8/09/2014

Programa es Tiempo de Mujeres en la radio universitaria de la ciudad de Guelph CFRU 93.3 FM sabado 09 de agosto


Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph
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MUJERES POR LA DEMOCRACIA


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Noticias de Género en la Red


Género en la mira con
La risa femenina, política subversiva
la misoginia se da en todos los niveles, en todas las religiones y se proyecta en todo momento, gracias a la organización de las mujeres a través del tiempo y ahora con las redes sociales, se ha podido hacer presión y de alguna manera educar con equidad, no toleramos funcionarios públicos que expresen públicamente ideas conservadoras que tengan que ver con cortar o bloquear derechos o libertades.
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En 1983 #MaríaDaPenha, brasileña, biofarmacéutica, fue víctima de doble intento de homicidio por su entonces marido y padre de sus 3 hijas, dentro de su casa, en Fortaleza, Ceará.El agresor, Marco Antonio Heredia Viveiros, colombiano naturalizado brasileño, economista y profesor universitario, le disparó por la espalda mientras ella dormía, causándole paraplejia irreversible, entre otros graves daños a su salud. En ocasión posterior, intentó electrocutarla en el baño. Hasta 1998, más de 15 años después del crimen, pese haber dos condenas por el Tribunal de Jurados de Ceará (1991 y 1996), aún no había una decisión definitiva en el proceso y el agresor permanecía en libertad, razón por la cual Maria da Penha, CEJIL y CLADEM enviaron el caso a la CIDH/OEA. El Estado no respondió a la petición y permaneció silencioso durante todo el procedimiento.En 2001, la CIDH responsabilizó al Estado por omisión, negligencia y tolerancia en relación con la violencia doméstica contra las mujeres brasileñas. Consideró que en este caso se daban las condiciones de violencia doméstica y de tolerancia por el Estado definidas en la Convención de Belém do Pará y que existía responsabilidad por la falta de cumplimiento a la ley, hoy a 8 años la ley sirve para poco ya que aún existe discriminación para aplicarla -8 años de la Ley María da Penha: comprensión de la desigualdad de género y sus efectos aún es un desafío- 


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Guido, el nieto en el ADN de todos los argentinos
Y ha sido tema de los ultimos días el encuentro entre #EstelaDeCarlotto y su#nieto el número 114, Estela presidenta y fundadora de la organización#AbuelasDePlazaDeMayoLa organización busca desde 1977 a los niños nacidos en cautiverio o secuestrados junto a sus padres, durante el régimen militar (1976 -1983), que dejó 30.000 personas muertas y desaparecidas, según organizaciones humanitarias.La búsqueda de su nieto duró 36 años, la edad que hoy tiene “Guido”, como quiso llamarlo su madre, o Ignacio Hurban, como lo registraron los padres que lo criaron, en Olavarría, una ciudad a 350 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, aparentemente desconociendo su origen, tenemos la historia Guido, el nieto en el ADN de todos los argentinos  
y continuamos con el programa de   nuestra querida amiga María Néder y sus Mujeres de Puerto Almendro, un espacio para conocer de las mujeres latinoamericanas instrumentistas, compositoras y cantautoras a lo largo del tiempo


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El género en alerta


Violencia hacia mujeres no es nueva sino que crece día a día, como lo señala la OMS en su Informe de 2013. 


Aceptando que la violencia hacia las mujeres no es nueva,  se puede en cambio afirmar que crece día a día, como lo señala la OMS  en su Informe de 2013. En este sentido, las relaciones de género están hoy día en un marco de nuevos conflictos que se dirimen en una vieja práctica, pero que indican una señal de alerta que la sociedad en su conjunto y el Estado deben advertir, prevenir y combatir.

De acuerdo a las teorías del género (Rubín,G.1975;Scott, J.1986; Butler, J. 1990 y 1993; de Barbieri, T., 1993) el orden social que pauta tanto las relaciones de las mujeres y los hombres entre sí, como las relaciones entre mujeres y hombres, se construye como un conjunto de estructuras, usos, significados, normas, prácticas cotidianas y rituales sociales, que establecen las formas específicas que adquiere la organización social de la diferencia sexual sobre las cuales se erigen las identidades y relaciones de género en cada sociedad. Así lo que implica ser hombre o ser mujer, en un lugar y tiempo determinados está construido por roles, valores, expectativas, actitudes y apariencias que deben tener o adoptar las mujeres y los hombres para ser “apropiados” en cada sociedad.

La violencia patriarcal directa como la indirecta, visible e invisible, opera en este marco como un dispositivo de control y represión contra todo lo que amenace o ponga en riesgo dicho orden.  En esta racionalidad juegan tanto la violencia estructural a través de la reiterada segregación de las mujeres a la esfera reproductiva y doméstica; como la violencia simbólica que refrenda sus roles y funciones o los reifica, bajo modalidades menos restrictivas pero esencialmente subordinadas oex céntricas socialmente hablando. Contribuye también a esto la violencia institucional que le deniega sus plenos derechos, regateando incluso las decisiones sobre su propio cuerpo, a través de legislaciones anti- aborto.

La violencia hacia las mujeres tiene un nuevo uso instrumental. Este uso derivaría no tanto de la naturaleza y características de estos eventos casi intemporales por su larguísima presencia a lo largo de todas las sociedades, sino porque se da en un contexto de claros avances de las mujeres y en el marco de sociedades políticamente más igualitarias en las cuales se condena crecientemente el uso de la violencia hacia ellas.
Gracias a estos avances las mujeres han poblado masivamente las calles, los sitios de trabajo, las escuelas, las universidades, los centros deportivos, los parlamentos, los medios de comunicación, otrora privilegiados cotos masculinos Han modificado radicalmente sus maneras de vivir, de vestir; han poblado la noche y ganado el espacio público.

