5/11/2024

La gestación subrogada en la nueva Directiva europea contra la trata de seres humanos

 tribunafeminista.org

Berta O. García

El pasado martes 23 de abril, el Parlamento Europeo aprobó por una amplia mayoría la modificación de la Directiva 2011/36/UE relativa a la prevención y lucha contra la trata de seres humanos y a la protección de las víctimas [1] que incluye la explotación de la gestación subrogada, el matrimonio forzado y la adopción ilegal en el ámbito de las infracciones relacionadas con la trata de seres humanos perseguibles en toda la Unión Europea, al mismo título que la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, el trabajo o los servicios forzados, incluida la mendicidad, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, la servidumbre, la explotación para realizar actividades delictivas o la extracción de órganos.

La fórmula escogida, “explotación de la maternidad subrogada”, es confusa y podría dar a entender que existe una gestación subrogada que no explota a las mujeres y una gestación subrogada que sí lo hace, siendo esta última la que debería ser perseguible. Pero, y cito literalmente, “por lo que respecta a la trata con fines de explotación de la maternidad subrogada, la presente Directiva tiene en su punto de mira a quienes (sean personas físicas o jurídicas) coaccionan o engañan a mujeres para que actúen como madres subrogadas.

Coacción y engaño

A la luz de la nueva la Directiva, toda gestación subrogada, sin excepción, debe ser encuadrada como trata de personas, ya que la coacción y el engaño están siempre presentes en la gestación subrogada; dos conductas que convierten la captación en trata, lo mismo que la coerción, la fuerza o el fraude. Y ambas conductas son sistémicas, intrínsecas y consustanciales a la propia práctica, por lo que ésta debe ser perseguida como una forma de trata.

  1. A las madres subrogadas se las capta con engaño, convenciéndolas de que no son madres de los hijos y las hijas que traen al mundo, lo que viene siendo desmentido por el hecho de que todas tienen que renunciar a la filiación. Porque si, por el contrario, una mujer fuera consciente de que es madre de ese bebé que trae al mundo y aun así lo cede a terceros, nos encontraríamos ante un caso de abandono de menores y/o de venta de menores, si en esa transacción interviene cualquier suma de dinero en concepto de retribución o de compensación.
  2. A las madres subrogadas se las capta con coacción, ya sea ésta psicológica, social, familiar, religiosa (basadas en ese estereotipo sexista que presupone a las mujeres una inclinación a sacrificarse por los demás y las educa para ello) y, sobre todo, económica, ya que la retribución o la compensación constituyen un importante aliciente a la hora de prestar consentimiento para ser madre subrogada. No hay un solo país en Europa donde la tasa de ocupación de las mujeres sea igual a la de los hombres, donde la tasa de desempleo de las mujeres no sea superior a la de los hombres y donde no exista brecha salarial [2] [3]. La feminización de la pobreza es global y también se da en Europa, siendo las mujeres las que más sufren el desempleo, la precarización de los contratos, el empleo temporal y a tiempo a parcial, y es mayoritariamente sobre las mujeres sobre las que recae el trabajo no remunerado de los cuidados.

Los menores 

Según la nueva Directiva, cuando la conducta afecte a un menor, constituirá una infracción punible de trata de seres humanos, pero no se aplicará esta norma a la explotación de la maternidad subrogada, a menos que la madre subrogada sea una menor, con lo que la Directiva deja de lado los principios reconocidos en la Declaración de Derechos del Niño de que ningún menor debe ser separado de su progenitora si no es por una causa justa y que todos los niños y las niñas tienen derecho a la identidad, y obvia asimismo que los menores son tratados como objetos de transacción en la gestación subrogada, siendo usurpados de su dignidad como personas.

Por todo ello y a tenor de los Considerandos 1 y 2 de la nueva Directiva europea contra la trata de seres humanos, la gestación subrogada en cualquiera de sus modalidades es una forma de trata y un delito grave que constituye una grave violación de los derechos fundamentales de las mujeres y de las niñas y los niños, teniendo varias causas de fondo, como son la pobreza, la desigualdad, la ausencia de oportunidades de empleo viables o de apoyo social y la discrimanación, que hacen que, en especial las mujeres y los menores, sean vulnerables a la trata. Y por supuesto el sexo, ya que la especificidad del fenó­meno de la trata varía en función del sexo y son siempre mujeres las utilizadas como madres subrogadas.

Las legislaciones de cada Estado de la Unión Europea que deben emanar de esta Directiva tendrán que demostrar que la lucha contra la trata es una prioridad para la Unión y los Estados miembros, comprometiéndose activamente en prohibir y perseguir la gestación subrogada en cualquiera de sus modalidades y en apoyar a las víctimas, independientemente de su país de origen.


[1] Modificación de la Directiva 2011/36/UE relativa a la prevención y lucha contra la trata de seres humanos y a la protección de las víctimas.

https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/TA-9-2024-0310_ES.html

[2] Anuario de Estadísticas del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social.

https://www.mites.gob.es/es/estadisticas/contenidos/anuario.htm

[3] Eurostat.

https://ec.europa.eu/eurostat

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NO, la prostitución NO es un trabajo.

 tribunafeminista.org

Engracia Martín Valdunciel

Universidad de Zaragoza. Dra. de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación. Dra. en Ciencias de la Información y Documentación.

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No puede serlo porque implica cosificación y deshumanización de mujeres y niñas. Hablamos de una práctica que conculca derechos humanos. Como el derecho a la dignidad, el derecho a la integridad física y moral o la potestad de cualquier ser humano de no ser sometido a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

El feminismo defiende una vida digna para todos y todas, por tanto reclama medidas contra las violencia machistas, la barbarie prostitucional entre ellas. Cabría esperar que los sindicatos, al menos los de clase —competentes, en teoría, para analizar las relaciones de poder—  fueran coherentes y entendieran, como mínimo, la asimetría que tiene lugar en la prostitución: entre quienes tienen poder (hombres) y quienes ocupan posiciones de subordinación (mujeres, menores). Y, por tanto, condenaran la práctica abiertamente, sin paliativos. Significaría que el mundo del trabajo se compromete con una sociedad más justa.

En sociedades que dicen respetar los derechos humanos no deberíamos  entrar en la matraca a que nos invita el lobby proxeneta y sus voceros para blanquear su negocio criminal. Nos referimos a la pertinencia de considerar la deshumanización de seres humanos “trabajo sexual”, “servicio sexual”, “un trabajo como otro cualquiera”, “ocio”, “alterne” o mandangas por el estilo. O cuando sugiere pensar la perversa dicotomía “prostitución coaccionada” o “prostitución libre o consentida”…No hay “libre elección” ni “libre consentimiento” en la prostitución. No ha lugar a plantear el tema en esos términos en un mundo sustentado en desigualdades brutales. No entramos ya en la manida sandez de que la esclavitud sexual “empodera”… ¡ a las esclavas ¡ ¡El mundo al revés! O la no menor necedad de que la prostitución es “transgresora”… Cuesta entender qué orden quebranta un negocio delictivo millonario al nivel del de las drogas o el armamento… Por tanto, cabría esperar que ningún sindicato democrático aceptara entrar en juegos falaces que rezuman neoliberalismo.

Todo este cúmulo de falseamientos se suscitan de forma cíclica en los grandes medios de comunicación cuando el poderoso lobby proxeneta cree que su tinglado puede peligrar mínimamente en el limbo alegal actual. Los media impulsan su ideología de forma confusa y contradictoria avalando, sin sonrojo, a quienes pretenden acreditarse como “pro derechos” de las mujeres prostituidas… (una se pregunta a qué derechos se refieren, ¿quizá  al “derecho” a seguir siendo violadas, cosificadas, torturadas…?) fomentando desconcierto y mucho “buenismo” en una sociedad que mira para otro lado. Como ocurre —¡ay!, tan a menudo—  cuando nos encontramos  “buenos hombres de izquierda” defendiendo la prostitución… O mujeres que son “abolicionistas pero”…  manejan conceptos extraños de “inclusión” o “respeto”… No resulta coherente, ni honesto ni aceptable que hablen de derechos humanos quienes defienden prácticas que los pisotean. Confusión, distorsión, falta de compromiso con ciudadanos y ciudadanas, son tónica dominante en los grandes medios cuando hablan de prostitución. Sin embargo, sería deseable —no sabemos si esperable— que los y las profesionales de la comunicación no desprestigiaran aún más el oficio, se documentaran y desarrollaran el trabajo periodístico con honradez, profesionalidad y consideración por una sociedad democrática de verdad,  que no cosifique a la mitad de la sociedad.

