Lydia Cacho
Plan b*
Más
de 30 personas desde diferentes ángulos vieron exactamente lo mismo: un
grupo de policías federales masacrando a un puñado de hombres
desarmados que mantenían las manos arriba y se hincaban ante la
petición de la autoridad.
La masacre de Apatzingán, documentada por la reconocida periodista
Laura Castellanos, no es producto de un dicho, sino la documentación de
un hecho concreto sobre el cual hay videos, fotografías, y una
diversidad importante de testimonios de personas que atestiguaron los
hechos en el momento en que sucedieron.
Frente a este reportaje publicado en el portal aristeguinoticias.com,
el ex comisionado para la paz en Michoacán, el mal logrado ex
procurador del Estado de México Alfredo Castillo, vuelve a negar los
hechos y se esconde tras su nuevo puesto burocrático (seguramente se lo
dieron por ser experto en hacer de la falsedad un deporte).
No es de sorprender que Castillo mienta, se equivoque y vuelva a
mentir, ya lo hizo hace años con el ominoso caso de la pequeña
Paulette, la niña asesinada cuyo cadáver no localizó el equipo de
Castillo y que días más tarde apareció como por obra de magia bajo el
colchón sin que el procurador dudase de los resultados de las pesquisas.
Ese es otro hecho contundente: Castillo es un funcionario público
acostumbrado a falsificar testimonios oficiales para ocultar su
ineficiencia, acostumbrado a adulterar la evidencia para justificar su
ineptitud y con ello fortalecer la impunidad.
Lo que en realidad frustra a la sociedad es que los dichos de un
mediocre servidor público se antepongan frente a los hechos concretos
de una masacre con claros tintes de limpieza social ejecutada por
autoridades mexicanas.
Ante lo evidente sigue preguntar lo importante: ¿Quién dio las órdenes
a los policías federales de ultimar a los miembros de la Fuerza Rural
que meses antes fueran reconocidos por el comisionado Castillo? ¿Por
qué analistas políticos de medios de comunicación decidieron ignorar la
masacre de Apatzingán?
Acaso podremos demostrar que esta masacre es parte de una estrategia
iniciada desde tiempos de la guerra calderonista, y de ser así, estos
asesinatos se suman a los crímenes de Estado que deben ser demostrados
frente a tribunales internacionales.
La fallida guerra calderonista sigue tan viva como antes, pero a
diferencia del sexenio panista, Enrique Peña Nieto ha optado por
fortalecer la simulación de negociación de conflictos que permitiría
que las fuerzas rurales trabajen contra el narcoestado.
Esta simulación controla temporalmente y divide a los grupos civiles
rurales hastiados de la violencia generada por la ingobernabilidad que
abre las puertas a gobiernos municipales paralelos operados por la
delincuencia organizada.
Si esto puede demostrarse jurídicamente, la comunidad internacional
podrá comprender por qué nacen nuevos cárteles y la inseguridad crece
en lugar de debilitarse.
A las y los reporteros nos corresponde documentar hechos reales; buscar
la historia, entrevistar a tantas personas involucradas y testigos como
sea posible, contrastar las fuentes, entender el contexto en que se dan
los hechos y narrarlos tal como son.
Eso hizo la colega Laura Castellanos con el caso Apatzingán, sin
embargo, como en cientos de casos en que las autoridades quedan en
entredicho frente a crímenes de Estado y violaciones a los Derechos
Humanos, los políticos y servidores públicos se convierten en una
suerte de charlatanes de la justicia.
Para la prensa son claros los casos en que las declaraciones mentirosas
de los representantes del gobierno abonan a la impunidad. Todos, o su
mayoría, están documentados, grabados en video y voz; ya son parte de
la historia reciente.
La prensa mexicana que no se ha sometido al poder político es la gran
aliada de la sociedad civil; no es casualidad que las amenazas
desgasten a reporteras y reporteros, o que el sitio de Aristegui
Noticias haya sido derribado por un ataque cibernético luego de subir
esta nota y sus videos hace unos días.
Lo que sorprendió es que los editores, incluso de medios que se
consideran libres, hayan ignorado con tal flagrancia el reportaje
#FueronLosFederales, que revela la masacre de Apatzingán, porque
muestra en realidad a quién protege el ex comisionado Castillo.
Ahora queda responder las preguntas: ¿Quién dio las órdenes a los
federales que cometieron un crimen? ¿Quién saboteó al medio que nos dio
a conocer esta historia?
Twitter: @lydiacachosi
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que
siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy
probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
CIMACFoto: César Martínez López Cimacnoticias | México, DF.-
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