La violencia letal hacia las mujeres se presentan así en un contexto psico-social que podríamos identificar como post-liberalización o post- revolución sexual donde las mujeres han ganado creciente autonomía física y económica y cuando han logrado establecer una relación con su cuerpo, sus deseos y su sexualidad, con un claro sentido de empoderamiento y apropiación.

Se inscriben igualmente, en un etapa histórico-cultural donde los roles, rasgos, identidad, apariencia y características asignados por siglos al género masculino y femenino, han explotado literalmente en pedazos, al menos en el espaciosimbólico, por la presencia cada vez mas ubicua de identidades y corporeidades bisexuales, homosexuales, lésbicas, transgénero, transexuales, etc.  

En este orden de reflexión afirmaríamos que el incremento en la libertad física, sexual, corporal y la creciente participación económica de las mujeres, atisba un cambio psíquico-político (Touraine, 2006; Lipovetsky (1997) semejante a otros momentos o coyunturas históricas donde se han jugado las posiciones estructurales e institucionales entre mujeres y hombres. Es un momento culmen en su proceso de emancipación en los últimos doscientos años: su identificación masiva – más allá de todas la contradicciones - como sujeto con derechos propios y capacidad de autonomía a partir de conquistar  ser en sí y para sí (Beauvoir, S.1948) 

Estos cambios identitarios experimentando por las mujeres, sobre todo las más jóvenes, respecto a sus roles y expectativas personales y sociales, estilos de vida, etcétera han sido considerados por diversos autores (Touraine, 2006; Lipovetsky, 1999; Arteaga, B. 2010) como una auténtica ruptura histórica de profundas consecuencias económicas, políticas y culturales, (algunos la comparan incluso con el cambio en el sistema sexo-género originado por el descubrimiento de la agricultura, aunque en sentido contrario) ya que estaría presionando en consecuencia, transformaciones políticas entre los sexos, además de plantear desafíos económicos y del orden civilizatorio en gran escala

En efecto la salida masiva de las mujeres de su nicho estructural (el trabajo doméstico; para el autoconsumo familiar y el cuidado) hacia las actividades remuneradas, el ejercicio de profesiones, oficios y cargos diversos, que se ha producido en América Latina sobre todo a partir de la última década del siglo veinte, no solo plantea un reto político, económico y cultural de gran envergadura para las políticas públicas sino también en lo que hace al funcionamiento del mercado y la organización espacial, en términos de reconciliar las racionalidades y el funcionamiento de esferas sociales hasta ahora sólo vinculadas por la mediación del consumo como son: el trabajo y la familia.

Propulsados por los cambios que en nuestras sociedades y territorios está provocando la globalización económica estamos inmersos en un contexto de hibridación cultural (Canclini, N. 2001) también en materia de género, que mezcla formas y tendencias diversas: sexualidad adolescente, transexualidad, trangéneros, fecundación in vitro, uniones y familias entre personas del mismo sexo, en una palabra perfomatividad de la sexualidad y las identidades de género (Butler, 2002) por un lado versus militancias religiosas pro abstinencia sexual, sexualidad pro-Vida, o pro heterosexualidad normativa, iconología mediática anclada en la vida rural y en mandatos de género que apelan a “leyes de la naturaleza ancestral”.

La hipótesis central para una sociología de la violencia de género y del feminicidio sería que la brecha generada entre un modelo de género normativo centrado en la subordinación de las mujeres y la emergencia social de la figura femenina, como una figura con poder y autonomía, está presente en las diversas vertientes de las relaciones cotidianas que sostienen hombres y mujeres entre sí. Ya sea en el plano de las relaciones interpersonales, (parejas, ex parejas; en el ámbito laboral o escolar) como en el de las relaciones simbólicas y de poder que se juegan en el  espacio púbico.

Afirmamos que la violencia hacia las mujeres en general y los feminicidios en particular estarían jugando como un dispositivo de poder masculino para restablecer o mantener, simultáneamente, tanto en lo individual como en lo colectivo:  I) las posiciones de dominio varonil, entre varones, en un mundo que les resulta cada vez más incierto y peligroso; II) funcionar como un instrumento de control para contener el cambio y las transgresiones de las mujeres a los órdenes y regímenes de género, que estarían experimentando marcadas transiciones producidas por la emergencia de las mujeres en el espacio cultural-simbólico, la vida pública y el mercado de trabajo.

Aun cuando también hay que señalar que la cultura de la violencia que goza todavía por desgracia de una amplia aceptación en nuestro país. Así es corriente la violencia entre varones por razones de género (defensa de honor, prestigio, manifestación de poder, valentía etc.,  Lo mismo en el espacio público, las calles, que en lugares de trabajo, centros deportivos, que al interior de los hogares. 

En una perspectiva de veintisiete años, es decir toda una generación desde el punto de vista demográfico, la violencia feminicida en México suma 39 mil 321 mujeres de todas las edades asesinadas.  Los datos muestran también que este tipo de crímenes se mantiene constante, y no baja cuando el resto de los homicidios lo hacen, aunque si sube rápidamente cuando la violencia criminal o la violencia social se incrementan.