La explotación sexual y reproductiva de las mujeres ha sido, y sigue siendo, nodal en el patriarcado. Constituye un privilegio de hombres en un mundo construido y organizado a su medida. Es una práctica de poder resultado de la subordinación de las mujeres, de su falta histórica de acceso a recursos económicos, sociales o culturales. El acoso, la pornografía, los feminicidios, plataformas proxenetas como OnlyFans, la sexualización de niñas, los “vientres de alquiler” …forman parte del mismo sistema de dominación que ha definido a las mujeres como seres inferiores, meros objetos sexuales al servicio de la genitalidad masculina.

Por tanto, si queremos ampliar los límites de las democracias actuales, hay que cuestionar su existencia. La prostitución —sea o no filmada, como ocurre con la pornografía— es una institución que genera desigualdad: entre hombres y mujeres, entre clases sociales y también entre países ricos y países pobres. En el desbocado capitalismo actual se ha convertido en una “industria” criminal que aúna las principales formas de exclusión de los seres humanos. Por consiguiente, quienes defienden la prostitución y su regulación como práctica posible son, de forma consciente o no, sexistas, clasistas y/o racistas… ¿Qué espacio y credibilidad podemos dar a discursos que cuestionan fundamentos de sociedades de derecho?

La esclavitud sexual de las mujeres ha sido avalada por credos religiosos, fuerzas conservadoras y, …desafortunadamente, sigue teniendo mucho corifeo: desde la doble moral burguesa y, también, desde el relativismo cultural y moral de la “izquierda sentida” actual que se cree muy “transgresora”. Sin embargo, al no impugnar abiertamente la prostitución, comulga con la ranciedad y la misoginia de la derecha y de los púlpitos. Una “izquierda” que, no por casualidad, ha abandonado la lucha por la igualdad para promover la diversidad, las identidades a la carta o el circo trans, que, de facto, borran a las mujeres. Así, hemos visto con estupor cómo el ”gobierno más feminista de la historia” ha promulgado normas sobre “libertad sexual” que no penalizan la prostitución …¡si es “consentida”! Amén de propiciar la excarcelación de decenas de delincuentes sexuales y rebajar centenares de penas… Esperemos que la ciudadanía tome buena nota.

No podía faltar el concurso de la academia para avalar la esclavitud del siglo XXI. La universidad-empresa actual se rinde sin vergüenza alguna ante despropósitos —como el transgenerismo— al tiempo que da curso a mantras del lobby proxeneta. Podemos comprobarlo a menudo en los medios. Una institución a la deriva que se juega el descrédito social si no es capaz de garantizar el respeto a principios constitucionales de convivencia democrática, como la igualdad entre hombres y mujeres, o proteger el respeto a la libertad de expresión o la de cátedra.

Sin embargo, podemos aprender del pasado; si hacemos memoria, décadas atrás fuerzas progresistas cuestionaron la violencia sexual, por ejemplo la de los “señoritos”, que dejaba a jóvenes sin recursos a la intemperie propiciando el mantenimiento de la prostitución; porque entonces como ahora las mujeres prostituidas eran, y siguen siendo, principalmente, las hijas de las clases trabajadoras. Y, a tenor de los tiempos, la II República española consiguió impulsar un plan abolicionista en 1935 cuyo horizonte, como otros tantos proyectos, fue truncado por la sublevación militar y la dictadura clerical-fascista y misógina que le siguió durante cuarenta años. Actualmente, los “señoritos puteros”, junto con chulos y macarras, parecen “invisibles” en el sistema prostitucional, sin embargo son ellos quienes sostienen un negocio despreciable entre hombres cuya mercancía son mujeres… Podemos preguntar que está pasando para que no reciban la reprobación ética y moral que merecen…

La abolición de la prostitución es un objetivo de la agenda feminista y debería constituir un reto para el conjunto social porque las mujeres somos mayoría absoluta:  sin feminismo no hay democracia. El abolicionismo del sistema prostitucional restituye derechos expropiados a las mujeres prostituidas, pone coto a la criminalidad de proxenetas y puteros y construye las bases éticas, jurídicas, educativas, etc., de convivencias igualitarias. Queda saber cuánto habrá que esperar para que chulos y depredadores sexuales puedan sentir la indignación y el reproche firme de una sociedad que tome conciencia del problema y sea capaz de exigir medidas para erradicar la barbarie prostitucional ¿No debería participar, también, en esta lucha todo el sindicalismo democrático?

“Cuento chistes para decir cosas que no me dejarían decir en serio”

 pikaramagazine.com

Itziar Abad

Irantzu Varela posa en Bilbao. / Foto: Esther San Emeterio

“Hostelera a estas alturas…”, masculla Irantzu Varela al comenzar la entrevista y tras saludar y resolver algún asunto con la camarera de La Sinsorga, el espacio cultural feminista que ha abierto recientemente en el casco viejo de Bilbao junto a la periodista Andrea Momoitio. Parece que esta nueva faceta profesional también le ha pillado un poco por sorpresa, como la de monologuista, que describe como un “regalo de la vida”. Hablamos del humor, de los privilegios, de la violencia y del miedo.

De la consultoría y de la formación sobre cooperación y género a los monólogos de humor. ¿Cómo es ese salto?

Después de algunas experiencias laborales en oenegés que me dejaban incompletas las ganas de hacer algo transformador, nos juntamos una amiga y yo y montamos la cooperativa Una, en la que trabajábamos la comunicación desde la perspectiva de género. ¡Todavía no nos atrevíamos a llamarla perspectiva feminista! Buscábamos un enfoque más callejero y accesible y menos técnico y dirigido a instituciones y a gente especializada. Entonces creamos Faktoria Lila y, tras coincidir con Pablo Iglesias en una charla, surgieron los vídeos de El Tornillo. Empecé a hacerlos en serio, pero pronto entendí que era mucho más divertido, pedagógico, transformador y entretenido para mí y para el público si le echaba un poco de sarcasmo. Un día, las compañeras de la Feria Feminista y de la Casa de la Dona de Valencia me llamaron para que fuera a hacer un monólogo. Les dije que yo no hacía monólogos, pero acabé haciendo uno, que luego las del Coñumor quisieron reproducir en su festival. Lucía Lijtmaer me invitó a Princesas y Darth Vaders con otro nuevo y, a partir de ahí, no me he enterado muy bien de cómo, de repente, los monólogos son una parte fundamental de mi trabajo.

Cuando estás delante de cientos de personas, ¿cómo haces para echarle tanto morro?

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Ayuda que siempre he sido muy sarcástica, un poco mamarracha y que no tengo sentido del ridículo. La cantidad de gente no me impone, me gusta que haya mucha… ¡si se ríen! Si no, es como escalar una pared de mármol. Juego mucho con los looks, para que al momento me vean como una mamarracha y piensen que se van a reír aunque sea solo por el esfuerzo. Escribo mis chistes y los saco en chuleta; no soy actriz y, de momento, no me atrevo a llevarlos de memoria. Obvio que cinco minutos antes de salir pienso por qué me meto yo en estos líos y me acuerdo de mi amiga Ana Carolina, que una vez me dijo: “Busquémonos un laburo de verdad”. Pero me parece un lujazo, un regalo de la vida, que parte de mi trabajo sea hacer reír. Es difícil pero, si lo consigues, es genial.

¿De quiénes has aprendido?

La humorista argentina Ana Carolina, la lesbiana que camina, me parece una fantasía. También, el monólogo de Hanna Gatsby, Nanette. Pero me resultan más inspiradoras tías que, pese a haber sido ridiculizadas, han seguido haciendo lo que les ha dado la gana, aunque no tengan que ver con el humor: Virginie Despentes, Gloria Fuertes, Courtney Love, Las Vulpes… “¿Hola, qué tal?”. Y cierran el programa de música al día siguiente, en este país pacato en el que gustaban un poquito punkis, pero los señores, no las señoras.

¿Te ha pasado que se ría un chiste en un lugar y en otro no?

Por supuesto; la universalidad del humor es un timo de hombres blancos cis heteros ricos que se ríen de toda la gente que está peor que ellos.

¿Tú a quiénes haces gracia?

A las feministas, sobre todo a las bolleras. Y, cuanto más cabreadas con el mundo estén y más ganas de montar un SCUM tengan, más gracia les hago. Y a los maricas. En general, a las personas que están hasta la seta de ser el objeto de los chistes y no las sujetas del humor. A los hombres heterosexuales no les hago ninguna gracia. Algunos hacen “ha, ha, ha” porque han ido al monólogo a hacerse los aliades, pero vamos…

“A la gente de derechas le encantan sus privilegios; hace alarde de ellos”

¿Y a la gente de izquierdas qué no le hace ninguna gracia?

Que le pongan los privilegios delante. A los hombres, los que les da el machismo; a las heteras, los de la heterosexualidad; a las blancas, los de la blanquitud… A la gente de derechas, en cambio, le encantan sus privilegios; hace alarde de ellos.

