Flores fue asesinado en la puerta de su casa días antes de una
encuesta ciudadana lanzada por Andrés Manuel López Obrador, quien ya
como presidente decidió preguntar si la población de tres estados
aceptaba el funcionamiento del transexenal Proyecto Integral Morelos
(compuesto por una termoeléctrica, un acueducto y un gasoducto).
En enero de 2019, justo cuando el presidente López Obrador pretendía
arrancar con la conmemoración del centenario del asesinato de Emiliano
Zapata, Samir Flores e integrantes de la Asamblea Permanente de Pueblos
de Morelos exigieron al mandatario que cumpliera su promesa de campaña
(la cancelación del proyecto), y no la consulta.
Un mes más tarde, en Cuautla, arreció la protesta contra el presidente, quien señaló a los activistas como
radicales de izquierda.Los pueblos reclamaban que su voto por Morena fue para garantizar la defensa de sus tierras. Un día antes de su asesinato, Samir confrontó al superdelegado del gobierno federal en la entidad, Hugo Eric Flores, perteneciente al conservador y evangélico Partido Encuentro Social, durante una asamblea informativa sobre los efectos del megaproyecto. Ninguna estructura del Estado es investigada por el asesinato de Samir.
Sin seguimiento mediático desde entonces, comunidades de Morelos,
Puebla y Tlaxcala continúan defendiendo su lugar. En Anenecuilco sigue
el plantón para evitar que el agua sea llevada a la termoeléctrica.
Amilcingo ganó en junio un amparo ejidal para suspender la operación de
toda la obra. La radio que Samir fundó opera con más potencia. Familia y
amistades de Samir prosiguen en búsqueda de justicia. Los pueblos se
encuentran aún en asamblea permanente y realizan actividades políticas y
culturales para mantener el tema vigente.
El gobierno continúa adelante con los megaproyectos. Con el Instituto
Nacional de Pueblos Indígenas y otras entidades del Estado, realiza
consultas en el Istmo de Tehuantepec y en la península para avalar
megaproyectos. Arrecian las presiones contra los opositores de estas
obras. Ahí están los ejemplos de Miguel López Vega, compañero de Samir,
en Puebla, encarcelado, y las amenazas contra el defensor y escritor
maya Pedro Uc Be. El fondo del debate sigue en disputa: el costo del
desarrollo va para quienes siempre han estado fuera del proyecto de
nación, y a la vez son usados como centro del discurso: los pueblos
indígenas. Ese desarrollo siempre es en sus territorios de vida, pero
los desplaza, los empobrece y asimila.
Entre el gobierno de la Cuarta Transformación y la izquierda
autonomista se disputan claramente, desde hace un año, a raíz del
asesinato, visiones encontradísimas.
En el México de abajo, después de las actividades dislocadas
planeadas para el día 20, aniversario del asesinato de Samir, se convoca
a marchar el 21 en la capital y a una asamblea en Amilcingo el 22,
actividades agrupadas bajo el nombre: Jornadas en Defensa del Territorio
y la Madre Tierra Samir Somos Todas y Todos. Luego vendrá la parte más
difícil: hacer brotar las formas de vida no basadas en el capital (como
la multiplicación de los caracoles zapatistas en Chiapas), y cómo
entretejer y constelar una red que devenga ya no en un mundo donde
quepan muchos mundos, sino otro mundo posible. Eso comenzará a decidirse
en 2020, a un año del asesinato y siembra de Samir Flores.
* Cronista
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