Hasta el año 2000, diez estados del centro y sur del país se llevaban los primeros lugares en este tipo de crímenes. Este núcleo lo conforman los estados de México, Oaxaca, Morelos, Guerrero, Nayarit, Michoacán, Quintana Roo, el Distrito Federal y Michoacán. Después de ese año, los feminicidios se extienden al norte del país destacando las entidades de Chihuahua, Baja California, Durango, Sinaloa, Sonora y Nuevo León. 

La geografía del feminicidio en México se complejiza si consideramos los municipios.  Tomando las cifras absolutas, los feminicidios parecen experimentar un proceso alterno de difusión y concentración. Entre 1985, 20 municipios concentraban 40.4% de los feminicidios. En los años noventa, cuando estos delitos se incrementan el número de municipios donde ocurren, pasa de 40 en 1990, y a 60 municipios en 1995. A partir del año 2000 y hasta 2010 solo 20 municipios -en su mayoría integrados a zonas metropolitanas- concentran 25% de los feminicidios ocurridos en  2010.

A tono con su carácter de actos de “disciplinamiento o corrección”, los feminicidios se caracterizan por el uso de formas brutales para privar de la vida. El ahorcamiento, ahogamiento, estrangulamiento, ahogamiento, son responsables de la muerte de poco más del 18% de las mujeres asesinadas entre 1985-2010. Estas categorías, así como el uso de objetos cortantes, son tres veces más frecuentes que en los asesinatos de hombres (en 20% del total de defunciones femeninas). También se advierte una proporción tres veces más elevada de utilización del envenenamiento y de las quemaduras con sustancias diversas o con fuego. Pero hay incluso muertes debidas directamente a los golpes, que no tiene la misma frecuencia entre los decesos masculinos.

Finalmente el uso de armas de fuego para privar la vida solo es causa atribuida de muerte para 30% de las mujeres, mientras que en el caso de los varones es la vía por la cual se priva al 60%. Sin embargo las formas más crueles también elevaron sus frecuencias. La muerte a golpes pasó de 8.2 a 18.7 y el ahorcamiento, el ahogamiento y la estrangulación crecieron de 8.1 a 12.4%.

El crecimiento de los feminicidios en las áreas públicas debe vincularse por su parte, como resultado de las nuevas funciones de las mujeres que participan actualmente lo mismo en actividades productivas, escolares, deportivas y otras más, en espacios públicos. Este tipo de feminicidios ocurre mayormente en áreas comerciales o de servicios, escuelas, oficinas, parques, áreas deportivas, que están concentrando dos tercios de los asesinatos de mujeres.

Finalmente, la violencia feminicida no hubiera adoptado una característica cuasi epidémica en México, sin la omisión en los deberes públicos de los diferentes gobiernos involucrados en investigarla y castigar a los responsables.

Por diversas causas, todas atingentes a las autoridades, la mayoría de  los casos de violencia hacia las mujeres, sean: Feminicidios, violación o lesiones, generalmente concluyen en la impunidad de los responsables y en la indefensión o total ausencia de garantías y derechos humanos de las víctimas. De esta suerte a la violencia que ejercen parejas, ex parejas, conocidos y familiares o, perpetradores desconocidos, hacia las mujeres, se le agrega la violencia institucional. [1] Por ello la impunidad de estas muertes es tema de preocupación ampliamente referida en casi una treintena de informes internacionales de observadores y relatores de Naciones Unidas, en materia de derechos humanos, dirigidos al Estado mexicano desde 2002.

La falta de persecución y castigo a esto delitos incentiva comportamientos similares en personas que tal vez en otros contextos de justicia, se verían desalentados a cometerlos. En este sentido la impunidad respecto a la violencia letal en contra de las mujeres, actúa como una especie de agente de contagio que facilita la comisión de feminicidios, creando incentivos para delincuentes oportunistas.

En el marco de este análisis no deja de sorprender y de indignar, la falta de sensibilidad de las autoridades responsables de detonar la Alerta de género creada por la Ley General de Acceso de la Mujeres a una vida libre de violencia (2007) que ha sido solicitada por organizaciones y familiares de las víctimas en el Estado de México, Chihuahua, Oaxaca, Morelos, Nuevo León, Hidalgo y Chiapas.

*(*) El género en alerta: Es es un fragmento de un artículo de la autora publicado en la Revista Sociedade e Estado ((may-ago 2014)
[1] Conviene aquí traer a la reflexión, que la impunidad es “la inexistencia, de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones, así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación, detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, a que sean condenados a penas apropiadas, incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas” (Naciones Unidas, 2005).  Por ello la impunidad implica en los hechos la difuminación de la función punitiva del Estado, lo que de alguna manera atenta contra su propia razón de existencia. 

La risa femenina, política subversiva



Daniela Villegas

El viceprimer ministro turco Bülent Arinç y el monje Jorge de Burgos, personaje ficticio de la novela El nombre de la Rosa de Umberto Eco, parecen compartir la misma animadversión: la risa.



Mientras que en la novela de Eco, el anciano y ciego benedictino se empeña en tener bajo resguardo la Segunda parte de la Poética en donde el filósofo Aristóteles legitima la risa como algo favorable, lo que para los preceptos de la Iglesia de esa época es desestabilizador al generar que los seres humanos no tengan temor de Dios, -uno de los fundamentos de la orden benedictina-, en la actualidad y fuera de la ficción el político turco ha anunciado que las mujeres no deben reírse en público.