Eso es que nos cuesta reírnos de nosotras mismas…

Cuando hacemos autocrítica, no. Si un día hay muchas bolleras en la sala y hago chistes de que hacemos kombucha, nos mudamos en la segunda cita y hablamos demasiado de las relaciones, se parten.

¿Hay algo sobre lo que no bromeas?

Sobre opresiones que no me atraviesan; no me parecerían chistes, sino reproducir el privilegio. Como dice Brigitte Vasallo, el humor tiene que ser hacia dentro o hacia arriba; si no es opresión. Puedo hacer un chiste de mí como blanca, paya, del norte global, cis o de que tengo las condiciones materiales cubiertas y estudios superiores. Históricamente, el humor ha sido una herramienta de reproducción de las opresiones que dictaba quién era ridícula y ridiculizable. Fíjate; los chistes siempre han sido sobre las mujeres, los maricas, el pueblo gitano, la gente racializada, pobre, con diversidad funcional… Hay que reírse del poder; del rey, de la policía, del gobierno, de la banca y de los ricos. Y los ricos no se pueden reír de nosotras.

Lo hacen constantemente.

Pero no tienen ninguna gracia. Un chiste es generar incomodidad, es coger una situación trágica y convertirla en algo que sea objeto de risa; ahí está la magia. Entonces, hay que ridiculizar a quien está en una posición de dominación con respecto a ti. La mayoría de los sistemas de dominación se sostienen por la construcción de un relato simbólico que los hace superiores, muy pocos se sostienen por la fuerza. El gran ejemplo de esto es la masculinidad. El humor apuntala esos sistemas porque, como se dice que el emérito es campechano, que su hijo es muy listo y que Victoria Federica es guapa y tiene estilo, hay quien se lo ha creído. Aparte de que todo eso me da igual, debemos reírnos de un señor que está robando a todo el mundo, follándose a gente fingiendo que está casado en un matrimonio monógamo y al que, oh, qué gracia, le puso Franco.

Irantzu Varela sonríe a la cámara. / Foto: Esther San Emeterio

¿Y no barajas un humor más ligerito?

No tengo ningún interés en contar chistes, los cuento para decir cosas que no me dejarían decir en serio. Sólo me interesa el humor político, el que tiene la intención de subvertir, sin creer que cada vez que salgo a un escenario estoy haciendo la revolución.

Del cero al diez, ¿cuánto te importa la corrección política?

Cero; lo que me interesa es no contribuir a consolidar las opresiones que existen. Los privilegios que yo tengo los uso para ponerme en riesgo. Me atrevo a decir cosas que igual una tía racializada o en situación administrativa irregular, dadas sus circunstancias, no se atrevería.

Anuncias tu último monólogo, Señoricidio, como “un espectáculo que no quieres ver porque te vas a reír de cosas que te parecen mal y te van a parecer bien cosas que no tienen ninguna gracia”. ¡Ponnos un ejemplo, va!

El chiste que más funciona es que a los señores que te imponen su ayuda sin que se la hayas pedido cuando estás aparcando el coche hay que pegarles un tiro. Igual que al típico músico que te lleva al backstage e intenta acosarte. En mis redes digo mucho “pan”, no por el pan, sino por el pin pan. La gente piensa: “¿Me estoy riendo de que esta tía diga que hay que ir disparando por la calle?”. Pues sí, porque no lo estoy diciendo en serio y tú te estás riendo porque te ha gustado la fantasía.

¿A qué crees que se debe el auge y el éxito de las mujeres en la comedia?

Al avance del feminismo. Hace diez años era relativamente excepcional reivindicar la presencia de las mujeres en todos los espacios de la cultura. Parecía que solo tenían que brillar las excepcionales y resulta que era que nos estaban impidiendo brillar. Por otro lado, el feminismo nos ha dado hambre de relatos culturales con los que sentirnos identificadas. Estamos hartas de historias de hombres blancos cis heteros del norte con problemas existenciales, por eso nos agarramos a tías que hablan de cosas que nos suenan. Ya no tenemos que hacer “travestismo cultural”, que dice Virginia Imaz, ya no tenemos que reírnos con un hombre haciendo chistes sobre cosas de hombres, sobre tías, la mayoría de las veces. Nos hemos reído de eso muchísimo y ahora queremos leer libros que cuenten historias que nos pasan a nosotras, no a nuestro novio o a nuestro tío. Otro motivo del éxito de las mujeres en la comedia es que hay mucha rabia acumulada, que es la emoción más revolucionaria y la mejor gasolina para el humor.

Dices que “es importante reírnos de lo que nos oprime y de lo que nos explota, que es lo profundamente revolucionario”. ¿Cómo haces tú para reírte de la violencia que soportas habitualmente?

De muchas cosas no me río todavía porque no me afectan solo a mí, sino que implican una situación estructural legitimada por todos los ámbitos de la sociedad. A veces la violencia, dirigida a mí por la visibilidad que tengo, me resulta agotadora, pero también me ha dado un superpoder: siento que no tengo nada que perder. ¿Qué me van a hacer o a decir que no me han dicho ya? ¿Me van a insultar en programas de prime time? ¿Me van a pegar en la puerta de mi casa? Ya me ha pasado. Hay núcleos de poder represivos que pueden preocuparme más, ¿¡pero los tíos machistas!?

¿Y el fuego de tus propias filas te preocupa?

No tengo filas, tengo red y a veces me ha sorprendido ver que tenía agujeros… Por ejemplo, cuando alguien se ha tomado a mal lo que he conseguido en lo profesional o en el activismo, ¡con el precio carísimo que tiene esto! A mí me dan mucha envidia las amigas que ahora mismo están de vacaciones en una playa, pero sus éxitos no me hacen sentir amenazada, ni siquiera los de quienes hacen cosas parecidas a las mías.

¿Qué te alivia el agravio y el nivel de ansiedad causado por la violencia?

Las amigas feministas, porque las amigas con una conciencia feminista no tan radical a veces no entienden la dimensión de lo que pasa. Las hermanas de Pikara Magazine han sido fundamentales para que no me líe a tiros, para que no me hunda, para que no cometa errores de precipitación… También, las feministas profesionales a las que he tenido que acudir, como mi terapeuta, mi ‘profa’ de autodefensa o mi abogada. La gente se ríe cuando hablo de ‘mi abogada’, Laia Serra, pero es que resulta que yo necesito a una persona que me ayude a protegerme. También han sido muy importantes las organizaciones que me han dado apoyo económico, porque la violencia nos cuesta dinero a las mujeres: esas profesionales, la persiana de la redacción de Pikara, los trabajos que dejas por si no puedes levantarte de la cama porque la semana pasada ocurrió no sé cosa…

¿Los monólogos son tu pequeña venganza?

Sí; mi pequeña venganza es escribirlos y mi gran venganza es preguntar al público: “¿Y esto cómo se arregla?”. Y que responda: “¡Pan!”.

“A las que nos salimos de la norma las estructuras sociales no nos cuidan. Como mucho, intentan domesticarnos para que no molestemos”

“Poliziak ez nau zaintzen, nire lagunek bai” [la policía no me protege; mis amigas, sí]. ¿Suscribes esto de Haizeatxo?

Absolutamente. A las personas racializadas, a las que están en situación administrativa irregular, a las queer, a las feministas, a las que nos salimos de la norma las estructuras sociales no nos cuidan. Como mucho, intentan domesticarnos para que no molestemos. El sistema de salud no nos cuida, el sistema educativo no nos cuida, la policía nos odia… Nos cuidan nuestras amigas, claro.

Entonces, no crees en las instituciones.

Como dice Amaia Pérez Orozco, hay que ser revolucionarias a medio plazo pero reformistas a corto. Creo en los agentes del mal de Gramsci; tiene que haber feministas en las editoriales, en los ayuntamientos, en las diputaciones, en las cajas de ahorros, en los consejos de administración y en las floristerías para que todo se haga desde una perspectiva feminista.

Me sorprendió tu apoyo público a la ley del sólo sí es sí.

Es una ley que mejora los derechos de las mujeres. Estoy rodeada de mujeres listísimas que son juristas, politólogas, investigadoras, periodistas, filósofas… y, de manera unánime, estamos de acuerdo en eso. También mostré mi apoyo a Irene Montero porque la violencia política a la que le han sometido, a ella, especialmente, pero también a María Victoria Rosell o a Ángela Rodríguez Pam, es violencia ejemplarizante de manual, igual que cuando la Inquisición mataba a una mujer para educar a todas. Además, independientemente de las siglas, de casi todas ellas, estoy más cerca de mujeres feministas de otros partidos que de hombres machistas de los partidos de los que soy afín.

¿Crees de verdad que el miedo va a cambiar de bando o es una consigna motivacional?

Lo creo de verdad, ¡pero si les dan miedo los cazafantasmas, que salgamos en las películas y la bandera arcoíris, que ahora dice [José Ignacio, obispo de Orihuela-Alicante] Munilla que es ¡un símbolo católico! Como consigna motivacional también es muy buena, porque se refiere a que las violencias, sobre todo las sexuales y las que tienen lugar en la calle, se van a acabar cuando haya un número significativo de hombres que se hayan encontrado con nuestra respuesta. Los piropos no se acabaron por la ley, sino a medida que nuestros “qué dices, idiota, cállate” han sido muchos. Los tocamientos de culo se acabaron cuando les respondimos con un puñetazo. Y las agresiones sexuales se acabarán cuando las amigas de la agredida estén esperando al violador detrás de un seto, le den una paliza y suban el vídeo a YouTube. Cuentan con nuestro miedo, ¿y cómo se nos va a quitar a nosotras el miedo? Defendiéndonos.

“Les da miedo que las normales pasemos a ser nosotras, pero nosotras no queremos la norma, sino la libertad”

¿Que el miedo cambie de bando es lo deseable?

Lo deseable es que no haya nadie que se crea mejor, que no haya nadie que se crea normal. Porque el problema es que la gente que dice que es normal quiere decir, en realidad, que es mejor. ¿Piensan que las que consideran que no somos normales vamos a contagiar a su hija o algo así? Les da miedo que las normales pasemos a ser nosotras, pero nosotras no queremos la norma, sino la libertad.

¿Tienes miedo a algo?

A creerme relevante, cosa que me parece muy fácil porque encuentras a gente que te dice que eres una referencia para ella o que se emociona con un texto, un monólogo o un vídeo tuyo. Espero no ser tan estúpida.

Has dicho en alguna ocasión que ahora lo que necesitamos son liderazgos horizontales y colectivos y a la vez has dado tu apoyo a Irene Montero.

No es incompatible. La historia nos ha enseñado que los liderazgos individuales son malos porque la persona carismática se muere, comete un error, es inhabilitada… Además, nadie es tan imprescindible ni puede tener respuesta para todo. Sin embargo, es más fácil elegir un vestuario, un peinado y una pose para una persona concreta que crear un proyecto político. En todo caso, mi apoyo a Irene Montero nunca ha sido como figura política unipersonal, sino como figura del feminismo que estaba sufriendo una violencia política terrible contra su persona. También se lo di a Cristina Fallarás o a Isabel Calderón y mucha gente me lo ha dado a mí.

“Ni idea de cuál va a ser mi evolución, pero cada vez soy más radical y me interesa menos lo reformista”

Fuiste candidata de EH Bildu al senado por Bizkaia en las generales de 2015. ¿Cómo te ves de mayor? Lo pregunto porque alguna feminista de partido está envejeciendo regular…

Soy del Kalero [barrio obrero del municipio vizcaíno de Basauri] y he estudiado en una universidad pública con el esfuerzo de mi aita, trabajando en una fábrica, y de mi ama, cuidando niños. No soy clasista ni elitista porque sería una ridícula. No tengo ni idea de cuál va a ser mi evolución, pero cada vez soy más radical y me interesa menos lo reformista. Me veo como una de esas señoras de 80 años cabreada, a la que se la suda todo porque no tiene nada que perder y porque sabe que al final no hay premio. No hay nada más quinqui que esas mujeres. Lo que espero no hacer a ninguna edad es estar en el foco por estar en el foco; otras cosas sabría hacer antes de dedicarme a esto. Por otro lado, tampoco me siento amenazada por las jóvenes, al revés; me parecen una fantasía, pero hay gente que sí y creo que tiene que ver con el ego. Yo soy leo, soy hija única, me han querido mucho en mi vida, tengo un pelazo…

Que tu ego goza de buena salud, vaya.

De una salud media; no tengo que estar pidiendo casito. La vez que me presenté a las elecciones fue la primera vez que EH Bildu elegía a sus candidatas a través de un proceso abierto. Cuando se pusieron de moda los fichajes estrella y yo todavía parecía una persona que podía estar en un puesto institucional, me llamaron para cargos en otros partidos. Les dije que no, que esto no iba así.

EN CORTO

Lo sugerente: Lo no normativo
Lo deserotizante: La masculinidad hegemónica
Lo pendiente: Escribir una novela
Un éxito: Hacer cada vez menos cosas que no me gusta hacer.
Algo como para tirar la toalla: La gente que antepone el interés propio al bien común.
Una feminista: Virginie Despentes
Una época: Una mucho más tardía que en la que nací, para ser ahora una chavala de pelo de tres colores que se sabe la última de Bad Gyal. O finales de los años 60, para haber corrido delante de los grises.
Un lugar en el mundo: Chichiriviche, Venezuela

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Evolución del papel de las mujeres en las series de televisión políticas; las caricaturas del poder.

 tribunafeminista.org

Ángela González

La segunda temporada de Power Play, serie noruega que narra el ascenso al poder de la primera ministra Gro Harlem Brundtland a finales de los años 70, comienza con una escena que recuerda mucho a la serie danesa Borgen, protagonizada por un personaje ficticio en este caso, Birgitte Nyborg. Se trata de una escena en la que un equipo de periodistas de una cadena de televisión entrevista a la nueva primera ministra y a su marido en el sofá de casa. Con apenas 30 años de diferencia en la ambientación entre una serie y otra, los estereotipos persisten en la Noruega de finales de los 70 y en la Dinamarca de la primera década de los 2000. “¿Quién friega los platos al acabar de cenar?” En ambas escenas el marido cede el protagonismo a su mujer. Uno fregando los platos, otro afirmando que renuncia a su carrera profesional para que ella pueda dedicarse a la política. Como si fuese él tuviera que darle permiso a ella. Qué maridos tan generosos.

La primera temporada de Power Play- premio a la mejor serie del Festival de Cannes Series- nos deja diálogos y escenas que nos permiten presenciar las grandes dificultades a las que Gro Harlem Brundtland tuvo que hacer frente. Es un fiel retrato de la época cuando las mujeres comenzaban a tomar protagonismo en la política en las democracias occidentales. Pero no solo. Hay una escena que me ha recordado a la manera en la que se suele hablar de las mujeres todavía hoy en política, como si fuésemos cromos intercambiables para los nombramientos gubernamentales y elaboración de listas electorales. En una de las escenas se ve a algunos hombres del partido comentar que están buscando a alguien para el puesto de Ministro de Sanidad.

  • Tiene que ser una mujer
  • ¿Y tú no quieres? – le dice otro
  • Yo no soy una mujer
  • ¿Tú no quieres ser líder?
  • Yo no. Yo quiero hacer cosas- le responde

Ministra de Sanidad; tiene que ser una mujer, muy típico de los años 80. El caso es que no encuentran a nadie y finalmente recurren a la hija de un viejo político del partido que es doctora y ha estudiado en Harvard. “Es peor que su padre” comentan antes de nombrarla. Finalmente le dan la cartera de Medio Ambiente porque no querían a alguien tan preparada para ser Ministra de Sanidad. A lo largo de la serie veremos a Gro rodeada de hombres -retratados como personajes infantilizados un tanto mediocres – a través de una narración disruptiva que acaba siendo una caricatura ácida del ejercicio del poder.

El papel de las mujeres en política ha evolucionado desde entonces. Tanto en la realidad como en la ficción. Lejos queda ya la obra maestra de Aaron Sorkin, El Ala Oeste de la Casa Blanca, a finales de los 90 y primeros de los 2000, con una CJ Craig siempre desbordada y una Donna a la que los guionistas hicieron pasar por tonta gran parte de las 7 temporadas. Ambas ocupaban puestos – al igual que el de Ministra de Sanidad- muy asociados a roles femeninos. CJ como jefa de prensa y Donna como secretaria. Al final, ambas asumirán puestos de mayor responsabilidad demostrando incluso llegar a ser mejores que sus anteriores jefes. Claudia Jean Cregg fue el primer referente para muchas que vimos la serie mientras comenzábamos nuestra etapa laboral en comunicación política. Descubriríamos que trabajar en política no era solo cosa de hombres y que las mujeres también podíamos ir a New Hampshire.