El 28 de julio Bülent Arinç describió su ideal del hombre y mujer castos, poniendo especial énfasis en las mujeres: "Ella no va a reír en público. Ella no va a estar invitando en sus actitudes y protegerá su castidad", en suma señaló que la gente hoy en día había abandonado sus valores.

Y agregó "¿Dónde están nuestras niñas, que se ruborizan, bajan la cabeza, y apartan la mirada cuando nos fijamos en su rostro, convirtiéndose en el símbolo de la castidad?".



Ante tales señalamientos de Arinç, el viceprimer ministro, aliado del primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan la ola de rechazo a las recientes declaraciones no han parado de circular, principalmente en las redes sociales como Twitter e Instagram, donde miles de mujeres han publicado fotos de sí mismas riendo y sonriendo. Ha habido más de 300 mil tuits utilizando el término "kahkaha" -la palabra turca para "risa"- y en los hashtags "Resista la Risa" (#direnkahkaha) y "Resistir Mujer" (#direnkadin).


"Fue una declaración muy indignante y conservadora", dice la escritora y comentarista política Ece Temelkuran. Ella fue uno de los primeros en tuitear una imagen de sí misma sonriendo - y animó a otras mujeres a hacer lo mismo.

La actriz británica Emma Watson conocida por su papel como Hermione Granger en la serie de películas de Harry Potter y que recientemente fue nombrada embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres, se ha unido a la campaña de Twitter en solidaridad con miles de mujeres que publican sus fotos de sí mismos riendo.

La risa ese elemento tan intrínseco a los seres humanos se convierte en un dispositivo de rebeldía y metáfora de la transformación para pensar en el cambio cultural. Las mujeres que se han indignado por las declaraciones conservadoras y violentas del político turco a través de la risa, esa herramienta contestataria a la que tanto teme Arinç y seguamente también Erdogan de ser un goce privado, se vuelve no sólo público y global sino también solidario.

Se politiza la risa como primera y comunal respuesta y así reír se convierte en estrategia subversiva de liberación de las mujeres a quienes se les sigue vedando el espacio de lo público.
¿A qué le temen esos políticos? ¿A que las mujeres no tengamos más miedos?            

La importancia de las palabras

Las palabras escuchadas en la infancia nos otorgaron el derecho a ser lo que elegimos ser o nos inscribieron en el embozado aprendizaje de rechazarnos.

Cada vez me sorprende más escuchar cuando alguien dice: “Qué importa, son palabras”. “Le das demasiada importancia a las palabras”. No logro dilucidar el significado de esas frases. ¿Cómo sería exactamente darle demasiada importancia a las palabras? ¿Cómo sería vivirlas en su “justa medida”? ¿Cuál sería esa experiencia, esa ocasión en la cual las palabras no importan? No caminamos por el mundo con un palabrómetro, pero me parece muy rotundo que las palabras nos son fundamentales, estamos hechos de palabras. En la vigilia y en el sueño. Nacidos en la lengua que nos precede, en la lengua que recreamos todos los días.


Pensamos, nos acercamos a los otros, o nos alejamos con ellas. Con ellas construimos la posibilidad de entendernos, si de ambos lados sabemos cuidarlas. La intimidad se construye –en mucho- con palabras. Y amistad, y la ternura, y cada forma de amor. Es cierto, que esas mismas palabras  a veces acarician y a veces golpean. ¿Qué hacemos con ellas? ¿Qué nos hacen con ellas? Es cierto que las palabras traen consigo la posibilidad del malentendido y la posibilidad de mentir.

Es cierto que cantidad de personas están dispuestas a malbaratar las palabras. Si escuchamos el discurso político en su versión anquilosada y falsa: la de las grandes promesas y los grandes compromisos que se van al agua, ese discurso de la repetición de lugares comunes continuamente traicionados por los actos. Por la desmemoria. Por esa forma de desdén y de abuso inscrito en la manipulación o en sus intentos, es cierto entonces que podríamos concluir que las palabras no importan.  ¿Qué importan las palabras de un/a mentiroso/a compulsivo?

Que las palabras estén obligadas a servir a amos indignos, no les quita ni un milímetro de su importancia. Como no dejan de ser vitales el aire y el agua, por el hecho de que insistamos en contaminarlos. Sé de una niña que no entendía las palabras que le decía su madre. Es decir, sí conocía los significados, pero no lograba comprender ni su desdén, ni su crueldad. Aquel discurso rechazante resultaba tan destructivo y se le estaba tatuando en la piel de tal manera, que tuvo que inventarse un juego al que le llamaba “del revés”. Contaba las palabras cada vez que su madre le decía algo desagradable: “No mereces que nadie te quiera”. “Seis palabras”, pensaba la niña. Y comenzaba a separarlas en sílabas. “Diez sílabas”, pensaba la niña. “Con la misma energía me podría haber dicho: ‘Cómo te fue mi niña querida’. Las mismas cinco palabras. Las mismas diez sílabas”.

Este juego que podía ser muy demandante cuando la madre decía muchas frases, le permitía tener una distancia con el daño, e intentar revertirlo. Convertir el arañazo en caricia, o por lo menos intentarlo. Había algo en el separar las palabras feas en sílabas, como quien las corta con hachazos mentales, y después bordar las palabras anheladas en su lugar, que le devolvía una cierta dignidad. Se hizo, por supuesto, una lectora muy ávida.