Pero Jed Bartlet era un hombre. Tendríamos que esperar a Birgitte Nyborg en Borgen para ver a una primera ministra en Europa protagonizar una serie en 2010. Y qué serie. Nos enamoró por su pureza y su naturalidad. Una Primera Ministra que iba en bicicleta y que tenía que lidiar con su triple faceta de madre, política y esposa. Aunque al final tuvo que elegir. Porque los guionistas la hicieron elegir. Veremos su evolución en la última temporada 12 años después. Birgitte está más sola que nunca víctima de la irrelevancia política. Y es en este contexto de soledad en el que el deseo de poder se convierte en su máxima vital. Incluso si ello supone renunciar a sus principios más fundamentales. 10 años después Borgen ya no es Borgen. Se parece más a House of Cards. Y Birgitte ya no es Birgitte. Se parece más, al menos sí en algunos momentos de la temporada, a Francis Urqhart- que no Underwood- el protagonista de la novela de Michael Dobbs (ex asesor de Margaret Thatcher) en la que se inspira la serie, primero en la versión de la BBC y luego en la de Netflix.

Hablando de House of Cards, nos encontramos a la pérfida Claire Underwood. Reconozco que no me llegó a enganchar la serie y la dejé al acabar la primera temporada. Era la antítesis de El Ala Oeste. Tan extremadamente maquiavélica que era totalmente inverosímil. Sus protagonistas eran arquetipos no personajes. Aquí, Claire – interpretada por una excelente Robin Wright, siempre a la sombra de su marido, logrará convertirse en Presidenta de EEUU porque los guionistas tuvieron que prescindir del personaje interpretado por Kevin Spacey tras diversos escándalos de abusos sexuales. ¿Hubiera llegado a Presidenta si no tuvieran que haber prescindido del personaje protagonista?

Como si de una maldición se tratase, las mujeres que protagonizan series políticas siempre tienen que elegir entre su vida personal o profesional. Es un patrón que se repite. Lo vemos también en la que, para mí, es la mejor serie sobre política que se haya hecho hasta ahora. Baron Noir. La serie francesa baja a las entrañas de la política, toca fibra más allá de la excelencia intelectual, que también la tiene con debates muy interesantes en el contexto del devenir de la izquierda en un mundo global y posmoderno. Es un enfrentamiento entre el viejo y el nuevo mundo y entre la vieja y la nueva política. Producida en 2017 y ambientada en nuestra época, nos muestra a dos mujeres (Amélie Dorendeu y Veronique Bosso) que siguen teniendo que elegir entre su vida personal y política. Baron Noir es una serie que se caracteriza principalmente por su realismo. Y como serie que intenta reflejar esa realidad política, el papel de las mujeres se corresponde, por desgracia, todavía con cierta realidad. Siguen en un papel secundario, a pesar de que una de ellas en la serie ostente el mayor poder del Estado, dependientes argumentativamente del líder o líderes masculinos y sometidas al escrutinio público de una manera más intensa que sus compañeros varones. A la sombra del líder, acusadas de “malvadas” y “ambiciosas”, a las que se les exige más. Sacrificadas en listas o como líderes por el bien común, sacrificando también sus vidas privadas por conseguir sus metas políticas. Y al final ¿para qué? Para la gloria de otros.

La ficción televisiva en la cultura de masas es importante porque crea imaginarios colectivos y contribuye a normalizar situaciones que muchas veces en la sociedad no lo están. Pero si en las series políticas el papel de las mujeres es como el que se ha ido mostrando hasta ahora estaremos creando todo lo contrario a un modelo aspiracional.

Necesitamos más dramas políticos cuyas protagonistas mujeres no tengan que ser preguntadas, ni a principios de los 80 ni en 2024, quien cuida de los niños o hace las tareas del hogar o quien de los dos de la pareja ha tenido que renunciar o desplazar su vida laboral para que el otro/a pueda dedicarse a la noble actividad de la participación política.

Power Play es una sátira política con episodios esperpénticos. Y es diferente a todas las demás. Tiene un aire quijotesco. En medio del absurdo de la política noruega que se describe en la serie, ella – contra corriente – parece ser la única que quiere hacer las cosas bien. Y al final es lo que le conduce al éxito. Por eso esta serie es diferente. Si al principio había reticencias a que fuera Ministra porque había estudiado en Harvard y su marido era del partido conservador, en la segunda temporada hay reticencias porque el país nunca ha tenido una primera ministra mujer y no saben si la sociedad lo recibirá con buen agrado. En realidad, en su partido, no se resisten porque sea mujer sino porque les da mil vueltas a todos. Y eso, todavía hoy, suele levantar muchas ampollas en los egos heridos de aquellos hombres que todavía no han comprendido que la política ya no les pertenece en exclusiva.

Michelle Recinos: “Una forma de sobrellevar el miedo es creando redes, no estar sola”

 pikaramagazine.com

Sara Plaza Serna

El conformismo ante la violencia, lo absurdo que resulta el mundo laboral, los silencios cómplices… A diario estamos expuestos a gran cantidad de situaciones violentas (directas o indirectas) y contradicciones con las que tenemos que lidiar, seguir yendo a nuestros trabajos, quedando con nuestros amigos y pagando las facturas. El día a día, a veces, no nos deja más espacio que para una story de denuncia en Instagram y, poco a poco, parece que nos vamos acomodando a esta realidad y aprendemos a convivir con imágenes y noticias cargadas de horror.

En Sustancia de hígado (editorial Altamarea) la periodista y escritora salvadoreña Michelle Recinos (1997) desgrana en nueve relatos la normalización de la violencia en una sociedad, la de El Salvador, que convive con ella a diario. “No sé cuál sea el caso de ustedes, pero por lo menos en nuestras sociedades latinoamericanas, centroamericanas, salvadoreña… es una cosa a la que estamos expuestos históricamente. De una u otra forma, está presente en nuestro ADN y no es solo una cosa metafórica. En el caso de El Salvador venimos de 12 años de guerra. Es una guerra financiada por los gringos que nos ha traído el problema de la violencia social, que son las pandillas, todos estos hijos de la guerra, literalmente, que quedaron huérfanos”, explica la periodista a Pikara Magazine en una entrevista.

Empresas que se lucran con el dolor de víctimas de violación, bebes comprados a madres pobres para hacer publicidad con ellos, modelos de revista que en realidad son chicas desparecidas. Este libro explora la miseria humana, el conformismo y muestra a unos personajes demasiado acostumbrados a sufrir, tanto que parece que ya no duele. Todo ello envuelto en una capa de incómoda familiaridad.

Recinos habla del gen del miedo que, desde la infancia, se adhiere a la forma de vivir y mirar el mundo, especialmente en sociedades que conviven diariamente con la violencia o que solo han conocido la guerra. “Te crían desde pequeño con el tema del autoritarismo, de que siempre tenés que obedecer, entonces, claro, no es como de extrañarse que dictadores como el dictador actual lleguen tan fácil al poder, porque estamos acostumbrados a que alguien más grande que nosotros esté ahí vigilándonos siempre”.

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Para la escritora en la ignorancia siempre hay miedo. “No quiero decir que una vez uno aprende o tiene acceso al conocimiento ya desaparece todo. El miedo es algo natural, intrínseco a la naturaleza humana; pero sí creo que una forma de, tal vez, sobrellevar el miedo es creando redes, no estar sola, no estar solo. Por eso a las élites les conviene que estemos tan divididos. Cuando estamos en unidad es más fácil aceptar el miedo como una emoción más, como una respuesta a lo desconocido y no verlo necesariamente como algo que te paralice o no te permita organizarte”.

Un libro censurado

El dictador del que habla Recinos es Nayib Bukele, el actual presidente de El Salvador. Sustancia de hígado está concebido como una crítica feroz a su régimen cada vez más dictatorial y policial. De hecho, este libro ha tenido que enfrentarse a varios intentos de censura por parte del Gobierno del país que amenazó a la Feria del Libro de Guatemala con la retirada de su patrocinio si invitaban a la periodista. “Aquí está claro que cualquier trabajo periodístico que hagas o cualquier trabajo de organización te va a traer odio de parte del Estado, eso es lo tenés presente. Pero no sé si por la misma desidia por el tema del arte uno no piensa que le van a poner atención, que le van a poner interés”, cuenta.

“Desde el periodismo muchas veces se presiona a las víctimas para que cuenten su experiencia sin tener realmente en cuenta el dolor o el duelo”

La escritora señala que fue una sorpresa enorme: “Me pareció una cosa bien violenta a pesar de que ya estamos acostumbrados al hecho de que el actual régimen va a hacer todo lo posible por limpiar su imagen internacional. Lo que pensaba es por qué ponerle tanto esfuerzo a un libro. No sé si, al final, yo también estoy normalizando la violencia”.

Sobre las historias que contamos

Algunos de los relatos más impactantes de Sustancia de hígado abordan la cuestión de cómo desde el periodismo, aunque no solo, muchas veces se presiona a las víctimas para que cuenten su experiencia sin tener realmente en cuenta el dolor o el duelo que está atravesando esa persona. “Mi hermana fue víctima de un caso bien feo y me contaba que cuando pasó todo esto había una persona, que es como referente en esto el periodismo de género, que no paraba de acosarla para que hablara y ella me decía que no quería hablar”, cuenta. La escritora habla desde el punto de vista del periodismo porque es su realidad. “Muchas veces hemos revictimizado a las víctimas, no con mala intención, pero no estamos viendo más allá. Quizá nos estamos convirtiendo nosotros en agresores de estas personas. En el caso de mi hermana, después de que ella pasó todo su proceso, a los seis o siete meses, de la nada, venía una persona y ponía un tweet y revivía lo que había pasado y se hacía viral. Mi hermana se quejaba porque no le habían preguntado. Por querer ser el héroe acabamos violentando muchas veces”.

Michelle Recinos puntualiza: “Sí creo que hay algo de nobleza en querer contar historias de personas a las que les está yendo peor que a vos. El oficio como tal no es una cosa mala. El problema es el mismo sistema que termina deformando cualquier intento que uno tenga de oponerse a ese tipo de dinámicas. Todo este sistema que te exige inmediatez, que te exige ser el más leído, que te exige miles de likes. Se deja de tratar las historias como historias de personas y se empieza a convertir en una competición por ver quién consigue más historias”.

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Mujeres indígenas de Perú denuncian violencias del Estado

 

Mujeres testigos y juezas alzan los brazos al término de la lectura de la sentencia del Tribunal Ético en Defensa de los Cuerpos y Territorios de las Mujeres, realizado en la ciudad de Tarapoto, en la selva amazónica peruana, en la Universidad Nacional de San Martín. Imagen: Mariela Jara / IPS

TARAPOTO, Perú – “He llegado hasta aquí a denunciar que en mi comunidad consumimos agua con metales pesados y respiramos aire contaminado por la actividad minera”, denunció la lideresa quechua Elsa Merma en un tribunal simbólico realizado en la ciudad de Tarapoto, la capital del departamento de San Martín, en la selva amazónica peruana.

El sábado 26 se realizó el Tribunal Ético en Defensa de los Cuerpos y Territorios de las Mujeres donde se presentaron cuatro casos de vulneración de derechos individuales y colectivos de peruanas de la Amazonia y de Los Andes, entre ellos el de Merma.

El espacio, que evidenció la forma sistemática en que la acción y omisión del Estado impacta en el bienestar de las mujeres, sus familias y pueblos, se desarrolló como parte del denominado Pre Fospa, la versión nacional y previa del Foro Social Panamazónico donde se reunieron cerca de 250 delegados hombres y mujeres.

La undécima edición internacional del Fospa tendrá lugar en tres localidades de Bolivia del 12 al 15 de junio, donde organizaciones participantes unos mil representantes de los nueve países que comparten el territorio amazónico de 6,7 millones de kilómetros, articularán esfuerzos para su defensa y protección, integrando en esas luchas los derechos de las mujeres.

Allí se entregará la Carta de Tarapoto, un pronunciamiento de los tres días de trabajo y reflexión colectiva de más de 50 organizaciones indígenas e instituciones de la socieedad civil, además de las conclusiones del tribunal.

La sentencia del tribunal peruano se presentó el domingo 27 dejando en claro que las políticas del Estado y las actividades empresariales afectan la vida, salud, soberanía alimentaria y el bienestar de las mujeres, así como el disfrute de sus derechos humanos.

“Vengo a que sepan lo que estamos viviendo las mujeres indígenas de los tres pueblos de la región San Martín (awajún, kichwa y shawi) que por llevar una vestimenta que nos identifica, por no saber el castellano o tener nuestras creencias, nos discriminan”, Lody Tangoa.

“Los testimonios muestran un tipo de afectación a sus derechos en su vida cotidiana como producto de decisiones estatales unilaterales que no respetan, protegen ni garantizan los derechos de los pueblos indígenas”, establecieron las juezas.

El tribunal estuvo presidido por la lideresa indígena amazónica Marisol García e integrado por Mar Pérez, de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Cristina Gavancho, del Instituto de Defensa Legal, y Laly Pinedo. activista feminista de la Red Nacional de Promoción de la Mujer.

Loidy Tangoa, mujer indígena del pueblo shawi, testimonia su caso de discriminación ante el Tribunal en Defensa de los Cuerpos y Territorios de las Mujeres de Perú. Denunció, entre otras cosas, que la ausencia de intérpretes de idiomas originarios en los servicios de justicia vulnera los derechos de las mujeres indígenas que no hablan castellano. Imagen: Mariela Jara / IPS

Expulsada de su territorio ancestral

Leona Pizango, del pueblo originario kichwa, del departamento de San Martín, denunció que ella, su esposo y cuatro hijos fueron expulsados de su chacra (finca agrícola) en la comunidad de Callanayaku por guardianes del Parque Nacional Cordillera Azul, un área de 1 353 190,85 hectáreas creada en el 2001 para la protección de su biodiversidad.

La medida gubernamental no consideró que el área se superpone a territorios ancestrales  kichwas, uno de los 51 pueblos indígenas amazónicos reconocidos oficialmente, y tampoco su derecho a la titulación de sus comunidades para su seguridad jurídica y gobernanza territorial.

“Yo criaba mis chanchos (cerdos), gallinas, patos y sembraba yuca, plátanos para nuestra alimentación; nos sacaron los guardaparques, cortaron toditas mis plantas, botaron mis cosas y no nos dejaron sacar nada”, dijo.

Contó que la reubicaron en un terreno pequeño y despoblado, en el que tuvo que empezar de cero.

“Mi esposo se murió al poco tiempo, de tristeza de lo que nos pasó, yo me quedé viuda, madre sola; con toda la pena que tenía me he puesto una mujer fuerte y derecha para mantener a mis hijos y hacerles estudiar, ha sido todo muy triste”, testimonió.

Las juezas señalaron en su sentencia que son 29 las comunidades afectadas por el Parque Nacional Cordillera Azul en la zona del Bajo Huallaga, donde otras familias también han sido desalojadas.

“El caso de Leona Pizango demuestra un patrón de conservación (de áreas naturales) a espaldas de los pueblos indígenas”, dictaminó el tribunal. Agregó que el referido Parque se creó sin consultar ni pedir consentimiento al pueblo kichwa afectando con ello sus medios de vida y poniendo en riesgo su subsistencia.

Exigieron al Estado peruano respete el derecho a la consulta previa e informada, restituya el territorio despojado a la comunidad nativa Callanayacu e implemente medidas de reparación en salud y educación a la familia de Leona Pizango.

En el auditorio de la Universidad Nacional de San Martín, en la ciudad amazónica de Tarapoto, se desarrolló el tribunal ético cuya sentencia proporciona justicia simbólica a las mujeres indígenas peruanas frente a la inacción del Estado. Al fondo, Leona Pizango, mujer indígena kichwa, testimonia ante el tribunal uno de los cuatro casos presentados. Imagen: Mariela Jara / IPS

Sin acceso a justicia por no hablar castellano

Loidy Tangoa denunció que las autoridades del Estado no cumplen con las normas que ordenan la presencia de intérpretes oficiales en los servicios de justicia y de salud.

“Vengo a que sepan lo que estamos viviendo las mujeres indígenas de los tres pueblos de la región San Martín (awajún, kichwa y shawi) que por llevar una vestimenta que nos identifica, por no saber el castellano o tener nuestras creencias, nos discriminan”, sostuvo.

Aseveró que las autoridades no las consideran como personas con los mismos derechos que las demás, y puso como ejemplo lo que ocurre en las sedes policiales. “Allí somos maltratadas, no nos escuchan y como no hablan nuestro idioma originario no les entendemos lo que nos dicen”, explicó.

Añadió que por esa razón necesitan intérpretes “que nos ayuden cuando presentamos una denuncia por violencia de pareja”.

Estas barreras impiden a las mujeres el acceso a la justicia. “Esto lo he visto en mis hermanas de los tres pueblos”, añadió Tangoa, del pueblo shawi.

La sentencia del tribunal afirmó que la imposición del acceso a servicios públicos en un idioma distinto al propio mantiene la marginación y violencia que viven las mujeres indígenas e instó al Estado a promover que ellas se desarrollen como intérpretes para facilitar el acceso a la justicia y salud de sus pueblos.

Las cuatro mujeres indígenas que brindaron el testimonio de sus casos ante el tribunal en defensa de los cuerpos y territorios de las mujeres amazónicas y andinas de Perú, siguen con atención la lectura de la sentencia del tribunal. Imagen: Mariela Jara / IPS

Una muerte lenta

Gilda Fasabi y Emilsen Flores, del pueblo kukama kukamiria del departamento oriental de Loreto, denunciaron la contaminación del río Marañón por los derrames de petróleo del estatal Oleoducto Nor Peruano, que afecta su derecho al agua, sustento y salud.