Estas marcas de infancia son una evidencia del peso de las palabras: Esas frases que a una/o le dirigieron, o que una/o escucho por accidente y que terminan siendo tan definitivas en una vida. A veces, sin que siquiera nos demos cuenta. ¿Nos damos cuenta? Como esa escena tremenda que narra Rosario Castellanos  en Balún Canán, cuando la madre destrozada por la muerte de su pequeño hijo se lamenta de que la desgracia se haya abatido sobre su hijo varón. La otra posibilidad hubiera sido la hija. La niña escuchó a su madre retirándole su deseo de vida.  Casi como una maldición.


Esas palabras oscuras que nos persiguen como un designio: “Eres una tonta”, “Tu hermano es guapo porque se parece a mí, tu eres fea como la familia de tu padre”. “Eres un/a inútil”. “Jamás vas a lograr lo que te propongas”, “Tus sueños son puras tonterías”. “Eres una niña malvada”. “No tienes ninguna imaginación”. “Tu naciste para sufrir”. “Te pareces a mí, todo nos sale mal”.  “Los hijos son una carga, no entiendo para qué me metí en esto”.  “Me ha costado trabajo quererte, me imaginaba un/una hijo/a muy diferente”. “¿A ti quién te podría querer, ya te miraste en el espejo?”. “¿Dónde vas a terminar? Eres una fácil?”.



Carrington

O esas palabras luminosas y tan cotidianas que nos sostienen una entera vida: “Qué sencillo es amarte”. “Qué bonito bordado, eres muy hábil con tus manos”. “Sabes resolver tus problemas con mucha inteligencia”. “A las personas sensibles como tú, la vida los llena de regalos”. “Estoy tan orgulloso y feliz de que seas mi hija”. “Este niño está lleno de dones”. “Qué linda es tu risa”. “Tu felicidad me hace feliz”.  “Acá estoy para ti, aunque a veces me tarde en entender”. “Te amo aunque a veces me cuesten trabajo nuestras diferencias”. “Mira cómo te quieren tus amigas/os”.
Elijo los extremos: Las palabra que otorgan certidumbres o que nos las arrebatan. Nos regalan nubes, esperanzas, caminos dignos por andar, o nos despojan.  Las palabras escuchadas en la infancia nos otorgaron el derecho a ser lo que elegimos ser o nos inscribieron en el embozado aprendizaje de rechazarnos. Nada que no sea curable, por supuesto. A las palabras de los orígenes, podemos irlas transformando. Deconstruir.  Ese ejercicio de domar ciertos aprendizajes, y revertirlos.

Pero ¿de veras soy tan malvada y tan inútil? ¿De dónde saco esa idea? ¿De veras soy tan torpe y tan incapaz? ¿Podría ser verdadero algo tan ridículo como que no merezco que nadie me quiera? ¿Quién lo dijo? ¿Quién me lo murmura o me lo grita ya no desde afuera, sino desde adentro de mí? La introyección de aquel lenguaje que nos hizo sentirnos seres amables. La introyección de aquel lenguaje que nos hizo sentir que si caminábamos, corríamos el riesgo de que abriera la tierra y nos tragara.

El lenguaje discriminatorio es otra prueba triste de la importancia de las palabras. “Tu hermana es blanquita y tu no”. “Me saliste indio”. “No estés joteando”.  “No andes de zorra”. El daño de las palabras elegidas para denigrar es grave y de largo aliento, sin embargo, con frecuencia una escucha esas burlas hacia “lo políticamente correcto”, y esos argumentos repetidos: “Son sólo palabras”, “es un chiste”. “No aguantas nada”.


Todos somos portadores de características que pueden ser estigmatizadas. Todos sin excepción. No nos detenemos a pensarlo, si estamos dispuestos a denigrar a otro. Lo que tengo comprobado es que no todas las palabras crueles tienen el mismo peso para cada persona, pero que para todos hay palabras que dañinas e insoportables. Las que duelen directamente en la piel. Esa misma persona que hace un chiste misógino y lo celebra a carcajadas y nos explica que “sólo son palabras”, “exageras”, le dará un gran peso a esas palabras cuando le están dirigidas justo allí donde le duele.  Quizá su insoportable sería una burla racial, o religiosa. Una burla a su cuerpo, a su clase social, a su acento.  Allí sí que las palabras le importan. Simplemente, porque siempre importan.



Camille Claudel


Si las palabras no fueran importantes, ¿por qué una haría esfuerzos para escucharlas? ¿Cómo podría una de veras intentar entender lo que nos explican si ese vehículo –las palabras- que nos transmite los mensajes, no tiene demasiada importancia? ¿Qué es la poesía sino la meticulosa elección de cada palabra, durante horas y días y meses, a manera de que cada una de ellas sea exactamente la palabra indispensable, colocada en el exacto lugar que le corresponde? ¿Qué es una terapia o un proceso psicoanalítico sino la búsqueda de las palabras verdaderas, de las más honestas, y exactas y –aunque amenazantes- las más nuestras? ¿Quién no ha vivido la intensidad de un “te amo tanto”? ¿Quién no ha esperado por años para ofrecer un: “Perdóname” indispensable, o para escucharlo? Y todo lo que se transforma, se sana, se acomoda, con tan breves palabras.


Decir que las palabras no son tan importantes, me parece malbaratarlas. Correr el riesgo de decir cualquier cantidad de insensateces, y en el peor de los casos, de crueldades. La mayor parte del tiempo, una/o elige cuando habla y cuando escribe. ¿Por qué estas palabras y no otras? Hablamos y a veces nos escuchamos ser hablados. También eso pasa. Nos llegan a la cabeza palabras que nos sorprenden, que no sabemos de donde vienen. A veces escuchamos que recién acabamos de decir frases completas que vivimos como ajenas, como si alguien nos las hubiera dictado. No nos reconocemos en nuestras palabras.

Es cuando habla esa parte nuestra desconocida, retruecanosa, inconsciente. Esas palabras “accidentales” son, no sólo importantes - a pesar de su apariencia “accidental”- sino muy interesantes (para nosotros mismos) de escuchar.  De esos momentos en donde una se dice: “A ver, creo que tengo que revisar mis mapas, según yo ando en las playas de Oaxaca, y por acá algo me dice que estoy perdida en la Patagonia Austral”. Valga la metáfora.

Las palabras que se dijeron de más en una familia. Y tantas, tantas que se dijeron de menos. Ese no dicho que entreteje los “secretos” familiares, secretos que se llevan casi siempre a voces,  una sabe, una percibe, una necesitaría las explicaciones, los datos, las fechas. Algo sucedió: algo demasiado doloroso, demasiado amenazante, demasiado humillante. Algo grave. Lo callamos para desaparecerlo, y el silencio termina concediéndole una sobre existencia. Sabemos que “eso”, vago, angustiante, está, y sabemos que está prohibido concederle las palabras indispensables.

Las palabras tienen sus tiempos. El diván es un entrenamiento con respecto a esos tiempos. El amor, también, todo amor. Quizá hoy una no puede nombrar, pero entonces será mañana, pasado, algún día. Nombrar es indispensable, porque las palabras son indispensables.

Cuidar las palabras. Honrarlas. Hacer ejercicios con ellas. Acariciarles la espalda. Peinarles los cabellos o desgreñárselos. Saborearlas. Respetarlas muchísimo, porque somos responsables de las palabras que elegimos. Porque aceptar su importancia es una manera de cuidar a los demás, y de cuidarnos. De dignificar a los otros, y de dignificarnos.

Somos seres hablantes.
Antes y después que todo: seres por y para las palabras.
PABLO NERUDA Y SU HOMENAJE A LAS PALABRAS

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras".

Guido, el nieto en el ADN de todos los argentinos

“Gracias, muchas gracias”. Con esas palabras acompañó el viernes 8 de agosto Guido Montoya Carlotto la foto del primer encuentro con su abuela Estela de Carlotto, en su cuenta de Twitter @IgnacioHurban. Crédito: Twitter de Ignacio Hurban.

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“Gracias, muchas gracias”. Con esas palabras acompañó el viernes 8 de agosto Guido Montoya Carlotto la foto del primer encuentro con su abuela Estela de Carlotto, en su cuenta de Twitter @IgnacioHurban. Crédito: Twitter de Ignacio Hurban.

BUENOS AIRES, 8 ago 2014 (IPS) - La recuperación del “nieto 114”, de hijos de desaparecidos durante la dictadura militar de Argentina, causó una conmoción colectiva que muchos comparan con llegar a la final de la Copa Mundial de la FIFA hace un mes. Una compensación histórica a la herida que atravesó 30 años de democracia y que comienza a sanar.

“Sin palabras”, “emoción, “alegría”, fueron algunas repetidas expresiones en las redes sociales que alcanzaron un récord de réplicas el 5 de agosto, cuando se anunció la recuperación del nieto de la presidenta y fundadora de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

Un “sin palabras” incapaz de definir una sensación mayoritaria, aunque no unánime, reflejada en todos los medios de comunicación, sin distingos ideológicos.

“La lucha incansable por buscar la sangre, nunca pudo ser discutida, es tan natural, tan lógica, tan correcta, que nadie puede permanecer indiferente a eso”, sintetizo a IPS la abogada Marta Eugenia Fernández, de la Universidad de Buenos Aires.

La organización busca desde 1977 a los niños nacidos en cautiverio o secuestrados junto a sus padres, durante el régimen militar (1976 -1983), que dejó 30.000 personas muertas y desaparecidas, según organizaciones humanitarias.
La búsqueda de su nieto duró 36 años, la edad que hoy tiene “Guido”, como quiso llamarlo su madre, o Ignacio Hurban, como lo registraron los padres que lo criaron, en Olavarría, una ciudad a 350 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, aparentemente desconociendo su origen.

Guido, pianista, compositor y arreglista,  se hizo una prueba genética porque tenía dudas sobre su identidad y el resultado dio 99,9 por ciento positivo.

Su madre, Laura Carlotto, una militante del desaparecido grupo guerrillero Montoneros, dio a luz en cautiverio, en el Hospital Militar, el 26 de junio de 1978, y dos meses después fue asesinada, como miles, en una de las más cruentas dictaduras de América Latina, una región cuyo siglo XX estuvo jalonado por ellas.

El padre era Oscar Walmir Montoya, músico como su hijo, pareja y compañero de militancia de Laura y ejecutado poco después de la detención de ambos en noviembre de 1977.

Los padres del hijo y nieto restituido 36 años después, Laura Carlotto y Oscar Walmir Montoya. Crédito: Abuelas de Plaza de Mayo
Los padres del hijo y nieto restituido 36 años después, Laura Carlotto y Oscar Walmir Montoya. Crédito: Abuelas de Plaza de Mayo

“Laura Carlotto y Oscar Montoya no volverán a la vida. El daño es infinito e irreparable. La recuperación del hijo de ambos es una reparación inmensa para ese daño infinito”, analizó el periodista Luis Bruschtein en el diario Página12.
“La noticia del reencuentro del nieto de una abuela insignia de esa lucha, es tan cinematográfica como ver a Lionel Messi (astro argentino de fútbol) pateando un gol en el minuto 89”, ilustró Fernández.