“Nosotras hemos hecho una demanda que considera el río Marañón sujeto de derechos porque en nuestra cosmovisión es un ser vivo y porque sin agua no vivimos”, manifestó Flores, quien también recordó que cuando era niña sus abuelos curaban las enfermedades llamando a los espíritus del agua y que ahora los sufren por la contaminación.

La Federación de Mujeres Kukama Huaynakana Kamatahuara Kana presentó hace dos años una demanda judicial contra el Estado y la empresa estatal PetroPerú, que obtuvo una sentencia favorable en primera instancia, la misma que declaró al río Marañón, que luego conforma el Amazonas, como titular de derechos y a los pueblos indígenas como sus representantes.

El 9 de mayo debe emitirse el fallo en la Corte Superior de Loreto.

“Pedimos a las juezas que respalden nuestro pedido, basta de derrames de petróleo porque nos están matando lentamente”, reclamó.

Fasabi describió que beber agua contaminada ha afectado la salud reproductiva de las mujeres quienes tienen pérdidas de embarazos frecuentes y nacimientos de niños a los que “les falta una piernita, un brazito, una orejita”.

El tribunal señaló que el pueblo kukama sufre las consecuencias de la actividad petrolera que solo les ha traído devastación y sufrimiento, e instó al Estado a garantizarle acceso a agua segura, identificar a las personas que tienen metales pesados en sus cuerpos e implementar, tras consulta previa, un programa de salud para su tratamiento y otro de reparaciones integrales.

El tribunal en defensa de los cuerpos y territorios de las mujeres indígenas de la Amazonia peruana, mientras leían la sentencia. Lo presidió la lideresa del pueblo kichwa, Marisol García, y lo integraron Cristina Gavancho, a su izquierda, así como Mar Pérez y Laly Pinedo a su derecha, reconocidas por su labor en defensa de los derechos humanos, de los pueblos indígenas y de las mujeres. Imagen: Mariela Jara / IPS

No es por odio, es por justicia

En su testimonio, Elsa Merma, campesina quechua de la provincia de Espinar en el departamento surandino de Cusco, aclaró que su denuncia ante el tribunal contra la actividad minera en su zona no era por odio sino por justicia.

Son 13 comunidades campesinas afectadas en los últimos 40 años en el distrito y provincia de Espinar, a más de 4000 metros sobre el nivel del mar, por la extracción de cobre principalmente. Han pasado diferentes empresas siendo la actual la compañía minera Antapaccay.

“Desde que convivimos con la empresa minera estamos muy afectados en nuestra salud, agricultura, ganadería, todo está contaminado, todo tiene metales pesados y es peor para las mujeres porque estamos en la casa junto con la chacra cuidando a nuestros hijos. Ya no hay buen vivir en nuestras comunidades”, expresó.

El tribunal sostuvo que las mujeres de Espinar sufren impactos en su salud sexual y reproductiva y el incremento de la carga de labores en el hogar. Instó al Estado a realizar estudios para identificar a las personas con metales pesados en sus cuerpos y poner en marcha programas de salud y de remediación, en diálogo y consulta con la población.

Sus conclusiones serán entregadas de inmediato a las autoridades de San Martín, Loreto y Cusco, los tres departamentos donde se ubican los pueblos de los casos que se testimoniaron en Tarapoto, mientras que también circularán entre los pueblos indígenas y sus organizaciones.

ED: EG

Principales asociaciones de mujeres advierten a Relatora Especial de ONU de que Ley Trans colisiona con protección a victimas del machismo

 tribunafeminista.org

Las Organizaciones estatales del movimiento de mujeres se han dirigido por carta a Reem Alsalem, Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, para transmitirle su preocupación por los casos de varones que están usando el cambio de mención registral del sexo para eludir la ley 1/2004 contra la violencia machista.

También denuncian “oscurantismo” sobre el impacto de la norma en diferentes ámbitos. 

En su carta, las organizaciones de mujeres informan a la Relatora de ONU que el pasado 18 de marzo de 2024, la Consejera de Familia, Juventud y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid se dirigió a la ministra de Igualdad informando de que seis agresores incluidos en el sistema de protección para víctimas de violencia machista en el ámbito de la pareja (sistema VioGén), habían solicitado y obtenido el cambio de mención registral del sexo en el Registro Civil.

Tres de estos agresores pretendieron, además, recibir atención de los servicios comunitarios para mujeres víctimas de violencia.

Hay que recordar que la posibilidad de solicitar el ingreso en casas de acogida es factible para cualquiera que recurra al cambio registral del sexo, como consecuencia de la aprobación de la mencionada Ley Trans española, que incluye la autodeterminación como elemento central de la norma.

El caso sobre el que llamó la atención la Comunidad de Madrid no es el primero que ha hecho evidente la inseguridad jurídica de la ley Trans, ya denunciada desde la propia tramitación de la Ley, no solo por el movimiento feminista de todo el país, sino por asociaciones de juristas, la Academia o el propio Consejo del Poder Judicial en su informe a la ley, aprobado por unanimidad.

Estas organizaciones, que trabajan específicamente en prevención, protección y reparación del daño a las víctimas, señalan en su carta que, a partir de la aprobación de la Ley Trans, se han documentado casos de varones transidentificados que conservan su nombre de pila y aspecto y exigen participar como “mujeres” en oposiciones, promociones profesionales y acceso a las posibles prioridades que se establezcan en el marco de las acciones positivas para incentivar la presencia de mujeres en carreras profesionales donde se hallan infra representadas.

Muchos de estos varones forman parte de una asociación llamada “Trans No Normativos”, integrada por policías y militares, que han seguido el procedimiento de cambio de la mención registral del sexo al amparo de la Ley Trans para reclamar, con posterioridad, acceso al uso de espacios de uso reservados para mujeres (baños, duchas, habitaciones o enfermerías en los acuartelamientos).

Como se señala en la misiva a la Relatora, distintas asociaciones y plataformas de mujeres de todo el país están documentando la variada casuística que demuestra cómo la autodeterminación registral del sexo se está utilizando incluso por varones condenados por maltrato y otros delincuentes para vulnerar los derechos, libertades y seguridad de mujeres víctimas de violencia de género y de mujeres presas en contextos de riesgo para su seguridad.

En la carta a la Relatora, las organizaciones también refieren que, a pesar de que han solicitado a los ministerios de Justicia e Interior datos que permitan conocer la situación real generada por el ficcionado jurídico del sexo registral, la falta de transparencia y de información mantiene un oscurantismo contrario al derecho al acceso a la información pública que dificulta conocer el impacto, en este y otros ámbitos, de la conocida como Ley Trans.

La carta enviada a la Relatora está suscrita por :

  • Asociación de Mujeres Juristas Themis
  • Alianza Contra el Borrado de las Mujeres.
  • Fundación Mujeres
  • Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres.
  • Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur)
  • Federación de Mujeres Progresistas
  • Federación Nacional de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas
  • Asociación Española de Feministas Socialistas (FeMeS)
  • Lobby Europeo de Mujeres en España- LEM España
  • Mujeres para la Salud
  • Asociación Clásicas y Modernas
  • Fórum de Política Feminista
  • Mujeres por la Paz

Madrid, 23 de abril de 2024.
[Se adjunta copia de la carta enviada a la Relatora, copia de la carta de la Comunidad de Madrid a la ministra de Igualdad y relación de algunas noticias aparecidas en prensa]

DOCUMENTACIÓN DE APOYO

RESEÑA DE LAS ORGANIZACIONES FIRMANTES

Asociación de Mujeres Juristas Themis. Organización no gubernamental integrada por licenciadas en Derecho, abogadas, procuradoras, juezas, magistradas y letradas de la Administración de justicia. Themis ofrece servicios de asesoría jurídica gratuita a mujeres y programas estatales de protección y asistencia jurídica gratuita a mujeres víctimas de violencia,

Alianza Contra el Borrado de las Mujeres. Plataforma feminista de asociaciones de España y Latinoamérica comprometida en la defensa de los derechos basados en el sexo. La plataforma orienta su trabajo a la divulgación del impacto de las leyes de autodeterminación, la denuncia de las consecuencias de la ideología que elimina el sexo como categoría jurídica y el activismo a favor de los derechos de las mujeres y la infancia.

Fundación Mujeres. Organización no gubernamental feminista que desarrolla su actividad en ámbitos como la sensibilización y educación en igualdad, la formación y lucha contra la violencia de género, el apoyo a las mujeres para la su incorporación al mundo laboral y creación de microempresas, además de apoyo al desarrollo de planes de igualdad en instituciones públicas y empresas. La Fundación impulsa el Fondo de Becas Soledad Cazorla.

Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres. Organización de mujeres profesionales, psicólogas, trabajadoras sociales, médicas, sociólogas y abogadas, cuyos ámbitos prioritarios de trabajo son la violencia de género y la explotación sexual. Gestiona diferentes programas dedicados a la prevención, formación y asistencia directa a mujeres y niños/as.

Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur). Es una organización progresista que lucha por alcanzar la igualdad y el progreso de las mujeres que viven y trabajan en el medio rural a través de acciones formativas, apoyo a iniciativas emprendedoras de las mujeres del medio rural, acciones de sensibilización, reducción de la brecha digital, visibilización de las mujeres en los territorios rurales…

Federación de Mujeres Progresistas, organización no gubernamental constituida por asociaciones, federaciones regionales y provinciales y colectivos de mujeres progresistas, conformando un tejido asociativo cercano a las 23.000 personas. Desarrolla su actividad en ámbitos como la prevención de la violencia de género, promoción y capacitación para el empleo o asesoramiento para planes de igualdad, entre otros.

Federación Nacional de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. Organización pionera en España en la lucha contra los malos tratos a mujeres. A principios de 1974 la Asociación de Mujeres Separadas creó el primer gabinete de atención psicológica a las víctimas. En 1991 la Federación inaugura el primer Centro de Recuperación Integral para Mujeres, Niñas y Niños víctimas de la violencia machista donde se atiende a mujeres de todo el Estado. El asesoramiento jurídico, la atención psicológica y la atención integral son los campos de trabajo de la Federación.

Asociación Española de Feministas Socialistas (FeMeS). Organización que se orienta a proteger los derechos humanos de las mujeres en el ámbito nacional e internacional, defender el cumplimiento de la agenda abolicionista feminista, asegurar la libertad de expresión del ideario feminista y contribuir a que el movimiento feminista sea interlocutor directo con las administraciones públicas, los partidos políticos y con todos los actores socio-económicos relevantes para producir cambios sociales.

Lobby Europeo de Mujeres en España- LEM España.  Plataforma de más de 50 asociaciones de mujeres cuyo objetivo prioritario es promover el empoderamiento de las mujeres en toda su diversidad, para avanzar en la igualdad de género y luchar contra todas las formas de discriminación y violencia contra la mujer. La plataforma hace posible una representación eficaz de las mujeres españolas en el Lobby Europeo de Mujeres.

Mujeres para la Salud. Organización en defensa de la salud y los derechos de las mujeres y por la erradicación de las múltiples formas de violencia de género. Desarrollan diversas actividades, como un espacio terapéutico especializado en mujeres, un espacio de formación profesional y personal, además de diversas acciones de sensibilización y divulgacion.

Clásicas y Modernas. Asociación de mujeres profesionales de la literatura, el periodismo, la música, el teatro, el cine… en sus distintas facetas (creación, gestión, investigación, crítica, teoría, enseñanza…) convencidas de que la cultura es un instrumento decisivo para lograr la igualdad o por el contrario, perpetuar la desigualdad entre mujeres y hombres. Clásicas, para dar visibilidad a las creadoras borradas del pasado; Modernas, para reivindicar la herencia de las llamadas “modernas” de la generación de la República.

Fórum de Política Feminista. Asociación de ámbito estatal cuyos fines son la consecución de la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres así como la mejora de su calidad de vida a través de acciones como la participación en las políticas públicas de promoción de la igualdad, la formación para el acceso al empleo o la educación en la no violencia y la igualdad entre mujeres y hombres.


Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil y Adolescente reclama "no promover tratamientos experimentales con efectos psicosociales no probados"

 tribunafeminista.org

Redacción Tribuna

Declaración de la European Society of Child and Adolescent Psychiatry sobre la atención a menores y adolescentes con disforia de género: una necesidad urgente de salvaguardar los estándares clínicos, científicos y éticos

https://link.springer.com/epdf/10.1007/s00787-024-02440-8?sharing_token=ERjNJOHSy4YhqGvWoQ1ipve4RwlQNchNByi7wbcMAY4C72yZjIv0u-RHIPy5vJO4vtqh3xa9D5_dq1-s5bgSPJBBnEKujp5A863TwFoUaTi4thoQjUA5kDlciSbSy2wwfkhB8BqJDpUhjFEj1xHWxIM_l5EepHv5RJdeXRm2lzk%3D

*Resumen elaborado por SEGM (Society for Evidence-Based Gender Medicine) en X: https://x.com/segm_ebm/status/1784980513385787528

La Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil y Adolescente (ESCAP, por sus siglas en inglés)) publicó una declaración de directrices sobre la disforia de género en menores y adolescentes, pidiendo a los proveedores de atención médica «no promover tratamientos experimentales e innecesariamente invasivos con efectos psicosociales no probados y, por lo tanto, adherirse a las Principio «primum-nil-nocere» (primero, no hacer daño).

La ESCAP señaló la «poca confiabilidad e inestabilidad de un diagnóstico de disforia de género en un menor específico a lo largo del tiempo» y los «posibles efectos de las decisiones de bloquear la pubertad o evitar la transición médica en el desarrollo psicosocial de un menor».

La ESCAP admitió la posibilidad de que algunos menores pudieran beneficiarse de la reasignación de género, pero reconoció la actual falta de investigaciones de calidad para determinar la relación riesgo-beneficio.

Proporcionó varias recomendaciones clave que se centran en generar investigación de calidad en el área del manejo de la disforia de género en jóvenes, con un llamamiento a diferenciar entre prácticas experimentales y tratamientos médicos establecidos.

La ESCAP también insistió en que «los resultados de las investigaciones se publican únicamente sobre la base de criterios de calidad y no en función de sus conclusiones», lo que sugiere que es consciente del importante sesgo de publicaciones actuales, por el cual los estudios que informan resultados de transición favorables se publican de forma rutinaria incluso si son profunda y metodológicamente defectuosos.

La ESCAP recuerda a todo el mundo los principios éticos básicos, ubicándolos en el contexto de los tratamientos para la disforia de género en los jóvenes:

  1. El principio de no maleficencia: no utilizar fuera del entorno de investigación ninguna intervención experimental con efectos potencialmente irreversibles o intervenciones con consecuencias desconocidas a largo plazo; no adoptar nuevas prácticas prematuramente sin pruebas suficientes; No continuar con prácticas obsoletas que podrían no ser lo mejor para el paciente.
  2. El principio de beneficencia: adoptar intervenciones médicas con una relación beneficio-daño favorable; considerar la relación beneficios-daños de no proporcionar intervenciones médicas; garantizar un diagnóstico y tratamiento adecuados de los trastornos psiquiátricos coexistentes; Garantizar una evaluación diagnóstica integral de la disforia de género en lugar de confiar únicamente en la autoevaluación de menores y adolescentes.
  3. El principio de autonomía: involucrar a las y los menores en los procesos de toma de decisiones sobre su cuidado de manera adecuada a su edad y desarrollo, evaluando su capacidad de dar consentimiento; adoptar un proceso de consentimiento informado adecuado para decisiones posiblemente irreversibles y de por vida, asegurando que menores y adolescentes comprendan plenamente los riesgos potenciales, los beneficios y la naturaleza irreversible de los tratamientos; considerar los derechos de sus progenitores y tutores a dar su consentimiento a cualquier intervención importante o a la participación de sus hijos e hijas en investigaciones sobre tratamientos experimentales; considerar el derecho de sus progenitores y tutores a estar plenamente informados sobre el cuidado actual de sus hijos; ofrecer apoyo y recursos adecuados a quienes decidan realizar la detransición al sexo de nacimiento, y respetar su decisión de hacerlo.
  4. El principio de justicia: garantizar el acceso a información, evaluación y tratamiento confiables y actualizados para la disforia de género y durante la transición o detransición; adoptar medidas cautelares iguales para todos; y proteger los derechos de menores y jóvenes como grupo en una fase de desarrollo particularmente vulnerable.

Finalmente, la Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil y Adolescente reafirmó la necesidad de un debate abierto, señalando que «el respeto por todo tipo de puntos de vista y actitudes diferentes es una parte esencial de un debate profesional abierto y continuo que deseamos estimular».


La publicación se encuentra en el enlace a continuación:

Drobnič Radobuljac, M., Grošelj, U., Kaltiala, R. et al. Declaración de la CESPAP sobre la atención a niños y adolescentes con disforia de género: una necesidad urgente para salvaguardar los estándares clínicos, científicos y éticos. Psiquiatría infantil y adolescente europea (2024). https://doi.org/10.1007/s00787

Actualmente se puede acceder gratuitamente en el siguiente enlace:

https://rdcu.be/dF6gh

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