Casi un mes después de la clausura de la Copa Mundial de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado), celebrada en Brasil y en el que Argentina perdió el título frente Alemania, el 13 de julio, otros protagonistas de esa pasión nacional, acudieron a esa metáfora.


“No sólo el fútbol puede unirnos”, dijo el mítico exjugador argentino Diego Armando Maradona.

Mientras, Messi llamó a continuar la lucha porque “quedan muchos más” nietos por recuperar. Según las Abuelas de Plaza de Mayo, unos 400 niños más secuestrados durante la última dictadura militar (1976-1983) están aún desaparecidos.


Antes del Mundial de Brasil, Messi y otros jugadores de la selección nacional de fútbol, apoyaron la causa de las Abuelas con un video que trascendió las fronteras argentinas.

Pero la sociedad sigue dividida 30 años después de la reinstauración de la democracia y de la publicación en 1984 del Informe “Nunca Más”, elaborado por la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, perpetrada por los militares durante su represión ilegal.

No es difícil escuchar en la calle argumentos como el que dio a IPS la jubilada Edith Gómez, quien habló de los niños secuestrados como los “hijos de los subversivos” y, como argumentan otros, consideró que fue mejor “que los haya criado gente de bien”.

Sin embargo,  eso está cambiando, según la psicoanalista Viviana Parajón, gracias a la adopción en la última década de “los derechos humanos como política de Estado”.

Parajón consideró que las nuevas generaciones, que ni siquiera fueron protagonistas o víctimas directas de la dictadura, están incorporando conceptos como el repudio a los crímenes de lesa humanidad.

Se refiere a medidas como la instauración del “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”, el 24 de marzo, cuando se produjo el golpe militar, que aprobó el Congreso legislativo en 2002 y que en 2005 declaró como feriado el entonces presidente Néstor Kirchner (2003-2007).

También se incorporó a los contenidos escolares el tema de la memoria de la dictadura y de otros genocidios.

“Hasta hace unos años la cuestión de los desaparecidos era adoptado por un sector muy pequeño de la sociedad, el resto tenía posturas que iban desde la indiferencia hasta la teoría de los dos demonios”, recordó a IPS.

Se conoce así en Argentina la tesis que justifica que los abusos de derechos humanos perpetrados por el Estado durante la dictadura, fueron equiparables – y respondieron – a la violencia armada de las organizaciones guerrilleras.
“Lo nefasto y horroroso es que lo hicieron transcender y aniquilaron no solo aquella  generación sino varias más”, opinó la psicoanalista, para quién en este sentido, la recuperación de Guido tiene un efecto “sanador” social.

“Es como un nieto de todos… una reparación de ese horror”, analizó.

“Nos despierta del letargo, nos sacude la fibra más íntima porque todos somos en lo personal hijos, padres o abuelos y en lo social compartimos una misma historia, y eso como la sangre o el ADN no se borra, permanece ahí latente hasta que un hecho sorpresivo, nos enfrenta con esa identidad común, que tampoco puede ser discutida ni arrebatada”, coincidió Fernández.

La psicóloga y periodista Liliana Helder recordó en la Televisión Pública Argentina que tras otros genocidios históricos como el de los judíos y armenios, que hay estudios que muestran que “dos o tres generaciones después, viven las consecuencias de aquello, cuando aquello ha quedado inconcluso”.

“La aparición de cada nieto, es un poquito de desinfectante en la herida”, consideró.

Pero en una historia como la de Carlotto y Guido, que concluye como el final feliz de una película, en el que la abuela de 83 años al fin puede abrazar al nieto arrebatado antes de morir, nada mejor que dejar que el protagonista lo explique.

“Si lapidando al poeta se cree matar la memoria, que más le queda a esta tierra que va perdiendo su historia”, cantó en su composición “Para la memoria” el hasta ahora Ignacio Hurban, quien en otro ribete cinematográfico, participó hace dos años en el ciclo “Música por la identidad”, organizado por las Abuelas de Plaza de Mayo.

“El ejercicio de no olvidar nos dará la posibilidad de no repetir”, dice otra estrofa de la canción del ahora Guido Montoya Carlotto, compuesta cuando todavía desconocía su verdadera identidad y antes de pasar a simbolizar la recuperación de la identidad de su país.
Editado por Estrella Gutiérrez

Inédita preocupación por matrimonio infantil y mutilación genital


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Cirujana tradicional en Kapchorwa, Uganda habla con un reportero. La organización REACH capacita a mujeres de la zona para sensibilizar a la población con el fin de detener la mutilación genital femenina. Crédito: Joshua Kyalimpa/IPS

Cirujana tradicional en Kapchorwa, Uganda habla con un reportero. La organización REACH capacita a mujeres de la zona para sensibilizar a la población con el fin de detener la mutilación genital femenina. Crédito: Joshua Kyalimpa/IPS
WASHINGTON, 23 jul 2014 (IPS) - La Cumbre de las Niñas celebrada en Londres y una conferencia paralela en Washington resaltaron la necesidad de enfrentar el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina (MGF), mientras Unicef informaba que 130 millones mujeres sufrieron esa ablación y 700 millones fueron obligadas a casarse siendo niñas.

El problema es mayor en África y Medio Oriente, según el informe de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) que analizó las consecuencias a largo plazo de la MGF y el matrimonio infantil en 29 países.

El informe, divulgado el martes 22, vincula a la MGF con “hemorragias prolongadas, infecciones, infertilidad y muerte” y señala que el matrimonio infantil puede predisponer a las involucradas a la violencia de género y al abandono escolar.

"Lo que hace falta en serio es un esfuerzo mundial coordinado que sea acorde a la escala y el tamaño del problema”: Ann Warner.

“Las cifras nos dicen que debemos acelerar el esfuerzo. Y no nos olvidemos de que estos números representan vidas reales”, declaró el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, en un comunicado el martes.

“Si bien estos problemas son de escala mundial, las soluciones deben ser locales, impulsadas por las comunidades, las familias y las propias niñas para cambiar las mentalidades y romper los ciclos que perpetúan la MGF y el matrimonio infantil”, añadió.

La Cumbre de las Niñas tuvo lugar el martes 22 en Londres, organizada por Gran Bretaña y Unicef, mientras los problemas de las adolescentes, y en especial la MGF, reciben una creciente atención de ciertos sectores.
Ese día, el primer ministro británico David Cameron anunció un cambio legislativo que obligará legalmente a los padres a impedir la MGF.

“Hemos llegado a un pico histórico tanto en la conciencia política como en la voluntad política para cambiar las vidas de las mujeres en todo el mundo”, señaló Ann Warner, especialista en género del Centro Internacional para la Investigación sobre las Mujeres (ICRW), con sede en Washington.

Warner publicó recientemente un informe que recomienda que las niñas tengan acceso a educación de calidad y redes de apoyo, y que las comunidades ofrezcan incentivos económicos, campañas informativas y fijen una edad legal mínima para contraer matrimonio.

En una conferencia celebrada el martes en Washington, como actividad paralela a la Cumbre de las Niñas en Londres, Warner añadió que existen numerosas “iniciativas prometedoras, iniciadas por oenegés, ministros de gobierno y grupos cívicos de todo el mundo, que lograron cambiar el rumbo de la temática y modificar actitudes, conocimientos y prácticas”.

Los activistas pueden aprender especialmente de los avances de India para prevenir el matrimonio infantil, agregó. Sin embargo, Warner cree que hace falta una respuesta mundial.

“Lo que hace falta en serio es un esfuerzo mundial coordinado que sea acorde a la escala y el tamaño del problema” de la MGF y el matrimonio infantil, dijo.

”Como 14 millones de niñas se casan cada año, un puñado de proyectos individuales en todo el mundo simplemente no bastan para hacerle mella al problema”, sostuvo.

La necesidad de mejorar la coordinación fue compartida por Lyric Thompson, copresidenta de Niñas, no Novias, una fundación de Estados Unidos que copatrocinó la conferencia paralela en Washington.

“Si vamos a terminar con el matrimonio infantil en una generación, como nos desafía la carta de la Cumbre de las Niñas, eso implica un esfuerzo mucho más sólido que el actual”, dijo Thompson a IPS. “Unos pocos proyectos, no importa cuán efectivos, no acabarán con la práctica”, añadió.

Thompson solicitó al gobierno de Estados Unidos que adopte una postura más activa contra las prácticas que perjudican a las mujeres en el mundo, en coherencia con la ley de violencia contra la mujer que este país aprobó en 2013.

“Si Estados Unidos es serio acerca de acabar con esta práctica en una generación, esto implica… también la ardua labor de asegurar que los diplomáticos estadounidenses negocien con sus contrapartes en los países donde la práctica está muy extendida”, expresó.

“También implica la participación directa en arduas negociaciones de la ONU, como las que determinarán la agenda de desarrollo posterior a 2015, para garantizar que la meta del cese del matrimonio infantil, precoz y forzoso se incluya en el objetivo de la igualdad de género”, dijo.

El martes, Washington anunció casi cinco millones de dólares para combatir el matrimonio infantil y por la fuerza en siete países en desarrollo durante 2014, y se comprometió a redactar una nueva ley al respecto en 2015.

“Sabemos que la lucha contra el matrimonio infantil es la lucha contra la pobreza extrema”, declaró el martes Rajiv Shah, director de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Punto de inflexión internacional

La clave para el cambio social en estos problemas seguramente la tengan los actores de la sociedad civil.

“Los organismos en condiciones de responder a los casos de matrimonios por la fuerza deben trabajar juntos, con la comunidad y las oenegé para garantizar el desarrollo de políticas”, exhortó Archi Pyati, directora de políticas públicas del Centro de Justicia Tahirih, una organización de defensa jurídica con sede en Washington.
“Maestras, consejeros, médicos, enfermeras y otros en condiciones de ayudar a una niña o una mujer a evitar un matrimonio por la fuerza… deben estar informados y preparados para actuar”, exhortó.

Pyati informó que una campaña de sensibilización en torno a los matrimonios por la fuerza realizará una gira por Estados Unidos a partir de septiembre.

Shelby Quast, directora de políticas de Igualdad Ya, una organización humanitaria internacional con sede en Nairobi, reiteró la importancia de la lucha contra la MGF y el matrimonio infantil a través de diversos ámbitos.
“La estrategia que mejor funciona es la multisectorial… incluido el derecho, la educación, la protección infantil y otros elementos, como el apoyo a los sobrevivientes de la MGF y las estrategias de promoción mediática”, explicó Quast.

“Estamos en un punto de inflexión a nivel mundial, así que vamos a mantener el impulso para asegurar que todas las niñas en situación de riesgo estén protegidas”, añadió.